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La orquesta de música popular más importante de Cuba, Formell y Los Van Van, ofreció este domingo 21 de diciembre un concierto en el Karl Marx, el teatro con mayor aforo de la isla, y en el que la agrupación no se presentaba desde hacía más de 15 años.
Los Van Van brindaron un concierto de éxito y de éxitos. La agrupación preparó para esta ocasión un repertorio extremadamente selecto que buscó complacer a sus seguidores de todas las épocas.

“Desde el 70 yo vengo subiendo y bajando, y todavía te encanto”, dice “Al Paso”, una de sus canciones que constituye hit de la agrupación en la última década, y que muy bien describe lo que se vivió en este concierto, un recorrido por grandes éxitos de todas sus épocas del tren, demostrando sobre todo que es imposible que pasen de moda.
El concierto fue el cierre del Bis Music Fest y la excusa para organizarlo fue el lanzamiento de Virus, el nuevo disco de Van Van y que actualiza y trae de vuelta ocho temas antológicos de la orquesta.
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Algunos de los sencillos que lo integran formaron parte de esta presentación y a la vez integraron perfectamente el sentido de regalarle al público una mirada abarcadora de lo que han sido estos 56 años de songo.
Los invitados marcaron esta misma coherencia. Por un lado, Pedrito Calvo, la imagen viva de la tradición vanvanera, interpretando “Ella tiene algo que no sé” y provocando el desenfreno con su megaéxito “El negro está cocinando”.

Por el otro, Wampi para interpretar junto a Van Van, por primera vez en vivo, el tema “Chacha”, que forma parte de su disco “El rey de La Habana”, y que muestra cómo el songo también combina con las tendencias más actuales de la música cubana.

A pesar de toda la excelencia musical, la magistralidad a la que nos tiene acostumbrados Van Van en cualquier escenario que pisa, el verdadero protagonista de la noche fue el público.
Las cinco mil personas que el martes anterior al concierto hicieron fila desde la madrugada y bajo la lluvia para adquirir sus entradas y que hicieron posible que en solo seis horas estuviera vendida toda la capacidad del teatro, lo que se marca como otro hito de esta presentación y una gran prueba de popularidad para la orquesta.

Bailadores en su mayoría que, desde el poco espacio que dejaban sus asientos, o tomando los pasillos, recibieron la energía que el tren enviaba desde la escena y la multiplicaron hasta convertirla en una euforia y pasión.
Pero lo más importante, todas las generaciones de cubanos estuvieron representadas este domingo en el Karl Marx, demostrando que Van Van es de la familia cubana, y que su música tiene muchos sentidos para este pueblo, que para empezar, lo considera desde hace mucho parte de lo que llamamos “cubanía”.











