La música clásica ocupa estos días las principales plazas de conciertos de la capital cubana gracias al Festival Internacional Habana Clásica, que reúne a solistas, directores y agrupaciones de 17 países bajo la dirección artística del pianista Marcos Madrigal.
Esta quinta edición sigue buscando ser “una gran fiesta” de la música clásica, según contó el propio Madrigal, que este jueves ofrece un concierto en la Basílica Menor del Convento San Francisco de Asís, en La Habana Vieja.
“Mi idea fue crear un puente entre el circuito clásico europeo donde muevo mi trabajo y la realidad cultural de nuestra ciudad”, explicó.
El Festival, dedicado este año al flautista cubano Roberto Ondina (1904-1963), arrancó el sábado pasado y cerrará sus puertas el próximo 3 de diciembre, tras un programa cargado de conciertos, clases magistrales y eventos de música clásica.
El circuito cultural abarca las salas de la Basílica, el Teatro del Museo Nacional de Bellas Artes, el Oratorio San Felipe Neri, la Fábrica de Arte Cubano y la Sala Ignacio Cervantes.
La cartelera incluye presentaciones de varios compositores cubanos como el propio Madrigal o la flautista Niurka González, además de sumar a músicos extranjeros de la talla del flautista holandés Jacques Zoon.
Según Madrigal, el público puede esperar “una confrontación, en el buen sentido de la palabra, entre el repertorio clásico universal, el de las tradiciones no académicas y el contemporáneo”.
“Esto hace que sea una fiesta bastante colorida”, añadió el director artístico de la cita que además expresó su “felicidad” porque ha logrado “construir un festival enorme en el que hay un proceso de intercambio con la danza, el teatro y la pintura”.
Un festival que inspire a los jóvenes
Organizar un festival es un reto, aseguró Madrigal, quien a pesar de eso siente que ha cumplido un sueño al convocar a esta cita a “grandísimos artistas de todos los continentes”.
“Hay muchos sueños que se han cumplido para mí en este festival, aunque me gustaría mucho que siguiera creciendo la familia de Habana Clásica”, comentó.
Su meta más ambiciosa con el evento, confesó, es que “los jóvenes artistas cubanos se puedan llevar una experiencia les cambie, aunque sea de forma pequeña, la vida”.
El pianista espera que este proyecto “sea una inspiración para las nuevas generaciones de músicos y no solo un puente para que puedan desarrollarse y crecer artísticamente”.
El festival cuenta con el respaldo de la Asociación Cultural Habana Clásica, la Oficina del Historiador de la Ciudad de La Habana y el Instituto Cubano de la Música, además del apoyo del Fondo de Arte Joven, plataforma cultural de la Cooperación Suiza (Cosude) y el Gabinete de Patrimonio Musical Esteban Salas.
El consejero cultural de la Embajada de Suiza en Cuba, Lorenzo Suárez, explicó que la Cosude lleva dos años apoyando el festival por la “gran calidad artística” y las “acciones sociales” de la iniciativa.
El festival promueve el intercambio entre músicos consagrados y emergentes, fomenta el diálogo docente a través de clases y conferencias magistrales, impulsa acciones con un marcado carácter social y apuesta por la integración entre las artes.
Festival Habana Clásica abrió sus puertas en la edición “más ambiciosa de todas”
Para este 23 de noviembre, Habana Clásica recorrerá producciones alemanas, suecas y eslavas para instrumentos de cuerdas. Se eligió de Antonín Dvořák “el gesto equilibrado entre las formas del romanticismo y los ritmos de su tierra natal presentes en su Quinteto Op. 81 No.2. En contraposición, se escuchará un polifacético Paul Hindemith que explora los diferentes estados emocionales en su Trauermusik”, informaba la página oficial de Facebook del evento.
Mientras, para el domingo 26, se reserva la unió del armonicista suizo Grégoire Maret, una de las figuras más innovadoras de las últimas décadas dentro del jazz, y los hermanos López-Nussa; Harold y Ruy Adrián.
Efe/OnCuba.