Esta historia comenzó 39 años atrás, en 1985. Por entonces formaba parte del equipo de redacción de El Caimán Barbudo, que tenía sede en una casona algo descuidada de Paseo e/ 25 y 27, en El Vedado.
Recién se había fundado la Editora Abril. Tenía presupuesto, papel, oficinas, pero faltaban…manuscritos. Mi colega y amigo Víctor Rodríguez Núñez “ideó” la que con el tiempo sería no solo una de las antologías más polémicas de la literatura cubana, sino, además, una excelente recopilación de textos de poetas cubanos nacidos entre 1947 (Albis Torres) y 1962 (Sigfredo Ariel). Me refiero a Usted es la culpable. Baste señalar que ahí aparecen agrupados, por primera vez, nombres tan destacados como Raúl Hernández Novás (ya fallecido), Ángel Escobar (idem), Reina María Rodríguez, Soleida Ríos y Luis Lorente, por sólo mencionar unos pocos, que tanto y tan bien trabajaron y trabajan con una sustancia volátil y elusiva como es la poesía.
Por mi parte, eché mano a un grupo de narradores amigos, de mi generación, que ya iban dando un paso más allá de la promesa. Desde el inició no pensé en configurar una antología, sino en reunir varias piezas narrativas de valor con una sola temática: el amor, como sentimiento, como combustión de los cuerpos, como anhelo, como susto y, ¿por qué no?, también como pesar. De modo que Hacer el amor —que así terminó llamándose el libro— no incurriría en el juego de escamoteos y preferencias que, en rigor, es el trabajo del antólogo. Se trataba, más bien, de un informe de lectura, relatos que disfruté en su momento y que me gustaba compartir. La portada la realizó Pedro Luis Rodríguez (Pelly), a partir de una foto de Rogelio López Marín (Gory), y los dibujos interiores pertenecen a Francisco “El Chino” Crespo, quien los hizo expresamente para ese volumen.
Los autores pertenecen a una generación que no sabría cómo nombrar, posterior a la de Wichy Nogueras y Guillermo Rodríguez Rivera. Tal vez un término que se le ajuste es Segunda generación de El Caimán, ya que todos ellos giraban en la órbita de ese mensuario, que los había acogido en sus páginas más de una vez.
¿Qué define a una generación? ¿La fecha de nacimiento de sus miembros? ¿El momento en que salen a exponerse a la luz pública? ¿La pertenencia a una corriente estética? Con este grupo se cumplían dos de los parámetros que siempre se barajan en estos empeños: habían nacido en la década de los 50 y comenzaron a publicar sus textos a partir de 1980. De los siete convocados, los más “longevos” son Miguel Mejides (ya fallecido), Francisco López Sacha y Senel Paz (1950); y los más jóvenes, Leonardo Padura y Arturo Arango (1955). En el medio quedaban Reinaldo Montero (1952) y Luis Manuel García (1954).
Me dio gusto conformar el libro, que gozó del favor del público. Por aquella época en Cuba se leía febrilmente, y en casi todas las casas, por modestas que fueran, había pequeñas bibliotecas.
Un hecho bastante inusual es que los que eran mis amigos entonces, casi cuatro décadas después lo continúan siendo, aunque lo más notable es que el crecimiento de ellos como escritores no se ha detenido, y algunas de sus obras, tengo la certeza, terminarán siendo clásicas dentro del corpus apretado de nuestra literatura.
Deshacer el amor
En 2010 la editorial de la Universidad Veracruzana, gracias a los buenos oficios de Gladys Guerrero, me incorporó a su catálogo. Para mí fue un honor grande, pues conocía que esa casa había sido fundada y dirigida por Sergio Galindo, autor muy admirado, y también que en ella Gabriel García Márquez había publicado, en 1962, la primera edición de Los funerales de la mamá grande.
Empecé a pensar qué podría ofrecer a mis amigos mexicanos como primer título. Me llenó de asombro que uno de sus editores me propusiera armar una edición mexicana de Hacer el amor. ¿Conocían allí ese libro? Tenían referencias de él a partir de un comentario desmedidamente elogioso de un crítico puertorriqueño, publicado en San Juan muchos años atrás.
¿Volver a aquellos cuentos? ¿Me gustaría tanto aún la selección de textos y autores como para ameritar una nueva salida de aquel conjunto? Y lo más preocupante, ¿sostendrían ellos todavía la idea del amor que se transparenta en sus textos, después de desengaños, divorcios y fracasos de relaciones que se creían eternas?
Esta última pregunta me hizo pensar que podría cumplir las expectativas de mis nuevos editores, aunque dándole un giro inesperado a la propuesta. Serían los mismos siete narradores, se mantendría la temática amatoria, tocarían a relato por cabeza, pero ahora los cuentos versarían sobre el reverso de ese sentimiento. Así surgió Deshacer el amor en 2010, al cuidado de Agustín del Moral, narrador él mismo, director de la editora por entonces y amigo finísimo. La portada reproduce La boda, un lienzo de Orestes Gaulhiac.
El volumen se presentó en una Feria del Libro Universitario, en Xalapa. Y así comenzó su andadura.
Hacer y deshacer el amor
Cinco años después, en 2015, de Unión, mi editora de siempre, me hablaron para publicar nuevamente Deshacer el amor. La propuesta me pareció bien, pues sería, para el lector cubano, un libro nuevo. ¿Y qué tal si juntaba los relatos publicados en 1985 con los aparecidos en México en 2010 en un solo cuerpo? ¿Tendría interés confrontar ambas miradas y ofrecer el amor y el desamor, anverso y reverso de una misma medalla, tamizadas por el paso del tiempo?
Como no encontré ningún argumento válido que me hiciera desistir de mi propósito, en 2015 salió de la imprenta, con el sello de Ediciones Unión, y con portada a partir de una pieza de Cirenaica Moreira, Hacer y deshacer el amor. 7 narradores cubanos contemporáneos. Los autores se presentan en el mismo orden en que aparecen en el libro que dio origen a todos estos ires y venires. La novedad, en este caso, consistió en que los sometí a todos a una mínima entrevista, con dos preguntas, cuyas respuestas deberían aparecer en el pórtico de cada uno de los espacios dedicados a ellos:
- En 1985 ocurrieron varios acontecimientos significativos. A saber: Estados Unidos y la URSS inician el diálogo sobre desarme nuclear y espacial; se graba y se difunde mundialmente “We are the World“; en Uruguay se restaura la democracia; el gurú Osho es arrestado cuando intentaba salir de los Estados Unidos con diez millones de dólares en joyas; Bangladesh y Cuba son azotadas por sendos ciclones tropicales; nace Cristiano Ronaldo; Juan Pablo II lanza su cuarta encíclica, y se publica en La Habana la colección de relatos Hacer el amor, que te incluye. ¿Cómo recuerdas al joven que fuiste ese año? ¿Cuáles eran las ideas que entonces manejabas acerca del amor?
- De manera sucinta, este es el panorama treinta años después: desapareció la URSS; el SIDA ha pasado de pandemia a una enfermedad trágicamente familiar; en Cuba vuelve a instaurarse la propiedad privada; se deroga el permiso de salida para viajar fuera del país; las nuevas tecnologías de comunicación han cambiado nuestra percepción de dimensiones como tiempo y espacio; se inventó la viagra, y están a punto de “normalizarse” las relaciones entre Cuba y USA.
¿Qué queda del joven que fuiste? ¿Se cumplieron tus expectativas sobre el amor?
Excuso decir que en las respuestas hubo de todo. Desde el que confesó el amor inmarcesible por una única mujer (Padura-Lucía, Arturo-Omaida) hasta el que declara que ha aprendido que se puede hacer el amor con una mujer pensando en otra (Mejides), pasando por el que tira a relajo la encuesta y dice no saber de qué se habla, que no recuerda, que está mayor ya, que ha pasado mucho tiempo (Senel).
Hacer y deshacer el amor se presentó en la Feria Internacional del Libro de La Habana en 2015. Un año después ganó el Premio del Lector. Según una nota publicada en La Jiribilla (11/2/2017), el propósito de este galardón es “destacar aquellos títulos cuyas ventas superan el 70% de sus tiradas en un tiempo relativamente breve, durante el primer año de circulación.”
Hurgando en internet para verificar algunas fechas, encuentro una nota de Madelaine Sautié (Granma, 14 de noviembre de 2023) donde dice que “Hacer y deshacer el amor es un libro reparador y deleitoso, de esos que dejan en el espíritu una huella similar a un espejo en el que alguna vez nos hemos mirado.”
Todo lo relatado hasta aquí lo ha “detonado” una foto de grupo que publicó hace unos días Arturo Arango en Facebook. Corresponde a la contracubierta de Hacer el amor. En ella aparecen, de izquierda a derecha, en la fila de atrás, Miguel Mejides, Reinaldo Montero, Arturo Arango y Francisco López Sacha; delante, sentados, Leonardo Padura, Senel Paz y Luis Manuel García.
Para la edición de Hacer y deshacer el amor intenté reeditar la composición fotográfica original, con los escritores ahora más…maduros; y en el mismo espacio de la contratapa contrastar ambas imágenes. No fue posible. Se negaron a posar nuevamente. ¿Tendrían temor a no reconocerse en aquellos muchachos alucinados y sedientos? No lo sé. Valdría la pena preguntarles.
Existe la posibilidad de conseguir el libro digitañ, en versión PDF o Epub?