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El jueves 17 de abril Cucurucho Valdés dio un concierto en Yarini Habana, luego de dos años de ausencia de Cuba y sus escenarios.
El sobrino de Chucho, que actualmente reside en Madrid, recibió a nuestro equipo durante la prueba de sonido unas horas antes de la presentación. “Estoy muy nervioso, pero a la vez ilusionado y comprometido. Quiero darles algo siempre mejor”, dice a OnCuba ya sentado en el piano que tocará en este reencuentro con su público y los músicos amigos de siempre.
“Uno siempre está muy intranquilo fuera de esta tierra que lo vio crecer, que le dio todos estos dones que da Cuba y que en mi caso son la familia y esta tradición. Así que volver aquí, tocar la tierra con los pies —como digo yo, ‘con los pies en mi tierra’—, es una bendición y exponer el arte en ella más todavía”, declara, aludiendo al título de su último disco, lanzado bajo el sello Egrem en 2018.
Para este reencuentro, Roberto Carlos Rodríguez Valdés, nombre de Cucurucho, decidió hacerse acompañar de otros importantes músicos cubanos, con los que además mantiene una larga amistad y ha compartido años de trabajo: Jorge Reyes en el contrabajo, Adel González en la percusión, Alejandro Delgado en la trompeta y, como invitado, Alain Pérez.
“He tenido la suerte, desde que empecé la carrera en solitario, de tener la simpatía de muchísimos músicos con mucha experiencia que han conectado con mi forma de tocar el piano, mi estilo, mis composiciones. Estoy muy contento y me siento muy honrado de que esto esté pasando.
“Primeramente, como personas son excepcionales, que es lo que me motiva para compartir en un escenario. Es importante la empatía, las fiestas, el entendimiento y cuando entras en el plano profesional todo es mucho mejor. Me siento muy cómodo porque son maestros de toda la vida”, explica Cucurucho.

Su salida de Cuba fue un paso más en su carrera, y una oportunidad para hallar raíces sonoras e incluso familiares, fundamentalmente la obra de su abuelo, el gran Bebo Valdés.
“Yo estaba haciendo una gira por Austria, Suiza y Francia y recibí una propuesta en España para empezar a trabajar con el bajista Javier Colina, un ícono en el contrabajo, y realmente no podía desaprovecharla. También quería explorar otros colores de la música española, flamenca, que son cosas que están en nuestras raíces, cosas que también son bases de la música cubana.
“Ahí empezamos a explorar un poco el repertorio, haciendo cosas del Maestro Bebo Valdés, tratando de hacer versiones, con mucho tacto porque la música cubana hay que tocarla con pinzas, y realmente Javier es un conocedor de estas músicas. Hicimos un proyecto que se llama Homenaje a Bebo. Hemos tocado en escenarios en toda Europa y realmente ha gustado mucho. Ha sido una experiencia diferente. Creo que estoy en un buen momento, en un buen camino y acompañado de los grandes. De verdad, es un honor tremendísimo”.
Si bien el artista ya acumulaba varias vueltas al mundo a lo largo de su carrera, vivir de la música desde otra parte del orbe ha sido una nueva experiencia para él.
“El día a día en la ciudad donde vivo, Madrid, ha sido duro, la emigración no es fácil, todos lo sabemos; pero la música es la única que me puede salvar de estas inquietudes, de la ausencia de todo esto, que es maravilloso, mi Cuba, mi gente, mi público. A la vez, he ganado en disciplina, en concentración, en crecer y darme cuenta de las cosas malas que he hecho y de las buenas que están por venir, y las que estoy haciendo también.

“Así que creo que me ha aportado en lo profesional, en lo espiritual, en la persona que estoy siendo, porque uno va cambiando y creo que ha sido para bien, así que doy gracias por todo lo que me ha pasado, desde que puse las manos en el piano, desde que a mi madre se le ocurrió esa maravillosa idea”, reflexiona emocionado, recordando a su madre, Miriam Caridad Valdés, la querida profesora de piano de varias generaciones de artistas cubanos.
Para Cucurucho estar en Cuba no está determinado por la geografía, es un sentimiento.
“Yo estoy en España y pienso que nunca me he ido de aquí. Por desgracia, físicamente es lo contrario, pero mi corazón siempre está aquí. Nunca voy a alejarme de esta tierra. Pienso regresar cada vez que tenga tiempo y tenga esta inquietud —que la tengo con bastante frecuencia— y me lo permitan la vida, la profesión y la economía. Estaré pisando tierra siempre y tratando de reencontrarme con mi público, que es lo que haré esta vez y lo que haré siempre. Aquí voy a estar mientras respire”.