El Instituto Cubano del Arte y la Industria Cinematográficas (ICAIC) cumplirá 55 años este 24 de marzo. Uno de los platos fuertes de la celebración será la entrega del Premio Nacional de Cine al realizador Juan Carlos Tabío.
A Tabío le debemos, por si alguien lo ignora, algunos filmes de culto, como “Se permuta” y “Plaff o demasiado miedo a la vida”, y codirector de “Fresa y Chocolate” y “Guantanamera”, los dos últimos filmes de Tomás Gutierrez Alea (Titón).
Además, cuenta con una vasta obra como documentalista y realizador de cortos, quizás el más famoso el surrealista “Dolly back” (1986).
Tras participar en el proyecto colectivo “Siete días en La Habana”, Tabío pasa mucho tiempo en su casa, desde donde accedió a respondernos algunas preguntas vía e-mail. Aquí les va, en Toma Uno…
¿Por qué se vinculó al cine? ¿Cómo fueron sus inicios?
En 1961 yo estudiaba en una de las tantas becas que existían por aquel entonces. Me expulsaron de la beca y me quedé “agarrado de la brocha”, yo con 17 años y sin hacer nada. Cuando aquello, la jefa de despacho de Alfredo Guevara era la hija del mejor amigo de mi padre, y como todos los vasos son comunicantes, entré a trabajar en el ICAIC.
Comencé haciendo trabajitos de asistente de producción, de dirección y de cámara. En el año 63 yo era asistente del camarógrafo y gran amigo mío, Luis García. Estábamos haciendo un documental de Sergio Giralt, fuimos a Matanzas para filmar no recuerdo qué. Llegamos, voy sacando del carro todos los equipos de cámara: 2 trípodes, la maleta de los lentes, los filtros, la claqueta, en fin, todo menos la cámara que había dejado olvidada en La Habana. No sé cómo no me botaron del ICAIC, debe ser que en aquella época había una fe ciega en la juventud.
El caso es que me propusieron dirigir un documental. “Peligro” se llamaba, un documental didáctico sobre las señales de tránsito en el que aparecía una secuencia con los angelitos de algunas tumbas del cementerio. Al poco tiempo de salir el documental, se me acerca un día Titón y me dice que le había gustado mucho la secuencia de los angelitos y me pedía autorización para repetirla en “La muerte de un Burócrata”. Te podrás imaginar el halago que eso significó para mí. Así fue como Titón y yo iniciamos una conversación que duró más de 30 años. Algún día la retomaremos…
Después hice un par de documentalitos que inmediatamente pasaron a engrosar el voluminoso libro del olvido. En eso me llama a filas el Servicio Militar Obligatorio. Pasé como dos años en la Marina de Guerra y como año y medio en la UMAP (parece que así alguien me cobró el olvido de la cámara).
Cuando me licenciaron no podía regresar al ICAIC porque una nueva disposición no permitía regresar al mismo centro de trabajo. Pero el padre de un recluta compañero mío en el Servicio era un funcionario del Ministerio del Trabajo y no sé cómo se las arregló para lograr que el ICAIC me readmitiera. Así, tanto mi ingreso como mi retorno al cine estuvieron signados por el azar y el favor de algún amigo.
¿Quienes fueron sus referentes en el séptimo arte?
En los años 60 y 70 yo veía muchísimo cine.¡ La tandas diarias que me sonaba en la Cinemateca! Además, en aquella época Julio García Espinosa organizaba dos cinedebates semanales. Significaron mucho para mí “El Acorazado Potemkin”; Chaplin; “Los 400 Golpes”; Buster Keaton; Wajda; “Alemania año 0”; el cine checo previo a los tanques del 68 (Forman, la Chitílova, Passer, Menzel; Papucheck) y Buñuel, siempre Buñuel.
En aquella época “El Cine” era europeo. Recuerdo la conmoción que se formó entre nosotros cuando vimos “Hiroshima mon amour”. Hoy es sólo Hollywood, con esa fuerza más.
¿Qué películas disfrutaba ahora?
Bueno, ahora, como estoy sordo de cañón (igual que Buñuel) me cuesta mucho trabajo ver (oír) películas sin subtítulos.
OnCuba: Siempre se habla de Dolly back, Se permuta, Plaff o Fresa y Chocolate ¿Siente que alguna obra suya no recibió toda la atención que merecía?
Mira, yo creo que es imposible juzgar una obra propia. Ni qué se merece ni qué no se merece. El año pasado leyendo el artículo “El caso de Plaff (o demasiado miedo a la vida)” de Guy Baron, aparecido en “Cine Cubano” de enero-marzo de 2012, me enteré de muchas cosas que decía la película. Con una película, uno nunca sabe el pasado que le espera.
Hay películas que cuando salen, causan un gran revuelo y con el tiempo nadie se acuerda de ellas; otras todo lo contrario. Mira el caso de “Soy Cuba” de Kalatosov. Durante 30 años muchos la consideraron una obra excesiva y hasta disparatada. Coppola la ve y se maravilla. Ahora resulta que “Soy Cuba” es una película “de culto”.
¿Con qué actores se sintió mejor trabajando?
Tabío: Con todos. Lo bueno sería preguntarles a ellos cómo se sintieron trabajando conmigo.
OnCuba: ¿Cómo fue trabajar con Titón en sus dos últimas películas? ¿Por qué decidieron co-dirigir?
Durante el proceso de pre-filmación de “Fresa y Chocolate”, los médicos le anuncian a Titón que tenía que someterse a una nueva operación quirúrgica que ocurriría dentro del calendario de rodaje. Él no quería postergar el rodaje y me propone que codirija con él la película “Como una sonata a cuatro manos” me dijo sonriendo. Yo estaba al tanto de muchos aspectos de la película (casting, locaciones, etc), desde que él comenzó a trabajar el guión con Senel Paz. Incluso tuve dos reuniones de discusión del guión con él y Senel. Todo esto, por supuesto, antes de saber que poco después yo codirigiría la película. Comienzo a trabajar, ya como codirector, al comienzo de los ensayos, y así hasta el final, hasta la aprobación de la primera copia.
¿Qué decirte…? Fue una experiencia extraordinaria en todos los sentidos.
¿Qué se siente ser Premio Nacional de Cine?
Estoy eternamente agradecido a los organismos culturales que me nominaron, y por supuesto, al jurado que me otorgó el premio. Ayuda también que estas son cosas que va dejando caer el almanaque…
Foto tomada de El Universal