Hace más de cinco años Lázara Ribadavia no canta en La Habana. La última vez que lo hizo fue en el teatro del Museo Nacional de Bellas Artes para celebrar sus cincuenta años de vida. Llegar a medio siglo de existencia merece más que un recital.
En esta oportunidad la autora de “Con poquita fe” celebrará el aniversario 40 de haberse declarado el centro histórico como Patrimonio de la Humanidad por la Organización de Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO).
“Habana nuestra” es el título del concierto que ofrecerá la cantautora el venidero 16 de diciembre a las cuatro de la tarde en el Museo Casa de la Obrapía, una joya de la arquitectura habanera.
Numerosos artistas y seguidores de la Ribadavia reconocen, además de su interpretación, la fina poesía que nace de sus canciones: “Qué grande es tu corazón /qué buena suerte la mía/quién me pagó con tu amor/ cómo me alivias la vida”.
Alumna de Leopoldina Núñez, Lázara mantuvo a principios de la década del 90 “La Peña del Azar” convirtiendo aquel espacio en “una especie de pulmón cultural en la capital”, según declaró ella misma. La autora de “Canción de tarde” y “Razones” (grabadas en el Centro Cultural Pablo de la Torriente Brau) actualmente reside en México desde donde continúa su quehacer artístico.
Además de estar en tu ciudad, ¿qué otros motivos tienes para el concierto?
Cantarle a mi gente: tenía esa necesidad, por todo lo que ha pasado y regalarles una tarde, que es lo más auténtico que tengo. Los que nos hemos ido a vivir en otro lugar llevamos a Cuba con nosotros, no nos vamos. Cuba está en el latido, en la preocupación constante por los nuestros.
He monitoreado detalladamente todo lo que acontece y sentí esa urgencia de poder compartir una tarde distinta, de brindar ese momento bonito que nuestra gente se merece. La música siempre ha sido fundamental para el alivio, para esa unión que tanto necesitamos. Ha sido perfecto, porque he llegado en el aniversario 40 del centro histórico como Patrimonio de la Humanidad y el Museo Casa de la Obrapía cumplió recientemente 39 años. Allí se está desarrollando un magnífico proyecto de atención a las mujeres y tuve la bendición de que me incluyeran como parte de esa iniciativa.
También cuando la trova ha sido declarada Patrimonio Cultural de la Nación…
La declaración de la trova me tiene de fiesta. La importancia de la trova en el desarrollo del lenguaje espiritual es fundamental. Hay un discurso muy relacionado con la realidad y ha ido en función de un reconocimiento, una crítica a lo mejorable, donde el amor ha tenido también un papel esencial.
Hay gente querida que ya no está, ¿cómo te llevas con las ausencias?
Con las ausencias he llegado a tener un entendimiento. Creo en la energía y nadie nos abandona del todo. Lichi Diego nos decía que “los muertos que uno ama nunca mueren”. Mantengo esa misma filosofía. Yo creo en la permanencia del amor y en lo indestructible que es.