El nuevo video de Rebeca Martínez interpretando un tema compuesto por Tanya ha sido motivo de opiniones diversas en los últimos días. No voy a referirme a su calidad musical, pues creo que se trata de un tema de pop sin mayores pretensiones que ser pegadizo y simpático. Me centraré, en estas líneas al vuelo, en un aspecto esencial a mi modo de ver: la libertad de creación.
La pugna entre lo viejo y lo nuevo, entre lo bello y lo feo hace muchos años que dejó de interesarme como espectadora. En el mismo nivel de infertilidad están los debates entre si una obra es decadente o extraordinaria. El público se ha situado del lado que prefiere. Con los años he aprendido a no restarle legitimidad a ninguna opinión porque todo es subjetivo y dentro de un mismo tomo de Historia del Arte Universal están La Gioconda de Da Vinci y La fuente de Duchamp.
Asumo “La habitación” como un todo, más que composición, interpretación y video clip por separado. Para mí es un gesto liberador, como una suerte de bacanal en la que las mujeres escapan al teatro y no al bosque, degustan sushi en lugar de mágicas libaciones y adoran al caballo y no al macho cabrío.
Más allá de los gustos estéticos, hay coherencia en ese todo. Rebeca Martínez posee una teatralidad que comienza a fundarse en el imaginario popular y se proyecta, gracias al talento de May Reguera, de una forma más completa. Porque hay un poco de sátira, de artificio, de simulacro, de sentido lúdico.
No tengo vínculos afectivos con ninguna de las mujeres que participan en el video, tampoco soy fan de Rebeca Martínez. No conozco las interioridades del rodaje. Pero asumo, desde mi rol de espectadora internauta, que no es fortuito el juego que se establece con el escenario y la tras-escena del teatro. Aprecio el juego posdramático que, desde el propio tema musical, busca coquetear con símbolos referentes a lo sexual, la comida y el ocio. El video de May Reguera, el tema de Tanya y la interpretación de Rebeca están en total sintonía y el resultado de esas tres visiones femeninas es transgresor y divertido.
El teatro es la locación, pero también como espacio de libertad creativa, de libertad sexual, de exposición. Bajo el manto del teatro, se fusionan el estilo fashion, lentejuelas y pelucas, el uso de lo kitsch, los códigos espectaculares y el exceso como una construcción estética y no un defecto.
Veo en “La habitación” un guiño al Cine B, estilizado y escandalizante. Tiene de manierismo tropical, y resalta como una oda a la distorsión de la realidad que me encanta y que a otros les molesta. Hay también mucha seducción. Cuerpos rebeldes de mujeres que se exponen sin recato, con swing a pesar de los años y de las maternidades.
Agradezco enormemente al teatro, sobre todo al que se hace en el Trianón (donde se filmó el video) por enseñarme a apreciar diversos modos de jugar con la realidad. Gracias al teatro, no le exijo a nadie que se acoja a los presupuestos del realismo, ni que hable de las carencias y los problemas en vez de hablar de flores y joyas. Hay géneros y hay públicos diversos. Hay diferentes necesidades de expresión y debería existir respeto por todas las que son legítimas e inofensivas. A unos les gustan las arias, a otros el guachineo o el porompompón.
Que si es cheo, que si está fuera de contexto porque no hay pan con lechón, que si las tetas afuera, que no tiene lógica, que es zoofílico. Todos son, a mi juicio, comentarios válidos, aunque de cosas cheas está llena la vida y es muy rico poder experimentarlas. En cuanto a lo que no tenemos, si nos guiamos por eso tendríamos que eliminar gran parte de la música y de los audiovisuales que consumimos a diario. Tal vez si el video fuera de reguetón serían más aceptados los senos descubiertos. Y zoofilia hay en “Sueño de una noche de verano”. Durante siglos a nadie se le ocurrió linchar a Shakespeare, tampoco ahora en las redes sociales.
“La habitación” no genera violencia, ni incita al odio, ni proyecta expresiones malsanas. ¿Por qué reciben sus creadores tanta furia de una parte del público? Desde el punto de vista de las jerarquías, el video no se está posicionando de forma arbitraria en ningún espacio de supremacía, no le está quitando el puesto a otro video “más valioso”. Simplemente existe.
Pero así como defiendo la libertad de creación, defiendo la libertad de opiniones. Tampoco juzgo a los que, de forma genuina, se encolerizan ante la existencia del porompompón. Hay quien dice que debería ser más profundo, más coordinado, menos decadente, menos ecuestre, menos sexual… Les recuerdo aquello que decía la Susan en “Contra la interpretación”: “en lugar de una hermenéutica, necesitamos una erótica del arte”. He ahí otro dilema casi imposible de dilucidar con certeza en este siglo: ¿Es o no arte?
Me sumo a lo que diría el profe Jorge Braulio:
“Depende de la lectura,
dijo el sabio Cicerón…
En pleno porompompón
¿quién guarda la compostura?”
Excelente el artículo, lástima que haya tantos con oídos sordos, mentes estrechas y corazón vacío.
No soy fans de Rebeca,pero me parece absurdo tanto ataque a una persona por un simple video, definitivamente la humanidad va al abismo
Nada amiga que si no criticamos nos sentimos frustrados. El cubano cada dia se vuelve más mente cerrada, aparece algo nuevo y distinto y le van arriba. Para Rebeca mejpr, asi aunque sea por curiosida tendrá mas views en youtube