A Ian lo encontramos en los pasillos del Hotel Nacional de Cuba, con su eterna gorra de los Yankees de New York y una sonrisa dispuesta a devolver todas las muestras de simpatía que recibe a cada instante. Una conversación corta tuvo OnCuba con él, apenas unos minutos robados a su tiempo para hablar de los retos profesionales y sus proyectos inmediatos. ¿Alguna vez ha imaginado cuál sería la cara humana de Elpidio Valdés? Todo indica que Ian sí lo ha hecho.
Ian Padrón, por si alguien aún no lo sabe, es el hijo del mítico Juan Padrón, creador de Vampiros en La Habana y Elpidio Valdés; un hombre que marcó con su sello a generaciones de cubanos, sembrando sus personajes, frases y situaciones en el imaginario de todo un pueblo.
Esa misma noche su padre fue galardonado en el 35 Festival Internacional del Nuevo Cine Latinoamericano con el Coral de Honor, merecido premio para quien ha convertido el dibujo animado en arte y ocupado un sitio insustituible en el corazón de gente.
¿Qué presión extra implica ser el hijo de Juan Padrón y dedicarse a la realización en Cuba?
“Ante todo, ser su hijo es un lujo. Mi padre es una persona que respira talento, desayuna buen humor y almuerza creatividad, por eso compartir con él es todo un privilegio. Quizás por eso, como hijo, es más difícil que se te reconozca tu trabajo, algo que me ayudó mucho, pues tuve que esforzarme el doble para hacer algo distinto y crearme mi propio nombre.
“Si él hubiese sido tabaquero u obrero, yo sería el Padrón de la familia, pero al final siempre voy a ser el hijo de Juan Padrón y eso me enorgullece. Incluso, he firmado alguno de mis materiales como El hijo de Juan Padrón.
“Además, de mi padre he aprendido la humildad y el respeto a la cultura cubana por encima de todo. Recuerdo una Feria del Libro en que se presentó una edición de Elpidio de 10 mil ejemplares y ese día la gente hizo una fila para que mi papá les firmara los ejemplares; luego más de una hora al sol, escribiendo dedicatorias y haciendo algún que otro dibujo, era evidente que estaba cansado. Cuando me le acerco para pedirle que fuera a descansar me dijo: “Mientras haya un niño o una persona interesada en que le firme el libro, no me muevo de aquí”.
“Ese tipo de cosas las aprendí con él, que es uno de los creadores más queridos y populares del país y sigue siendo un cubano de a pie, literalmente, no tiene carro; pero sabe perfectamente que la posibilidad del éxito no puede convertirnos en otras personas”.
Ian habla mirándolo todo, como si intentase capturar cada segundo de la vida que hierve a su alrededor. Sube la cremallera de su suéter y se cala la gorra hasta la media frente con la imperturbable calme de un lanzador experimentado.
A sus 37 años de edad es uno de los más respetados creadores audiovisuales de su generación, incursionando en casi todos los campos de la realización. Sin embargo, su llegada al gran público se produjo en 2002 con un documental que cambió la manera de entender el béisbol en Cuba.
En Fuera de Liga entrevistaste a un lanzador icónico de la capital, quien luego fuese una de las grandes estrellas de las Grandes Ligas de Béisbol. ¿Qué recuerdos guardas de tu encuentro con Orlando “El Duque” Hernández?
“Por entonces no conocía a ninguno de los peloteros que entrevisté. Ni aquí, ni allá. Busqué en la guía telefónica, conseguí dar con su representante y en cuanto le explicamos que se trataba de un documental sobre Industriales él separó un espacio de su agenda para nosotros.
“Nos encontramos en el Yankee Stadium después de un juego a la 1:00 a.m. Como no teníamos tiempo hicimos la entrevista en su auto, camino a su casa. En realidad fue una experiencia que me marcó como realizador, pues me demostró que hay muchos cubanos fuera del país que respetan su pasado y a su pueblo.
“Fue una muestra mutua de respeto, y de cómo deberían ser la relaciones entre quienes han probado fortuna fuera y quienes decidimos quedarnos en casa.
“Eso pasó en 2002 pero lo recuerdo como si fuese hoy. Era muy joven y me cambió la manera de ver las cosas. Fue un atleta que me sorprendió por su alto criterio de la pelota cubana, su pasado aquí y el respeto hacia los cubanos. Eso se lo agradezco como una enseñanza para toda la vida”.
El documental marcó un antes y un después en el la forma de abordar el tema del béisbol y la emigración de atletas, ¿creíste entonces que tendría tal impacto?
“Hice Fuera de Liga por respeto a los peloteros, el deporte y la cultura, pero nunca imaginé que sería censurado, tendría tal impacto entre la gente y cambiaría mi carrera.
“Antes había hecho otras cosas, sin embargo, la polémica que desató ese documental me situó y la gente supo quién era Ian Padrón después de Fuera de Liga. Hubiese preferido que no lo hubieran censurado, pero esa es la vida y ya no se puede cambiar.
“Ahora que tengo 37 años es que estoy logrando hacer obras audiovisuales cercanas a como a mí me gustan. Antes estaba aprendiendo y más preocupado por hacer, que en cómo hacer; más enfocado en demostrar que podía contar bien una historia, realizar un documental, hacer reír o llorar al público. En esos instantes estás tan centrado en el trabajo que el éxito, o la posibilidad del éxito, no pasa por tu mente; casi siempre en ese estado salen obras mejores”.
Su más reciente producción se ha centrado en los videos musicales, espacio en el cual ha conseguido posicionarse con gran fuerza a través de su trabajo con el dúo Buena Fé y una propuesta sólida que no acude a facilismos para ganarse al público.
¿Documental o clip? ¿En cuál te sientes más cómodo?
“En el país es complejo hacer un material audiovisual competitivo por la gran calidad mostrada por los realizadores. Para mí, hacer un buen video clip es tan difícil como hacer un documental o un filme. En mi caso, me parece que el documental es más perecedero, pero me resulta atrayente que el clip comienzas a pensarlo hoy y quizás en menos de un mes ya ves la obra terminada.
“No tengo una predilección por ninguno de los géneros, en todos me siento bien y de alguna manera cada uno de ellos llena un espacio en mi vida”.
Has tocado temas como la emigración, la sexualidad, la música, el deporte y la construcción de la nacionalidad desde la lejanía física. ¿Es algo deliberado o totalmente consciente?
Los realizadores cubanos han pretendido mostrar la época y los conflictos que les tocó vivir, las cosas que se pueden mejorar de la sociedad en cada momento. No estoy ajeno a eso, soy parte de esa tradición que intenta reflejar esos temas.
Más bien los temas me eligen a mí, por mi personalidad, porque creo que la realidad debe ser dicha y enfrentada, porque mientras más se cuestione y profundice es mejor para una sociedad. Muchas veces los audiovisuales cubanos, en especial la parte informativa de la televisión, son muy pasivos con los problemas de la sociedad cubana; eso es lo que un grupo de creadores hemos tratado de combatir con nuestro trabajo.
¿Nuevos proyectos?
“Estoy muy decepcionado de que en Cuba no respetemos el cine popular, el que logra conectar con los cubanos. Pensé que luego de haber hecho Habanaestation sería más simple poder volver a filmar una segunda película, pero no ha sido así.
“El proyecto, el sueño que tengo hoy va a ser muy polémico e interesante a la vez: quiero llevar al cine a Elpidio Valdés, hacer una película con actores”.
El peso de la noticia despeja cualquier otra idea. Por segundos imagino el espectáculo, olvido tomar notas y solo me concentro en la maravillosa posibilidad. ¿Quién sería la cara del mambí? La idea ronda mi mente sin cesar.
En el instante descarto la hipótesis del fracaso taquillero: este sería un filme que arrasaría, uno de esos que todos irían a ver para reencontrase con la infancia, con una manera de contar la historia que ha calado profundamente entre los habitantes de esta isla.
Ian me saca de mis pensamientos, sigue conversando sin detenerse, ahora con algo de pesar en la mirada, como si el tema se convirtiera en algo desagradable para él.
“Creo que el cine épico, el de los mambises, tiene una gran deuda con la cultura cubana. No hay un filme de este tema que haya conectado realmente con el pueblo, con los más pequeños. Hoy nuestros niños quieren ser como Spiderman, Pokemón, Superman… pero no mambises. Tenemos una generación que sí, conocen a Elpidio, pero no es como la nuestra que podría recitar buena parte de los parlamentos de los muñequitos”.
“Ese es mi gran proyecto inmediato, aunque no he encontrado el apoyo que creí podría tener una propuesta de este tipo, así que no sé cuándo lo podré hacer realidad. Mientras, sigo haciendo video clips, disfrutando de mis hijos, y esperando. En general el cineasta latinoamericano tiene que esperar mucho tiempo entre película y película, algo muy triste, pues este oficio necesita sumar trabajo.
“Habanaestation la filmamos en 2009, hace cuatro años y medio, casi cinco. Lo peor es que los mejores años de tu vida, los más creativos, los pasas esperando por que aparezca el presupuesto. Esas son las reglas de juego, y quienes nos hemos quedado a vivir en Cuba lo sabemos. Espero que el próximo año cambien las circunstancias”.
Foto: Laura Prada
Me pregunto de que manera alguien puede ser tan ingenuo y descartar el ‘fracaso taquillero’ en un país que no conoce lo que es la taquilla ni lo que significan los ingresos derivados de ella? EL éxito de taquilla se mide por los ingresos que una película genera por concepto de ventas de entradas al cine y no por la cantidad de personas que hagan la cola afuera del cine durante horas. En países como USA donde este fenómeno existe de forma tangible, la taquilla genera solamente el 20 % de los ingresos del lugar de exhibición, el resto es negocio. En Cuba aun estamos lejos de que esto suceda
Sigan cobrando 2 pesos CUP y sigan bailando encima de las butacas y proyectando juegos de fútbol en nuestros cines y sigan esperando también a que ‘aparezca’ el presupuesto y seguiremos todos sin saber quien es la cara de Elpidio.
LAS MENTES GRANDES HABLAN DE IDEAS, LAS MENTES POBRES HABLAN DE LOS DEMAS.