Pepe Gavilondo anuncia su salida de Síntesis luego de figurar como tecladista de la banda durante una década. No es la única noticia. También ha anunciado la culminación de otros proyectos que lo tenían atado en cuerpo y alma desde hacía años.
Si bien Gavilondo es hoy un artista consagrado, no siempre fue así, cuando la música más contemporánea y arriesgada no pululaba por el universo sonoro de la isla. Crear se convertiría en él en una necesidad. La misma que le hará escapar de la seguridad construida por años para cerrar el círculo y lanzarse a aguas nuevas, desconocidas.
Gavilondo se siente privilegiado. Ninguno de esos compromisos profesionales y emocionales asomaba ni remotamente cuando se graduó del ISA a finales de 2013 y no sabía qué hacer con su vida.
Es una sensación parecida la que lo lleva a hacer estos cambios y cerrar un ciclo en su carrera y su vida. Con Ensemble ha anunciado su primera y última gira por Europa. Según su metáfora, es el cisne que antes de morir decide dar su último canto. Quiere vivir fuera de Cuba. Quiere conocer, sentir, oler, ver; experiencias, personas, lugares. Elementos que le aporten a su estado más puro, el de compositor.
¿Cómo ha sido despedirse de Síntesis luego de diez años?
No fue fácil, como todas las despedidas después de tanto tiempo. Una década de trabajo, de tanta familia, de tantas experiencias lindas… Llega un momento en el que pensé que era hora de que otra persona cogiera el batón.
Esta decisión no es aislada, tiene que ver con cómo me siento en este momento de mi vida. Estoy terminando no solo con Síntesis, si no con otros proyectos y con un estilo de vida, o por lo menos con un capítulo de mi carrera como músico que ha durado casi quince años.
Creo que para mí además es hora de descansar un poco y ver qué puedo explorar más allá de Cuba. Casi toda mi carrera, pese a que he viajado y he tenido mucha experiencia fuera, se ha cimentado y ha transcurrido en Cuba. Síntesis es una parte de eso; dolió mucho alejarme, pero tuve, para variar, mucho apoyo de Carlos y de Ele y de todos mis amigos en el grupo. Me da mucha alegría verlos contentos con la nueva persona que se quedó (Marlon Bordas), que es un tremendísimo músico. La vida es así, ciclos. Empiezan, terminan; hay que seguir, hay que meterle pa´lante.
Una vez mencionaste que tu aporte a Síntesis era, sobre todo, compromiso (Magazine AM:PM 2019). ¿Cuál fue tu legado en Síntesis?
Desde un punto de vista práctico, creativamente no aporté tanto como lo hizo Lucía Huergo en sus comienzos, o Esteban Puebla o X, gente que no solo se convirtieron en leyendas del teclado en Cuba, sino que además compusieron muchos temas, hicieron muchos arreglos. Fueron directores musicales junto con Carlos. Realmente yo me quedé en un rol de intérprete, siempre haciendo mis aportes, elaborando ideas con Carlos, pero nunca compuse un tema ni hice arreglos.
Sí tiene sentido que mi aporte haya sido esa intensidad y ese compromiso físico y emotivo que le he puesto a esa música, porque es mi única manera —por lo menos así lo he sentido yo— de completar el ciclo con lo que a mí me deja esa música.
La música de Síntesis me ha enseñado tanto, me ha depurado tanto el alma, que lo menos que puedo hacer es darle mi 150 % cuando toco.
Estoy seguro de que a Ele y Carlos no les gustaría que yo pensara eso, como si mi único aporte a Síntesis hubiera sido dar brincos en el escenario; para nada, y estoy consciente de eso también. En ciertos momentos he servido como traductor de las ideas de Carlos. En otros momentos he aportado buena energía y organización, algo que se me da muy bien.
Creativamente no fue un grupo en el que yo explotara ni mucho menos; pero sí aporté una nueva manera de tocar y de concebir la interpretación de esos teclados tan antológicos, cimentados por Esteban Puebla, Lucía Huergo, Ernán López-Nussa, Gonzalo Rubalcaba, José María Vitier. Realmente es un legado fuerte, y está fuerte seguir los pasos de todas esas personas.
Yo, sabiendo cuáles eran mis capacidades, le metí por donde pude y lo disfruté muchísimo.
Supongo que tu decisión de irte tuvo que ver con esas inquietudes de componer, y en Síntesis, como mencionas, tenías un papel más interpretativo.
No tuvo tanto que ver con eso. Como decía, la decisión es parte de una serie de decisiones que estoy tomando en mi vida en este punto. Realmente nunca estuve incómodo con ese rol de intérprete, más bien al contrario. Mi faceta creativa podía verterla en otros mundos, como en Ensamble Interactivo de La Habana.
En Síntesis siempre me interesó dominar más la parte interpretativa porque es un mundo al que llegué sin saber absolutamente nada. Ni de la música de Síntesis, ni del jazz, ni de la música afrocubana. En cuanto a interpretación y a como concibo tocar el piano y los teclados, Síntesis me aportó muchísimo.
Yo escuchaba mucho esa música antes de entrar al grupo; pero hasta ese momento, exceptuando mi experiencia como arreglista, director musical y pianista en grupos de trova —como con Ariel Díaz, por ejemplo, con quien he tenido una colaboración muy larga a través de los años—, realmente me había enfocado en música de concierto, composición académica, partituras.
El año que entro en Síntesis, 2014, fue muy importante. Co-creé el Ensemble Interactivo de La Habana, y toda esa parte empezó a fusionarse y empecé a hacer música para danza y para cine de forma más consistente en esa época. Fueron procesos que ocurrieron más o menos simultáneamente, pero definitivamente con Síntesis y el tema de trabajar con teclados, con sintetizadores, la base, el bajo, drum, percusiones y guitarra eléctrica, me influenció muchísimo.
Hoy día, felizmente, siempre que estoy componiendo me encuentro volcando muchos conceptos que aprendí de Carlos y de cómo él concibe la música de Síntesis de manera general. Esos conceptos creativo-estéticos de composición me han influenciado muchísimo.
Ya lo has mencionado. 2014 es un año crucial en tu carrera. Comienzas con Síntesis, co-creas EIH y posteriormente comienzas a componer para danza y cine. ¿Cómo fluyes con todos esos proyectos artísticos en tu vida personal y en tu carácter de compositor?
Comencé a componer en 2005, cuando estudiaba composición con Juan Piñera. Después entré al ISA y me gradué. Diría que hasta 2014-2015, que grabé mi disco gracias a la Beca Conmutaciones que obtuve de la Asociación de Hermanos Saíz y que puedo grabar mi disco de música sinfónica de cámara, Voces del subconsciente, mantuve un rol de compositor más estable. Mientras más me adentré en Síntesis, en Ensemble, cuando empecé a trabajar para Acosta Danza en 2017 y con otros coreógrafos, y empecé a hacer más música para cine y para audiovisuales de manera consistente, me encontré (tiene mucho que ver mucho con por qué estoy tomando estas decisiones) en una faceta creativa puramente colectiva, que fue lo mejor que pudo pasarme en la vida.
Aprender a crear en colaboración con otras personas o para otras personas ha sido mi experiencia más vital como músico y como artista, pero significó zambullirme expresamente en ese tipo de colaboraciones. Música para danza no eres tú solo; estás colaborando con otro creador; con la música para cine es lo mismo. Estás haciendo muchos compromisos, estás modificando tu manera de concebir una estética, un estilo, una música, por el bien común de la pieza coreográfica, del audiovisual, documentales, cortos, lo que sea. Con el Ensemble también es pura creación colectiva.
Todo eso diría que desde 2017 lo que hizo fue distorsionar esa alma, o ese ego necesario para ser un creador individual, un compositor. Me lo distorsioné tanto, que realmente desaprendí cómo hacer música para mí mismo. Ahora me encuentro en un punto en el que he trabajado tanto para otras personas y con otras personas —y quiero aclarar que no estoy cansado de hacer eso para nada—, que desde hace meses tengo muchas ideas, muchas ganas de hacer cosas específicas, y no tengo tiempo.
Las horas que uno necesita para componer una sinfonía, un concierto, no las tuve. En 2020 fue como renacer un poquitico, pero en 2021, que comenzamos a recuperarnos de la pandemia, de nuevo dejé de tener tiempo. He aprendido tanto a crear música y crear arte con otras personas, que ahora siento que tengo muchas herramientas como para traducir lo que tengo aquí en la cabeza, que son mis cosas más privadas, más personales, en música. Pero tiene que ser un proceso individual, por lo menos al principio.
Viéndolo en retrospectiva, he tenido una vida privilegiada en términos de creación musical, porque mejores amigos y mejores músicos uno no puede desear, y aprender de ellos ha sido un privilegio.
Hablemos de EIH. A propósito de “Caracol nocturno”, ¿cuánto hay de composición e improvisación en esa obra y en lo que hacen en EIH?
El Ensamble es el amor de mi vida, es como mi bebé; proyecto que creamos un conjunto de amigos en 2014 y que ha seguido transformándose a través de casi diez años por mucha gente especial. Ahora somos cuatro. Estamos preparando, casi a punto probablemente de separarnos, nuestra primera gira internacional, en Europa, y estamos muy contentos.
Ha sido un viaje fabuloso. Ha sido la mayor escuela que he tenido (espero que Carlos y Ele no se pongan bravos), pero ha sido también distinta en muchos aspectos. Gracias al Ensemble empecé a comprender el propósito de ser músico y ser creador, no compositor. He aprendido tanto sobre música, sobre instrumentos, sobre cómo llevar el acto de la interpretación musical hacia el plano de lo performático, de lo escénico, el arte interdisciplinario… que he sido fotógrafo, compositor, pianista, he escrito. El arte como una sola cosa. El Ensemble en ese sentido ha sido la mayor escuela que he tenido.
Hablando más precisamente sobre “Caracol Nocturno”, un proyecto bastante viejito (tiene como cinco años), fue concebido por Yasel Muñoz, integrante del Ensemble, y por Alexander Diego Gil, un actor y colaborador, que está haciendo filmes espectaculares; un genio.
El proyecto es una de nuestras cimas, nuestro opus magnum, porque representó y juntó en sí todas las maneras de creación que habíamos estado explorando por años. Pura improvisación, más la disciplina que supone tener una persona actuando. Textos de literatura, actuación, música, performance. Todo se juntó, y realmente es una experiencia. Quise hacerla después, en 2021, 2022, pero era muy difícil. Requiere de muchos ensayos, un grupo grande. Ya no éramos tantos en ese momento. Diría que es una de las mejores cosas —si no la mejor cosa— que Ensemble ha hecho.
Todo lo que hacemos está basado en la improvisación. Lo que pasa es que en “Caracol Nocturno” decidimos desde el proceso creativo que lo mejor no era dejarlo al azar todo el tiempo, sino que edificáramos una serie de estructuras generales para cada uno de los tres movimientos o de los tres poemas. Eso nos ayudaba a tener un norte más claro y a poder fluir mejor, porque realmente los textos son muy poderosos. Y también para Alex, el actor, era bueno tener una estructura en la cual basarse para poder dar más de sí mismo.
Otra forma de improvisación que hemos disfrutado y que no hacemos mucho es el soundpainting, que es donde caen todos los espectáculos que llamamos Soundfound, donde dirijo basándome en esa técnica creada por por un artista estadounidense en los 60, diseñada para que hubiese mayor comunicación y entendimiento del fenómeno de la improvisación en el arte contemporáneo experimental.
Gracias a esta técnica, lo que hemos hecho en cada Soundfoun es una especie de taller e invitar a músicos, estudiantes e incluso niños a veces, para que se adentren en el mundo de la música súper experimental, la música libre, pero que les sea fácil, y que disfruten y se diviertan.
Coméntanos sobre la gira que están promocionando en Europa.
Será del 18 de abril al 20 de mayo. Tenemos todo cuadrado, hemos tenido una ayuda inmensa que no sabemos cómo agradecer de nuestra amiga Lea Jakob, música y promotora alemana. Vamos a tocar en ciudades de Alemania, Austria, Suiza y Países Bajos. Más contentos imposible.
En uno de tus publicaciones promocionando la gira dices que esto era lo último de Ensemble…
En inglés hay una frase; es como el Swan Song; los cisnes a punto de morir hacen su último canto y mueren. Lo que pasa con nosotros en Ensamble es que naturalmente ya todos estamos en momentos en los que tenemos que seguir nuestras propias vidas de manera individual. En la práctica se nos va a hacer imposible sostener el proyecto. No es que el Ensemble se va a acabar; el Ensemble es una cosa eterna, porque no es un grupo que requiere de montar una música, de ensayar siete días a la semana ni mucho menos, como otros proyectos, y hay tanto amor y tanta conexión que realmente trasciende fronteras y trasciende el tiempo.
La realidad es que probablemente a finales de este año o el año que viene la mayoría de los cuatro que quedamos estemos concentrados en nuestros viajes individuales. Esta gira representa por un lado algo que nos merecemos, porque nosotros mismos desde chamaquitos hasta ahora de adultos, con todas las personas que han pasado y las que quedan, hemos sostenido el proyecto, pese a perder dinero, a no hacernos nada más ricos, y hacer una música que la realidad es que no es muy apreciada ni muy entendida o comprendida en este país.
Lo hemos hecho precisamente desde la convicción de que sabemos que estamos haciendo un acto artístico necesario, para balancear un poco la crisis que está viviendo la música clásica y la música contemporánea respecto a otras músicas.
Felizmente hemos visto que, aunque sea a una escala chiquitica, hemos tenido impacto por lo especial y único de nuestro trabajo. Esa gira es como como, wow, que bueno que hemos aguantado y que hemos perseverado, porque mira el fruto de nuestro trabajo.
No sabemos qué va a pasar. Pueden pasar cosas maravillosas, quién sabe, pero de manera general estamos viéndola como nuestra última gran cosa. Queremos hacer un último concierto en La Habana, porque es lo que la gente se merece, lo que nosotros merecemos también. Regalarles una última experiencia. Será después de la gira, julio o agosto, nuestro último concierto oficial.
Es un proyecto eterno, no tengo duda de que dondequiera que nos veamos, Sara, Yasel, Mariana y yo, Vivi y Lester que están ya del otro lado, Santiago Luna… dondequiera que nos veamos el Ensemble va a renacer naturalmente, porque fueron muchos años, y no son ya amistades: nos unimos cuánticamente desde la experiencia tan intensa musical que hemos tenido en Ensemble.
Hablabas sobre la crisis de la música clásica, y que realmente no es muy popular en Cuba. Tú, sin embargo, eras el encargado de compartir este género en la Fábrica de Arte Cubano. ¿Lograste hacerlo llegar a un público amplio?
Realmente no ha sido mi responsabilidad. Formo parte de ese mega organismo vivo que es Fábrica, y el honor y la responsabilidad de estar a cargo de esos jueves de Nave 3 fue pasado a mí por Dayana García en 2015. Fue ella quien comenzó programando el espacio.
Creo que sí, que hemos hecho un buen trabajo incorporando esa experiencia de música clásica, música alternativa experimental, música antigua, todos esos tipos de música que han cabido dentro de ese espacio; ha sido fantástico. Un desafío por un lado, pero ha sido fantástico ver el resultado de gente que realmente nunca iría a una sala de concierto a ver música clásica, cómo se sienta y disfruta y toma lo que puede, lo que le resuena, lo que tiene sentido para ellos. Ahí está la magia de Fábrica.
Para mí ha sido un privilegio —como ves, mi vida está llena de privilegios. Soy una persona con mucha suerte, porque, además, desde ahí estamos ayudando a la música clásica, que está embancardísima ahora mismo en este país, por el éxodo de músicos que estamos viviendo, por la falta de oportunidades, por el mercado inexistente, por los conceptos que gobiernan este mundo desde los estratos superiores. Diría que estamos en una crisis y que hay gente combatiéndola, y gente que sigue echando para adelante. Ensemble, agrupaciones, músicos que no se cansan y siguen haciendo lo que pueden, nadando contra la corriente.
Sí hay instituciones como la Uneac, Casa de las Américas, la Fundación Ludwig de Cuba, que nos han dado apoyo siempre, y reflejan precisamente el pensamiento más vanguardistas, más actualizado de cómo concebir la música clásica, la música contemporánea experimental, que no son los que están siendo ejecutados de mayor manera.
Por esas personas e instituciones siempre profesaré un enorme agradecimiento, porque ayudaron muchísimo.
Estás cerrando un ciclo en tu carrera. Concluyes tu etapa con Síntesis, Ensemble. ¿Qué sigue?
Es un fin de ciclo. Estoy terminando compromisos, y quiero que sean los últimos compromisos fijos en buen tiempo. Pero lo mejor que tengo es que a partir de septiembre no sé qué va a pasar con mi vida.
Estoy mitad desubicado y mitad súper feliz de darle espacio a mi yo creativo. Primero que todo, necesito descansar, estoy agotado creativamente. Estoy necesitado de motivación, de inspiración, y lamentablemente este país a mí ahora mismo ya no me está dando todo eso que me hace falta. Necesito lanzarme al mundo y escuchar nuevos sonidos, nuevas voces, conocer nuevas personas, oler, probar, ver, todo. Necesito agrupar nuevas experiencias para darme cuenta de qué es lo que quiero hacer. Entender qué es lo que quiero sacar de aquí dentro y cuáles son las mejores maneras para mí de hacerlo.
Esta etapa que viene a partir del final de este año o el año que viene, para mí es todo un misterio, es como el Ensemble. Uno nunca sabe qué va a pasar. Estoy creando oportunidades y viendo qué se da. Por lo pronto estoy solicitando un máster en Reino Unido. Nunca he vivido un año fuera de mi casa, de mi país, estudiando luego de casi diez años sin estudiar formalmente.
Sería un reto, pero si no se da, afortunadamente hay un proyecto que se llama Ancestros Sinfónico, que es una cosa extremadamente motivadora y de la cual voy a seguir formando parte, no tiene nada que ver que no esté en Síntesis, porque a personas como X Alfonso o como Carlos Acosta, uno tiene que seguirlas, porque son gente que tienen un foco y están iluminando el camino correcto.
Lo que quiero precisamente es no planear mi futuro y dejar que el universo vaya mostrándome caminos y ver cuál es el mejor. Lo mismo me pasó en 2014. Cuando me gradué del ISA no sabía qué iba a hacer con mi vida. Ese año, septiembre de 2013, pensaba: “No sé que voy a hacer; aquí no puedo vivir de compositor, no estoy establecido, no tengo un nombre”… Y de pronto apareció Síntesis, y de pronto apareció Fábrica, y de pronto apareció Ensemble, y de pronto tenía una cantidad de motivación y alegría y ganas de hacer impresionante. Pero no planifiqué nada de eso. Ahora siento que tengo que comenzar desde cero.
Toda esa intensidad que ves cuando toco con Síntesis o con el Ensemble, detrás hay un nivel de estrés y enfoque para que todo salga bien y para dar lo mejor de mí. No lo puedo evitar. Haga lo que haga en la vida, de ahora en adelante, siempre voy a dar mi 100 %, porque es la manera que mis padres me enseñaron. Y la música que escucho y el arte que consumo me enseñó eso también. Gente que se desangraron, se murieron pobres, pero mira los cuadros, las sinfonías que dejaron. Nadie los amaba, deprimidos; pero mira el arte que dejaron. Para mí esa es la mayor motivación, haga lo que haga.