En los inicios de su carrera, ¡Oh, La Habana! (2007) lo conectó inmediatamente con el público cubano. Pero su vocación por la actuación comenzó mucho antes, cuando, siendo estudiante de primaria, canalizaba su energía artística en las actividades de la escuela.
Desde esa fecha ama la actuación. Ha construido una extensa carrera y ha recibido dos importantes premios. Hoy es uno de los actores jóvenes más reconocidos de Cuba.
¿Cómo nace la idea de ser actor? ¿Buscaste la profesión o llegó a ti por accidente?
Mi acercamiento a la actuación se fue dando de una manera orgánica. En la primera etapa de mi infancia me atraía todo lo relacionado con el arte, a tal punto que participaba en las actividades extensionistas de la escuela. Eso alimentó mi vocación y me motivó a presentarme a las pruebas de selección de programas como Haciendo Camino y Hablemos de Salud, en los que aprendí las cosas elementales de esta profesión.
Este primer acercamiento a la televisión me fue útil para trabajos que vinieron posteriormente.
La telenovela ¡Oh, La Habana! te abrió las puertas y te dio a conocer ante el público cubano. ¿Qué significado tiene en tu vida profesional?
Aunque había participado en otros espacios, la telenovela fue una gran experiencia en mi carrera. Debutar en un proyecto de esta envergadura en el que compartí con artistas que admiraba y tener la oportunidad de codearme con ellos ha sido de los grandes regalos que me ha dado la vida. A pesar de que era prácticamente un niño, percibí mi conexión con la actuación y que debía prepararme para dedicarme a esta profesión.
¿Qué cambios sentiste en tu vida después de este dramatizado?
Imagínate, en esa época de mi vida no era consciente de muchas de las cosas que pasaban a mi alrededor. Recibí esa avalancha de personas que me reconocían y se me acercaban para hablarme de la telenovela. Desde ese instante comprobé también el rigor y la entrega que supone este trabajo. Comprobé el impacto que tiene en la gente lo que hacemos los actores.
También habitas el imaginario de los cubanos por tus interpretaciones en El Premio Flaco, Habanastation y La Partida. ¿Cómo evalúas tu participación en estos largometrajes?
Un actor siempre anhela hacer una película. No tengo más que agradecer la confianza que depositaron en mí los directores de esos tres largometrajes. Disfruté al máximo estas experiencias en el séptimo arte que me dieron la oportunidad de mostrarme en otras facetas y por las cuales obtuve el reconocimiento no solo del público, sino también del jurado que me otorgó varios galardones, entre los que resalta el premio Adolfo Llauradó.
Obtuviste el premio Caricato. Ese y el Adolfo Llauradó son dos de los lauros más importantes en Cuba. ¿Qué impacto generaron en ti?
He sido dichoso. Además de valorar mi desempeño, estos reconocimientos me han comprometido a seguir trabajando por ser cada día mejor y estar a la altura del significado y la connotación que representan.
¿Personajes como el que interpretaste en la película La Partida son una suerte de “examen final” para un actor?
Fue un personaje muy bien escrito. Desde que me lo propusieron me involucré. Percibí que podía sacarle partido a la hora de construirlo. En ese momento deseaba desligarme de lo que había realizado antes. Con esta propuesta pude demostrar que podía hacer otro tipo de cosas.
¿Cómo fue estar al lado de Carmen Maura en la película ¡Oh Mammy Blue!?
La propuesta de trabajar en esta película vino a raíz de mi participación en La Partida. El director Antonio Hens me vuelve a convocar, en esta ocasión para una comedia que se inscribe en la categoría de “película de carretera”.
Tuve la dicha de compartir con la gran Carmen Maura, que me acogió como si fuera su nieto en la vida real. Estar en un mismo escenario junto a este gran elenco fue un privilegio. Me permitió nutrirme de los conocimientos de mis colegas y adaptarme a sus modos de hacer el cine.
Háblame de tu participación en la serie Mucho Ruido. ¿Consideras valiosa esa experiencia y aprendizajes?
Mucho Ruido fue un fenómeno. Los jóvenes cubanos estaban necesitados de una serie de ese tipo, en el que se vieran reflejados y que contara historias afines a ellos. Constituyó un gran reto, porque en nuestro país se han realizado grandes series juveniles y trabajamos para que esta propuesta tuviera una gran aceptación. Se logró ese objetivo que nos planteamos desde el inicio.
Fue un largo proceso de trabajo en el que tuvimos que sacrificar nuestras vacaciones, pero todo ese sacrificio lo compensó la acogida de la serie posteriormente.
Durante el proceso de grabación comencé a prepararme para entrar a la Escuela Nacional de Arte (ENA). Formar parte de este elenco me reafirmó que hace falta transitar por la academia. Los conocimientos son necesarios para nutrirse y entender a profundidad esta carrera.
En la pequeña pantalla también te vimos en Latidos Compartidos. ¿Cómo llegas a formar parte del elenco?
Fue mi última participación en la televisión. Fue una experiencia que disfruté al máximo, como casi todo lo que hago. Interpreté el personaje de Mauricio, un joven con conflictos que en el transcurso de la novela va encontrando su horizonte en la vida.
Has interpretado muchos personajes. ¿Te cuesta salir de uno para entrar en otro?
Siempre que uno encarna un personaje recibe cosas de él. Fundamentalmente por el hecho de que son muchos meses poniéndote en la piel de otra personas e historia. Pero, normalmente no tengo problemas para desconectarme de los personajes.
¿Cuál es la base de la interpretación?
Los actores nos nutrimos de todo lo que nos rodea. En ocasiones no podemos construir los personajes solo con nuestras vivencias. Necesitamos reflejarnos en otras personas que han experimentado las emociones que queremos interpretar. La interpretación tiene un poco de todo, lo que la hace algo extraordinario. Puedes representar varios conflictos e historias y al mismo tiempo darle voz a gente distante a ti.
No hemos tenido muchas oportunidades de verte recientemente en el teatro, el cine y la televisión .¿Decidiste enfocarte en la música?
Quería ser músico desde pequeño, realicé las pruebas del Conservatorio Alejandro García Caturla pero no me aprobaron. De ahí me seguí preparando por mi cuenta, con profesores particulares, hasta que en mi estancia en la Escuela Nacional de Arte creamos una agrupación que se llamó Café con Crema.
El objetivo de hacer música se me ha cumplido hoy día. Me encuentro liderando la banda Monkyou con el apoyo de la Asociación Hermanos Saíz (AHS).
La música ocupa una gran parte de mi vida, pero no abandono la actuación. Anhelo poder llevar las dos cosas al mismo tiempo y que me sigan llegando propuestas atractivas. Deseo seguir aportando y cultivando el arte desde ambas manifestaciones.