“El mayor reconocimiento es el de la gente, el de mi pueblo”, le dijo a OnCuba. durante una entrevista en 2019 el pintor y escultor Salvador González, fundador del proyecto comunitario del Callejón de Hamel y quien murió este viernes a los 72 años debido a un ataque al corazón.
Nacido en Camagüey en 1948, González dio vida al Callejón por su interés en rescatar y promover las expresiones africanas presentes en el acervo cultural cubano y cuyos aportes no han sido reconocidos en todas sus dimensiones, según declaró entonces a nuestro medio.
“En principio no fue fácil por algunos cuestionamientos, pero nunca abandoné mi empeño de mostrar la valía de la cultura cubana”, comentó González, quien por su obra se ganó durante décadas el reconocimiento y el respeto de su comunidad y de artistas cubanos de diversas generaciones.
Admirador de la obra del sabio cubano Don Fernando Ortiz, el centro de su labor cultural siempre estuvo orientado a realzar la herencia africana. También mantuvo relaciones con artistas que han cultivado las más variedades manifestaciones, desde la música y la literatura hasta el séptimo arte.
El Callejón de Hamel fue fundado en 1990 y a lo largo de tres décadas recibió visitantes de todo el mundo, entre ellos a artistas con una obra que ha marcado la cultura mundial, entre ellos, el guitarrista de Led Zepellin, Jimmy Page, quien se mostró muy interesado en la obra de González y en su espíritu transformador que mantuvo hasta su fallecimiento.
“Su formación autodidacta no le impidió asumir el arte como parte de su vida, y en las artes visuales canalizó sus inquietudes artísticas, reflejándose en su obra la influencia de los máximos exponentes del muralismo mexicano Diego Rivera y Orozco, unido a sus apreciaciones del rico acervo africano arraigado en la cultura cubana”, dijo con razón el portal Cubarte en la nota sobre su fallecimiento.
Si bien su nombre está estrechamente vinculado al Callejón, Salvador alternó el trabajo en el proyecto al que le dedicó los últimos treinta años de su vida con la creación de otras obras personales y la participación en muestras personales colectivas en Cuba, Europa y América Latina.
Entre las piezas que dan testimonio de su compromiso artístico y su imaginación creativa aparecen los murales “Palo Monte”, “El hijo del sol”, “Ancestros” y “Metamorfosis”, entre otros.
Salvador describió su trabajo como una mezcla de surrealismo, cubismo y arte abstracto, amalgama que estuvo presente en esa obra de renovación con la que reafirmó a la barriada de Cayo Hueso como un seguro referente de la cultura cubana.
Nos deja varios legados, uno de ellos que se puede llegar a lo universal develando las raíces propias. En una palabra, hallar lo universal en las entrañas de lo local, como decía el gran Miguel de Unamuno.
En paz descanse el gran Salvador González en su viaje hacia la luz.