Son bien conocidos los vínculos que unen a la música popular de Cuba y Chile. Desde la noche de los tiempos ha existido un cruce de caminos entre ambas culturas sonoras, sobre todo en géneros tan arraigados como la trova, que tuvo una de sus iniciaciones cuando Silvio Rodríguez viajó por primera vez a Santiago de Chile en 1972 junto a Noel Nicola y Pablo Milanés. La visita de los músicos cubanos estuvo mediada por las gestiones de la cantante folclórica Isabel Parra y el apoyo del entonces presidente Salvador Allende.
Con la irrupción del régimen militar de Augusto Pinochet los discos de Silvio, Pablo, entre otros trovadores cubanos, fueron censurados, perseguidos; sin embargo, los chilenos, mediante la difusión clandestina de sus canciones por el sello local Alerce, entre otras vías alternativas, pudieron seguir escuchando a los cubanos y a la música que llegaba de la isla. Lo hacían de mil maneras posibles. Los guardaban camuflados bajo el empaque de otros discos —algo que sucedió en Cuba en diferentes circunstancias con discos de músicos de rock anglosajones— para estar al tanto del creciente movimiento de la trova cubana.
Más tarde, con la restauración de la democracia, los principales exponentes de la nueva canción cubana volvieron a Chile en momentos que fueron considerados históricos por el público y la prensa de ese país. No era para menos.
No son pocos los trovadores cubanos que han mantenido presencia en los escenarios chilenos; mientras que varios cantautores, raperos y rockeros del país andino han rendido honores a sus influencias cubanas con obras que han pasado a ser referente de la música latinoamericana contemporánea. Ahí está, por ejemplo, el disco Música Libre, con el que Los Bunkers llevaron al terreno del rock los temas de Silvio Rodríguez, y el concierto que ofreció hace par de años en La Habana la rapera Anita Tijoux, un nombre obligado cuando se pasa revista al rap latino.
Esta relación de ida y vuelta cobrará relieve con los próximos conciertos que ofrecerá la respetada cantautora chilena Magdalena Matthey junto a su cuarteto en Cuba. La cantante, una de las voces de mayor calibre de la música folclórica de su país en la actualidad, arrancó su gira en la peña Tres Tazas, organizada por el trovador Silvio Alejandro en el Pabellón Cuba, de La Habana y ya se preparan para participar del 8 al 13 de enero en el festival Longina, de Santa Clara, el evento de más calado para la trova en la isla.
El cuarteto grabará su gira por Cuba en un audiovisual con el propósito de impulsar un mayor intercambio mayor entre los artistas chilenos y sus colegas cubanos, dijo a OnCuba uno de los organizadores del periplo, que ha tenido entre sus promotores a la revista El Caimán Barbudo.
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El cuarteto conformado además por Magdalena Matthey, Simón González, Sergio “Tilo” González y Federico Faure ha puesto en pie una obra apegada a las raíces culturales latinoamericanas y es uno de los grupos dentro su género más solicitados en los escenarios de su país.
Magdalena Matthey ha publicado 9 discos que beben de sus influencias de músicos como Mercedes Sosa, y Víctor Jara. En sus letras se percibe un notable cuidado en los arreglos y letras de elevada factura poética. Su discografía es especialmente distinguible en el panorama chileno por el original empaque de sus canciones y las búsquedas sonoras que Magdalena ha emprendido desde su debut en 1995 con el disco Latidos del alma.
Afuera y Meciendo son dos de los fonogramas que marcan un punto de inflexión en su carrera. En el primero contó entre sus invitados a Pedro Aznar; en el segundo interpreta desde su propio lenguaje la poesía de Gabriela Mistral.
Los conciertos de este cuarteto en Cuba son una oportunidad para conocer no solo la obra de Magdalena Matthey y de sus músicos, sino de trabar contacto con una de las escenas más sólidas y variadas de la escena sonora de América Latina.