Cuando los frecuentes grupos de alumnos procedentes de universidades y colegios estadounidenses vienen a Cuba animados por conocer parte de su cultura cinematográfica, en general poseen un conocimiento que se detiene en Fresa y chocolate (Tomás Gutierrez Alea y Juan Carlos Tabío, 1993). Esto no es culpa suya: los planes de estudios sobre cine latinoamericano de la mayoría de las universidades del norte están desfasados.
Por esta razón, cuando se les indica que a partir de la década de los años 2000 una nueva generación de realizadores se han ocupado casi de reinventar el cine nacional, o que cineastas como Fernando Pérez se transforman y cambian la no ficción nacional a través de un documental tan destacado como Suite Habana (2003), o que Alejandro Brugués dio un giro hacia el cine de género con Juan de los Muertos (2011), todo les suena a novedad. Descubren que el cine cubano ha seguido en pie y con salud a pesar de una crisis económica inmensa, de la aparición del cine digital y de la desaparición física de los fundadores.
De ahí que abunden últimamente los acercamientos al cine cubano del presente tanto en el ámbito académico estadounidense como en festivales, muestras e instituciones que promueven las artes en Estados Unidos de América. Por ejemplo, el Festival de Sundance creó en 2017 una sección titulada Made in Cuba, destinada a los realizadores de la isla y a producciones originadas allí. Pero hay iniciativas de otro carácter que resaltan por su creciente constancia.
Jesús Hernández fundó en Nueva York la empresa Bach Media. Tratándose de un productor con cierta experiencia atendiendo producciones audiovisuales desde La Habana, este salto supuso un riesgo. Porque su trabajo en Cuba, una vez graduado de la Facultad de Medios Audiovisuales (FAMCA) del Instituto Superior de Arte, resultó un entrenamiento como el de casi cualquier productor creativo independiente en la Cuba de hoy: dirigió el documental Ella trabaja; participó en la producción de películas extranjeras rodadas en la isla (la paneuropea The Cut, de Fatih Akin, y la irlandesa Viva, de Paddy Breathnach), y colaboró con Americas Media Initiative, que promueve el intercambio audiovisual entre Cuba y EUA. Finalmente, trabajó con Fernando Pérez en su primera experiencia independiente: La pared de las palabras.
Bach Media, no obstante, se ha enfocado en la producción y también (no menos importante) la distribución del cine cubano actual en su país de origen y en el mundo. Para esa proyección internacional, ha buscado colaboradores en diferentes ámbitos.
En abril pasado, colaboró en la organización de la octava edición del Festival de Cine Hispanoamericano de la Stony Brook University, de Nueva York. Allí se presentarón los largos El acompañante (Pavel Giroud, 2015), La pared de las palabras (Fernando Pérez, 2014), Conducta (Ernesto Daranas, 2014) y Esteban, de (Jonal Cosculluela, 2016). Jesús Hernández impartió en ese foro una conferencia acerca de la realidad del acto de producir de manera independiente hoy en la isla.
Ahora Bach Media llega más lejos. Porque su nueva colaboración lleva el cine y la creación cubana reciente a una institución académica de tanto prestigio como es la Universidad de Nueva York (NYU). Más en concreto, y como parte del Seminario Mellon Sawyer titulado “El futuro de Cuba más allá del mercado”, los días 31 de mayo y primero de junio del presente, el Centro Rey Juan Carlos I de España de esa institución acogerá la muestra “Lentes cubanos: Cine contemporáneo y cineastas emergentes” (Cuban Lens: Contemporary Cinema and Emerging Filmakers).
En ella, se proyectarán las obras de corte documental y de fuerte aliento experimental Casa de la noche (Marcel Beltrán), Conectifai (Zoe Miranda) El hijo del sueño (Alejandro Alonso), Limbo (Rafael Ramírez) y Batería (Damián Sáinz), de 2016, y Abecé (Diana Montero), de 2013. Todos participantes en la Muestra Joven ICAIC. Casualmente, también todas realizadas por egresados y actuales estudiantes de la Escuela Internacional de Cine y Televisión de San Antonio de los Baños, como parte de sus ejercicios de curso o una vez graduados, lo cual justifica además este programa de exhibición cual suerte de puente académico entre ambas instituciones docentes.
Según los organizadores, estas piezas pretenden servir como presentación de cineastas emergentes cuya obra captura las transformaciones que tienen lugar en el país, mientras honra la historia del cine cubano.
Luego de la proyección de estos materiales –algunos de los cuales han participado en importantes festivales del mundo (Limbo en Documenta Madrid; Conectifai en Sundance, por ejemplo)– se desarrollará un conversatorio con Marcel Beltrán, Alan González y Zoe Miranda, que comentarán acerca de temas como raza, emigración, género y tensiones acerca de la identidad, que resultan ejes de tales propuestas.
Asimismo, el 1ro de junio tendrá lugar en la misma institución el panel Millennials Cubanos: Haciendo y Consumiendo Cultura en la Cuba del siglo XXI, encuentro teórico que integra a diseñadores, artistas y periodistas en una discusión en torno a la producción y el consumo de la cultura y del audiovisual en la isla. En ella estarán Carlos Manuel Álvarez, fundador de la revista El Estornudo; Elaine Díaz Rodríguez, editora de Periodismo de Barrio; Yali Romagosa, diseñadora de modas y artista multimedia, y el creador de videojuegos Rodolfo Peraza, quienes se referirán a la creación y el consumo cultural en la Cuba de hoy.
Ambos encuentros tendrán por sede el edificio que acoge el Centro Rey Juan Carlos I de España de NYU, ubicado en el número 53 de Washington Square South, entre las calles Sullivan y Thompson. Desde 1997, este Centro se ha dedicado a incrementar la atención sobre el mundo español e hispanohablante en NYU y a apoyar el intercambio cultural e intelectual. Esa institución ofrece un amplio catálogo de conferencias, lecturas, exhibiciones, entre otros eventos especiales, con el propósito de alcanzar una mayor audiencia y profundizar su compromiso con las razones de su creación.
Jesús Hernández comentaba a Danae Diéguez hace unas semanas: “Cuba ha sido un punto de interés constante para ciertos neoyorkinos desde hace mucho tiempo. Si analizas quienes llevan más tiempo trabajando con la Isla, te das cuenta de que muchas instituciones y personas son, en gran número, de Nueva York.
“Desde hace dos años ha ido creciendo ese deseo más abiertamente con la restauración del diálogo entre los dos países. Nueva York es como una gran burbuja en este país donde el mundo entero se hace presente. Cuba, es, cada vez más, una parte visible del mundo para las personas que viven en Estados Unidos interesadas en re-descubrir la riqueza cultural cubana.
“Desde aquí hay quienes vienen trabajando con Cuba durante años, comenzaron hace poco, o incluso se han establecido ya en la Isla para trabajar desde allá. Cada vez somos más y Bach Media es parte de ese trabajo. Lo cierto es que hay que ser consecuentes con lo que uno hace, en Cuba y fuera de ella. Esa ha sido una máxima de mi trabajo desde hace años. Lo más importante de todo es trabajar.”
Hasta la fecha, Bach Media consiguió, además de lo arriba mencionado, colaborar con el Havana Film Festival New York durante sus dos últimas ediciones, y con proyectos culturales con el CUNY Graduate Center y el Centro Cultural Español de Miami.
Además, desarrolla el largo documental La Quimera del Arroz, de Víctor Alexis Guerrero, coproduce otros dos largometrajes documentales, más el proyecto Sexilio, de Lázaro González, mientras busca comenzar la producción de Resurrección, de Alejandro Alonso.
Programa
Casa de la noche, 2016.
Director: Marcel Beltrán. 13 minutos.
Conectifai, 2016.
Directora: Zoe Miranda. 16 minutos.
Abecé, 2013.
Directora: Diana Montero. 15 minutos.
El hijo del sueño, 2016.
Director: Alejandro Alonso. 9 minutos.
Limbo, 2016.
Director: Rafael Ramírez, 12 minutos.
Batería, 2016.
Director: Damian Sáinz, 15 minutos.
Todas las películas tienen subtítulos en inglés.