Aymée Nuviola no se detiene en el júbilo que le produjo obtener, el pasado año, un Grammy de la Academia estadounidense por su disco A Journey Through Cuban Music. El premio lo ganó en la misma categoría que años atrás vio vencer a Celia Cruz y Gloria Estefan, otras dos mujeres-símbolos de la música cubana.
Aymée, radicada en Miami, no descansa en la búsqueda de su propia verdad y trascendencia. Lo hace a través de los proyectos a los que ha dado cuerpo incluso durante esta pandemia, de la que también sintió los estragos en su propio cuerpo. Venció el contagio por el coronavirus junto a su esposo, el productor Paulo Simeon, para seguir creando y ocupando un sitio de privilegio en la cultura sonora de la Isla.
Aymée Nuviola salió en 2020 con un Grammy bajo el brazo en la categoría de “Mejor Álbum Tropical” junto a Marc Anthony, quien estaba en lista con su disco “Opus”. Nuviola no ocultó la sorpresa cuando la mencionaron como ganadora en los históricos premios. Al llegar al estrado solo atinó a decir: “Ay Dios mío!”. “Estoy aquí representando la música de Cuba. Es un gran honor para mí”.
La Nuviola tiene grabado en la memoria ese recuerdo. Me lo asegura desde su apartamento, a donde acaba de regresar después de un arduo día dedicado a sus proyectos, acompañada de su esposo y productor. Paulo se disculpa por haber atrasado la hora fijada para nuestra conversación, mientras Aymée habla de lo azaroso de la jornada. Paulo me muestra algunas fotos de la reciente presentación de Aymée en el evento Ellas y su música organizado por la cadena de televisión Univisión y los Latin Grammy, que dedicó homenajes a Celia Cruz y Gloria Estefan. De la Estefan, Aymée elogió no solo su relevante carrera (fue una de las precursoras del llamado New Sound of Miami), sino también su voluntad.
“Para mí fue un orgullo y un privilegio compartir cartel con Gloria Estefan. Ella es ejemplo de disciplina, de discreción. Es una mujer que todo el mundo respeta. Sufrió un accidente que prácticamente la dejó inválida y con fuerza de voluntad retomó su vida y volvió a cantar. La verdad es que ella merecía mucho ese homenaje”, cuenta Aymée. “Lo que estamos haciendo ambas es poner en alto el nombre de nuestro país”.
Durante la organización del Festival Internacional Jazz Plaza en 2020 se anunció su participación junto al pianista Gonzalo Rubalcaba en la apertura del evento, con el estreno en la Isla del disco Viento y tiempo. Live at Blue Note Tokyo. Este álbum lo grabaron juntos y ya lo han presentado en distintos escenarios internacionales. El disco no pudieron defenderlo en Cuba durante la fecha programada, pero no dejan de evaluar la posibilidad de hacerlo.
“Nosotros quisiéramos llevar Viento y tiempo al mundo entero. Tenemos propuestas hasta para Corea del Sur. En el caso de Cuba, hacerlo no depende solamente de nuestras intenciones. Allí existen otras características y condiciones”, explica Aymée.
“Este disco ha sido pensado hasta el último detalle. Desde el inicio han contado con el respaldo de los mismos músicos en el escenario, algo que los artistas no consideran variar por el efecto negativo que podrían tener los cambios a la hora de interpretar los temas en el en vivo. Es complicado ir a Cuba también porque hay que llevar los músicos desde Estados Unidos. En el proyecto somos bien celosos en mantener los mismos músicos siempre. No se trata de un proyecto con el que puedes llegar a cualquier lugar y compartir con otros músicos. Existe toda una serie de cosas que se convierten en complicaciones y que se nos van de nuestras manos”.
Aymée y Paulo responden con resolución cuando les pregunto si podrían traer el disco a Cuba si estuvieran todas las condiciones garantizadas. “Viento y tiempo va a ir a Cuba en algún momento. Esperemos que mejoren las condiciones de la pandemia, y las humanas, para llevarlo. Es un deber presentarlo al público cubano” dice Paulo. Aymée reafirma sus palabras mientras me pregunta por la situación en la Isla y los diversos conflictos de la realidad nacional, a la que siempre ha estado muy atenta.
“Gonzalo, por ejemplo, está firmado con Bosendorfer, marca que es parte del programa Living Legend. Fue difícil encontrar la forma de trasladar a La Habana ese piano en específico que requería”, comenta Paulo.
Viento y tiempo… fue grabado en vivo durante las presentaciones de ambos músicos en 2019 en el legendario club Blue Note de Tokio, Japón. El disco, que formará parte de una trilogía, se mueve entre la música cubana y el jazz y recoge temas representativos del repertorio insular. Salió bajo el sello Top Stop Music y cuenta con la la producción musical de Gregory Elias y Gonzalo Rubalcaba; la producción general corrió por la cuenta de Top Stop Music, Paulo Simeon y María González, esposa de Rubalcaba.
Los músicos ultimaron los detalles del disco durante la etapa de mayor incidencia de la pandemia. Aymée recuerda con agradecimiento que Gonzalo los recibió para ese proceso de grabación que con frecuencia terminaba en un apacible ambiente familiar. “Valoramos mucho que Gonzalo y María nos abrieran las puertas de su casa porque no todo el mundo está dispuesto a hacerlo en una pandemia. Es un riesgo que estaban corriendo ellos y por suerte nunca se contagiaron. Lo hicieron con una fe profunda, igual que nosotros. No solamente fue con las grabaciones, sino que después nos quedamos en familia, compartiendo, hablando, reflexionando sobre lo que estaba pasando. Esos momentos nos sirvieron también para darnos cuenta que el ser humano no está preparado para vivir ese tipo de encierro”, reflexiona Aymée.
La cubana tiene una conexión profunda con la música latinoamericana. Lo ha demostrado en diferentes viajes y proyectos que la han llevado a conocer de primera mano diversas culturas de la región y artistas con propuestas muy diferentes entre sí, pero ancladas en el reconocimiento a los rasgos comunes de su identidad. Por eso participó en la grabación del disco Ancestras, en homenaje a la cantante afrocolombiana Petrona Martínez, una de las voces más auténticas de la cultura de ese país.
El álbum lo compartió con leyendas musicales como la peruana Susana Baca y la africana originaria de Benin, Angélique Kidjo. En el fonograma, cantó “Dolores tiene un piano”, uno de los clásicos de la música colombiana.
Aymée no habla de ese disco como un proyecto más. Le pone fuerza a las palabras y deja traslucir que para ella guarda un importante significado creativo y espiritual. La cantante ha repartido sus intereses artísticos y personales en varios frentes de la grabación y la escena musical. Este viernes estrenará un nuevo disco con canciones versionadas a salsa que fueron popularizadas en Colombia. Se trata de Sin salsa no hay paraíso y comprende temas de Jorge Luis Piloto, Amaury Gutiérrez, Polo Montañez, entre otros.
“Las canciones las popularizaron cantantes colombianos como Carlos Vives, de quien también tengo temas en el álbum. Les hicimos las versiones a salsa. A mí me gusta el resultado. Tenemos a Fanny Lu, Majida Issa, Maia y Paola Arena. He publicado singles con el Septeto Carey, de una canción que grabé junto a Jorge Luis Piloto. Había sacado otros sencillos con José Aguirre, director musical del grupo Niche”, explica y recuerda su participación en un disco del conocido músico boricua.
“Él hizo un trabajo muy bueno con Big Band en un disco de duetos llamado Gente con alma, con músicos como Diego el Cigala, Gilberto Santa Rosa. En ese álbum canté con mi hermana Lourdes”. Aymée tampoco es indiferente al contexto de críticas y ofensas que marca en las redes sociales una parte de los vínculos de los cubanos radicados en distintos países. Ella misma ha recibido ofensas al colgar comentarios en su perfil de Facebook. La cantante atribuye las tensiones, entre otros factores, a la “incomprensión” y “las heridas”.
“El cubano en general siempre abraza la controversia porque es parte de nuestro diario vivir y nuestro carácter. Incluso estamos hablando en los lugares y la gente que no es cubana piensa que nos estamos matando. Y no es así. Eso se refleja en las redes sociales también en cuanto a la discusión sobre temas políticos, religiosos. Hay mucha susceptibilidad y heridas de un lado y de otro. Hay mucha incomprensión. La gente nunca quiere ir a los términos medios, sino a los extremos. Ese es uno de los motivos por los que muchas veces me abstengo de hacer algún tipo de comentario sobre la realidad social o política de Cuba. Lo que pongo en las redes, no lo hago para satisfacer a nadie. Lo hago con el mismo propósito con que hago música: para curarme, para desahogarme, para expresar algo que siento en mi corazón de verdad, de mantera autentica, no por moda”.
Con sus comentarios en redes busca lo mismo que con la música: “Se trata de crear vínculos, puentes, escenarios de entendimiento entre los cubanos”. “El cubano del exilio está pendiente de cómo ayudar a la familia, a los amigos. Ahora mismo en Cuba no hay medicinas y se hace muy difícil enviarlas desde el exterior. Todo se va sumando y la gente se agota y explota. Y cuando miras para la otra orilla hay un escenario parecido y algunos se sienten ofendidos con expresiones de cubanos de la Florida. Es una lucha de contrastes y posiciones. Uno trata de entender eso lo más posible porque al final todos somos lo mismo. Quiero crear formas para ayudarnos, comprendernos, crear luces”, dice Aymée.
La cantante me habla sobre sus amigos en Cuba y sus seguidores. Le gustaría, dice, tener cerca de su carrera a millones de cubanos que radican en la Isla. Y asegura que cuando pueda volverá a traer su música a Cuba, para demostrar además que “sin salsa no hay paraíso”.