“Maestro, cómo estás. He seguido tus pasos gracias a Drexler y estoy maravillado con lo que haces. Quería saber si por alguna razón pasarías por Miami en el futuro. O dónde es tu base, para algún día conocerte y poder ver la posibilidad de hacer un curso sobre décimas. Fuerte abrazo”.
Este fue el primer mensaje de Juanes que recibí, vía Instagram, en mayo de 2019. Imaginen mi sorpresa. ¿Quién no conoce a Juanes? El artista colombiano que acumula la espléndida cifra de 25 premios Grammy y cuyo éxito trasciende las fronteras de la lengua española. (Tiene grupos de fans en Alemania, Polonia, Francia, Australia, etc.). Como dicen en España, yo estaba flipando. ¡Juanes quería dar clases conmigo!
Alumnos ilustres
Ya yo tenía una hermosa cartera de alumnos ilustres dentro del mundo de la canción (Drexler, Rozalén, Zenet, Ruibal, Vicky Gastelo, Gema Hernández, Nano Stern, Pala, Marta Gómez, Pedro Pastor, Mr. Kilombo y muchos otros; por cierto, cubanos pocos: solo Gerardo Alfonso hace muchísimos años y recientemente Amanda Cepero), pero Juanes llegaba como diría Drexler, “desde otra galaxia”.
Y mi respuesta no se hizo esperar: “Querido y admirado Juanes, qué gustazo recibir mensaje tuyo, qué alegría que conozcas mi trabajo, y que te guste. Yo vivo en España y no conozco Miami, pero estaré encantado de organizar algún curso contigo. Sería hermoso.” ¡Y anda si lo fue, lo ha sido, lo está siendo!
A los pocos meses yo me fui de gira por Nueva York, Boston y Puerto Rico, pero se malogró el viaje a Miami y el proyecto de clases, porque nuestras agendas no coincidieron: él andaba de viaje. Insistió Juanes en dar clases conmigo, y yo seguía feliz con la idea de materializarlo. Pero entonces ocurrió algo que paralizó al mundo: llegó la pandemia. Terminamos atrapados nosotros también, yo en mi casa de Sevilla, él en su casa de Miami. Y en esta etapa que fue una auténtica calamidad social, profesional, doméstica, vimos nosotros una oportunidad, fea, pero idónea, para empezar las clases.
Academia Oralitura
Precisamente estaba yo inmerso en mi proyecto de enseñanza online, Academia Oralitura, con cursos diarios de todo tipo de materia (improvisación, décima, canción, rap, impro teatral, narración oral, etc.) y por supuesto que abrí un espacio (un tiempo) para las clases con Juanes. Dos o tres días por semana nos juntábamos vía Zoom. Y en los primeros minutos hablábamos de la vida, la pandemia, los hijos, la familia, todo lo que nos preocupaba, y luego nos sumergíamos en la clase, o sea, en el Método Pimienta.
Comenzamos de cero. Él quería comenzar de cero. Él quería descubrir y aprender todo sobre la décima. Lo primero que me sorprendió (creo que a todo el que lo conoce) fue su humildad, su transparencia y sus deseos de aprender “de verdad”. Los que somos maestros lo sabemos: hay algo en la mirada de los buenos aprendices que no deja espacio a equívocos, que te dice con los ojos: “estoy aquí, enséñame, quiero aprender todo lo que sabes”. Y ese tipo de alumnos te conquista, te enamora, te hace mejor profesor de lo que eres, porque aprendes con ellos a enseñar mejor.
El Método Pimienta (el mismo que usé para crear una Cátedra en el ISA en el año 2000 y más de 70 escuelas de repentismo en Cuba a partir de 2003; el mismo que he usado en España desde 1998; el método que se usa –libro mediante– en la mayoría de las escuelas de repentismo de América Latina (en Puerto Rico, Colombia, Panamá, México, Chile, Argentina, hasta en Brasil); el Método Pimienta, decía, método y libro homónimo, es un compendio de juegos lingüísticos y poéticos creados por mí para el desarrollo de la memoria, el vocabulario, la capacidad de rimas y de sinonimia, el dominio de la métrica y las estrofas, la escritura de la décima y finalmente la improvisación.
Enamorado de las décimas
Pero, ¡ojo!: Juanes no quería aprender a improvisar, fue lo primero que me dijo. Él solo quería aprender a hacer décimas para usarlas “como materia prima” para sus canciones. Y así enfocamos las clases. Estuvimos varios meses pandémicos, dos y tres días por semana, felices, él con su aprendizaje, y yo con mi enseñanza, ambos “jugando a ser poetas”. Y ya no recuerdo en qué momento del curso me invitó a escribir canciones juntos.
Me habló de su proyecto de nuevo disco. Me habló de su vida cotidiana. Y de la pandemia. Y de la familia. Y de cómo él sentía la necesidad de contar y cantar sobre todo eso, pero que quería hacerlo en décimas, porque estaba enamorado de las décimas, igual que dos de sus grandes referentes, Jorge Drexler y Joaquín Sabina. Gracias a ellos dos, me contó, él me había descubierto. Y había descubierto que la décima era (es) una estrofa hermosísima para hacer canciones.
Yo estuve de acuerdo, por supuesto. Le conté que llevaba varios años escribiendo letras de canciones en décima y había colaborado con varios cancionistas en discos y conciertos. Canciones con letras mías (décimas y sonetos) han hecho los colombianos Pala y Marta Gómez, el chileno Nano Stern, los cubanos Manolo Bas, Bárbara Milián y Rubén Aguiar, los mexicanos Memo Briseño y Frino, los españoles Fran Fernández y Zenet, por poner unos ejemplos). Y son muchos los artistas internacionales que han incorporado la estrofa clásica española a su repertorio: Drexler, Kanka, Ruibal, Pedro Pastor, Mr. Kilombo, Pia Tedesco, todos ellos tras pasar por mis clases.
Escribir canciones
De este modo, Juanes, uno de los artistas latinos más laureados de los Grammy, el rockstar colombiano con estrella propia en el Salón de la Fama Latino, entró también al grupo de “humildes artistazos” con quienes hemos entrado en el reino de Espinel, Lope, Calderón, Sor Juana y Naborí. Y así comenzamos a escribir canciones. En total, ocho. Y de esas ocho, cuatro verán la luz en este nuevo e increíble álbum llamado Vida cotidiana, que ha comenzado sus andanzas con el estreno de uno de nuestros temas co-escritos: “Amores prohibidos”. Luego vendrán otros: “Vida cotidiana”, “Mayo”, “Semilla”.
Confieso que yo he aprendido mucho con Juanes, tanto o más que él conmigo. He aprendido cómo hay que ser cuando se es un absoluto profesional de lo que haces: cómo el éxito es el resultado de la inversión consciente de tiempo, paciencia, trabajo, humildad, confianza, y más trabajo, mucho trabajo, con amor todo el tiempo. Por eso casi tres años ha tardado Juanes en sacar a la luz el nuevo álbum.
Si se preguntan cómo fue el proceso, el método de trabajo a cuatro manos; pues, a veces él venía solo con la idea, a veces ya me traía unos versos, a veces el primer borrador de las décimas, y nos poníamos manos a la obra. Pero después de terminadas las letras, casi todas las semanas Juanes me llamaba o escribía para revisar el texto, para cambiar un verso, una palabra, una idea.
Me sorprendió (felizmente) lo detallista que es. Los cambios a veces eran por temas de mera fonación (cómo sonaba), a veces por carga semántica (decir lo mismo de otra forma, para que fuera más universal, por ejemplo). Otra enseñanza de Juanes fue esta: no movió ni una coma sin contar conmigo, sin consultarme. ¡Hasta sobre los títulos de las canciones! Y a veces me llamaba por WhatsApp o por Zoom para que oyera los borradores de la melodía. Y me las cantaba a capella. Es más, aceptó una invitación a mi Academia Oralitura y –para asombro de mis alumnos– cantó en clases uno de nuestros temas (un borrador).
Me recordó a mí mismo cuando leo fragmentos de mis novelas a la familia o a los amigos, para ver cómo les cala ese embrión textual que luego será otro. Hay escritores que esconden los textos hasta que van a la imprenta; hay otros, como yo, que nos gusta ir tanteando a los lectores. Juanes, en la canción, se me parece. Y yo saboreé cómo niño pequeño todo el proceso. Ah, y lo más importante: ¡todo esto fue sin conocernos personalmente, sin habernos visto nunca!
Encuentro personal
Nuestra amistad creció y se consolidó en la medida en que trabajábamos en clase. Llegó un momento en que parecía que nos conocíamos de toda la vida, cuando en realidad lo único que nos unía eran la música y la décima (Internet mediante). Por eso fue tan efusivo y emocionante nuestro primer encuentro personal en Medellín (su ciudad natal, mi ciudad favorita de Colombia), en octubre de 2021 (¡casi dos años después de su primera mensaje!) Y fue la primera vez que le improvisé en directo, en ese video que anda por las redes: bastaron una copa de vino, unos amigos, Juanes grabando con su móvil y yo, décima en ristre, haciendo de las mías.
La segunda vez que nos vimos me subió al escenario con él, nada más y nada menos que en el Festival Starlite de Marbella, ante miles de personas. Él cantó “Y nos dieron las diez”, de Sabina, y yo improvisé décimas que unieron sobre el mismo escenario malagueño –¡oh, Espinel!, ¡en tu tierra! –a dos auténticas rockstars: el de Úbeda y el paisa. Sí, otra vez la décima tejió la magia.
La tercera vez nos vimos fue en Madrid, hace apenas dos semanas, cuando él viajó a recibir uno de sus tantos premios –LOS40 Music Awards 2022–, ya con fecha para el estreno mundial de “Amores prohibidos” y con una copia del videoclip en una tablet para que yo lo viera. Hermoso videoclip, por cierto: futurista, poético, con toques surreales y hasta psicodélicos, muy a tono con el tema. Esa tarde comimos solos en la Plaza Santa Ana, felices, y una vez más hablamos de la música, la poesía, la amistad, la familia, la vida cotidiana. Nada extraordinario: lo que hacen los amigos.
Cada verso, cada rima, cada imagen
De “Amores prohibidos” ya Juanes ha contado en varias entrevistas cómo surgió y por qué: “Comenzó en aquella época de la pandemia. Un día me despierto en la mañana a leer la prensa y encuentro un artículo que hablaba sobre qué va a pasar con la gente que no podía verse por el encierro y se preguntaban qué pasaría con esos amores prohibidos. Me causó curiosidad y ahí comenzó la idea de la letra”.
Y un día me llamó, me contó “la idea”, y comenzamos a trabajar la letra juntos, en clase, o sea, a escribir las décimas “en vivo”, a través de la pantalla. Verso a verso, idea a idea. Recuerdo su emoción y su cara de niño feliz con cada verso, cada rima, cada imagen. Bueno, la cara de ambos. Así da gusto trabajar.
Confieso que para mí ha sido una fiesta y un aprendizaje. Me sorprendió desde el principio, por ejemplo, descubrir que Juanes tenía claro que quería usar la estrofa “como materia prima” para la canción, sin miedo a romper la estructura si la canción lo exigía. Y yo, por supuesto, le di luz verde.
Esta es una de las enseñanzas que me deja el trabajo con Juanes y un concepto que he transmitido al resto de mis alumnos: escribir una décima para hacer una canción no necesariamente debe acabar como “una canción en décimas”. Juanes me dijo (con sus palabras) que la décima en sí misma, por su perfección formal, ya subía el listón (léxico, temático, prosódico, musical), así que, de ese manojo de buenos versos y buenas ideas, el compositor podía pescar, selecciona, acomodar, reacomodar para entrar a otro género, al género canción.
Digamos que la décima pertenece por derecho propio al género “poesía”, y que al viajar al género “canción” no tiene por qué conservar su estructura de cajita de música literaria. El músico tiene licencias, como el poeta las tuvo antes, las tenemos. Por suerte (otro de sus misterios) la décima es una estrofa dúctil, casi fractal, poética y musical a partes iguales.
La canción
Sobre “Amores prohibidos”, musicalmente hablando, son esclarecedoras las palabras del productor del disco, el argentino-estadounidense Sebastián Krys: “Creo que Juanes se ha vuelto a conectar con su composición innovadora y audaz que lo definió al principio de su carrera. Esta canción suena 100 por ciento Juanes y al mismo tiempo es diferente a todo lo que ha hecho antes”.
La canción ya acumula más de 400 mil visualizaciones solo en YouTube solo en los dos primeros días. Aunque más allá de lo cuantitativo, yo me quedo con la opinión de mi admirado Jorge Drexler: “qué emocionado estoy escuchándolo. Es buenísima la canción. Y me encanta cómo maneja la estructura de la décima y la abre para cerrarla. Está muy bien rota la décima. Muy interesante cómo separa la última redondilla y de golpe deja una rima libre: ‘amenaza’”.
“Amores prohibidos” es una canción co-escrita en décimas por Juanes y por mí, una cumbia roquera con cuyo single y videoclip se estrena su nuevo disco, Vida cotidiana. Hasta ahora, mi relación con la música había sido distinta: yo escribía letras y otros les ponían música, o algunos músicos seleccionas décimas, sonetos o poemas míos y los musicalizaban. También hay algunas canciones con letra y música mías. Pero con Juanes todo ha sido distinto, nuevo, emocionante. Estas cuatro canciones marcan un antes y un después en mi manera de entender la escritura de canciones. Y de décimas. Gracias, Juanes, una vez más. Nos vemos en las pistas de baile.
Y como colofón, la letra:
AMORES PROHIBIDOS
La cama rectangular
y las prohibidas pasiones
alimentan las canciones
y nos ponen a sudar.
Se echa tu cuerpo a volar.
La luz no quiere hacer ruidos.
Y aunque estemos escondidos
Y aunque nadie nos lo diga
habrá algún Dios que bendiga
a los amores prohibidos.
Y entre te quiero y te quiero
no veas una amenaza
habrá algún dios que bendiga
a los amores pasajeros.
Yo quiero lo que tú quieres.
Tú quieres lo que yo quiero.
La luz entra en línea recta
a través de la ventana
y mi cama en la mañana
una geometría perfecta.
Qué locura predilecta
entre tu piel y la almohada.
Pasa la luz apagada
descalza sobre tu pelo…
Habrá algún Dios que bendiga
a los amores prohibidos.
Y entre te quiero y te quiero
no veas una amenaza.
Habrá algún Dios que bendiga
a los amores pasajeros
Yo quiero lo que tú quieres.
Tú quieres lo que yo quiero.
Si algún día nos juntamos
y tú quieres algo más
disfrutemos y olvidemos
lo que piensan los demás.
Si algún día nos juntamos
como el colibrí y la flor
aunque sea pasajero
disfrutemos nuestro amor.
(Guitar solo)
Habrá algún Dios que bendiga
a los amores prohibidos
Y entre te quiero y te quiero
no veas una amenaza.
Habrá algún Dios que bendiga
a los amores pasajeros
Yo quiero lo que tú quieres.
Tú quieres lo que yo quiero
Si algún día nos juntamos
y tú quieres algo más
disfrutemos y olvidemos
lo que piensan los demás.
Si algún día nos juntamos
como el colibrí y la flor
aunque sea pasajero
disfrutemos nuestro amor.
Disfrutemos nuestro amor.
Cómo no, cómo no, cómo no.
Disfrutemos nuestro amor.
¡De Colombia para el mundo, papa!
Disfrutemos nuestro amor.
Disfrutemos nuestro amor.