Domingo. 29 de noviembre cuatro y media de la tarde. En la Televisión Pública Argentina aguardan por el partido de Racing e Independiente. Hay sol en la calle. Dentro de un edificio, un espacio que no es grande y permanece oscuro, fogonazos azules y amarillos de repente descubren al público. Hombres, mujeres, niños. Es Caras y Caretas, sala de la Universidad Metropolitana para la Educación y el Trabajo, a un paso Callao y Corrientes, que tomando recto lleva al Obelisco. Comienza el concierto con el que el dúo Karma despide el año 2015.
Unas doscientas personas, entre adultos (hombres y mujeres, aunque debo aclarar que en los conciertos para niños del dúo Karma los padres se esfuerzan por igual en hacerles entender a sus criaturas el valor de una canción) y niños, siguen las indicaciones de quienes permanecen en el centro del escenario. A veces debe imitarse a un animal o simplemente fingir que se avanzaba por la vereda campestre. La mayoría de las ocasiones basta con cogerle la vuelta al estribillo sustentado en un juego poético de palabras sonoras y chispeantes, características de casi todas sus letras.
Tanto en la voz de Xóchitl Galán como en la de Fito Hernández (siempre afinados), y quizá en especial en la de Xóchitl (aunque ambos se necesitan como en los buenos dúos, como en las mejores parejas amorosas, tal cual es su caso; una pareja antigua que viene desde la adolescencia), las historias resultan tan disfrutables y entretenidas que los niños se mantienen observándolos fijamente con la barbilla sobre ambas rodillas; tan entretenidos que parecieran haberse apaciguado. Pero no se calman. Enseguida dan una voltereta y saltan sobre la alfombra o bailan y tienen los padres que levantarse de sus lunetas para comprobar el estado de las minúsculas personas.
En el escenario, mientras, el dúo mantiene un programa proyectado para divertirlos por una hora. Xóchitl y Fito son trovadores desde hace mucho; ella escribe, canta y se encarga de algún instrumento; él toca la guitarra, escribe y canta. Juntos se dieron a conocer al público cubano en 1999 como Karma.
En Argentina cuentan con un cuerpo de seguidores fieles, gente perfectamente reconocible por su aspecto (en la cuerda estética de los cantores). La mayoría, el núcleo que sostiene el creciente movimiento de admiradores, suman nuevos adictos en cada presentación donde quiera que esta ocurra; no importa si ha sido pensada para niños o para adultos.
Quienes gustan del trabajo de estos músicos cubanos conocen las letras de sus canciones, han aprendido sus cubanismos y disfrutan escuchándolos; al punto de repetir de manera cómica palabras como “champola” o “chicharrón” para que sus pequeños perciban la poesía que esconden al juntarse con “chirimoya” y “chancho”. Parece lo común desde que el dúo decidiera instalarse en Buenos Aires tres años atrás. “Se nos abrieron las puertas muy rápido, teníamos muchos amigos y ellos nos ayudaron con la difusión. Poco a poco hemos aprendido los códigos, que coinciden con nuestros intereses”, contaba Xóchitl una semana antes de la presentación cierre de un año fructífero en su carrera.
El año 2012 devino definitivo para Karma. Habiendo explorado el terreno, optaron por la incógnita de establecerse lejos de La Habana, su territorio natural, el sitio donde supuestamente se encuentra lo que vendría siendo su público perfecto. “Lo primero que nos admiró fue el alto nivel musical del argentino. Los jóvenes folcloristas desarrollan su obra combinando los elementos tradicionales desde una mirada de vanguardia. Trabajan con sentido muy moderno sin perder la esencia de la tradición”, dice Xóchitl. En tanto Fito considera que también el nivel poético es notorio en Cuba, pero solo toman conciencia de esa circunstancia determinados músicos. “Acá tanto el rock como el folclore parte de buenos textos. Abunda un nivel cultural que te obliga a superarte”, afirma.
A Karma no solo le fascinó el ambiente cultural de la Argentina descubierto en el 2010. Después de irse de una provincia a la otra en itinerario de Norte y el Sur (los caminos tienen tanta notoriedad en sus letras como la naturaleza), luego de visitar varios espacios culturales porteños la entendieron favorable para consolidar su trabajo, un proyecto que desde el principio apostó por la autonomía. “En Cuba a veces contábamos con algún productor para determinados conciertos y giras; otras, con la colaboración de centros culturales como el Centro Pablo. Ya en el caso de los discos sí fueron plenamente independientes, desde el inicio del proceso hasta la fabricación del disco”, dice Fito. Y apunta Xóchitl: “De esa manera tenemos la libertad de pensar el disco que queremos y llegar al resultado deseado.”
Porque además de componer y cantar, Karma confecciona sus discos (en lo que han denominado: producciones Mundo Sonajero) y videos musicales, tal como sucedió con Big Ben, la canción de igual nombre incluida en ¡Vámonos de viaje! que en Cuba recién les sumó otro Premio Lucas (Video Clip infantil) a su sobresaliente currículo. El disco (el tercero) fue grabado íntegramente en la Argentina un año después de radicados y cuenta con la colaboración de instrumentistas brillantes como la coterránea Yusa (también instalada aquí, con éxito de público y buena valoración de la crítica) y los músicos argentinos: Mario Gusso, Martín Telechanski, Susana Ratcliff o Eliana Liuni.
Con ¡Vámonos de viaje! consiguieron un nuevo Cubadisco en La Habana, premio que habían merecido con Mundo Sonajero (2012) y En guarandinga por toda Cuba (hermoso trabajo junto a la trovadora habanera Rita del Prado). De hecho, Rita del Prado y Karma ofrecieron un concierto en el Centro Cultural Kirchner a mediados de año, poco antes de que iniciaran una serie de presentaciones bajo el nombre de: Raíz Marina.
Raíz Marina reúne una serie de obras enlazadas por el tema que le da título a los recitales: el campo cubano, la naturaleza y el mar pasan de una a otra canción, algún día compiladas en disco. Fueron presentadas durante el mes de septiembre en La Casa Matiezo, del barrio de Colegiales, con un ambiente cálido pese al frío de septiembre.
Cuando llegaron por primera vez a la Argentina se presentaron en Mendoza, El Chaco, Santiago del Estero, Tucumán, Rosario y Córdoba. Aquella gira fue el germen de lo que daría lugar al público que le muestra fidelidad. “En el norte nos pasaba que la gente era más retraída. También, en las provincias del Sur”, recuerda Fito: “pero igual disfruta, participa; sobre todo en los conciertos para niños. En general el público argentino es muy respetuoso y nos acoge con cariño. En Buenos Aires es efusivo. Estamos aquí porque en el 2010 nos quedamos deslumbrados con el público y las posibilidades que nos daba este país. Desde la posición de artista independiente podíamos hacer los proyectos soñados. Lo asumimos como un proyecto individual, y aquí seguimos”, dice.
Mientras, Xóchitl asegura que el trabajo autónomo les ha funcionado perfectamente a su trabajo. “Hay que arriesgar muchas cosas y dedicarle muchas horas, pero hemos tenido la posibilidad de disponer de todo el tiempo para concentrarnos en crear y proyectar los distintos conciertos, audiovisuales, discos, etc… Contamos con un equipo pequeño pero eficaz que acompaña este proceso. Esto hace que todo fluya felizmente y crezca la difusión y alcance de nuestro trabajo”.
El concierto del 29 fue éxito rotundo. Los que asistieron abandonaron la sala de Caras y Caretas contentos y agradecidos. Karma, en tanto, planifica las siguientes presentaciones, ya para el año venidero, me dicen; que en diciembre empieza el verano, y con el calor y las elecciones se ha tenido suficiente.