Todo el tiempo supo que quería ser artista. Aunque en su seno familiar, los aires eran otros, la lucha por lograr sus propósitos lo llevaron a sortear varios obstáculos. “Siempre he tenido una cosa contradictoria en mi vida: para trabajar necesito un espacio aislado, no estar de solo, sino donde yo sienta que tengo mi tiempo organizado como entienda. Si tengo ganas de ver la televisión debo hacerlo y es un poco fuerte, porque he vivido dentro de una familia cuyos miembros han tenido diferentes tipos de trabajo que están acostumbrados a levantarse a una hora y cumplir con un horario. Por eso siempre he sido criticado, pero siento que cuando tengo tiempo de programarme mis horas es el mejor día que puedo crear”.
Donis Dayán Llago Suárez (La Habana, 1985) pertenece a la nueva generación de artistas de la plástica que se vislumbran como heredero de los grandes de Cuba. Ganador de una de las menciones del más reciente Salón de Arte Digital, este joven -típico jaranero y vivaracho- se inicia en estas lides con el pie derecho, buen síntoma de su talento para imbricar las nuevas tecnologías con el lienzo.
Conozcamos entonces la génesis e inquietudes del creador de piezas tan sui generis como Historias del muro, una apuesta a lo interesante.
¿Cómo y por qué llegas a las artes plásticas?
“Desde pequeño pinté en el círculo de interés Marcha del Pueblo Combatiente. Allí, la profesora Ana María Guevara nos enseñaba a niños de 5 y 6 años sobre las técnicas más rudimentarias de la pintura. No faltaba ni un sábado.
“Continué en este mundo y participé en el taller de Heriberto Manero, en la Casa de la Cultura; además de vincularme en los talleres de la primaria y en la secundaria. Hasta llegar a las pruebas de la Academia de San Alejandro y de la Escuela Instructores de Arte (EIA), me suspendieron en las primeras y aprobé las segundas. Durante esos cuatro años, simultaneé con mis estudios por la noche en San Alejandro y me gradué en el 2008”.
Durante los años de estudio, ¿a cuál o cuáles profesores crees que les debes tu amor por el arte?
“En la EIA, justo donde comencé mi preparación sobre lo que quería o no, tuve la influencia de excelentes maestros como Andrés Callejo, Armando Barcasell y Edgar –no recuerdo el apellido-. Mientras que en la Academia aprendí mucho de un joven profesor de grabado que fundamentalmente me enseñó sobre la perseverancia de luchar por lo que se quiere. Y hacerlo, hacerlo, hacerlo.
“Pero en San Alejandro, los profes estaban con nosotros un año y ya después cambiábamos, no había mucho tiempo para intimar. Pero en mi caso he tenido la suerte de contar con Lidzie Alvisa y René Francisco, quienes me han enseñado mucho más que todo lo que se aprende en la escuela: ha conformar y llegar a la idea central de cada pensamiento.”
¿Qué pasó después?
“Empecé a hacer mis cosas, organizar mis ideas, porque entre el servicio social de Instructores y mis estudios en San Alejandro no tuve mucho tiempo de hacer una obra con un discurso definido, ni siquiera para hacer dos cuadros de la misma serie.
“Cuando termino hago una serie sobre imágenes publicitarias estrujadas y me apoyo en un amigo artista que vive en Alemania. Antonio Núñez no me ha enseñado directamente pero de él tomé varias cosas. Su tema era el consumo, y hacía ciudades con cajas de envases de jugo, yogurt que las pintaba como un gran cuadro. Particularmente me gustó mucho, y es el mismo objetivo que busqué con mi serie: recortaba imágenes de revistas turísticas de diferentes décadas sobre Cuba y veía la reiteración de las mismas iconografías: hoteles, monumentos, los símbolos patrios. Luego hice una recopilación y conformé mi tesis con el antecedente de Núñez”.
¿Y cuándo llega el Salón de Arte digital?
“Historias del Malecón resultó ser mi primera serie la cual tenía una historia para desarrollar varias imágenes alrededor de él. La idea esencial era tomar fotos de lo que sucede cotidianamente alrededor del muro y hacerme un collage; después repartir esas imágenes a personas conocidas desde personalidades hasta gente de a pie y que ellos escribieran detrás de la foto sobre lo que perciben. Al final, el cuadro estará compuesto por un collage pintado de imágenes con el texto debajo y el nombre de quien hizo la narración. Ahí estará lo mismo un intelectual que un bodeguero, un botero.
“Entonces empecé estas imágenes en 3D junto a unos amigos. Muchos fueron los años que trabajo en computadora para llevar a cabo Historias del Malecón, donde el muro se convierte en objetos que reflejan el uso diario que se le da. Estas piezas en tercera dimensión las pensé por lo novedoso y a la vez lo antiguo del muro. La idea me gustó y confeccioné estas tres imágenes que presenté en el Salón de Arte Digital y después al proyecto Detrás del muro de Juan Delgado.
El Salón es un espacio para difundir el quehacer de los jóvenes, ¿qué impronta tuvo el premio en tu carrera profesional?
“Nunca he sido de guiarme por los galardones. Me inscribí, no por el reconocimiento, sino por tener algún lugar para mostrar mi trabajo, pues la verdad es un poco complicado que existan los espacios que apuesten por ti sin tener un recorrido importante en el arte.
“Cada vez que he tenido un proyecto y lo he presentado a las galerías, siempre me dicen “vamos a ver”; entonces vi que el Salón podía ser un buen momento para mí, teniendo en cuenta que las imágenes están realizadas, netamente, en soporte digital. Yo sabía que iba a gustar porque es novedoso que algo plano se convierta en tridimensional, como si formaras parte de algo que no es real”.
La recientemente finalizada Bienal de La Habana, ¿qué significó para ti?
“Esta fue mi primera Bienal y también mi ópera prima como exposición importante.
“Este es uno de los eventos más importantes de las artes plásticas en el país. Durante esos días se ve mucho arte y es el momento para que las personas se interesen por tu obra. Tengo planes de hacer una muestra personal después la Bienal y quizás me incluyan en algo bueno”.
Durante ese mes se expusieron muchos proyectos de creadores noveles, ¿piensa que esto refleja un discurso de los jóvenes?
“La fiesta de las artes plásticas tuvo un énfasis bastante fuerte en los artistas jóvenes, no como en las anteriores que se organizaban con los consagrados y nosotros hacíamos cosas colaterales, esta vez sí apostaron por la juventud como el caso de Juanito, de Elvia Rosa y Escapando con el paisaje, en la Cabaña”.
Y a ti, ¿cuáles te gustaría decir?
“Esto del Malecón. Es el hecho de enseñarles a las personas de una forma más sensible que el mismo muro es la esencia de lo que pasa alrededor de él, es buscar lo que está a simple vista y que no todos son capaces de ver para enseñárselo”.
“Estoy tratando de pintar estas cosas, de hacer más trabajo artesanal que no sea tan fácil como trabajar en una computadora e imprimir una foto; es el amor que se siente al hacer las cosas con las propias manos.
Donis -conocido por sus amigos como Donito- es de esos que busca incesantemente nuevos retos, quizás porque la juventud que lo acompaña traspola sus inquietudes en trabajo creativo. Ahora retoma su entusiasmo por el lienzo, una nueva oportunidad para desentrañar lo que somos y lo que queremos ser.