Ha muerto Juan Formell.
Este año no se conforma, se empeña en llevarse mis recuerdos, ¿quién puede contra tanto? Los recuerdos lloran, y ahora sólo queda tener miedo. Este año va con fuerza, intentando acabar con todo lo que sueño.
Y ahora, el primer día del quinto mes, me quita los sonidos, el modo en que suena mi país, la forma en que se mueve mi ciudad.
Ya no quedan ni palabras, es demasiada muerte, demasiada ausencia.
A Juan Formell le cabe el honor de no dejar que se perdiera nuestra música. En 1978, en el primer programa de Para Bailar, cuando toda Cuba escuchaba a los Boney M, Michael Jackson y a los Bee Gees, esos setenta duros, grises y tan musicalmente americanos, si alguien rescató para Cuba su música, sus ruedas de casino, el habla popular, ese fue él.
Juan Formell puso en el mapa la música cubana cuando las grandes discográficas de América intentaron ocultar de donde vino la “salsa”. Unos pocos se empeñaron en decir que “el son se fue de Cuba” y él, a golpe de talento, demostró que estaba vivo, qué se hacía desde la Isla y de su magisterio vino todo lo demás. No está de luto la música cubana, está de luto Cuba.
Quien quiera saber de lo cubano tendrá por fuerza que escuchar su música. Ha sido el cronista de toda una época, de toda nuestra historia, al menos de mi historia. Pudiera hablar de las inversiones en el piano que hizo Pupy, o del ritmo encabritado de la percusión de Changuito, incluso de su forma de acentuar en el bajo la intención del songo, que es son, que es Van Van, que es Cuba, pero ¿para qué? si su muerte nos ha dejado a todos sordos.
Si alguna vez Miami, la ciudad en que vivo, se olvidó de Fidel, del comunismo, de la UMAP, del CDR, de los ochenta, de tanto rencor acumulado, fue en 1999 delirando con Formell y los Van Van. Por primera vez Miami fue más Cuba que nunca, más Habana, más auténtica. Juan Formell también nos dejó eso, una emigración diferente, sin el miedo a pasados caducos y vencidos, mirando al futuro, al bien común.
¿Cómo coño no estarle agradecido?
La Habana está en silencio. Mi ciudad sabe que ya nadie cantará sus anhelos, sus amores y sus miserias. Juanito ha decidido buscar en otros lados, musicar otros misterios, con tanto sueño por cantar.
La muerte es algo que nos roba el alma a trozos, nos desgaja, nos quita el aire, nos destroza. Se va el sonido de la Cuba que viví y que sea por el bien, por la Cuba que sueño, la que revive. Que sea como el culto a los Orishas, una piedra, un fundamento, y de ella a la vida.
No sé decirlo de otro modo: hoy Cuba es mucho más Cuba gracias a él.
Foto: Roberto Ruiz
Lea la última entrevista del maestro Juan Formell concedida a OnCuba aquí
Algunos seguiran cantandole desde dentro hoy no sera el dia mas callado seguro sonara su musica por todos lados una musica hecha desde el corazon de la isla y que vivira x siempre
Precioso articulo ,solo la verdad ,como uno de esos juglares de antano nos hablo de todos y a mi pepillo de su epoca con odio a palmas y canas ,rumores de la campina y tanto programa de musica cubana ,incluso despues de abandonar
Iinfinidad de fiestas solo por el hecho de que pusieran musica nuestra ,me trajo al redil ,me hiso aprender a bailar casino y hoy me duele su partida ,Como un amor que se muere ,el negro no tiene na,la candela ,yuya martinez ,la habana ,no aguanta mas ,Soy todo
El hombre que revolucionó la forma de bailar de los Cubanos…Gracias Maestro…
EPD
El fenómeno es tan raro como cíclico. Se van de esta vida y se nos quedan en la sangre, por las venas; nos evocan la infancia, la juventud y nos hacen que mezclemos el dolor con el sabor de las melodías con las que lloramos, bailamos, nos emocionamos y reímos a carcajadas. Nos asombramos por la capacidad que tienen de crear obras que son historia, sociedad, cultura y se convierten en el son que somos, ese que nos desarma las opresiones desde la distancia, nos provoca la alegría más genuina y nos hace seguir en este mundo “sin alarde ni na’, así, normal, natural”.
Toca bailar para siempre con Juan Formell y sus Van Van.
Mayo 1/ 2014