Helena Bayo habla por estos días el lenguaje de la danza, consciente de que marcará la historia del prestigioso Ballet Nacional de Cuba (BNC). Grand jetés y giros atraen la atención de la primera directora de orquesta española invitada a trabajar con la compañía.
La propuesta de Alicia Alonso la ayudó entrar en calor enseguida, primero por la emoción de lo que considera un privilegio, después el viaje a La Habana, donde lejos del frío invierno europeo observa a cada artista y estudia los detalles de la coreografía.
Cuatro primeras bailarinas interpretarán Giselle del próximo 19 al 22 de diciembre: Viengsay Valdés, Anette Delgado, Yanela Piñera y la debutante Amaya Rodríguez. Ellas significan personalidades distintivas sobre el escenario, cuatro tiempos musicales de asumir el mismo ballet.
“Siempre hay alguna peculiaridad que diferencia a una bailarina de otra, una tiene más giro, otra es más veloz, otra tiene más salto, y este tipo de detalles lo debes conocer”, aseguró esta maestra muy bien informada de las demandas técnicas de la puesta.
“Dentro de la diversidad, el director de orquesta intenta ajustarse al máximo en cada momento y debe tener un poquito de variabilidad durante la función para tratar de ir a favor de los bailarines y si ellos necesitan un poquito más intuirlo, para dar lo necesario”, subrayó.
La directora del Real Círculo Artístico de Barcelona estará al frente de los instrumentos musicales durante las funciones en el Teatro Nacional, dedicadas a celebrar el 70 aniversario del debut de Alonso en Giselle.
De acuerdo con Bayo, la versión coreográfica de la prima ballerina assoluta cubana es ajustadísima a la música, mientras la partitura de Adolphe Adam le parece bien estructurada, acorde al drama.
Algunos puristas de la música desdeñan el rol de director de orquesta para ballet, sin embargo, esta titular de la Orquesta Lírica del Barcelonés y directora invitada de conjuntos de España, Estados Unidos, Bulgaria y Colombia, valora la faceta como enriquecedora e interesante.
La maestra insistió en la necesidad de lograr una absoluta relación entre la danza y la música para que la obra quede bien, y expresó interés por brindar comodidad a los bailarines.
“La dirección musical para ballet es como la conjunción de las artes, los músicos no pueden estar ajenos a lo que sucede sobre el escenario, entonces nos obliga a conocer qué refiere la pieza en cada escena”, comentó.
La versión coreográfica y la interpretación personal de Alicia Alonso en Giselle, recibieron en 1966 el Grand Prix de la Ville de París, en Francia. Esta obra ha sido carta de triunfo del BNC en los cinco continentes y en Cuba es favorita de gran parte del público.
Según Helena, Giselle jamás pasará de ser esencial en el repertorio de las grandes compañías de ballet, no por gusto muchos la equiparan a Hamlet en el teatro.
El compromiso anima a la maestra en estos cálidos días habaneros, cuenta ella que esta es su primera experiencia junto a una compañía de ballet de gran nivel, pero su conocimiento técnico de los pasos deja entrever viejos afectos y augura cartas de triunfo.