Un Chucho Valdés entusiasmado había confesado el jueves que ha aguardado mucho para actuar junto a sus “héroes musicales”, los jazzistas estadounidenses Christian McBride y Terence Blanchard. El autor de Misa Negra y Bacalao con pan hizo pública su visión de dos de los más importantes instrumentistas de ese país y que anoche le acompañaron en el Teatro Mella, en la apertura de Jazz Plaza 2016.
Chucho Valdés abrió el concierto con un categórico: “Esto es sin ensayo, si lo hacemos mil veces, mil veces quedará distinto”. Enseguida se le sumaron Blanchard y McBride. Compartían escenario por primera vez en lo que resultó una jam session que arrancó con Blue Monk, de Thelonious Monk.
En conferencia de prensa, Valdés había reconocido el virtuosismo de Blanchard como intérprete, orquestador y compositor, sobre todo de música para cine, de la que elogió el soundtrack del filme sobre Malcom X. “Me mató. Vi la película más por la música”, aseguró el pianista.
A McBride solo quiso preguntarle sin esconder su admiración, cómo era posible tocar el bajo de esa forma. “Tengo todo lo que ha hecho en DVD, desde los tríos con [Chick] Korea. Es increíble; no solamente [en] el contrabajo, sino con el bass guitar. Sinceramente estoy muy emocionado porque estos son mis héroes”, dijo Chucho antes de ofrecer un adelanto de lo que se disfrutaría en el Mella.
“Voy a hacer una selección de épocas de Irakere y de los Mensajeros Afrocubanos”, anunció, pero fue mucho más lo que se vivió en un teatro que quedó pequeño, aun con las 200 sillas que se sumaron a un lunetario de mil 200 butacas.
La diva del Buena Vista Social Club, Omara Portuondo, a los 86 años y acompañada por Chucho al piano, interpretó Novia mía, de José Antonio Méndez; Contigo en la distancia, de César Portillo de la Luz; Dos gardenias, de Isolina Carrillo; y Bésame, de Consuelito Velázquez.
Acompañados de los Mensajeros Afrocubanos -–continuadores de Irakere–, Chucho Valdés, Christian McBride, Terence Blanchard, y un grupo de músicos, emprendieron ese viaje necesario a las raíces comunes del género que defienden.
Chucho percibe la fuerte conexión a ambos lados del Estrecho de la Florida: “las raíces de la música norteamericana y de la caribeña –no voy a ser tan egoísta de decir: ‘la cubana’–, están unidas por África. Nosotros hacemos afrocuban jazz. Es Cuba, es Estados Unidos y es África, pero es la misma raíz y viene de nuestra historia”.
Así cada momento en que los artistas de los dos países se encuentran e intercambian se convierte en una escuela. “Me ha enseñado mucho el compartir con músicos estadounidenses. Aprendí con Herbie Hancock, Chick Korea y Thelonious Monk. He tenido la suerte de tocar con bandas norteamericanas y acabo de hacer una gira muy grande, de 36 conciertos, con Joe Lovano. Grabamos un disco en vivo que va a quedar muy lindo”.
“Nosotros –expresó– tomamos y aprendemos, y al mismo tiempo, dejamos una huella de lo que tenemos rítmicamente. Ojalá que siempre se mantenga lo que está pasando aquí. Porque esto es música, es arte. Eso es un idioma universal”.
Siempre aclamado en los escenarios prestigiosos del mundo, Chucho ahora también celebra una etapa esencial en su carrera. Irakere, ese coloso de la música popular cubana, vuelve a ser noticia con la nominación al Grammy Awards de la última placa de Valdés, Tributo a Irakere: Live In Marciac (Comanche / Harmonia Mundi).
Los deseos del público y la crítica sobre una posible reunión del legendario grupo han provocado a su fundador. “No hay nada imposible. ¡Nada! Hay cosas que son bastantes difíciles, porque cada uno de esos artistas tiene su historia y su trabajo. Sería muy complicado coordinar un encuentro, empezando por mí. Es difícil poder conciliar el que estemos libres para reunirnos. Y lo otro es que quieran hacerlo. Si fuera por mí, estuviéramos tocando mañana”, dijo.
El artista recordó a OnCuba que, si bien todas las etapas de Irakere han sido excelentes, la mayoría de los seguidores evoca el momento inicial. A él también le gusta destacar aquella generación de la década de 1980, con instrumentistas como José Luis Cortes, Germán Velazco, el fallecido Miguel “Angá” Díaz, Javier Zalba, César López y Orlando Valle (Maraca). “Esa fue una etapa increíble. Y digo más, ese grupo de los años 80 tuvimos tuvo un nivel de calidad y un sonido extraordinario”, afirmó.
Inmerso en proyectos inmediatos en la discografía con una ya anunciada grabación con el mexicano-estadounidense Arturo O’Farrill, prevista para enero próximo, Chucho Valdés ha regresado al Festival Internacional Jazz Plaza a intercambiar de nuevo con músicos locales y extranjeros.