Luis Alberto Barbería no separa las manos del móvil. Responde casi obsesivamente los mensajes de WhatsApp que van llegando de cualquier punto de la geografía planetaria. El músico contesta cada línea mientras deja caer par de bromas en este espacio virtual que consume buena parte de su tiempo en las últimas semanas. Del otro lado están online cuatro de sus compañeros de Habana Abierta, el grupo que integró siendo muy joven y que en Cuba se convirtió en la voz crítica de una generación.
Habana Abierta se creó en España a mediados de los años 90. Sus fundadores emigraron a Madrid para tratar de abrir una puerta a su obra, que en Cuba permanecía cerrada. En La Habana habían grabado con la colaboración de Gema Corredera y Pavel Urquiza el disco Habana Oculta, que adelantó la fuerza creativa y el talento de estos músicos que en España se convirtieron en un fenómeno cuando publicaron sus dos siguientes producciones: Habana Abierta y 24 Horas, a los que luego siguió Boomerang.
“Habana oculta se grabó en Cuba gracias a la ayuda increíble de Gema y Pavel. En ese disco también estaban Carlos Santos, Alejandro Frómeta, y Raúl Ciro. Después llegamos a España en la época de los cantautores y formamos Habana Abierta, en la que también intervino Nam San Fong y Elmer Ferrer. Las disqueras no sabían cómo meter nuestra música en un disco a pesar de que luego grabamos con Emi y BMG. Como grupo participamos en los principales festivales de España y en los programas de televisión de mayor audiencia. Fue para nosotros una hermosa locura”, recuerda Barbería.
El músico residió 20 años en España donde dio cuerpo a una carrera que lo llevó a grabar y a girar con grupos y artistas de calibre en el circuito ibérico. Entre ellos menciona sus conciertos junto a Ketama. Pero existe un momento crucial en su trayectoria que guarda con una evidente añoranza.
“El Barbero”, como lo llaman sus amigos, no pudo estar en la consolidación del mito de Habana Abierta en Cuba en 2003. Ese año la banda, a través de gestiones de la promotora Darsi Fernández, pudo ofrecer su primer concierto en su país natal.
Boris Larramendi, Kelvis Ochoa, Vanito Brown, José Luis Medina, Pepe del Valle y Alejandro Gutiérrez no salieron de su asombro cuando vieron que eran idolatrados como iconos por una multitud enfebrecida. El público vio en una noche cómo sus desvelos, conflictos, rupturas espirituales… pasaban frente a sus ojos en canciones que los habían acompañado durante años tan duros como felices.
Para quienes estuvimos allí, estos músicos eran auténticos rockstars, aunque ellos en el escenario y entre el público solo seguían siendo unos incorruptibles hippies que conservaban todo el espíritu trasnochado de las bohemias habaneras.
Barbería no se perdona haberse perdido esa noche histórica. “Yo no pude venir. Lo viví a través de mis compañeros y los envidié sanamente. Se enfrentaron a una sorpresa muy grande porque no esperaban esa avalancha de emociones. Descubrieron que nuestra música en Cuba se escuchaba, que era la banda sonora de muchas fiestas”, dice el músico mientras habla de Vanito, de Boris, de Alejandro, de Medina con una admiración incontenible.
La experiencia se repitió en 2012. Ya soplaban otros vientos en la música y la sociedad cubanas. Muchos de los primeros seguidores de la banda habían emigrado; otros no podían escaparse a la noche por compromisos con su nueva familia, y algunos optaron por quedarse en casa, a solas con el recuerdo de 2003.
Otros, no pocos, decidimos asistir al nuevo viaje de Habana Abierta, una especie de religión o destino personal adquirido en madrugadas en el Parque G, entre los vasos de alcohol barato, o en medio de aquellas fiestas en las que con 15 años menos todo parecía posible.
“El Barbero” volvió con la banda en 2012. Y sintió aquella cosquillita en el estómago de que le habían hablado sus hermanos del grupo tras el explosivo concierto a la entrada del año 2000.
“Cuando vine en 2012 también fue sorpresa. Me quedé en blanco cuando vi tanta gente emocionada. Fue un shock para mí. Fue muy bonito ser un poco profeta en tu tierra”, dice este multifacético músico.
El grupo, cuenta, ha sido un aprendizaje en su vida personal y profesional. “Habana Abierta es una escuela para mí. Son mis hermanos. Estuvimos 20 años juntos en España y cada uno le aportaba a la canción del otro. Fuimos afortunados de vivir un momento muy lindo en Cuba cuando comenzamos a escribir canciones. En la radio ponían muy buena música y siempre la escuchábamos. Nos nutrimos de Van Van, Pink Floyd, Stevie Wonder, Irakere y queríamos meter todo eso en nuestros temas. También llegó el rock argentino a Cuba para volarnos la cabeza. Realmente queríamos ser como nuestros héroes musicales”.
La banda regresará ahora a Cuba para ofrecer varios conciertos: el 13 de julio en el Festival de Cine de Gibara, Holguín, y el 16 en el Centro Cultural El Sauce, en La Habana. Barbería adelanta que quieren hacer otra presentación a guitarra limpia en el estudio de arte corporal La Marca y que ya les programaron un show en Cayo Coco, Ciego de Ávila.
La alineación, integrada actualmente por Kelvis, Vanito, Medina, Alejandro y el propio Barbería, volverá a Cuba motivada por sus enormes ganas de tocar para sus seguidores. Se pusieron en contacto con el actor Jorge Perrugorría, presidente del Festival de Cine de Gibara y él, emocionado por la noticia, enseguida los programó.
“Los conciertos serán una fiesta para reunirnos con la gente y cantarle un poco de nuestras canciones. Decidimos unirnos para para cantar, estrenar cosas nuevas y hacer un recorrido por todos los discos”, relata.
Barbería es el hombre en La Habana de Habana Abierta. Se está ocupando de ensayar los temas con unos músicos jóvenes que, asegura, “son fanáticos del grupo”, y realiza todas las coordinaciones necesarias para los shows.
El músico volvió de España hace algunos años y ha publicado en Cuba los discos A full y Fuerza y luz.
“Yo viví como una segunda etapa cuando volví a Cuba. Estuve 20 años en España y trabajé con muchos artistas, sobre todo con Habana Abierta, que fue mi mayor alegría. Regresé porque extrañaba a la familia, a mis amigos y España ya no me ofrecía lo que quería a nivel espiritual”, comenta.
El sonido de las notificaciones de WhatsApp no se detiene. Los mensajes llegan uno tras otro para recordarle al “Barbero” que su tiempo es oro. Sin embargo, el músico no deja de hablar de los recuerdos junto a sus compañeros de generación. En sus palabras aparecen Raúl Ciro –cuya reciente muerte conmocionó a muchos músicos y artistas cubanos–, Kelvis, Alejandro, Medina, Boris, Vanito, entre muchos que andan desperdigados por el mundo o viviendo en la isla. Cada uno ha decidido su destino para crear y vivir según sus propias reglas, pero ninguno ha olvidado su paso por Habana Abierta.