Una de las batutas de oro del sinfonismo cubano, el maestro Guido López-Gavilán, llegó a la 32 Feria Internacional del Libro de La Habana (FILH), con el texto La dirección orquestal sinfónica, su expresión en Cuba.
Publicado por el sello Aurelia Ediciones, el volumen académico del Premio Nacional de Música 2016 “contempla un patrimonio inmaterial y pone en papel el pensamiento y las vivencias de su creador”, estima la doctora Miriam Escudero.
“La mayor virtud del libro, radica en la posibilidad de transmitir conocimientos a las jóvenes generaciones, sobre todo a aquellas que se dedican a cultivar el arte de la música”, consideró al presentar la obra la directora del Gabinete de Patrimonio Musical Esteban Salas, de la Oficina del Historiador de La Habana.
La también especialista del Centro de Investigación y Desarrollo de la Música Cubana precisó que el texto reúne una genealogía en el tiempo del maestro Guido y su proyección en el presente, que es, en resumen, su memoria histórica compartida con los lectores.
En la presentación en la FILH, el fundador y director de la orquesta de cámara Música Eterna se refirió a sus estudios de Dirección Coral en la isla, bajo la tutela del maestro Manuel Ochoa, y su graduación en 1973 de Dirección Orquestal en el Conservatorio Tchaikovsky, de Moscú, con grandes pedagogos.
“El libro es una realización de mis ideas y sentimientos, pues cuando uno decide dirigir una orquesta es porque tiene algo que decir y transmitir al público, con la misión de que se identifiquen con cada pieza creada por los músicos”, expresó el autor de Camerata en Guaguancó, un clásico de la música cubana concebido para agrupación de cuerdas.
Hablando de su trabajo como director, el músico de 80 años refirió que “a nuestras manos llegan partituras en blanco y negro, llenas de notas musicales, y nos corresponde decodificar el misterio que el autor original plasmó en su obra”.
Devoto de los jóvenes y descubridor de talentos, López-Gavilán destacó entre sus alumnos más brillantes a Daiana García, a cargo de la Orquesta de Cámara de La Habana, y a Enrique Pérez Mesa, quien lidera la Orquesta Sinfónica Nacional de Cuba.
La prologuista de La dirección orquestal sinfónica, su expresión en Cuba, la maestra Daiana García, apuntó que en sus páginas se logra “un balance armonioso entre lo teórico y lo práctico, lo subjetivo y lo concreto, lo emocional y lo gestual, de lo que debe nutrirse un director de orquesta”.
Para García el libro “marca una cumbre en la esencia pedagógica que siempre ha acompañado a Guido López-Gavilán”.
La publicación cubana del texto del maestro López-Gavilán contó con el trabajo conjunto de la Cooperación Suiza para el Desarrollo y el Fondo de Arte Joven.
El maestro Guido
Nacido en la ciudad de Matanzas el 3 de enero de 1944, Guido López-Gavilán del Rosario proviene de unos padres músicos y él mismo, junto a la ya fallecida pedagoga y pianista Teresita Junco (1946-2009), fundó una de las familias musicales de mayor linaje de Cuba.
Los hijos de la pareja, Aldo, pianista y compositor, e Ilmar, violinista, son igualmente dos portentos de la música contemporánea en la isla y fuera de ella.
El maestro Guido comenzó sus estudios en el Conservatorio Amadeo Roldán, en La Habana, donde se graduó de dirección coral con el maestro Manuel Ochoa en 1966.
Igualmente, realizó estudios de dirección orquestal con el maestro Daniil Tiulin, y de orquestación, contrapunto, piano y análisis musical con los maestros José Ardévol, Leo Brouwer, Esther Ferrer, Harold Gramatges y Edgardo Martín.
Posteriormente obtuvo una beca para estudiar en el Conservatorio Tchaikovsky de Moscú con el profesor Leo Guinsburg, institución en la que se graduó de dirección orquestal en 1973.
En su vasto catálogo de obras aparecen piezas sinfónico-corales como Cantos de Orishas (2000), además de Guaguancó (1998). También obras sinfónicas, entre ellas Obertura Bandida (2017), Poema con Trova y Son (2015), y Caribe Nostrum (1998).
En el género de Ópera de Cámara aparece Caturla, la Muerte y la Vida (2016), y en obras para Conjunto de Cámara destacan Rumbero (2018) y Diálogo entre violas, con final feliz (2014).
Para conjuntos instrumentales, López-Gavilán es autor de Cañas a tres trozos (2017) y Habanera (2016), en tanto para guitarra se citan Mambeando (2018) y Lo Real Maravilloso (1987).
El piano ha servido al maestro cubano para concebir piezas sumamente interesantes, entre ellas Preludio de Chocolate (2017) y A y A (2016) ambas para cuatro manos.
En el género de percusión despunta Aguas (2007) para vibráfono y xilófono, mientras en obras para instrumentos solos el catálogo incluye Rumbero bueno (2018) para contrabajo, y Un paseo por Hamelin (2016) para flauta.
No falta su producción coral, una de sus grandes pasiones, con Pa´ Cuba (2010) Pa kin kin (2009), Cantocata (2007), esta última para coro infantil, Conga (2001), escrita para coro masculino, y su electrizante ¡Qué Rico E’! , que es un mambo para coro mixto, de 1996.
La creatividad de Guido López-Gavilán se ha extendido a las canciones líricas, entre ellas Canción de la Luna (2013), El Arpa de la Lluvia (2008) y Estrellas (2005), con textos de la escritora cubana y premio Cervantes, Dulce María Loynaz.