Quizás sea exagerado decir que desde hace mucho tiempo la poesía no se había escuchado tanto en Cuba como en las últimas noches de domingo. Pero más allá de esta posible certeza, discutible tal vez, lo cierto es que una propuesta televisiva revoluciona la manera de consumir este género literario ya de por sí bastante olvidado por la mayoría de los públicos. Calendario, la serie de marras, ha puesto sobre el tapete los versos de muchos poetas y lo ha hecho con sutileza e inteligencia. Algunos conocidos, otros menos, los poemas llegan a los oídos de miles de espectadores atrapados desde el primer capítulo de esta serie, dirigida por Magda González Grau y escrita por Amílcar Salatti.
Con los versos de Nicolás Guillén inició la sui generis lectura: “Yo no voy a decirte que soy un hombre puro. / Entre otras cosas /falta saber si es que lo puro existe“. Uno sus poemas menos conocidos, “Digo que yo no soy un hombre puro”, anunciaba que la serie acercaría a los televidentes a un complejo panorama social, aderezado por la literatura. Temas cardinales han desfilado en la producción televisiva junto a las obras de Wichy Nogueras, Rubén Martínez Villena, Julián del Casal, Nancy Morejón y de otros autores como Félix Varela, José María Heredia, Fernando Ortiz y Leonardo Padura.
Pero volviendo al principio y alejándome un poco de los valores de esta propuesta (también novedosos en la manera de hacer televisión hoy en la Isla), Calendario es una forma de promover la poesía que se aleja de las tradicionales peñas y lecturas, a las que acuden reducidos grupos de personas y, la mayoría de las veces, repitentes de la experiencia. Es un estímulo para gestores culturales que se empeñan en llevar los versos a un mayor número de público, y no siempre consiguen alcanzar sus propósitos de visibilización de este género y de sus cultores. Es también un llamado de atención a buscar herramientas que rebasen el círculo estrecho de este tipo de propuestas y que se relacionen con otras formas de comunicación más accesibles a todo tipo de receptores.
https://www.youtube.com/watch?v=u3a63TW1YNA
Para nadie es un secreto que la poesía es hoy un género que hay que salvar. Así lo definió también la Unesco, cuando en noviembre de 1999 estableció el 21 de marzo como Día Mundial de la Poesía. La organización estaba haciendo un llamado “para apoyar un género en peligro de extinción, así como apoyar la diversidad lingüística a través de la expresión poética y ofrecer a las lenguas en peligro de extinción una posibilidad de ser escuchadas dentro de sus comunidades…”. Tal petición fue atendida por una de las más importantes poetas cubanas, la santiaguera Soleida Ríos, quien se ha empeñado en acercar la poesía de nuestro país al lector mediante el proyecto cultural “Archivo de Voces”, auspiciado por el Instituto Cubano del Libro.
Junto a un pequeño equipo, la incansable escritora y promotora cultural, además de Premio Nacional de la Crítica Literaria en 2014, se ha propuesto fomentar un registro de las voces poéticas cubanas más sobresalientes, en reconocimiento a su calidad, alcance y repercusión social; a la vez que procurar la creación y fomento de una plataforma virtual de la poesía cubana contemporánea mediante sitio web. Otros objetivos rigen los caminos de “Archivo de Voces”, como es la estimulación de intercambios institucionales que propicien por diversas vías el conocimiento y disfrute de este género, y también el incremento de las obras de la poesía cubana contemporánea —de preferencia en la voz de sus propios autores— en las bibliotecas públicas del país, con énfasis en sus salas Braille.
Aunque fue aprobado en agosto de 2021 y concluyó su formalización en diciembre de ese mismo año, “Archivo de Voces” comenzó su andar un poco antes, con la búsqueda y recopilación de información mediante contactos personales con autores implicados en etapa inicial, así como la indagación de antecedentes de esta acción en Cuba y prácticas actuales en internet. Registrar las voces de los poetas y escritores no es una práctica nueva, muchas bibliotecas, archivos y otras instituciones en el mundo lo han hecho. Cintas, discos, audiolibros y otros soportes han favorecido una nueva manera de leer la poesía: escucharla en la voz de su autor y evocar esa voz al leerla. Basta recordar las voces de José Lezama Lima, Pablo Neruda o Rafael Alberti en discos y casetes con un valor casi sagrado para quien los atesora.
Con internet llegó el acceso “universal” y en muchos sitios virtuales proliferan audios y grabaciones como PennSound de la de la Universidad de Pensilvania, donde es posible escuchar podcasts de numerosos poetas en lengua inglesa; o un proyecto precursor en el ámbito europeo como Lyrikline, con sede en Berlín, que agrupa grabaciones —con traducciones al inglés y al alemán— de autores en más de 80 lenguas. Palabra Virtual, en el ámbito español y latinoamericano, nos acerca a grandes como Jorge Luis Borges, entre muchos otros autores. También es cierto que el confinamiento generado por la COVID-19 ha favorecido la proliferación de miles de podcasts en sitios y redes. Aquí, como todo, el tiempo se encargará de perpetuar y replicar a los más memorables y borrar los que no importen.
El proyecto “Archivo de Voces”, liderado por Soleida Ríos, procura facilitar la concepción y el ejercicio de efectivas estrategias de promoción de la poesía cubana contemporánea en el ámbito nacional e internacional. Acercar la poesía al lector a partir de la conjunción obra/autor en primera persona: voz+imagen+juicio crítico de su propia obra en relación con la contemporaneidad, además de información (biográfica y curricular) y un audiovisual breve como complemento.
Desde finales de enero de 2022 se iniciaron las grabaciones de las voces de varios autores en el “Teatro Hart” de la Biblioteca Nacional de Cuba. Nombres como Antón Arrufat, Víctor Fowler, Omar Pérez, Ricardo A. Pérez, Ismael González Castañer, Carlos Augusto Alfonso, Israel Domínguez, Leyla Leyva, Domingo Alfonso, Charo Guerra, Rito Ramón Aroche, Larry L. González y Martha Luisa Hernández Cadenas, aparecen entre los primeros seleccionados de este proyecto que intenta acercarse a la manera de “leer” en estos tiempos de excesiva virtualidad.