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Ernesto Pita Noval nació en Matanzas. Desde muy joven dio pasos en los escenarios gracias a la guía de Raúl Torres. Entre sus primeras presentaciones estuvieron las de la Sala White de su ciudad natal, de la mano de su mentor. Allí le cantó al amor, la amistad, la vida, la muerte y a todo lo que pudo convertir en poesía y canción.
Aún en su adolescencia formó parte del movimiento de la novísima trova en los años 90. Su obra fue recogida en el cancionero Entre las cuerdas de mi sien, publicado por Ediciones Vigía. En el año 2012, Pita grabó un compilatorio de 11 canciones titulado Pureza.
El cantautor, radicado actualmente en España, acaba de lanzar “Tu mirada”, un single producido por el cubano Harold Rey y editado por RMM Productions, que adelanta parte de su segundo disco, Pronóstico, y ya está disponible en las plataformas digitales. La canción muestra nuevos caminos en el universo creativo de Pita.
¿Cómo llegó la música a tu vida?
A través de mi padre, que era músico empírico, aficionado. Él me introdujo en los primeros sonidos: tocaba el tres. De su mano conocí el son, la guaracha, el changüí, el bolero, el órgano oriental. Años después entendí la influencia que aún tiene en mis ritmos y letras.
Luego, por curiosidad y acto divino, me vino el acercamiento a la trova tradicional y a la nueva trova, y sencillamente me enamoré. Fue tanto el encantamiento que, de niño, cuando debí nutrirme de canciones infantiles (porque tenía apenas 9 o 10 años), cantaba temas de Sindo Garay, Silvio Rodríguez, Pablo Milanés. Esa etapa fue definitoria en mi vida.
¿Quisiste dedicarte a alguna otra profesión que no fuera la música?
Nunca me visualicé haciendo otra cosa que no fuera tocar la guitarra y estar en un escenario.
¿Qué recuerdas de tus inicios?
Mis inicios siempre estuvieron relacionados con la trova, la creación, y también el teatro. Era muy tímido; tenía mucho miedo escénico. Pero tengo un recuerdo muy emotivo en la secundaria donde estudié, en la que empecé a dar mis primeros pasos en la música.
Mi instructor fue Raúl Torres. Estuve en el grupo Semillas Nuevas y también formé parte de Los Compadritos, un dúo originalmente integrado por Raúl y Joel Padrón. Raúl ya componía en esa época y ahí me entró el “gusanillo” de la composición. Años más tarde, me presenté, de manos de él, al movimiento de la Nueva Trova.
En tu single “Tu mirada” exploras sonidos urbanos, mientras mantienes tus raíces como trovador. ¿Qué te llevó a emigrar hacia ritmos más cercanos a lo urbano en algunas de tus canciones?
La nueva trova me enseñó el vínculo que tiene el poeta con la guitarra —en mi caso—, ya que es la que me ayuda a edificar mis canciones. Partiendo de esa base íntima, las canciones por sí solas empiezan a evolucionar, viajan con las tendencias y se acoplan a los tiempos para modernizarse aún más.
Tenemos el ejemplo de Sabina, Serrat, Alejandro Sanz, y muchos otros que se acompañan de una banda, y la sonoridad toma otro nivel, va buscando tendencias. En “Tu mirada”, por ejemplo, pasa que el funky le pegaba muy bien por el contenido casi teatral que tiene la construcción poética. Tuve de referencia una canción de Alejandro Sanz, que tiene un video espectacular, “No es lo mismo”, y dije: “Algo así me gustaría que poéticamente se viera”.
¿Cómo ha influido tu carrera como trovador en tu transición hacia otros géneros, y qué desafíos enfrentaste al experimentar con estilos como el jazz, el funky o el pop?
Bueno, Cuba ya es un referente musical donde convergen diferentes géneros. Ser cubano lo tiene añadido: somos un país prolífico, que a pesar de ser una isla “pequeña”, tiene una magia latente y un ritmo que nos acompaña a todos lados donde vamos.
El jazz, el funky y el pop vienen de una misma fuente: África y Europa. Su mezcla hace que los que somos hijos de esa unión y aportamos al arte, absorbamos de ella la magia.
¿Qué importancia tiene para ti mantener la esencia poética en tus composiciones?
La palabra tiene una vibración y una fuerza que se nota si se sabe usar correctamente. No quiero decir que yo tenga la clave de ello, pero si tenemos un idioma tan rico como el castellano, ¿por qué no usarlo de manera correcta sin caer en la banalidad? Prefiero ser cursi que banal, e intento decir mucho con poco. Soy un aprendiz de poeta, como un declamador con guitarra.

Participaste en la campaña de donaciones para MediCuba a través de un concierto en España, país donde resides actualmente. ¿Cómo fue la experiencia de contribuir con causas sociales a través del arte?
Hace un tiempo me llamó la Asociación Valenciana de Amistad con Cuba José Martí, que recoge donaciones para ayudar con material médico y escolar, a participar en un encuentro de solidaridad. Por supuesto que cooperé e hice un concierto que quedó hermoso. Más que político, lo viví como un acercamiento humano. Y estoy agradecido de poder ayudar a llevar medicina y útiles escolares.
¿Qué diferencias encuentras entre el público de España y el de Cuba?
Lo primero es que Cuba vive en una vibración diferente con respecto a la música. Allá está el público auténtico, el que siente de una manera muy particular cada palabra o armonía, y la vive contigo con una sensibilidad difícil de encontrar en otros lugares.
En España he sentido la necesidad de reinventarme, y es por eso que en Pronóstico hago una especie de collage e incursiono en el pop.
Es extraño, porque España tiene un nivel excelente de cantautores, lo admito. Debo decir también que el público que llega a mis conciertos suele buscar la canción de autor y se entrega muchísimo, pero somos una especie de bohemios. Incluso la definición de trovador no suele utilizarse como en Cuba: aquí se les llama cantautores. Es el mismo perro, pero con diferente collar.
En tu trayectoria has experimentado con diferentes formatos y colaboraciones. ¿Cómo ha sido tu relación con las plataformas digitales y las redes sociales para compartir tu música?
¡Cuánto se pudiera decir de eso! En estos tiempos dependes del mundo digital, de las redes sociales, para darte a conocer. Si no, eres un auténtico desconocido. Pero debo confesar que soy como un dinosaurio con respecto a esos temas. Suelo ser bastante torpe, hago lo que puedo e intento estar activo, pero me falta mucho aún.
Un momento de tu trayectoria artística en el que te hayas sentido orgulloso.
Para mí, el momento con el cual me quedo tiene que ver con Matanzas, mi ciudad, y descubrir el Movimiento de la Nueva Trova, de cantautores, conocer y estar en el epicentro desde donde comenzó mi carrera: de la mano de cantautores de Ediciones Vigía, acompañado de poetas, en los parques de Matanzas…
Una canción que resuma tu esencia como cantante.
Son tantas las canciones que podría nombrar aquí que no tendría una favorita, pero recuerdo que, a través de un amigo, conocí la obra de Santiago Feliú. Íbamos a escuchar, en la Biblioteca Gener y del Monte, el disco Vida. Para mí, cada canción de ese disco tiene un peso, y me hizo amar de una manera enfermiza la poética de la canción de autor.
Tu música ha sido un puente entre la tradición y la modernidad. ¿Qué mensaje esperas transmitir a las nuevas generaciones?
Le debo mucho a la influencia que ejerció en mí la música tradicional cubana de la mano de mi padre. Y le debo también a Raúl Torres, que fue mi mentor y además es un excelente cantautor. Sus canciones me acompañaron y me acompañan aún.
Lo que me gustaría es que mi música tenga la capacidad de transformarse y renovarse en estilos que podamos disfrutar todos, sin caer en lo fácil ni en la mediocridad.
¿Qué significa para ti tener éxito?
Significa perpetuidad, constancia, trabajo, y hacer canciones por verdadera inspiración y no por moda. Soy un cantautor de butaca, guitarra y voz.