Se habla por estos días de reanimación verificable del cine cubano con un puñado de películas compitiendo, y otras tantas en etapa de guión o en fase de terminación. Hay 116 filmes en competencia procedentes tanto de grandes productores, como Brasil y México, sin excluir los pequeños, como República Dominicana y Ecuador. Se rinde homenaje tanto a un fundador colombiano (Gabriel García Márquez) como a un documentalista uruguayo (Mario Handler), y a la par se reconoce el legado de realizadores de Austria (Ulrich Seidl), Haiti (Raoul Peck), Estados Unidos (Eugene Jarecki) y Argentina (Jorge Cedrón). Anunciada está la entrega de Corales de honor al actor boricua Benicio del Toro y al clásico cineasta ruso Andrei Mijalkov Konchalovsky.
Y es que tal vez una de las razones del éxito inveterado que suscita el Festival Internacional del Nuevo Cine Latinoamericano de La Habana se relacione en su apelación al eclecticismo, el énfasis nacionalista y el ecumenismo, tres tendencias indisolublemente ligadas a las artes y la idiosincrasia de los habitantes de esta Isla desde la época en que surgía nuestra conciencia sobre algo llamado cubanía, y mucho más tarde también, cuando triunfaba la retórica de autodefinirnos en tanto Llave del Golfo, Faro de América, Potencia Médica, los primeros en el deporte latinoamericano, en el ballet clásico, etc., etc. Es como un anhelo tenaz de superlativos aplicados a un nacionalismo con visos de altísima autoestima.
Dígase lo que se diga, en los primeros días de diciembre ocurre un acontecimiento que constituye de los mayores aportes del ICAIC a la cultura cubana de los últimos 36 años. (He ahí un superlativo típico de la manía autopromocional que suele instalarse en la sensibilidad de nosotros los cubanos, sobre todo periodistas, cuando hablamos sobre nosotros mismos). Es que independientemente de otras consideraciones, el evento ha sabido mantener vivo, o al menos latente, el irreductible placer de miles, tal vez millones de cubanos ante una película de autor, del llamado “cine de arte y ensayo”, comprometido con un lenguaje y una estética singulares, y con los valores humanísticos proclamados por la modernidad. En las extensas nóminas integradas por cerca de cuatrocientos títulos a exhibir, quiero recomendar solo veinte filmes de esos que todavía alientan aquellos ideales formales y conceptuales. El ordenamiento de la lista no es jerárquico sino alfabético, a partir de la letra inicial del país de procedencia. Por eso comienzo en Alemania y Argentina hasta la conclusión con Rusia y Turquía:
1. La segunda patria (Alemania, Edgar Reitz) al igual que anteriores películas del autor, intenta captar el alma germana en su devenir histórico. Reitz acometió cuatro largometrajes, desde 1984 hasta el presente, que abarcan con precisión realista y amplitud épica la historia de una familia desde 1919 hasta la actualidad de la Alemania reunificada. Las casi cuatro horas que dura esta obra descomunalmente ambiciosa se dedican a mostrar causas y consecuencias de la emigración alemana hacia América Latina a mediados del siglo XIX.
2. Viacrucis (Alemania, Dietrich Brüggemann) retrata la vida de María, una niña de 14 años que se consagra a la religión en sacrificio para lograr la curación de su hermano. La historia está contada en catorce planos estáticos, cada uno de los cuales muestra un momento decisivo en la vida de la protagonista, y representa alguna de las catorce estaciones del llamado viacrucis o trayecto de Jesucristo desde el momento en que fue aprehendido hasta su crucifixión y sepultura.
3. Jauja (Argentina, Lisandro Alonso) nos trae de vuelta a uno de los pocos realizadores al parecer indiferente a las argucias del cine clásico y comercial. Esta es otra de sus películas pausadas, indirectas y enigmáticas. Es una película de época que habla sobre un capitán danés que emigra a la Patagonia, y cuya hija se escapa con su novio, e inserta en territorio enemigo, por lo que debe ser rescatada. Suena a cine de aventuras, pero la soledad de los personajes y languidez del relato se remite a las anteriores La libertad, Fantasma y Los muertos.
4. Paraíso: Esperanza (Austria, Ulrich Seidl) es parte de una serie junto Paraíso: Amor y Paraíso: Fe, también programadas en el Festival y tan recomendables como la elegida. Desde su perspectiva fuertemente documental, Seidl muestra la animalidad humana en sus aspectos menos amables, y la constante y errática búsqueda de mentirosos paraísos y de la inútil, ridícula la “normalidad”. Un campamento para adolescentes con sobrepeso, y un idilio que surge. No hay burla ni juicio de lo que vemos, aunque a veces lo parezca.
5. Playa del futuro (Brasil, Karin Ainouz) elige una historia de amor homosexual como pretexto, nunca como fin, para hablar sobre incomunicación y exilio, viaje y ruptura, soledad y renacimiento. El autor de Madame Satá, El cielo de Suely y Viajo porque preciso, vuelvo porque te amo vuelve a seducirnos con sus personajes heridos, angustiados por un imposible que apenas logran definir. Singular uso del espacio y de una fotografía que rompe las reglas representacionales más comunes, distinguen una película extrañamente poética.
6. Mommy (Canadá, Xavier Dolan) significa la quinta película de este reconocido director de 25 años que recientemente ganara el Premio del Jurado en el festival de Cannes. Anne Dorval interpreta a una madre viuda abrumada por la dificultad de criar a su hijo violento y problemático. Los conflictos comienzan a tomar otro cariz cuando aparece una nueva y misteriosa vecina. El periódico The Guardian la describió como una película transgresora y emotiva del enfant terrible del cine canadiense.
7. El reino de la belleza (Canadá, Dennys Arcand) resulta excepcional por el componente romántico en una filmografía autoral integrada por clásicos como El declive del imperio americano, Jesús de Montreal y Las invasiones bárbaras. Cierta relevancia simbólica nacionalista, y sociológica, se vislumbra en la historia de un exitoso arquitecto de Quebec, que tiene un affaire extramarital con una muchacha anglosajona, de Toronto. Porque El reino de la belleza es una historia de amor, y a quienes no les baste con ello, también les propone su reflexión sobre la pertenencia, las raíces, la fidelidad.
8. Mapas a las estrellas (Canadá, David Cronenberg) satiriza con ferocidad a Hollywood y su sempiterno star system. Julianne Moore vuelve a demostrar su excepcionalidad en el papel de una actriz insegura y de mediana edad que protagoniza el remake de una película que estelarizó su madre. En torno a ella habita una fauna de personajes que equivocaron ciertas nociones elementales y vegetan en un medio signado por la superficialidad, y el más tortuoso individualismo.
9. Luna de miel (Chequia, Jan Hrebejk) está protagonizada por Tereza y Radim, quienes constituyen una hermosa pareja hasta el día de la boda, cuando un hombre misterioso aparece en la ceremonia con un terrible secreto sobre Radim. Drama filial sobre la culpa y el perdón, con elementos de suspense y de thriller, el filme checo se suma a una rica tradición cinematográfica de bodas malogradas en la línea de Celebración, Melancolía, o La boda de Rachel.
10. La pared de las palabras (Cuba, Fernando Pérez) es el primer empeño independiente de su autor y, además, uno de los más intimistas, pues se refiere a la tragedia personal que implica cuidar y proteger a familiares enfermos y desvalidos. Al igual que en Madagascar o La vida es silbar, el protagonismo lo ocupa una familia muy conflictuada por el imperativo de recurrir a una institución siquiátrica, metáfora y núcleo gravitacional del caos y la desorientación, el desconsuelo y el sacrificio.
11. Venecia (Cuba, Enrique Álvarez) constituye una de las más frescas y anti-retóricas propuestas de la cinematografía generada en la Isla. Si Conducta —que también concursa en el Festival— significa la muy válida reconfiguración del cine de género con preocupación social, Venecia es mucho menos evidente en su interés por atrapar un mundo de ilusiones y argumentaciones femeninas, que afloran a lo largo de cualquier tarde-noche, en un filme que se sitúa, desde su narración minimalista y su estilo free cinema, en las saludables antípodas de tanta obviedad y grandilocuencia.
12. Hermosa juventud (España, Jaime Rosales) se titula esta historia sobre una pareja joven que boga como puede en la España de la crisis. El director de las muy celebradas Las horas del día y La soledad, trabaja con actores no profesionales que le confieren vigoroso aire de ingenuidad e intuición. Rosales se acerca al neorrealismo italiano y la la nouvelle vague francesa, retoma el pesimismo de Robert Bresson, y entra en el estilo observacional y comprometido impuesto por Ken Loach o los hermanos Dardenne.
13. Un cuento francés (Francia, Agnes Jaoui) presenta la versión gala de una suerte de comedia romántica, emancipada de los cansinos estereotipos de boys-meet-girls. La creadora de Háblame de la lluvia, Como una imagen, y la famosísima El gusto de los otros, pulsa nuevamente cierta coralidad fragmentaria que le permite la reflexión sociológica más abarcadora sobre el modo de ser y de vivir más francés, a partir del entrelazamiento de historias muy dispares, todas con algún dejo romántico o proverbial.
14. Hill of Freedom (Korea, Hong Sang-soo) ocurre en locaciones del Seúl actual, adonde arriba un japonés para encontrar a su amor de antaño. En el café llamado Hill of Freedom, donde ocurre la mayor parte de las acciones, el protagonista encontrará los más diversos personajes en este falso, irónico y voluntariamente disperso melodrama, que elude las convenciones narrativas del género y recurre al simulacro y la verbosidad, probablemente bajo la influencia de Eric Rohmer o Alain Resnais.
15. Cremación (Korea, Im Kwon-taek) aborda los temas del amor verdadero y la responsabilidad a través del personaje de un ejecutivo maduro que encuentra a una bella e inteligente joven, justo cuando su esposa está agonizando con un tumor cerebral. Obra número 102 del llamado Padre del cine koreano contemporáneo, dentro de una filmografía abarcadora de seis décadas, Cremación alterna naturalidad y onirismo en tanto asume la subjetividad de un personaje situado en conflictiva encrucijada.
16. Güeros (México, Alfonso Ruizpalacios) es, al igual que la cubana Venecia, oda al cine imperfecto, aparentemente disperso pero muy concentrado en torno a sus protagonistas. Un chico joven es enviado por su madre a la ciudad de México para que viva con su hermano universitario. Tal pretexto argumental vale para articular elocuente radiografía de la metrópolis en una road movie a través de una road movie colmada de humor y filmada en blanco y negro.
17. Björk: Biophilia Live (Reino Unido, Nick Fenton y Peter Strickland) muestra el multidisciplinario concierto de la cantautora vanguardista islandesa Björk, concentrado en el álbum llamado Biophilia, que incluye estilos musicales como la electrónica, el minimalismo, el wave etéreo y lo experimental. El tratamiento cinematográfico garantiza el sonido y la visualidad más espectaculares, capaces de colocar al espectador en medio del concierto ocurrido en 2013 en el Alexandra Palace londinense.
18. Las noches blancas del cartero (Rusia, Andrei Mijalkov Konchalovsky) fue premiada en el festival de Venecia en la categoría de mejor dirección, y representa la tercera o cuarta resurrección del maestro ruso cuyo talento se daba por agotado. Una historia con actores naturales de una aldea del norte de Rusia. El principal contacto con el mundo exterior es a través de un cartero. El maestro de La felicidad de Asia y Siberiada retoma cierto minimalismo contemplativo, paisajístico, y cuasi documental, en estado puro.
19. Ángeles de la Revolución (Rusia, Alexey Fedorchenko) se inspira en hechos reales y se ambienta en los años treinta soviéticos, cuando cinco artistas de vanguardia —un poeta, un actor, un pintor, un arquitecto y un director de cine— tratan de incentivar a su modo la agitación y la propaganda. Figura esencial del cine ruso contemporáneo, Fedorchenko recurre ahora al pastiche humorístico, y se apropia de las tradiciones plásticas y poéticas del cine soviético, en un mural al mismo tiempo alegórico, estilizado y provocativo.
20. Sueño de invierno (Turquía, Nuri Bilge Ceylan) es un drama intimista inspirado en relatos de Chéjov que cuenta cómo un hombre acaudalado recibe la pleitesía de sus inquilinos, luego le revela a su hermana las miserias e insatisfacciones de ambos, y en posterior diálogo con la esposa reconoce que su fortuna se expande mientras todo a su alrededor se desmorona. Son magistrales la puesta en escena y la visualidad, logradas por uno de los más importantes cineastas contemporáneos.
Realmente parecen estar todas muy interesantes
… una argentina, otra de gay brasileña y dos cubanas…¿ Tan malo está la seleción para festival?
Recomiendo Relatos salvajes, vi que compite y no la veo entre las recomendadas!!!