Ariel Cumbá vive en Valencia hace casi dos décadas y en la ciudad de Berlanga realiza una carrera ¡imparable! que va desde la actuación en un famoso cabaret hasta clases de ballet y canto, giras, presentaciones, etc. Me actualiza brevemente sobre sus proyectos, algunos paralizados por la COVID-19:
“Preparo una gira por México y Latinoamérica con un espectáculo que se reestrena en el mes de marzo aquí en España, Mujeres, una especie de musical donde interpreto varios personajes. Con la cantante Lucrecia saldrá un “remix” del tema ‘La Mamma’ que publiqué hace unos años y trabajo fuertemente en un disco que se detuvo por la pandemia: El boulevard de los boleros, un recopilatorio de piezas casi olvidadas y otras más actuales de compositores cubanos. Próximamente saldrán dos singles bailables de Odry Dj y tengo un proyecto cinematográfico en Barcelona con el director Juanfer Fernández. Hay más, pero de eso no puedo hablarte“, me dice entre risas. Lo que ahora se traduce en éxitos y aplausos tiene detrás una historia de superación y resistencia que bien pudiera llevarse a las páginas de un libro. No descarto que suceda en cualquier momento.
“Lo que vivimos los gays de mi época no tiene nombre“
La primera vez que conversé con Ariel Cumbá fue en el Hotel Nacional de Cuba —a propósito del estreno del filme Fátima o El Parque de la Fraternidad de Jorge Perugorría—. Para la banda sonora de la cinta interpretó “Vieja luna” de Orlando de la Rosa. Fue aquel su reencuentro con Cuba después de 25 años de ausencia.
Nació en un hogar de músicos, ahí están indiscutiblemente sus influencias. Su papá Oney Cumbá Escollies, compositor y arreglista, triunfó en La Corte Suprema del Arte allá por 1937. Fue un afamado guitarrista entre las décadas de los años cincuenta y sesenta acompañando a grandes divas como La Lupe, Elena Burke, Moraima Secada, Ela Calvo…
“Mi padre no quería que ninguno de nosotros fuéramos músicos, a pesar de tener toda una familia llena de artistas. No me dejó estudiar piano porque decía que era de mariquitas. Ahora soy mariquita y no soy pianista. Querían que fuera médico, pero a mí no me gusta la sangre. Después, con los años y mi trabajo, se dieron cuenta de que nunca estuve en un error“, recuerda.
Su formación profesional inició en el Conservatorio de Música “Guillermo Tomás” de Guanabacoa donde estudió canto, teoría, solfeo y piano. Siguió superándose en la Escuela del Ballet Nacional de Cuba donde se especializó en Ballet Clásico, Danza Contemporánea y Folklor Afroubano. Con todos estos conocimientos se presentó en distintos escenarios de teatros y cabarets cubanos hasta ser admitido como bailarín y cantante solista del famoso “Tropicana”.
“Costó mucho que me reconocieran, que respetaran mi vida personal. No fue nada sencillo. Lo que vivimos los gays de mi época no tiene nombre y la mayoría nos tuvimos que ir por eso. Sin embargo, nunca estuvo en mi mente salir definitivamente de Cuba y mucho menos separarme de mi madre. Alejarme de mi familia fue lo más duro“, sostiene.
Fuera de la Isla y después de varios sucesos a su alrededor, Ariel Cumbá decide a cuenta y riesgo emprender otra vez su carrera donde el transformismo juega un rol esencial. “Con el tiempo se convirtió en una manera real de decir lo que siento. Siempre he dicho que soy un artista que se transforma en lo que quiera. Nada tiene que ver con mi vida íntima. Hay quienes piensan que para ser transformista hay que ser necesariamente gay, error. Hasta donde sé, uno de los primeros en Cuba que salió a la calle vestido como una mujer fui yo y la primera vez que actué así las personas me aplaudieron alrededor de quince minutos, fue alucinante. Ahora bien, ¿cómo hacerlo sin ofender a las mujeres? Justamente por eso soy tan perfeccionista a la hora de caminar, hablar… Lo que nunca puedes es ridiculizar a una mujer, de ninguna manera. Asumir que eres un personaje, no una caricatura grotesca”.
¿Me dijiste que llegaste a conocer a Celia Cruz allá por 1991?
¡Hijo, me han pasado cosas maravillosas en mi carrera y esa fue una de ellas! La conocí en Barcelona en uno de sus conciertos y de momento me vi frente a La Reina. Quedé sin habla. Me preguntó si era familia de Cumbá — refiriéndose a mi papá— y se entusiasmó mucho. En el 2000 participé con Lucrecia en un concierto donde actuaba y se acordó de mí: “Cumbasito”, me dijo, y volvimos a conversar de mi papá, me hizo historias… Una mujer tierna, maravillosa y honesta, de verdad.
Para el etnólogo, escritor y poeta Miguel Barnet, “Ariel Cumbá es un extraordinario intérprete con una voz de tono grave, metálica”.
Te mueves en muchos géneros musicales…
He cantado hasta arias de ópera, pero cuando canto un bolero me transformo. Ahí aparecen las Elenas y todas esas estrellas. Eso fue lo que aprendí en casa, ¿ves cómo influye la educación?.
A propósito, entre tantos planes y proyectos ¿no planeas volver a cantar en Cuba?
¡Claro que me encantaría! Te digo más: tengo escrito el guion de ese espectáculo titulado Vuelvo II. Ya tuve la experiencia de presentarme en la Basílica Menor y Convento San Francisco de Asís en La Habana Vieja con Ernán López-Nussa, el contrabajista Gastón Joya, y también en el Teatro América con la Jazz Band del maestro Joaquín Betancourt, Premio Nacional de Música 2019. Pero, esta vez, quisiera actuar con varios miembros del colectivo LGBTIQ+ e incluir orquesta, bailarines.
Sé que estás al tanto de Cuba y sus nuevas leyes. ¿Qué crees sobre la posibilidad de legalizar el matrimonio homosexual?
¡Es un paso gigantesco! Estoy feliz. Eso permitirá que el colectivo se consolide más. Ya era hora y creo que España, en ese sentido, es un buen modelo a seguir. Está demostrado que se pueden cambiar las cosas no solamente en Cuba sino en todo el mundo. El punto es amarse… y en eso no hay distinción.