La sucesora de Alicia Alonso en el emblemático Ballet Nacional de Cuba (BNC) espera renovar la institución tras la muerte de su legendaria directora introduciendo nuevas coreografías, trayendo maestros y apoyando actuaciones de bailarines que emigraron a otras compañías.
En una entrevista con The Associated Press, Viengsay Valdés, de 43 años, dijo que la insistencia de Alonso en la técnica y el repertorio clásicos funcionó por décadas y levantó el prestigio de la compañía, pero que modernizarse resulta ahora imperativo.
Viengsay Valdés: Quiero que el Ballet Nacional de Cuba esté entre las mejores compañías del mundo
Valdés está buscando incorporar nuevas piezas y traer bailarines de otros países, incluidos aquellos que dejaron el elenco, para que ayuden a instruir a la enorme cantera de artistas de la danza y jóvenes colegas en la isla.
“Algo que defiendo es que lo clásico es la base técnica artística para un buen bailarín y a partir de ahí se puede crecer en otro tipo de coreografías”, dijo Valdés el jueves.
“Lo que hay que hacer es enriquecer lo que tenemos hoy, desarrollar lo que tenemos”, agregó. “Sin ese estudio del pasado no podemos progresar y sí, hay que modernizarse”.
Valdés, una de las más reconocidas artistas que produjo el Ballet Nacional de Cuba, se convirtió en enero en su subdirectora artística tras la muerte de Alonso –su fundadora–, el pasado octubre a los 98 años. Pese a su título oficial, en la práctica está a cargo de las operaciones de la compañía, desde la selección de programas hasta la promoción de bailarines y la elección de roles, entre otros.
Gracias a un sistema de enseñanza artística que capta a niños desde temprana edad y los lleva por las academias estatales hasta el propio Ballet Nacional, éste fue el alma mater de cientos de bailarines destacados del continente, desde Mirta Plá y Lázaro Carreño — junto con Joel y José Manuel Carreño, parte de una las varias familias de la danza en la isla — hasta Loipa Araújo, Lorna y Lorena Feijóo, Rolando Sarabia, Taras Domitro, Anette Delgado y Carlos Acosta.
La compañía fundada en 1959 ha sido criticada por aferrarse a un repertorio clásico y romántico sin fomentar la innovación, factores que muchos de sus miembros argumentaron como el elemento clave de la emigración de grandes bailarines.
Valdés, quien comenzó a estudiar danza a los 10 años y se incorporó al BNC en 1994, dijo que ha comenzado a abordar muchos de los problemas de la compañía.
“En lo personal trataría de promover, de darle a todos la facilidad, el acceso a esa información que necesitan como artistas y esa es una misión que tengo desde que tomé la dirección”, expresó la bailarina, quien también se desempeñó en el Ballet de Washington y el Bolshoi de Rusia, pasando por elencos de Inglaterra y Dinamarca.
Este mes, el bailarín argentino Julio Bocca pasó dos semanas en La Habana dando clases magistrales y ayudando a preparar a la compañía para su puesta de “El cascanueces”.
Valdés aseguró también que apoyará traer y reconocer a los bailarines cubanos emigrados y que se desempeñan en grandes compañías del mundo, algunos de los cuales se fueron en medio fuertes críticas al BNC, al estilo de dirección de Alonso o la revolución, o abandonando funciones.
En los últimos años, algunos han regresado para dar presentaciones puntuales.
“Creo que sí se les puede dar la oportunidad para que se muestren en Cuba”, expresó la subdirectora. “Eso también enriquece a estas nuevas generaciones”, aunque al mismo tiempo destacó que no sacrificará por ello las oportunidades para sus artistas locales que están en desarrollo.
Entre otros retos que reconoce, está sostener el prestigio del BNC en el mundo competitivo y exigente de la danza, así como reforzar el sentido de pertenencia y la unidad de sus miembros.
“Hay que trabajar muchísimo para mantener esa calidad técnica, artística, ese nombre que todos necesitamos seguir desarrollando y que todos necesitamos que siga sonando en el mundo, y estar a la altura de las grandes compañías y lo que representa tener una escuela propia”, manifestó.
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