Los prejuicios de género marcan la enseñanza del ballet en Latinoamérica mientras en Cuba prolifera la excepción. En el archipiélago caribeño, cada año más varones pugnan por alcanzar alguna de las escasas plazas para cursar estudios danzarios. El reconocimiento mundial de la escuela cubana tiene cimientos de cinco décadas y en la actualidad cuenta con exponentes en casi todos los rincones del planeta, hasta en África, donde cuatro cubanos recién conquistaron dos medallas de oro, una de plata y una de bronce, en un concurso internacional. Dos de ellos ya trabajaban en una compañía en Sudáfrica, en tanto los más jóvenes culminan el último año de la carrera en la Escuela Nacional de Ballet de Cuba, institución que del 13 al 26 de abril celebrará el XX Encuentro internacional de academias para la enseñanza de ese arte tradicionalista.
“Generalmente, las academias asistentes son de muchachas, nunca tienen la posibilidad de entrenarse con varones y nosotros aquí podemos brindarle esa opción que es la principal demanda en el Encuentro”, explicó Elena Cangas, vice-presidenta del Comité Organizador.
“Durante el evento, las participantes tienen clases de dúo clásico y de repertorio con los varones cubanos, algo siempre novedoso para las chicas y lo aprovechan bastante, aunque se cansan más de lo habitual”, relató en entrevista exclusiva con OnCuba.
Desde 1993, la academia cubana de ballet se abre anualmente al intercambio gnoseológico con otras del mundo. La cita brinda la oportunidad de apreciar la metodología de la más joven de las escuelas clásicas y de intercambiar conocimientos en clases magistrales, talleres y conferencias.
“A los participantes extranjeros los insertamos en grupos según la edad, pero de acuerdo al desenvolvimiento diario los maestros los van reubicando de acuerdo con su nivel técnico, porque a veces llega una muchacha de 16 o 17 años de edad con un nivel elemental de tercero o cuarto año”, contó Cangas.
De acuerdo con la dirección de la Escuela, la reubicación de estudiantes es importante para que todos aprovechen realmente el curso y puedan responder a las demandas técnicas de su nivel.
“En el Encuentro, reciben clases de ballet, dúo clásico, puntas, repertorio, preparación física y danzas de carácter, en la jornada matutina, y en la tarde brindamos talleres opcionales de coreografía, actuación, folklore cubano, expresión corporal y maquillaje, entre muchos otros”, detalló la profesora.
“Una asignatura que resulta muy atractiva es la de preparación física, por ejemplo, los más pequeños la tienen dentro de sus asignaturas en el evento y los de mayores edades pueden asistir al taller opcional”, advirtió.
Esa disciplina vital para el desarrollo adecuado, saludable, del bailarín no existe en otros países, y según la maestra, no pocos jóvenes llegan al Encuentro sin el entrenamiento necesario para asumir todo lo que ese evento les ofrece.
La diferencia entre la preparación de los estudiantes cubanos y los extranjeros es notable. Sin desdeñar esfuerzos, las causas de muchas de las debilidades rondan por la carencia de un sistema de enseñanza artística en la mayoría de los países del continente que ampare y moldee los talentos. Existen montones de academias individuales y ningún sistema que unifique y desarrolle con coherencia.
Estudiantes y maestros de ballet de más de 20 naciones arribarán a la capital cubana en los próximos días para participar en el Encuentro, sus funciones en el Teatro Nacional y el Concurso Internacional para Estudiantes del 22 al 26 de abril, abierto al público en el mismo escenario de la sala Avellaneda.
La XX edición del evento estará dedicada al padre de la escuela cubana de ballet, Fernando Alonso, quien por primera vez no acompañará físicamente a profesores y alumnos por una razón ineludible y dolorosa: el gran maestro falleció en julio de 2013, a los 99 años de edad. La compañía nacional que cofundó y dirigió desde la creación en 1948 hasta 1975, prefirió dedicarle el venidero Festival Internacional de Ballet de La Habana al célebre dramaturgo inglés William Shakespeare, precisamente en el año del centenario del nacimiento del gran pedagogo. Por justicia, la Escuela en la que trabajó casi hasta el fin de la vida rendirá honores a un legado reconocido hasta el momento más fuera de Cuba que dentro del país natal, donde decidió morir.
Al decir de los organizadores, lo más importante de los Encuentros Internacionales de Academias es el intercambio a favor de la danza, en un final, la gran ganadora.