Cinco son los discos nominados al premio Grammy Latino de este año en la categoría de música tropical tradicional. En todos destaca la presencia de músicos nacidos en la Isla y entre ellos figura, con una propuesta singular, el Septeto Nacional Ignacio Piñeiro, una agrupación con más de 80 años de historia que sigue acaparando el interés de los bailadores.
En el 2002 había recibido una distinción similar por el CD Poetas del son. Ahora se trata de La Habana tiene su son, un CD/DVD en el que se intenta demostrar la capital cubana no solo acunó el son, sino que lo dotó de una sonoridad diferente, especial.
“La Habana tiene su son y nació al calor de la rumba y el ñañiguismo, en los cabildos de nación, potencias abakuá, los solares y las fiestas populares, mucho antes de que se le conociera, atribuyera o definiera genéricamente como Son”, asegura Ricardo Oropesa en las notas al disco.
En busca de más respuestas, justo cuando disfrutaba de la nominación al Grammy y preparaba la gira que realizarán en noviembre próximo por varias ciudades de Estados Unidos, conversamos con El Matador (Francisco Oropesa), director musical, bongosero de la agrupación y productor del disco en competencia.
“La Habana tiene su son es un disco de gran importancia para la música tradicional cubana no solo por la música que contiene, sino porque está enriquecido con otros materiales audiovisuales, entre ellos la última entrevista concedida por el musicólogo cubano Helio Orovio. Ahí explica su teoría del son habanero.
¿Y tus argumentos cuáles son?
El tema que da título al disco es mío y en su texto dice: La habana tiene su son/ que no se parece a nadie/hecho con rumba y clave/ bríkamo y guaguancó./ Piñeiro le echó la salsa y así lo inmortalizó/para que el mundo bailara /al compás del rico son. / No te molestes compadre, / no quiero comparación,/ no sé si vino de Oriente,/ pero La Habana tiene su son.
Bríkamo es el abakuá, y conocido que Piñeiro fue rumbero y abakuá, como casi todos los músicos de los septetos fundados en La Habana y Matanzas. Es importante recordar que esta religión entró a Cuba en 1836 por el puerto de Regla, de la capital. Provenía de Nigeria, del viejo Karabali y de Camerún.
Lo cierto es que esa certeza nuestra de que hacíamos una música diferente fue documentada por Helio Orovio desde el punto de vista musicológico. Él decía que en Oriente existía el nengón, el changuí, el kiribá y quizás en algunas zonas se tocara son, pero sin que tuviera ese nombre. Y reconocía que Piñeiro le hizo varios aportes como fue introducir las claves y otros instrumentos empleados en la práctica religiosa abakuá. Estos luego fueron esenciales al son y podría mencionarte los llamados erikundi que son las maracas; el boncó que luego fue el bongó; el ekón que era una campaña similar a la del son pero que se tocaba de otra manera. Piñeiro creó entonces un son influenciado por la rumba y por la música que acompañaba a la liturgia de la religión que practicaba.
Nosotros defendemos ese son habanero sin pretender levantar ninguna porfía con ningún colega. Al final todos somos cubanos y el son nos pertenece a todos. Existieron los septetos Occidente, Oriental y muchos más, pero Piñeiro fue quien creó el estilo rumbeado que caracteriza a ese formato.
¿Qué diferencias existen entre el son que cultivan ustedes y el de Adalberto Álvarez u otro de los soneros populares actuales?
Hay una sola diferencia, el nuestro sigue fiel a la raíz del son pero es un género que ha seguido evolucionando y muestra de ello es lo que hace Adalberto. Él le ha incorporado elementos contemporáneos y es una orquesta que suena muy bien.
En Oriente también se presume de un son diferente…
Cierto, una de las diferencias está en que el son de Oriente es más pausado, más lento, más influenciado por la trova que por la rumba pues esta última era de La Habana y Matanzas. El son oriental es cadencioso pero más trovadoresco y además, no tenía clave. Allá existen agrupaciones muy buenas que dominan perfectamente este tipo de música y la cultivan, incluso, desde La Habana, como el Septeto Habanero que tiene sus antecedentes en el Quinteto Oriental. Ellos tienen un estilo de tocar diferente al nuestro, a pesar de tener el mismo formato y haber sido fundados ambos en la capital: uno tiene el estilo oriental y el otro rumbeado habanero.
¿Crees que Piñeiro estaría satisfecho con la música que ustedes hacen hoy? ¿Crees que un renovador como él estaría orgulloso de que se mantengan atados al son original?
En este disco mantenemos el mismo timbre pero los arreglos son más contemporáneos y Piñeiro estaría orgulloso de eso. Nosotros tenemos claro que nunca abandonaremos esa esencia del son que nos legaron los padres fundadores del Septeto encabezados por Piñeiro. Eso no quita que hagamos otras cosas más a la moda.
¿Por ejemplo?
El septeto Nacional, en la época de Piñeiro, no hacía cha cha chá y ahora estamos valorando que siendo una agrupación cubana y con el legado y la tradición que tiene, podemos hacer una pieza de ese género y que suene diferente a como lo hace la orquesta América o la Aragón.
Se le podría llamar un cha cha chá rumbeado pues lo haremos en nuestro estilo, sin tumbadoras, sino con bongó, clave, maraca…
Lo que sí nunca dejaremos de tocar son los temas antológicos de Piñeiro, aunque tengamos un repertorio actualizado y amplio como el que tenemos. En cada concierto, estemos donde estemos, priorizamos las obras de Piñeiro, de otra forma dejaríamos de ser el Septeto Nacional
Son muy pocos los septetos de aquella época de principios del pasado siglo que mantienen el formato de siete, el Habanero, por ejemplo, ya son 10, y por eso le llamo conjunto aunque no hayan cambiado su nombre. Existe también el Septeto Los Naranjos, que sí se reconocen como conjunto, y otros. Pero nosotros seguimos fieles al repertorio, el estilo y el formato.
El Santiaguero sí tiene siete…
Para bien de nosotros porque nos gustaría tener la competencia que tuvieron Piñeiro y sus contemporáneos. Pero el Santiaguero es una agrupación relativamente nueva que hace muy buena música. En cuanto supimos de su nominación a los Grammy, en la misma categoría de nosotros, llamamos a su director y lo felicitamos.
Ustedes han realizado cuatro giras anteriores a Estados Unidos y han ofrecido unos 50 conciertos allí. ¿Cuál ha sido la acogida?
Ha sido muy buena. Hemos tocado en varias ciudades, en espacios para bailar y para escuchar, y en todos hemos quedado satisfechos de la acogida del público, que en algunos lugares ha sido predominante cubano, pero en otros ha sido fundamentalmente norteamericano y ellos también han bailado y disfrutado nuestra música.
Cuando tocamos en Hoy como ayer, un lugar ubicado en la famosa Calle 8, de Miami, el público se hizo casi familiar. Es importante decir que en las cuatro veces que hemos estado en esa ciudad, y a pesar del diferendo que sabemos existe entre nuestros países, nunca hemos visto una protesta o una acción malintencionada contra Cuba frente a nosotros. Eso lo hemos entendido como una señal del respeto y el reconocimiento que tiene nuestra agrupación.
Es cierto que en los años 50 hubo un renacer del Septeto a partir de un llamado de Odilio Urfé. Después del triunfo de la Revolución hubo otro, pero el Septeto Nacional es una agrupación de todos los tiempos y eso es algo que saben en todas partes del mundo.
Nosotros no hacemos política, pero sí defendemos nuestro país a capa y espada, igual que la música tradicional. De eso nadie puede tener la menor duda, vamos a seguir haciendo música tradicional por el mundo entero y al que no le guste, que le eche salsita.
¿Tienen algún disco en preparación?
Si, casi todos los temas serán inéditos y llevará por título El más grande y universal.