El realizador cubano Víctor Alfonso Cedeño, creador del carismático personaje animado Yesapín García, falleció este lunes en Miami a los 41 años, tras perder la batalla contra el cáncer.
Nacido en Cienfuegos en 1983, Alfonso Cedeño fue arquitecto e historietista. A través de la productora independiente La Casita del Lobo, creó series como la de Dany y el Club de los berracos.
Además, obtuvo numerosos premios en los festivales de Cubanima, Caracol, Surimagen, Nuevos Realizadores y Cubanacán.
A su extensa filmografía se suman Lavando calzoncillos (2012), Cositas malas (2018), e Invertebrados (2010), de Harold Díaz-Guzmán Casañas.
Su fallecimiento ha conmocionado al gremio de cineastas en la isla, como es el caso del crítico y ensayista Juan Antonio García Borrero, para quien “el cine cubano recibe otro durísimo golpe”.
“Me estimulaba muchísimo su voluntad de crear su propio mundo, y desde allí, lanzarse a la lucha”, agregó el también investigador del cine cubano en su muro de Facebook.
La Asamblea de Cineastas también se despidió del realizador como alguien que aportó tanto al cine independiente y a la Animación Cubana, destacando su mayor éxito, Yesapín García, “esa niña ‘mal hablada’ y respondona diseñada para la web, cuyos primeros episodios se convirtieron en un fenómeno de masas pocas veces visto en nuestro contexto”.
En Facebook, la Asamblea recordó que la mayor parte de su obra fílmica fue independiente, llevada a cabo “con escasos recursos y fieles amigos”. Asimismo, resaltó que Víctor estuvo ligado a la Muestra Joven y a los muchachos del Cardumen, aunque “sus filmes apenas encontraron espacios de exhibición en nuestras salas de cine”.
Fue “un artista talentoso e imaginativo que supo mirar, interpretar y procesar desde la antropología, la ironía y el propio dolor personal, la imagen certera de una nación”, señala la Asamblea de Cineastas en su comunicado.
La obra de Alfonso Cedeño se destaca por la excelente apropiación del argot juvenil cubano de la década de 2010, además de la caracterización de los personajes, extraídos de los nuevos arquetipos que conforman la idiosincrasia del adolescente actual.
En entrevista para OnCuba, en 2013, Víctor contó que dibujaba desde que era un niño, haciendo historietas y sus propios cuentos, los que se publicaban en su natal Cienfuegos.
“Entonces, me decidí a saltar hacia la animación. La arquitectura me ayudó a saber cómo programar, cómo organizar el trabajo, a comprender qué elementos necesito para producirlo. Me di cuenta de que el tipo de obra que yo quería la podía hacer una sola persona, y ahí me tiré”, narró.