El flamenco es una emoción, solía decir Paco de Lucía y el público asistente al reciente concierto homenaje a su figura en el Teatro Nacional, lo pudo sentir de manos de Reynier Mariño y su grupo.
Mariño es un excepcional guitarrista flamenco. Su dominio del instrumento es relevante más aun si tenemos en cuenta que se trata de un músico nacido del otro lado del Atlántico de donde nació este género andaluz en el siglo XVIII.
Egresado de guitarra en los conservatorios académicos de la enseñanza artística cubana, este intérprete ha recibido clases con grandes figuras internacionales como Tomatito, Gerando Núñes, Manolo Sanlucar y otros, logrando reconocimientos y una interesante proyección internacional.
Desde que irrumpiera en la escena nacional como primera guitarra de la compañía Lizt Alfonso, ganó gran aceptación y popularidad a pesar de que el flamenco no es precisamente uno de los géneros preferidos por el público cubano.
Trabaja y reside en España desde 2006 aunque regresa a La Habana cada año. Se presenta en diversos escenarios de la geografía cubana con su grupo como parte de sus reiteradas giras nacionales. “Cuando estoy más de un año sin ir a Cuba me falta el oxígeno. Cuba es mi vida y su público, el más especial del universo”, expresó.
Durante la presentación junto a su grupo, una veintena de temas fueron interpretados y entre acordes y pasión transcurrió la noche de homenaje al gran maestro Paco de Lucía, fallecido a principios del pasado año.
De Lucía, según cuenta, fue su primer referente y quien le abrió las puertas a este género. “No podía dejar de rendirle tributo como antes lo había hecho con Federico García Lorca”, declaró el instrumentista a OnCuba cuando llegó hasta los camerinos de la Sala Avellaneda minutos antes del concierto.
¿Por qué se decidió por el flamenco?
Descubrí el flamenco con dieciséis años. Fue hace mucho tiempo cuando tocaba en el restaurante El patio, en la Plaza de la catedral y un español que me escuchó tocar me regaló un casete de Paco de Lucía. Al escucharlo me enamoré perdidamente del género, nunca más quise tocar otra cosa. A este señor nunca más le volví a ver pero le estoy eternamente agradecido.
Alma gitana, su debut fonográfico, fue el primer disco de flamenco que se grabó en Cuba ¿Cómo recuerda esta experiencia?
Siempre estaré muy agradecido a la EGREM y a la Asociación Hermanos Saíz por haberme dado la oportunidad. Luego hice otros discos pero ese sin dudas es y será el más especial de mi vida por lo que simboliza. Representa un inmenso privilegio para mí el haber sido el pionero en grabar un CD de flamenco cubano en mi país.
¿Cuánto considera que ganó y perdió al decidirse ir a vivir a España?
A veces pienso que dejé atrás el fructífero proyecto que llevaba aquí pero todos los años regreso a mi querido país y comparto con mi público de siempre, dando lo mejor de mí. Creo que de no haberme marchado hubiera logrado muchas cosas pero también pienso que si aun viviera a aquí no estaría haciendo las enriquecedoras giras y presentaciones que realizo por diversos países. Porque desde Cuba comercializar y promocionar el flamenco es más complicado que desde España. Pero sin dudas yo soy cubano y amo a mi gente y a mi tierra. Actualmente mi estatus migratorio es como artista residente en el exterior. Cuando salí de Cuba lo hice con un permiso del entonces Ministro de Cultura Abel Prieto, que me permitía estar en el extranjero sin tiempo límite de estancia y entrar y salir sin problemas, a cambio de que apoyara cualquier acción cultural cubana que se hiciera allá. En España represento a nuestra cultura y bebo de las raíces del flamenco directamente.
¿En qué formatos suele presentarse?
Tengo varios formatos. Sin exageraciones, soy el único guitarrista en Las Palmas de Gran Canaria que llena el Teatro más grande, o que hace conciertos masivos en medio de la playa de las canteras con la comunidad gitana. Además de Canarias he podido ir a festivales y giras por buena parte de Europa y África. En América a donde más vamos es a Argentina y sobre todo a Uruguay, donde me siento como en Cuba. Allí la gente me ve como uno de ellos. Pudiera afirmar que después de Canarias donde más público me sigue es en Montevideo y en Cuba, por supuesto.
¿Cómo recuerda a Paco de Lucía?
Mi primer encuentro con él fue en el teatro Benito Pérez Galdós, de la capital Gran Canaria, y una de las cosas que más me asombró de él, tanto al terminar su concierto como luego en la calle, cuando salimos juntos, fue su humildad. Recuerdo que solo hablaba de su familia, de su gente, me preguntaba por Silvio y por gente que él conocía de Cuba y el rato que tocamos, de descarga, pues no fue nada formal, lo hacía muy sutilmente, como si fuera un obrero que toca guitarra para entretenerse. Su trato con la gente era cariñoso, muy sencillo y afable. Otro de esos grandes momentos con él y una de las más gratas experiencias de mi vida fue la de pasar una noche entera en una fiesta en un sitio en Las Palmas que se llama El Malecón de La Habana tocando con Paco. Tocamos juntos, él con una guitarra y yo con otra. Era un artista de verdad, de alma. Su ejemplo me acompaña y me inspira.
Soy mexicana y estuve en ese concierto que fue fabuloso. Hoy me encuentro en una sala de conciertos en México asistiendo al Clazz Continental Latín Jazz y el programa es el grupo Herencia, músicos de Paco de Lucia y no pude evitar recordar el excelente concierto de Mariño este enero pasado. Felicidades