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Ketty Rodríguez McDougall (Villa Clara, 22 de julio de 1975) ha sido rostro de producciones televisivas emblemáticas como Punto G, Tras la Huella, Jura decir la verdad y el programa Cuando una mujer. Sin embargo, quizás sus papeles más recordados sean aquellos que interpretó en dramatizados como las telenovelas Salir de noche, La cara oculta de la Luna y A pesar de todo.
La carrera artística de esta versátil actriz no se limita solo a Cuba. Su trayectoria en el exterior le ha abierto puertas en ciudades como Los Ángeles y Londres en especialidades como la actuación de doblaje. Aunque en su país natal ya había incursionado en este rol, posteriormente tuvo la oportunidad de dar vida con su voz a personajes de series como Alvin y las ardillas y Los 101 dálmatas. En importantes filmes como Robin Hood: Orígenes, La maldición de la casa de Winchester y la serie One Day at a Time, ha sido directora de doblaje al español.
A pesar de consolidar su trayectoria fuera de Cuba, regresó recientemente a la isla para filmar un proyecto que dejaría huella en su carrera: el largometraje de ficción Performance, dirigido inicialmente por Jorge Luis Sánchez en La Habana.
Durante el rodaje, el elenco y la actuación cubana lamentaron el fallecimiento de este, y la película pasó a manos de Alejandro Fernández, con la fotografía de Rafael Solís.
Sobre su trayectoria y esta experiencia reciente Ketty conversó con OnCuba.

Tu formación en la Escuela Nacional de Arte (ENA) y tu etapa en Los Ángeles te dieron formaciones muy distintas. ¿Qué aprendiste de cada una?
Además de ser escuelas distintas, también representaron etapas totalmente diferentes en mi vida. La escuela de arte fue una experiencia hermosa y desafiante a la vez. Allí aprendí muchísimo, pero lo más importante fue que fortalecí mi carácter, aprendí a ser independiente, supe lo que era la resiliencia —que hasta hoy me acompaña— y construí amistades que siguen siendo parte de mi vida. La escuela, sin dudas, dejó marcas eternas.
Cuando llegué a Los Ángeles ya lo hice con otra madurez y con una certeza absoluta de lo que quería lograr. Me inserté en la comunidad latina del doblaje y fue maravilloso. Aprendí que, aunque estés lejos de tu cultura y con el peso del desarraigo, se puede, y que los sueños no se abandonan.
En televisión cubana participaste de proyectos desde muy joven. ¿Qué recuerdas de aquellos momentos?
Mi primer proyecto grande en la televisión fue interpretar a Tania en la telenovela Salir de noche. Recuerdo haber aprendido mucho de Paula Alí, Nancy González y Ferdecaz [Jorge], y de haber compartido momentos inolvidables con Abelito [Rodríguez]. En aquel momento tenía una niña de dos años, así que me tocaba llevar las dos cosas al mismo tiempo: estudiar los guiones mientras cumplía mi papel de madre. No fue fácil, pero siempre conté con el apoyo incondicional de mi familia, y eso marcó la diferencia.
¿Cuánto marcó esa etapa tu posterior desarrollo artístico fuera de Cuba?
En esta etapa tuve la oportunidad de hacer muchas cosas como actriz, pero sin duda la radio en Cuba fue mi mayor escuela. Allí aprendí disciplina, a usar la voz como herramienta expresiva. La radio me enseñó a transmitir emociones, a crear mundos enteros solo con el sonido y la imaginación. Esa experiencia marcó profundamente mi trayectoria artística y me acompañó en cada paso posterior de mi carrera.
Tuve la oportunidad de compartir micrófonos con Miriam Miel, Aurora Pita, Susana Pérez, Maggie Castro y Magali Alou; la lista es interminable. Trabajé con prácticamente todos los actores de Radio Progreso y Radio Arte activos en aquel momento.
Le agradezco inmensamente también a los directores Héctor Pérez y Caridad Martínez; mi llegada a la Agencia de Actores y a la radio se lo debo a Caridad, de las personas más hermosas que se han cruzado en mi camino.
Puedo decir con total seguridad que formarme en Cuba me abrió muchísimas puertas y fue clave para mi desarrollo artístico fuera del país. Haber trabajado también en doblaje con cinta, y no de manera digital como se hace ahora, fue un verdadero privilegio y otra de mis grandes escuelas.

¿Cuál de los personajes que interpretaste en Cuba recuerdas con mayor cariño?
Mi personaje de Mariela en La cara oculta de la Luna, por varias razones. La novela fue escrita por Freddy Domínguez, y eso tenía un valor añadido, ya que había trabajado en muchas de sus novelas radiales. Fue bastante novedosa porque se atrevió a poner sobre la mesa temas como el SIDA y la homosexualidad, que en aquel momento eran verdaderos tabúes. Lo más impactante fue ver cómo el público cubano la acogió con tanta sensibilidad y comprensión.
Creo que esa novela marcó un antes y un después en la manera en que la sociedad empezaba a hablar de estas realidades. Mi relación con Felito Lahera fue muy bonita. La historia tenía puntos de contacto con mi historia personal, ya que siempre he tenido una relación cercana y afectuosa con mi hermano, y eso me ayudó a dialogar y a construir mi personaje.
Has vivido migraciones personales y artísticas. ¿Qué te enseñó cada mudanza y cómo lograste adaptarte a ellas?
Soy una persona bastante abierta a los cambios. Viví en Madrid y ahora vivo entre Los Ángeles y Londres, así que aún estoy de mudanzas. Soy muy flexible, capaz de adaptarme rápido a los cambios, y he aprendido a crecer con ellos; eso lo aprendí de mi madre.
Cuando dejas atrás tu país, tu historia, amigos y parte de tu familia, aprendes a seguir adelante, a levantarte una y otra vez, con la fuerza y la determinación de quien sabe enfrentar los desafíos que inevitablemente surgen.
Soy una persona positiva y optimista, y esa actitud ha sido una gran aliada en todo lo que hago.
Como latina en la industria de Los Ángeles, ¿qué trabas experimentaste en tus inicios y cómo lograste introducirte en la industria internacional?
No fue fácil. Los primeros dos años estuve un poco perdida, sin saber qué hacer ni a dónde ir; no conocía a nadie. Pero cuando persistes, las cosas comienzan a suceder. Fui a un casting de doblaje y me seleccionaron. El dueño del estudio se fascinó con mi trabajo; me decía que era muy rápida y precisa doblando, y yo solo pensaba en todas las veces que, en Cuba, había hecho doblaje con cinta, repitiendo tomas una y otra vez para alcanzar ese nivel de precisión del que él hablaba.
A partir de ahí comenzaron a llegar proyectos. Me propusieron dirigir el doblaje del español latino al inglés en varias películas de Lions Gate, Warner Bros., entre otras. También tuve el privilegio de trabajar con Rita Moreno y Justina Machado en la primera temporada de la serie de Netflix One Day at a Time, una experiencia que consolidó mi carrera en el doblaje y me permitió crecer tanto profesional como personalmente.

Cuando preparas acento y prosodia [correcta pronunciación] para el doblaje de un personaje, ¿qué priorizas primero? ¿Cómo es el proceso de darle vida a través de tu voz?
La verdad es que el doblaje tiene mucho que ver con el oído y la imitación. Debes seguir al personaje que doblas; no hay tanto de creación personal, sino más bien imitación y atención constante para poder sincronizar y, al mismo tiempo, sonar orgánica y creíble.
El doblaje requiere mucha técnica, que se va perfeccionando en la medida en que lo practicas. Es una de las cosas que más disfruto hacer, y creo que tiene que ver con la sensación de estar en un estudio de grabación frente a un micrófono, que siempre me remonta a mi querida Habana.
¿Cuál ha sido el doblaje que más has disfrutado?
Podría decir One day at a time, como directora de doblaje, porque, como mencioné antes, trabajar con Rita Moreno fue una experiencia maravillosa. Rita es una actriz con una carrera brillante, ganadora de Oscar, Emmy, Grammy y Tony, por mencionar algunos.
Era la primera vez que ella hacía doblaje, así que la idea de dirigirla me intimidaba un poco. Sin embargo, fue un proceso increíble y se convirtió en una de las experiencias más enriquecedoras de mi vida artística.
Después de muchos años, vuelves a la gran pantalla en Cuba. ¿Cómo llegas al filme Performance?
Llegué a través de Luis Ernesto Doñas. Nos conocíamos y habíamos coincidido en algún momento en la Escuela de Cine de San Antonio de los Baños. Jorge Luis no encontraba a la actriz que quería, así que Ernesto le habló de mí, y a partir de ahí comenzaron las conversaciones. Performance fue lo más inesperado, lo más desafiante y lo más exigente que me ha ocurrido en mi carrera como actriz.

¿Por qué regresar a hacer cine a Cuba luego de desarrollar una carrera artística fuera de la isla?
Porque soy cubana y adoro nuestro cine.
¿Qué diferencias principales encontraste en tu regreso a Cuba en comparación con los años iniciales de tu carrera?
En cuanto a cine, no puedo comparar: Performance fue mi primer encuentro con el cine cubano. Pero puedo mencionar que fue bastante difícil, no solo por la pérdida irreparable y dolorosa de su director y guionista Jorge Luis Sánchez, sino también por el momento en que se filmó. Supuestamente debía haber estado en Cuba por tres meses, y se convirtió en una estancia de seis meses.
Atravesamos durante el proceso por totales apagones y las dificultades que todos conocemos; en algún momento llegué a pensar que no podríamos completar la filmación, pero lo hicimos. La terminamos. La prefilmación fue larga e incierta, pero una vez que entramos en el proceso de filmación, no paramos ni un solo día; todo fluyó mágicamente, e incluso terminamos antes de lo previsto.
Si tuvieras que describir la sensación que te produce hacer cine, ¿cómo lo harías?
Podría decir que me provoca miedo y libertad. Miedo, porque sabes que cada palabra y cada gesto quedará grabado para siempre; el cine es universal y eso pesa. Libertad, porque dentro de todo ese caos te estás entregando, haciendo algo muy tuyo y tienes tiempo para construir despacio y llenar cada detalle; el cine es liberador.
¿Cuál ha sido el desafío más complejo que has experimentado en estos años de carrera?
Interpretar a Sandrina, mi personaje en Performance. Cuando trabajas con un director que sabe cómo quiere que desarrolles tu personaje, que te guía y construye junto contigo, y de repente la vida se lo lleva sin avisar, se convierte en una de las experiencias más difíciles de mi carrera como actriz. Seguir adelante con un personaje tan complejo emocionalmente sin su guía fue un verdadero desafío. Intentar hacerlo tal como él lo soñó fue lo más exigente y requirió de mi parte un compromiso absoluto para respetar cada matiz de su visión artística.

Afortunadamente, conté con la inmensa ayuda de mis colegas de reparto Frank, Flora, Harol y Ulises, y con la guía de los directores que asumieron la difícil labor de llevar el proyecto hasta el final: Alejandro y Solís. La verdad es que fue un trabajo de equipo.
Quisiera reconocer a todos los que formaron parte de esta obra tan compleja. Sé que Jorge Luis estaría profundamente orgulloso de cada una de las personas involucradas en Performance. Todos dimos lo mejor de nosotros, y su legado está presente en cada escena. Espero que quienes la vean la disfruten y la vivan con la misma intensidad y emoción con la que nosotros la hicimos.

¿Qué personaje o proyecto te gustaría hacer que aún no concretas?
Nada en concreto, pero me encantaría hacer un musical. Es algo en lo que siempre he pensado, y quizás en algún momento la oportunidad se asome.
Proyectos a corto o largo plazo
Tengo un proyecto muy lindo que estoy desarrollando, del que aún no quiero hablar porque estamos en los inicios; en su momento lo compartiré.