“La segunda temporada de Sonando en Cuba podría valorarse como un verdadero acierto visual y musical, aunque el resultado fue perfectible y en ocasiones faltaron recursos”, dice Manuel Ortega, director musical del programa competitivo que finalizó su última edición en octubre pasado.
El realizador cuenta a OnCuba que hacía mucho tiempo no había este tipo de espectáculo en la Isla, a pesar de que estos concursos bajo formato de show, fueran heredados por los cubanos muchos años atrás.
“Creo que un aspecto importante en esta ocasión fue la calidad musical de los participantes, el arreglo, las composiciones, los ritmos. Resucitamos formatos que no se validaban hacía tiempo o se encontraban casi inexistentes, como los tríos, los cuartetos. Se rememoró el boom de la salsa en los años 90, que fue un momento importante para Cuba y a nivel internacional”, dijo el egresado en Dirección de Fotografía del Instituto Superior de Arte.
“El espectáculo audiovisual fue muy bueno y la cohesión de todas las especialidades también: escenografía, iluminación, vestuario, ambientación, dirección de cámaras, montaje coreográfico”, comenta Ortega sobre su programa.
Sin embargo, para una parte del público hubo defectos y carencias importantes.
“No está mal que lo comparen con programas extranjeros de corte similar porque los formatos se parecen. Si vemos la estructura de Operación Triunfo o America´s got talent, podemos percibir que lo que cambia es el nombre. La esencia está en la competencia. Pero debo aclarar que en Cuba se hizo este tipo de trabajo hace años. Está claro: no todo estuvo perfecto y cualquier obra debe y puede mejorarse. Hubo muchas cosas que quizás nos hubiera gustado haberlas hecho de manera diferente y no pudimos. Otras las fuimos haciendo en función de lo que el público nos pedía semana tras semana. Y hubo aspectos que modificamos en cada emisión”, explica.
“Creo que podemos optimizar muchas cosas para la próxima temporada. Por ejemplo, el sistema de competencia, la preparación de los muchachos, la realización de casting, la propia selección musical. Esta edición se preparó apresuradamente. Si hubiéramos tenido un poco más de tiempo algunas cosas habrían salido mejor”.
“Nos gustaría trabajar más la parte visual, pero hay cosas que no podemos hacer por falta de recursos. Sin embargo, el empaque visual fue una de las cosas mejor logradas. Algo a decidir para las próximas temporadas es si mantenemos la misma escenografía o si se debe cambiar en cada edición”, adelanta.
Sobre los simpatizantes y los inconformes con el triunfo de Yulaysi Miranda, Ortega comenta que “Sonando en Cuba es una competencia. Eso supone un nivel de subjetividad o injusticia, por decirlo de algún modo. Sé que hay personas que no se sienten identificados con la ganadora, pero otros sí. No obstante, me parece que la competencia fue bastante pareja y equilibrada. Lo mejor que pudimos hacer fue tener el jurado que salió en televisión, que considero incuestionable”.
“La presencia de Víctor Manuelle en Cuba –comenta– respondió a intereses de otras casas productoras del Caribe para que el formato Sonando en Cuba se internacionalizara. Pensamos en ese artista porque es un sonero muy conocido en Cuba y Puerto Rico. Ambos países sangran por la misma herida y tenemos raíces comunes”.
“Desde que ellos vieron que el propósito de esta competencia era rescatar lo autóctono y lo nacional estuvieron interesados, porque ellos necesitan lo mismo. Puerto Rico es una isla musical por excelencia, llena de ritmos propios muy difundidos, y otros que se han olvidado”, comenta a propósito de la participación de músicos portorriqueños.
“El programa se vio allá y la aceptación fue magnífica. Debido a la promoción que se hizo nos solicitaron que el programa durara dos horas al aire. Fue una transmisión histórica porque por primera vez se transmitía por la televisión puertorriqueña un programa realizado completamente en Cuba, por realizadores y músicos cubanos”, cuenta Ortega entusiasmado.
A propósito de Bailando en Cuba, el nuevo espacio que tendrá lugar este diciembre, el especialista señaló que surgió a partir de una idea de Joel Ortega, el director de RTV Comercial, con el propósito de aprovechar la infraestructura creada en el Teatro Astral, en La Habana.
“Nosotros somos un país de música y baile. Hubo un programa aquí, todavía muy recordado, que se llamaba Para bailar. En su época logró paralizar al país y de él surgieron grandes presentadores y figuras del arte cubano.
“Quisimos rescatar la idea de un programa de competencia con bailarines profesionales o no, y aprovechar el engranaje que se logró con Sonando en Cuba. Queremos seguir ofreciendo un show de calidad, porque es algo que la gente pide mucho”, dijo a OnCuba.
A pesar de seguir la línea de competencia y espectáculo, el formato de esta nueva propuesta tendrá un tono diferente, en tanto el formato no será el mismo, la selección no será por regiones, y no habrá mentores, sino un jurado.
“Las perspectivas que tenemos con este nuevo proyecto son altas porque Sonando en Cuba dejó la parada bien arriba. Sin embargo, tratar de emocionar con un nuevo programa te deja en la incertidumbre de si gustará o no; pero le vamos a poner mucho empeño. “Somos el mismo equipo de realización y estoy seguro de que podremos hacer un buen show de baile todos los domingos durante diciembre para todos los cubanos”, concluyó.
El video clip
Ortega comenta que trabajar con artistas reconocidos es un reto porque hay que tratar de mantener un camino recorrido por ellos. Sin embargo, le gusta mucho vincularse con creadores noveles, pues le dan la posibilidad de arrancar sus carreras, lo cual lo satisface tremendamente.
“En los últimos dos años he realizado más de 30 piezas audiovisuales. Muchos me conocen por mi trabajo con Ángeles. Algunas de mis producciones con esos jóvenes han sido bien atrevidas y difíciles, pero han tenido un resultado muy grande a nivel de público y en su posicionamiento como artistas. No obstante, he trabajado con otros músicos e intérpretes como Paulo FG, Haila, Mayco D´Alma y Arnaldo Rodríguez. Y también con figuras internacionales.
“He tenido la fortuna de moverme en diferentes géneros musicales. El pop, la salsa, el reguetón, las baladas… han estado presentes en mis productos. Es bueno que cada tema sea algo diferente y me permita navegar en diferentes aguas para no repetirme”, señaló.
A pesar de ello, Ortega advirtió que le resulta mucho más cómodo el pop, aunque no tiene problemas con otros estilos, incluido el tan controvertido reguetón.
“Le he hecho varios materiales a ese género y, afortunadamente, han resultado bastante interesantes desde el punto de vista musical. Un ejemplo es el tema La dura, interpretado por Jacob Forever.
“Creo que el reguetón llegó para quedarse. Ahora mismo tiene muchos defensores y un auge grandísimo a nivel internacional. El boom de la música cubana está relacionado directamente con este género. Los ejemplos saltan a la vista: Gente D’ Zona, El Chacal, Osmani García…
“Por supuesto, no todos los artistas lo hacen bien. Hay letras agresivas, ofensivas, pero es un género más y hay que darle su espacio. Ha funcionado y la gente lo prefiere. El reto está distinguir lo bueno de lo malo”, aseguró Ortega.
Sobre la difusión del reguetón en los medios oficiales cubanos, Manuel indicó que existen ciertas reticencias y no entiende ese comportamiento.
“Veo que lo tienen aislado. Precisamente por el tema de las prohibiciones se está haciendo cada vez más fuerte. Los seres humanos funcionamos de esta manera: cuando se nos limita algo, la curiosidad nos lleva a buscar exactamente eso que se nos prohíbe.
“Un videoclip de reguetón se pone mucho menos en televisión que uno de otros géneros musicales. Muchas veces tratan de no ponerlo por razones o justificaciones que simplemente no dan o son muy pocas”, manifestó.
Para Ortega, la producción de videoclip musicales en Cuba no es sencilla, en tanto la industria musical no está completamente afincada y el dinero casi siempre es muy corto.
“Los problemas cotidianos a la hora de hacer un audiovisual están relacionados fundamentalmente con la falta de presupuesto. Eso crea muchas limitaciones y hay que apelar entonces a la imaginación y a la propia experiencia que uno tiene.
“Los recursos son imprescindibles y se hace difícil trabajar con la técnica adecuada. A veces te ves obligado a hacer un rodaje en un único día, con 18 horas de filmación. Eso hace que los artistas y el equipo de realización se cansen.
“Las disquera no tienen dinero, o tienen una cantidad insuficiente para satisfacer un trabajo acorde con los estándares de realización de un videoclip musical. Muchas veces los propios artistas se pagan sus trabajos”, destacó.
Convencido de que la imagen es un complemento imprescindible para la industria musical, no vaciló en afirmar que el público no quiere escuchar canciones solamente, sino conocer cómo es el artista, cómo se viste, cómo se proyecta.
“A veces la canción no es lo más interesante, pero el videoclip lo vende, lo posiciona, lo lanza al éxito. En ningún centro nocturno ponen un tema musical sin un audiovisual que lo respalde. Actualmente los DJs no se centran solamente en la sonoridad, sino que la acompañan del audiovisual, independientemente de su calidad”, señaló.
A propósito de la democratización de la tecnología y las facilidades para dispones de cámaras y programas de software para realizar audiovisuales, el realizador considera que se trata de algo positivo que inclina la balanza hacia el desarrollo, pero tiene sus ventajas y desventajas.
“Es positivo que todos tengamos acceso a la tecnología, pero el secreto está en saberla usar. No todos lo logran, pero como muchos artistas no disponen de presupuesto suficiente para realizar un videoclip, terminan apoyándose en personas poco experimentadas. Luego se ven productos sin parámetros técnicos o creatividad alguna. Eso deja muy mal parado al videoclip cubano ante la mirada internacional.
“Sin embargo, el hecho de que una persona tenga una formación académica no significa necesariamente que sea talentosa o buen artista. Hay quienes no fueron nunca a una escuela y son extremadamente creativos”, aclaró.
Sobre la difusión de sus obras en canales alternativos consideró que es “algo aceptable porque los medios informales, como el paquete de la semana, constituyen un respiro.
“Hay mucha información por esa vía que nos permite conocer cómo se mueve el mundo y ver las cosas que no proyecta la Televisión Cubana. Ha servido, además, como promoción de artistas y realizadores”, señaló.
No es exacto que hace tiempo no se hace este tipo de espectáculo en Cuba. Acá en Santiago se realizó el Oye mi Canto tres veces, en los años 2013, 2014 y 2015.