Valió la pena esperar más de un mes por las respuestas de Pepe Rivero (Manzanillo, 1972). Cuando pensé en escribir sobre él quería acercarme a su trayectoria artística y escuchar anécdotas en su propia voz. Pepe es uno de los pianistas más importantes de la música cubana e iberoamericana de los últimos veinte años. Un artista inquieto, celoso de la tradición y, al mismo tiempo, dispuesto a la experimentación, a la búsqueda de nuevos sonidos.
Pepe Rivero es también compositor, arreglista, productor y profesor. Irrumpió en la escena internacional del jazz con éxito y así se ha mantenido en estos años de carrera en los que ha compartido con un numeroso grupo de artistas de renombre internacional como José Luis Perales, Paquito D´Rivera, Marcus Miller, Chucho Valdés, Omara Portuondo, Javier Colina, Ana Belén, Diego “El Cigala”, David Murray, y muchos más.
En casi cinco años acompañó a Celia Cruz en sus conciertos y grabaciones. Junto con esa leyenda de la música mundial actuó en ciudades españolas y fue testigo del magnetismo y la magia que desprendía La Guarachera de Cuba.
“En aquellos años, finales de los 90, comenzó a transmitirse en España el programa de televisión Séptimo de Caballería, conducido por Miguel Bosé y con actuaciones en estricto directo. Celia fue invitada y entre los músicos que la acompañaron estaba yo. Casi todos éramos muy jóvenes y aquello despertó su interés”, cuenta.
“Al llegar al estudio, preguntó a Bosé muy discretamente y en tono jocoso ‘de dónde habían sacado aquel círculo infantil’ y después de sonar el primer tema empezó a aplaudirnos. A partir de ese momento nos convertimos en ‘sus niños’. Era como una madre y cuando salía a escena se transformaba: como si la música entrara en su cuerpo y la poseyera. Era increíble la energía que transmitía a todos los que nos encontrábamos. Me pongo un poco triste recordando aquellos momentos”, rememora.
Los más entendidos en materia musical aseguran que Pepe tiene la virtud de extrapolar un ritmo y articular un nuevo cuerpo, engendrando una estructura sonora diferenciada que da pie a nuevas variaciones.
Homenaje a la trova
Hace unos meses Rivero presentó Piano y trova, un proyecto largamente acariciado. En las notas para el disco la musicógrafa e investigadora Rosa Marquetti asegura que se trata, ante todo, de “una declaración de fe al legado musical de su natal Cuba y a la capacidad de esa música de traspasar fronteras, conquistar nuevas latitudes y permearse de disímiles influencias manteniendo incólume su esencia”.
En 2022 el pianista fue seleccionado por Miguel Ángel Marín, director del programa de música de la Fundación Juan March, para representar desde el piano el legado de la vieja y nueva trova cubana en el ciclo Clásicos de la canción latinoamericana. Justamente, el álbum recoge una selección de aquel concierto de Pepe con notable éxito de público y crítica.
“Hace tiempo en la compañía Universal Music Spain me habían propuesto hacer un disco a piano solo, pero yo aún no lo sentía, porque creía que debería de ocurrir de manera natural y con algo que me motivara. Tuve la suerte de contar con Javier Monteverde como ingeniero de sonido y con él comparto la producción del disco”, dice y añade:
“El título surgió a raíz de una conversación con mi gran amiga Rosa Marquetti, quien también escribió unas maravillosas notas. Cuando se habla de trova, el instrumento que nos viene a la cabeza es la guitarra; en este caso he querido, a través del piano, homenajear a estos grandes compositores y compositoras de esas canciones que están en la historia de nuestra música”.
Piano y trova es un tributo a la pianística cubana donde son innegables la herencia y el legado de Manuel Saumell, Ignacio Cervantes, Ernesto Lecuona, Bebo Valdés, Felo Bergaza, Peruchín, Frank Emilio, Chucho Valdés, Gonzalo Rubalcaba, entre otros.
“Es un homenaje o, diría mejor, un buen motivo para recordar de dónde provengo. Manzanillo es una ciudad de grandes e importantes trovadores. Tuve la suerte de escuchar en un par de ocasiones a Carlos Puebla”, confiesa.
“Tristeza“, “Perla marina“, “Olvido“, “Veinte años“, “Longina“ y “Convergencia“ son algunos de los clásicos incluidos en Piano y trova donde el pianista, precisa Rosa Marquetti, “evidencia el modo en que composiciones de tal complejidad armónica y lirismo pueden transgredir las fronteras del tiempo y validar su innegable permanencia aun prescindiendo de sus textos de alto valor poético”.
Herencias
Manzanillo ocupa un lugar especial en la vida de Pepe Rivero. No es solamente su ciudad natal, es además el lugar en que descubrió la maravilla de la música, gracias a su familia y sus profesores.
¿Desde cuándo no visita Manzanillo?
Hace más de catorce años. Manzanillo es la ciudad en que nací y sí, allí fue donde descubrí este mundo. Provengo de una familia de músicos: mi padre, mi tío, mis primos hermanos… Desde que era muy pequeño lo primero que escuché fue a mi padre, José Francisco Rivero Gonzáles, tocando el saxofón, la flauta o el clarinete; o a mi tío Pedrito Rivero Gonzáles cantar en la Orquesta Original de Manzanillo, de la cual fue fundador, así como a Wilfredo Naranjo (Pachi) tocar el piano; o a mi primo hermano y gran pianista Pedro Rivero Ruiz.
También recuerdo escuchar a mi padre transcribiendo solos de Paquito D´ Rivera del disco Misa Negra de Irakere que, sin duda, marcó un antes y un después en la música cubana, liderado por el maestro Chucho Valdés quien ha sido y es el pianista que ha influenciado e inspirado a todos los pianistas cubanos de muchas generaciones dentro y fuera de la isla.
Casi todos los artistas tienen sus referentes antes de encontrar un camino original. ¿Quiénes fueron los suyos?
Chucho Valdés fue el primer pianista que escuché en discos. Verlo tocar en la televisión fue y sigue siendo impresionante y magistral; despertó mi interés por la improvisación y el jazz.
Más adelante, cuando me traslado a la bellísima ciudad de Camagüey para continuar mis estudios de Nivel Medio en la escuela José White, el primer pianista que pude ver muy cerca fue Miguel de Armas, a quien admiro y quiero muchísimo. Miguel me enseñó los primeros acordes y me dio consejos para improvisar. Nunca olvidaré un libro del pianista de jazz Oscar Peterson que me dejó durante un buen tiempo para que lo estudiara. En esa época nadie te dejaba un libro como ese, era oro en estado puro y él lo compartió conmigo.
En Camagüey vivía otro gran pianista: Gabriel Hernández, el líder de un cuarteto increíble llamado Fervert Opus, con músicos magníficos como Alfred Thomson (saxo), Mauricio Rodríguez (bajo) y Moisés Porro (batería). No faltábamos a una sola de sus actuaciones y tuve la gran suerte que dos de sus integrantes, Moisés y Alfred, también fueran profesores en la escuela.
¿En su tiempo se prohibía interpretar música popular en la escuela?
Por suerte viví otra etapa, o por lo menos en las escuelas donde me formé la música popular cubana y el jazz americano no estaban prohibidos. Sin embargo, sí ocurrió en los comienzos de las escuelas de artes.
El jazz no tiene prejuicios
Después de terminar sus estudios, Pepe Rivero comenzó a inclinarse hacia el jazz, aunque el gusto por este género viene desde mucho antes.
¿Por qué el jazz?
Realmente mi inclinación hacia nuestra música cubana y el jazz venía integrada desde muy pequeño, aunque debo de reconocer que mi formación dentro de la música clásica europea ha sido fundamental y me apasiona. De eso se encargó mi primera profesora de piano, Ana María Sauborín, quien me motivó y formó muy bien en esa primera etapa.
Debo ser justo y mencionar la Escuela Elemental de Música Manuel Navarro Luna, de Manzanillo, de donde han salido grandes músicos y allí tuve muy buenos profesores en todas las especialidades. Creo que es importante para cualquier músico tener esa formación, independientemente del camino que decida tomar.
Mira, la música es una sola, es indivisible. Se habla de lo “clásico” y de lo “popular” y yo prefiero hablar de los géneros que debes interpretar según la tradición. No me considero un jazzista, soy simplemente un músico al que le apasiona la música, venga de donde venga. El jazz no tiene prejuicios y comparte los colores y sonidos de todas las culturas a través de la improvisación.
En mi caso, todo ocurrió de manera natural, de la misma manera que actualmente me intereso por otras músicas y tradiciones, por ejemplo, el flamenco. Obviamente, viviendo en España y trabajando con grandes figuras me motivo a seguir aprendiendo en este camino infinito de la música y el arte en general.
¿Había actuado con otras agrupaciones en Cuba antes de llegar a España?
El primer grupo con el que trabajé cuando llegué a La Habana y siendo estudiante en el Instituto Superior de Arte fue con el de Argelia Fragoso. En esa etapa también formamos un quinteto de jazz con Román Filiú (saxo), Alexander Brown (trompeta), Omar Rodríguez Calvo (bajo) y Dafne Prieto (batería). Fuimos seleccionados para tocar en el Festival Internacional Jazz Plaza, que tenía un día especial dedicado a las jóvenes agrupaciones del momento.
Salí de Cuba por primera vez a Italia con un grupo que se llamaba Son Osaim; tuvimos mucho éxito. En aquellos momentos cursaba el tercer año del ISA y, aunque hubo propuesta de trabajo, decidí continuar con mis estudios. Luego trabajé como pianista con Jorge Luis Rojas “Rojitas” y su orquesta en los comienzos. Después trabajé con Issac Delgado, tocando los teclados en lugar de Boris Luna, que pasó a Los Van Van de Juan Formell.
Cuando Issac Delgado se fue a España comencé a tocar el piano en Cuba con Paulo FG. Fue uno de los mejores momentos de la banda, del que nació el disco Con la conciencia tranquila. Fue una experiencia increíble, junto a músicos extraordinarios con los que coincidí y que hoy son referencia internacional; entre ellos Alexander Abreu, quien me recomendó, junto con Julito Montalvo, para que me escucharan. Estuve un tiempo muy corto con Paulito FG porque regresé al grupo con Isaac.
¿Cómo fueron sus inicios en Europa?
Sinceramente me considero afortunado. En el momento que decido quedarme a trabajar en España la banda que acompañaba a Isaac fue contratada por una discográfica llamada BAT Discos; ellos nos propusieron ser los músicos de Celia para todas sus grabaciones y producciones. En esa época también creamos el grupo Son la Clave, liderado por el gran Alain Pérez, con quien trabajé como pianista durante un largo período.
Más adelante conocí a Bernt Lierhouse, quien fue el productor de mis dos primeros discos: Pepe Rivero & Friends y Pepe Rivero Tonight Latin. Ambos salieron al mercado con Universal Music Spain, sello discográfico con el que fueron publicadas otras producciones mías como Los boleros de Chopin y el álbum doble Monk & The Cuban Rumba.
Mucho por descubrir
Hace más de veinte años Pepe Rivero es profesor de la conocida Escuela de Música Creativa de Madrid e imparte clases en la Universidad Alfonso X El Sabio en la misma ciudad. Sobre su labor docente, señala:
“Es un campo que siempre me encantó, desde que impartí clases en el ISA y en la Escuela Nacional de Arte (ENA) en Cuba. Aquí en España seguí esa vocación por la enseñanza, a la que he dedicado muchos años. Me enorgullece haber sido profesor de muchísimos alumnos que hoy están haciendo una carrera increíble. Pero soy un músico activo y no solo me dedico a la pedagogía, aunque son dos campos que parecen diferentes, pero se complementan. Me encanta el escenario, compartir con el público”.
Usted ha tenido el enorme privilegio de trabajar con grandes figuras de la música dentro y fuera de España…
Sí, ha sido un gran aprendizaje. Por ejemplo, trabajar con un artista y ser humano excepcional como el maestro José Luis Perales. He sido su director musical y la experiencia ha sido algo maravilloso. Uno se queda sorprendido cuando comparte con sus ídolos o cuando empieza a formar parte de su círculo de amigos. Cuando estrené el disco Piano y trova, por ejemplo, Perales estuvo presente y eso me provoca tremendo orgullo y agradecimiento.
También he trabajado con Lucrecia, una cantante, compositora y música increíble. Con Lucrecia estuvimos nominados a los Latin Grammys con el disco Álbum de Cuba, producido por Óscar Gómez y en el que Alain Pérez y yo hicimos los arreglos. Con Enrique Heredia “Negri” grabamos el disco Bolero solo, a piano y voz. Conocer personalmente y durante varios años al maestro Armando Manzanero fue otro regalo de la vida, o al panameño de madre cubana Rubén Blades, quien ha tenido el detalle de recomendar Piano y Trova en sus redes sociales como un disco para escuchar.
Con mi querido y muy admirado Paquito D’ Rivera fui nominado a los Latin Grammy por un disco llamado Paquito D´Rivera & Pepe Rivero Live in Barcelona. Más adelante participé como pianista invitado en el disco de Paquito Jazz Meets the Classics grabado en directo en el famoso Club de New York Dizzy Coca-Cola, con el que ganamos el Latin Grammy (2015). En ese material aparece un tema mío dedicado al gran y único Bebo Valdés “El Caballón” y así, otros artistas inmensos.
Nuevo día, nuevos ritmos
En marzo de 2022, Pepe se unió a la conocida cantante gitana Alba Molina, hija de Dolores Montoya y Manuel Molina, precursores del nuevo flamenco en España y conocidos como Lole y Manuel. Junto con Alba presentó el disco Nuevo día, grabado en vivo en el prestigioso club de jazz madrileño Recoletos Jazz y donde ofrecen nuevas versiones de algunos temas famosos del dúo Lole y Manuel.
“Alba se puso en contacto conmigo y me preguntó si quería hacer este repertorio. Esto era algo muy personal, siento respeto hacia el flamenco”, dijo Pepe a la prensa española, que se ha hecho eco de la colaboración entre la aterciopelada voz de la sevillana y la maestría del cubano.
¿Qué le falta por explorar a Pepe Rivero?
Me faltan muchas cosas por descubrir. Siempre me llaman para colaborar con otros artistas y eso me motiva. Esto es una carrera sin fin y hay mucha música y músicos con los que me gustaría compartir escenario, así como otros proyectos que tengo en mente para un futuro no muy lejano. Piano y Trova es parte de una trilogía dentro del formato a piano solo. Es un universo para seguir explorando y por el que siento mucho respeto, pero a la vez mucha libertad.