Lester Hamlet es un hombre de teatro. Esa es su esencia. De ahí viene y a allí regresa incluso cuando hace cine. En 2010 llevó a la pantalla el clásico de Abelardo Estorino La Casa Vieja y este año presenta una adaptación de Weekend en Bahía, una obra de Alberto Pedro.
Ya no es antes, su cuarto filme, es una película abrazo. El abrazo final que estrechan Luis Alberto García e Isabel Santos. Esta obra, antes que su historia misma, representa eso: la reaparición en escena de los muchachos de Clandestinos, y los no tan jóvenes de La vida es silbar.
Luego nos adentramos en la historia inconclusa de dos amantes y el reencuentro cuarenta años después que los descubre distintos; no son los mismos de antes.
Como en Casa Vieja, el protagonista también se llama Esteban. “Una casualidad –dice Lester. Yo no los nombré. Son personajes del teatro, son mis dos Esteban”. Ambos están lacerados por la emigración de maneras distintas. Uno en el exilio y otro en el inxilio. Uno se va y el otro se queda, esperando que alguien vuelva. El Esteban de Casa Vieja es, no obstante, su favorito: “porque es un personaje que logré construir desde mí, al que le impregné mis dolores, mis diablos, mis penas. Es como un álter ego”, cuenta Hamlet a OnCuba.
¿Qué nos dicen ahora en Ya no es antes Mayra y este otro Esteban? ¿Qué representan estos personajes en la Cuba de 2016?
Me gustaría que con la película la gente reconociera cuán iguales somos y que es tiempo ya de eliminar todas las fronteras, las barreras. Es perdonar, dar la bienvenida; es colocar el abrazo en función de la negación y la distancia. Somos un país separado, pero podemos ser personas con la vocación de unirnos. Como la tuvo Mayra al regresar a su país y Esteban al recibirla en su casa. Entonces en lugar de pensar en las cosas que nos diferencian hay que buscar en las nuevas opciones que tenemos para hablar con nuestros hermanos, nuestros amores, las personas que forman parte de nuestra memoria afectiva.
¿Por qué apuestas otra vez por llevar al cine una obra teatral?
De alguna manera es mi forma de rendir tributo al teatro, que es mi esencia y saldar deudas con esa literatura teatral que aprendí en la escuela y me fascinó. Son textos que me gustan. Yo soy director, no autor, entonces me gusta dirigir esas obras, transformarlas, llevarlas a mi mundo.
¿Qué tiene para decirnos hoy esta obra que Alberto Pedro escribió en los 80?
Yo creo que el amor es una esencia humana. Cualquier película que hable con honestidad sobre eso, en el escenario histórico o social que sea, tendrá cosas que contarnos porque seguiremos amando para siempre. Historias como Romeo y Julieta que nos hacen entender los conflictos y las batallas de los amantes, emocionan en todo momento. Y creo que en Cuba se perpetúa también la tradición de contar el amor.
Weekend en Bahía es una obra que quiso hacer en su momento Titón, y Lester Hamlet lo deseaba también desde hace tiempo. ¿Por qué se hacía difícil filmarla? ¿Por qué Ya no es antes ahora?
En mi caso fue difícil todo el proceso de conseguir la producción y los fondos para filmar la película, aún siendo tan esencial. Pensé entonces cuál era el guion que me podía producir el ICAIC. Y un filme como este con una sola locación y dos actores era muy factible en términos de costo, así que por ahí empezó la historia de querer hacer una película y sentir que era esa la que podía hacer en este momento.
Contar con solo dos actores y una pequeña locación para mantener la atención del público durante 90 minutos representaba también un gran reto. ¿Qué la salva en ese sentido?
Definitivamente la salvan los actores, la definen ellos y el guion. También la manera en que está contada la historia, cómo nos va dando poquitos de información. Es una película que dramáticamente funciona por acumulación, uno recibe un dato, luego otro y el modo en que jugamos con esas verdades, las transformamos intentando un crescendo, hace que la gente de pronto también se divierta y se mantenga atenta.
No es un filme donde hay aventuras ni ningún suceso físico, pero sí muchos a nivel anecdótico y eso es lo que los engancha. El no saber. Todas son interrogantes. ¿Quién es ella? ¿Quién es él? ¿Qué hace aquí? ¿Por qué se buscaron? Entonces ir encontrando las respuestas en el desarrollo de la historia es lo que le da un sentido de entretenimiento. Es una película muy sensorial para que la gente entre en contacto con vidas que pueden quizás ser las suyas, porque son vivencias reales. Mi generación hacía eso, rebobinaba casetes así, y piensa de ese modo.
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La música es otra parte esencial de Ya no es antes; de alguna manera va construyendo también la historia. La banda sonora de Harold López-Nussa acompaña toda la película, menos en el final, donde aparece el tema Dame un abrazo, de Kelvis Ochoa y Haila, compuesto especialmente para este filme.
“Yo quería algo que hiciera que la gente saliera con un ánimo mejorado del cine, que los levantara del down al que lleva el drama de la película y Kelvis es ideal para eso. Debía ser un tema absolutamente cubano, por eso está esa canción que al tener también la voz de Haila se llena de una contemporaneidad que necesitaba la obra”, cuenta el director.
“Con Harold es mi segunda experiencia y estoy muy contento con lo que hizo y la manera en que llevó a la música lo que yo le explicaba. Lo comprobé ahora en el estreno, la gente se enganchó mucho con la música e iba entendiendo con ella las situaciones. Luego aparecen también esas canciones que forman parte del recuerdo de los personajes: Bola de Nieve, Silvio Rodríguez, Pablo Milanés, Los Yoyos, Van Van, Esther Borja. En la obra original de Alberto Pedro los personajes escuchan un casete de Los Beatles todo el tiempo, por eso en mi adaptación sentí que debía cambiar eso por otros referentes nuestros. Fue un proceso largo encontrar las canciones y el momento para usarlas, pero creo que fue bastante acertada la selección. Estoy satisfecho con eso”, comenta.
Además de Ya no es antes, otras cinco películas cubanas se exhibirían en esta 38va edición del Festival Internacional del Nuevo Cine Latinoamericano, pero tres semanas antes del evento, el ICAIC censuró Santa y Andrés, el último filme de Carlos Lechuga. ¿Cómo lo asumes tú?
Negar la pluralidad en un arte que por esencia tiene que ser plural es algo casi similar a un ajusticiamiento. Son muchas las horas, los anhelos, el tiempo que uno dedica a pensarla, prepararla, proyectarla, conseguir los fondos, hacerla… para que después, de un plumazo, impidan que se logre el único objetivo de una película que es mostrarla. Me provoca dolor. El hecho de que hoy eso ocurra marca realidades a nivel social que no me gustan, que me alteran, me producen temor, vergüenza.
Pero por otro lado pienso que quizás es lo mejor que le suceda, porque al no permitirla, la endiosan, la engrandecen, la convierten en mito. Entonces uno tiene que agradecer cada cosa que pase: si no te la censuran y si lo hacen también, porque el destino obra de maneras muy calladas y misteriosas.
Y a propósito de la Ley de cine, otro elemento que genera mucha incertidumbre entre los cineastas cubanos, ¿cuán difícil es coexistir y hacer una película sin ella?
Hasta hoy hemos sobrevivido sin la ley y todos nos hemos creado espejismos e ilusiones de que tenemos productoras, oficinas, que tenemos unos nombres como si fueran empresas. Hay que encontrar las soluciones. Puede incluso parecer sarcástico, pero mientras no llega y vemos como tienen legalidad muchos otros empleos menos el nuestro, es maravilloso sentir también que uno está trabajando en el clandestinaje. Eso no nos detiene. Hay que buscar maneras paralelas y es lo que estamos haciendo, sin dejar de pugnar por la ley que necesitamos, porque es muy terrible ir por la vida creyendo que estás delinquiendo en cada cosa que haces, en cada plano que filmas, en cada cámara que usas para hacer un encuadre.
Pero sobre todo creo que este asunto ha vuelto a unir a los cineastas en esta década. Yo veo todo el ambiente de cineastas cubanos muy separado, somos muy independientes unos de otros. Eso que hubo en un momento donde Julio García, Titón, Manuel Octavio… estudiaban juntos, armaban debates con sus películas, tenían publicaciones donde escribían, se ha ido perdiendo con el tiempo, quizás por el egoísmo de la sociedad contemporánea donde todo es más a prisa y se vive como en una carrera a fondo para poder hacer la obra que queremos.
La búsqueda de una ley de cine nos ha permitido volver a sentir cuán vulnerables somos y la necesidad que tenemos de andar en colectivo, de tener un plan. Mientras más personas alcemos nuestra voz a favor de una ley más alto nos escucharán. Nunca es suficiente una nueva oportunidad para reclamar.
Algunos actores de tus películas anteriores ya no están en Cuba, tampoco algunos directores contemporáneos. ¿Cuánto se siente la emigración también dentro del cine cubano?
Somos lo que somos. Y tampoco en la producción cinematográfica cubana hay ciencia ficción donde los espacios sean siderales. Toda película cubana que ocurra en este período histórico tendrá esa realidad al menos como escenario donde ocurra su acción, aunque sea una comedia de variedades. Todos los cubanos que hemos vivido en estos años somos consecuencia de ese exilio. A todo el mundo le falta alguien un 24 de diciembre en su casa, todos los días nos entran ganas de levantar el teléfono y llamar a alguien que no está. Es lo que somos, de lo que estamos hecho; es como una sabia nutricia amarga con la que hemos tenido que educar nuestros estómagos.
El problema es que en cuba los artistas siguen siendo artistas a pesar de sus arrugas,para trinfuar en esto del cine en los estados unidos,mexico tienes que tener una cara linda,y cuando las arrugas vengan ahi mismo se jodio la cosa,dondee sta el histrionismo de las caras lindas que andan por ahi,wilian levis es artista??? por favor ,es una cara linda,un abodemen echo en casa,mario cimarro por el mismo camino y lo peor de todo creido,jajajajaja,artistas son esta tropa,preguntenle a alberto puyol,,,??? que con barriga que tiene cuantos trabajos le han salido?? y es un artistazo,…el cuerpo y la cara nada que ver con caracteres histrionicos,y mas cuando ya pasaron tus 25 años,ahora con mas de 50 años es cuando isabel santos y luis alberto garcia es cuado de verdad representa el celuliode al 100%,y que hay que respetarlos mucha verdad y estamos concientes de eso,que no son bien remunerados tambien de acuerdo,pero nosotros bien con ellos porque son cubanos porque se hicieron en cuba,y aun con sus arrugas siguen siendo los mejores,con sus canas derrotan cualquier cara bonita,en la pequeña y en la gran pantalla…!!!!!!!!: