Al cierre de su XVII edición, el Concurso Jojazz se reafirma como un termómetro del género en Cuba y un prisma que permite ver el talento escondido en los conservatorios de música y escuelas de arte. Con una docena de ganadores que en su mayoría no exceden los 20 años de edad, el certamen cumplió este año su misión de llamar la atención sobre un grupo de muchachos que con certeza muy pronto serán las nuevas promesas del jazz cubano.
“El concurso es una plataforma importantísima no solo para el desarrollo del jazz en el país sino también para el desarrollo de la música popular en la enseñanza artística, porque ahora mismo los muchachitos entran a los niveles medio -con15 o 16 años- y ya están estudiando para presentarse al certamen. Se trata de un proceso que se ha acelerado en los últimos tiempos pero que antes tenía otras vías o se demoraba más tiempo porque no existía un espacio como este”, explica a Oncuba Brenda Besada, musicóloga de Centro Nacional de Música Popular y una de las organizadoras del evento.
Durante tres días de competencia en las distintas categorías: Composición e Interpretación de Solistas Menores (de 16 a 20 años), Solistas Mayores (de 21 a 30 años) y Pequeño Formato (con un límite de 8 integrantes entre 16 y 30 años), un total de 21 concursantes representantes de las provincias de Camagüey, Holguín, Santiago de Cuba y La Habana pusieron a prueba su virtuosismo en la Sala Avenida frente a un jurado compuesto por prestigiosos jazzistas de diferentes generaciones como Michel Herrera, Yasek Manzano, Enrique Plá, William Roblejo, Carlos Miyares, Yissy García, Emilio Martiní, Yoel Rodríguez, Juan Carlos Marín, Emir Santa Cruz, Alejandro Falcón, Rolando Luna, Ruy López Nussa y Alexis Bosch.
En general este año la convocatoria fue menor que en otras ediciones –según Besada- y de manera puntual no se presentó ningún concursante a la categoría de Gran Formato, “lo cual sucede porque es muy complejo trabajar para grandes formatos y además reunir a un grupo de músicos a quienes el competidor no les paga pues en la mayoría de los casos son estudiantes”; no obstante el nivel en el resto de las categorías -sobre todo en Interpretación Menor y Pequeño Formato- cumplió con las expectativas de los miembros del jurado.
Como muchos de estos músicos que hoy son encargados de evaluar a los jóvenes participantes, Alejandro Falcón comenzó su historia en el ámbito jazzístico con el premio obtenido en el Jojazz del año 2002 y a partir de entonces su notable desempeño como intérprete y compositor, además de su versatilidad estilística lo sitúan actualmente entre los pianistas imprescindibles de la escena musical cubana. Otros con un poco más de años y camino andado -como es el caso del saxofonista Carlos Miyares- jamás presentaron su obra al certamen, mas la posibilidad de debutar acompañando a otros músicos les sirvió de vehículo para darse a conocer.
“En el año 1998 acompañé a David Virelles y después al quinteto de los Vistel Brothers. Ahí tuve la oportunidad de ver a Norberto Rodríguez, al Indio (trompetista) y a muchísimos músicos excepcionales de nuestro país, de modo que uno de los principales aciertos del concurso es facilitar el encuentro entre los músicos de las distintas regiones. Y luego, a pesar de que no participé como concursante, fue en un Jojazz donde Bobby y Roberto Carcassés me vieron y decidieron que me quedara aquí en La Habana para comenzar a trabajar con ellos, más tarde con Alexis Bosch, hasta ahora que he llegado a tocar con el maestro Chucho Valdés”, cuenta Miyares.
Justamente por esa cuestión de haber pasado antes por las mismas salas en calidad de competidor, resulta interesante conocer las impresiones de estos músicos sobre los concursantes de esta edición.
“Nos gustó mucho la categoría de menores ya que siempre vienen jóvenes intérpretes y también compositores con muy buena calidad, el nivel estuvo bastante alto, pero lamentablemente la categoría de mayores no fue lo que esperábamos, no hubo mucho rigor”, dice Carlos Miyares.
En cuanto al modo de evaluación, el fundador del proyecto Cubadentro explica que son muchos los aspectos a tener en cuenta pues se trata de diversos instrumentos y siempre el jurado busca equilibrar y, sobre todo, mantener el rigor de todos los años, “hemos tratado otorgar los premios a quien realmente lo merece aunque eso implique dejar algunos lugares sin premios”, comenta Falcón.
En el apartado de Composición -donde los participantes entregan con anterioridad las partituras de dos obras de su autoría que un jurado revisa y luego en la competencia termina de evaluar de acuerdo a la capacidad interpretativa del concursante- este año también sorprendió el nivel de los trabajos presentados por la calidad de las obras.
Rolando Benítez, joven saxofonista estudiante de cuarto año del Conservatorio Amadeo Roldán, repitió este año la experiencia de participar en el Jojazz, pero no ya como músico acompañante sino siendo líder de una agrupación y presentado dos temas de su autoría: “Influencias de” y “Descanse en él”, obras que le valieron el segundo premio en la categoría de Composición y un segundo galardón en el apartado de Pequeño Formato por su proyecto Jazz tú sabes.
“Este concurso es una prueba para todos los jazzistas porque el nivel musical es muy alto y para mí significó un reto por el hecho de componer los temas; también estoy estudiando para las pruebas del ISA y entonces sacar el tiempo para esto, ajustarse a los ensayos…es algo que te va formando como músico, además de la presión que conlleva tocar frente a un jurado y un público”, cuenta Benítez.
Antesala del Jazz Plaza
A lo largo del tiempo el Jojazz ha servido para catapultar a muchos artistas noveles en el panorama nacional e internacional, de modo que para los premiados de cada edición su inserción dentro de la comunidad jazzística es la mayor ganancia de la competencia. Además, desde el punto de vista legal y en las cuestiones empresariales del ámbito de la música, explica Besada, los premios Jojazz tienen ciertas ventajas, de modo que el concurso es quizás una manera de incentivarlos a continuar su carrera, “se les ayuda si quieren crear un proyecto propio o insertarse en algunas empresas”.
Por otro lado, la posibilidad de una grabación discográfica en este y cualquier otro sector de la música cubana, implica transitar por un camino sinuoso que no siempre conduce a alguna parte; no obstante, el sello Colibrí es uno de los patrocinadores del concurso y en algunas ediciones los primeros premios en la categoría mayor o una compilación de las mejores cosas presentadas han tenido como resultado una plasmación discográfica: “Pero no pasa en todas las ediciones y depende de quienes ganan, con qué obras lo hacen y si a la discográfica les interesa ese material”, explica Besada.
Como antesala del Festival Jazz Plaza – que celebrará su 30 aniversario en diciembre próximo- el Jojazz surgió precisamente como un desprendimiento de ese certamen, para dar espacio a todos los jóvenes talentos que estaban apareciendo en la escena nacional y ya se ha convertido en una cantera del festival que lo motivó.
Trazando un poco la ruta para próximas ediciones, el principal reto del concurso sería alcanzar un mayor nivel de convocatoria, “desde que yo formo parte del evento hay modalidades que no han tenido concursantes- por ejemplo gran formato- y las premiaciones igual, eso evidentemente habla del nivel de la competencia”, dice la musicóloga y agrega: “considero además que debemos ser más exigentes en la cuestión del repertorio, quizás preseleccionar determinadas obras o autores para guiar un poco a los muchachos y que no suceda lo que nos ha pasado en algunas ocasiones que nos encontramos con temas que no tienen la altura técnica requerida”.
En cuanto a la concepción del evento y la espectacularidad de cada jornada, el director artístico Juan Carlos Delgado aspira a que los jóvenes puedan tener un mayor protagonismo en el concurso: “A mí me gustaría que las galas en las noches sean con los mejores concursantes presentados, porque hasta ahora se han establecido las competencias durante el día y luego las galas están previstas con jazzistas consagrados, de modo tal que los participantes solo tienen para lucir su trabajo el espacio de la competencia, donde actúan bajo la presión de ser evaluados”.
Varios años organizando el evento más importante del joven jazz cubano, le permiten a Delgado hacer un recuento del certamen en sus últimas ediciones: “Hubo un momento en que el nivel empezó a descender pero ahora volvió a subir, y comparando el año pasado con este hubo mejores competidores, así que las escuelas de arte prometen grandes músicos para Cuba. Creo que la cantera está garantizada, para el Jazz Plaza y para la música cubana”.