Un único encuentro con Maikel Amelia Reyes no es suficiente para conocer su historia. Cuando conversamos, supe que la meta de ser actriz la llevaría por caminos desafiantes como irse de su ciudad natal para iniciar carrera en La Habana, donde también chocaría de frente con sus propias dudas sobre la profesión.
Pero Maikel sabía desde muy joven lo que quería. En la actualidad su nombre resuena con fuerza en nuestros medios de comunicación.
La artista, nacida en Manzanillo el 1ro de abril de 1977, lleva adelante una carrera en ascenso que la ha posicionado entre las más versátiles de su generación: se las arregla para actuar, hacer música y conducir. La intérprete de Lucía en Tras la huella se mueve en estos universos con gusto y don.
Dice que no hace desnudos, que admira mucho a Ana de Armas y sueña con actuar bajo la dirección de Fernando Pérez. Desde que la actuación se cruzó en su camino, Maikel no ha dejado de trabajar para ser lo que es hoy: una actriz de reconocido prestigio y un rostro inolvidable de nuestra pequeña pantalla.
¿Es más difícil llegar o mantenerse?
Te voy a hacer una analogía con la vida; que es un espacio de tiempo que tienes como regalo divino; por tanto, no puedes estar pensando en competir, tienes que mantener tu propio ritmo.
Todo puede ser difícil o fácil, en dependencia de cómo actúes y veas la vida; yo soy muy positiva. Nunca me imaginé residir en La Habana y estar en los espacios que estoy en la actualidad, solamente soñaba y le enviaba al universo mis objetivos. Por eso digo que llegar fue complicado y fácil al mismo tiempo, todo dependió de mi posición ante las oportunidades, del estudio, el sacrificio y el esfuerzo que puse para materializar mis metas.
Te costó ganarte los personajes que has interpretado. ¿Qué opinión tienes de los procesos de selección y casting? ¿Es suficiente una escena para determinar el potencial de una actriz?
No estoy en desacuerdo con los castings. A mí me llaman para alguno y lo hago porque sé que el director necesita saber si al menos hay empatía con la persona que tiene delante. No tengo ningún problema con eso, pero sí estoy convencida de que los castings no suelen ser lo suficientemente justos.
En ese proceso intervienen varios elementos: puedes hacer una buena prueba, entregarlo todo y correr con la suerte de que tu talento fluya ese día, pero puede darse el caso de que te disocies y que las cosas no te salgan como las tenías concebidas.
Es tan relativo e incierto que prefiero pensar siempre que los personajes me eligen; por eso cuando no soy seleccionada no tengo ningún problema con eso.
En tus comienzos incursionaste en manifestaciones como la música y las artes visuales, pero finalmente terminaste en la actuación.
Me decidí por esta manifestación porque la actuación sana; aunque de eso me di cuenta después, mientras pasaba por situaciones personales. Cuando perdí a mi padre, por ejemplo, comencé a tener muchas inquietudes en diferentes ámbitos y la actuación sacó lo mejor de mí, me ayudó a gestionar mis emociones.
En una ocasión mi mamá me dijo que no iba a poder desempeñarme en todos los roles que quería y me hizo ver que la actuación era la única vía para materializar este propósito [de estar en el mundo del arte] porque engloba a las otras profesiones.
A través de ella podía interpretar todos los personajes que me planteaba: un día podía ser abogada, otro cantante o psicóloga, por eso a la distancia lo entendí todo y puedo decir que la actuación me salvó.
¿Qué le cuentas a tu hija de esa etapa?
Le cuento que esta es una profesión complicada, que lleva sacrificio, que aquella [inicial] fue una etapa de muchos sueños. Le hablo del periodo en la radio en Manzanillo y de todas las cosas que me permitieron llegar hasta este momento de mi vida.
Siempre le digo que tengo la sensación de estar empezando y que conservo los mismos sueños de aquel momento, por eso sigo siendo agradecida. La vida es un constante regalo.
Desde esos comienzos estuviste vinculada a las tablas. ¿El teatro es el templo del actor?
El teatro es la vida del actor, siento que me emociono y me palpita el corazón cuando hablo de este tema. Hace mucho tiempo no hago teatro, pero tengo que decir que es el templo, la formación y la base.
¿Por qué no te vemos sobre las tablas?
Ahora mismo tengo una propuesta del director Eduardo Eimil y estoy ansiosa por decirle que sí, pero tengo que esperar porque estoy en proceso de grabación de Tras la huella y no puedo dejar este compromiso.
El teatro era una de las grandes conquistas de nuestro país. Lamentablemente este movimiento maravilloso de los años 80 y 90 se perdió, porque es un arte que requiere mucho sacrificio y está siendo mal remunerado.
El mundo va evolucionando y tú vas desarrollándote con los tiempos, llega el momento en que percibes que no puedes pasarte la vida buscando un pedacito de tela para hacer un vestuario. A estas alturas necesito un poco de paz y tranquilidad.
En un momento de tu carrera anhelabas incursionar en la televisión y el director Rafael (Cheíto) González te propone tu primer trabajo, pero no puedes aceptarlo por estar embarazada. ¿Asumiste que se te estaba escapando una oportunidad?
No voy a negar que sentí una ambivalencia, porque justo en ese periodo en que estaba embarazada aparecieron muchas propuestas y no las pude aprovechar. Yo había venido a La Habana para desarrollar mi carrera, para buscar oportunidades en la televisión, que todo el mundo quiere, aunque no lo digan.
Me gusta que seamos lo más transparentes posible, ¿por qué lo voy a negar si es verdad? Todo el mundo quiere aparecer en los medios. El que te dice que no es porque está resentido, pero igual lo entiendo y no lo cuestiono.
Durante mi embarazo me proponen realizar una telenovela en la que tendría un buen personaje y no lo pude materializar, pero eso me llevó a decidir que no haría nada en el ámbito profesional hasta que mi hija estuviera lo suficientemente fuerte emocionalmente y de salud. Decidí hacer un alto hasta después que la niña cumpliera los 2 años y medio y disfrutar todos los momentos de esa etapa.
Fue una contradicción fuerte; me llegó la oportunidad de hacer televisión y de ser madre. Tener una hija era algo que podría hacer en cualquier otro momento, pero ese fue el que dispuso Dios y no quise postergarlo ni sufrir porque me estuvieran llegando esas oportunidades.
Pensé: “Mi hija va a nacer y cuando nazca sé que se va a abrir un sinnúmero de oportunidades”, y así mismo fue; de hecho, trabajé después con Cheíto en la telenovela Aquí estamos.
La telenovela fue el trampolín para que Rolando (Chino) Chiong te invitara a protagonizar Santa María del Porvenir. ¿Te sorprendió la convocatoria?
Como dices, el personaje que interpreté en Aquí estamos me dio visibilidad y los directores de televisión se interesaron por mi trabajo a partir de ese momento. Fue el caso del Chino Chiong, quien me propuso el personaje de María Fernanda, un protagónico que me ofrecía la oportunidad de estar más tiempo en pantalla y conectar con el público.
Estaba previsto que el personaje de María Fernanda tuviera algunos desnudos. Finalmente no se realizaron porque no estuviste de acuerdo… ¿Qué crees sobre este tipo de escenas y cuánto se justifican en una obra artística?
El desnudo realizado por Nicole Kidman en la película El retrato imaginario de Diane Arbus es uno de los poquitísimos que me parecen justificados. Creo que en muchas ocasiones estas escenas son un gancho para atraer público, porque “la curiosidad mató al gato”. La gente se pregunta: “¿Cómo será el cuerpo de Amelia?”. Eso está en el inconsciente colectivo y da mucho morbo ver a figuras públicas desnudas.
Particularmente no lo hago por una sencilla razón: la relación costo-beneficio. Me van a pagar lo mismo por hacer una película en la que me desnude que una en la que no lo haga, y cuando termine me va a pasar lo mismo que al perrito chino, al cual el dinero se le acabó.
Súmale que cuando circule la película pueden hacer con tu imagen lo que quieran. En otros países a una actriz que hace desnudos eso le representa un cambio de vida y un desarrollo profesional y económico.
Amén de todo lo que pienso del desnudo, si analizo costo-beneficio no me aporta nada; por tanto no lo hago. Pero respeto y admiro a todas las actrices que lo hacen, porque su valentía es enorme.
¿Las actrices deben tener límites no negociables?
Todo el mundo debe tener límites, si hablamos de los buenos, no los de la mente. Hay límites que están pautados por la sociedad: cuando estoy violentando tu espacio, te estoy faltando el respeto, agrediéndote e invadiéndote. Pienso que todo en la vida tiene límites y cada persona debe saber cuáles son los que no debe transgredir.
¿Qué te hizo interpretar el personaje de Laura de la telenovela En tiempos de amar?
Fue un personaje con el que sané muchas cosas que tenía que curar desde la infancia. Pensé mucho en mi madre a la hora de conformarlo, en situaciones que ella había vivido de otras maneras. Me ayudó a liberar emociones que estaban reprimidas y las evacué a través de Laura. Eso se lo agradezco mucho a Ernesto Fiallo y a Julio César Ramírez.
¿La actuación te ha servido para sortear situaciones personales?
No tienes idea de la cantidad de cosas que ha sanado la actuación en mí. El personaje de Lucía (Tras la huella) me despierta fuerte emociones; trabajo con lo que tengo emocionalmente en ese momento, llego al set y le pongo toda la emoción negativa que puedo en el proceso del interrogatorio.
Le digo al actor con el que estoy trabajando: vamos a sacarle partido a esta escena, y ahí no sabes la cantidad de demonios que libero. Y, como esas, otras escenas en las que tal vez he evacuado las emociones que no supe liberar cuando era niña.
El actor y la actriz tienen que ser como observadores, todo el tiempo sumándole al inconsciente todo lo que quieren que lleve el personaje, pero de todas formas puedes fallar al interpretarlo, es inevitable, pero eso me ha funcionado.
¿Qué crees de las nuevas generaciones de actores? ¿Lo tienen más fácil que tus coetáneos?
Me alegro de que a las personas les vaya bien en la vida. Porque a mí me haya sido difícil lograr algo no tengo que desear que a otra persona le suceda lo mismo.
Sí pienso que debemos enseñar a las nuevas generaciones a que sean respetuosas, laboriosas, trabajadoras; pero no tengo que sancionarlos por lo que me pudo pasar a mí cuando tenía su misma edad. A cada quién según su capacidad y su trabajo.
¿Cuáles son los intérpretes que no te dejan apartarte de la pantalla?
Respeto mucho a los actores cubanos, porque si el público supiera la cantidad de vicisitudes con las que tenemos que lidiar para desarrollar nuestro trabajo, evadiendo la realidad, que a veces es absurda y difícil. Por eso te reitero que admiro a todos los integrantes de mi gremio.
Si estuviese en tus manos, ¿qué cambiarías de esta profesión?
Pediría que los productores se dieran cuenta de que el actor es un eslabón fundamental, y que nos respetaran más. Sencillamente porque el actor es quien da la cara, el que cuenta la historia, y hay que preservar eso porque haciéndolo estás cuidando la obra. Les pediría respeto; cambiaría la forma en que se comunican con nosotros.
¿En algún momento de tu carrera te subestimaron?
A mí me siguen subestimando algunos; otros, sin embargo, me dicen maravillas. Me dicen lo que piensan y está bien, cada quien tiene su criterio y su manera de expresarse, yo se lo permito.
Siempre vamos a encontrarnos a personas que nos subvaloran, a otras que nos sobrevaloran y a las que nos valoren adecuadamente. Tienes que luchar por eso último, y me ha servido para entrenar mi ego.
En un periodo que la gente comentara me afectó, pero estoy en un momento de la vida en el que tengo al ego educado y es difícil que logren molestarme, sobre todo en estos dos últimos años de vida en los que aprendí tanto con la pandemia.
Mientras no dañes a las personas que te rodean, mientras no pretendas lograr cosas poniéndole traspiés a otros, tú sigue adelante. Eso lo tengo tan claro que no me abruman los comentarios negativos, de hecho, me divierten y los respondo.
¿Disfrutas del éxito o te cuestionas por las cosas que te falta hacer?
Las expectativas más grandes de un actor son trabajar en una serie o una película de Hollywood, pero si Ana de Armas lo logró siento que me realicé a través de ella. Lo hizo por mí y por un montón de colegas; ya para mí esa deuda podría estar saldada. Ella me liberó a mí y a unas cuantas artistas cubanas de tener la responsabilidad de llegar y poner en ese lugar a las actrices de nuestro país.
Claro que me quedan un montón de cosas por cumplir, siempre siento que estoy comenzando, tengo sueños que sé que voy a realizar porque cuando Dios pone un objetivo en tu mente es porque lo puedes cumplir.
¿Cómo gestionas las emociones y las expectativas?
Eso de hacerse expectativas es muy bueno porque te lleva a soñar, pero tienes que saber que para lograr algo en la vida hay que trabajar, [cumplir los sueños] depende en gran medida de ti, pero también de tu camino y de lo incierta que puede ser la vida.
Sencillamente proyecto mis expectativas, trabajo en función de ellas y dejo que el universo se encargue de poner todo en sintonía.
¿Tu imagen te ha abierto puertas o te ha perjudicado a la hora de conseguir un personaje?
Hay proyectos que no van conmigo, y hay otros momentos en los que mi imagen me ha abierto puertas. Tuve una experiencia para una película en la que me dijeron que mi imagen no transmitía la rudeza y lo sombrío del personaje. En esa ocasión demostré que podía y me quedé con el papel.
Has expresado tu admiración por la obra de Fernando Pérez. ¿Qué le aportarías a una película suya?
Le sumaria mi pasión, mis ganas de trabajar con él. Hay una cosa que respeto mucho, hay un punto en el que muchas personas del gremio te conocen y si no te llaman a sus castings es porque no le gustas como actriz o no les interesa trabajar contigo.
Eso lo respeto tanto como que me convoquen a trabajar con ellos, porque sencillamente cada realizador tiene el derecho de llamar a quien quiera y no tengo que sentirme ofendida por esa razón. Amo la obra de Fernando Pérez y lo admiro profundamente, me llame a trabajar o no.
¿Trabajar durante tanto tiempo en Tras la huella te ha limitado en otros aspectos de tu carrera?
No me ha limitado, de hecho, he trabajado en este espacio y al mismo tiempo he participado en telenovelas, películas y series.
Me ha limitado en la mente de muchas personas que me esquematizan y encasillan, pero esa es una decisión de cada cual.
Entraste a este espacio después de la salida de Blanca Rosa Blanco. ¿Cómo es tu relación con ella?
Tuvimos una relación profesional, en estos momentos no tenemos vínculo porque no trabajamos juntas. Solo coincidimos en la telenovela La otra esquina y no lo hemos vuelto a hacer.
Me llamaron para Tras la huella un jueves para comenzar a grabar un martes, y dije inicialmente que no, hasta que el director José Víctor Herrera fue a buscarme a mi casa.
El equipo de este programa y yo sabemos lo que pasó, pero es una decisión de cada quien contar cómo sucedieron las cosas. Yo no estaba ahí en ese momento.
Nadie sustituye a nadie, cada ser humano es único e irrepetible.
Dentro de un tiempo, ¿qué metas te gustaría haber cumplido?
Me gustaría mantener la familia que tengo y sobre todas las cosas seguir siendo lo que es más importante para mí: la madre que soy. Haber crecido profesionalmente en cualquier espacio que me permita desarrollarme dentro y fuera de Cuba, concretar una participación en una película de Hollywood y reabrir mi negocio de confección y venta de ropa.
¿Qué recorrido tiene que seguir una actriz para desarrollar una carrera como la tuya?
Trabajar, visualizar su propósito, soñar con lo que quiere, prepararse y estudiar. Además, tener fe e intentar ir por la vida logrando cosas sin dañar a otras personas. Eso es muy importante, en el mundo de las artes y en otras profesiones también; muchos creen que la competitividad es lo que lleva al éxito.
Siempre he pensado, porque me lo decían mis padres, que con quien tengo que competir es conmigo misma. Mientras más talento tenga la gente que te rodea, más te inspiran y te ayudan a crecer como ser humano.