I
Era el invierno de 1997 en La Habana —prefiero decir “invierno“ que “finales de enero” en Cubita monoclimática, porque voy a hablar de poetas— y se anunciaban dos conciertos de Joan Manuel Serrat de su gira “A vuelo de pájaro“ en el capitalino teatro Karl Marx. Domingo 26 y lunes 27 de enero.
Estuve cerca del teatro en una noche previa y aluciné con la cola para las entradas, con pase de lista —me recordaba mi infancia y las colas de entonces para comprar juguetes, ahora me recuerda las de hoy, nada poéticas.
Es que el “noi del Poble Sec” hacía 15 años que no visitaba la Isla. Después de sus giras en el 73, 74, 76, 78 y 82 nos había dejado fuera de su bitácora dizque por desavenencias con Cubartista, agencia que se encargaba de la organización de eventos internacionales.
Al no conseguir entradas me fui temprano al teatro a ver que podía “resolver” con los amigos. Y fueron los muchachos de la AHS los que me regalaron dos invitaciones. Mientras estaba en el lobby escuchaba la prueba de sonido y coqueteaba con la idea de colarme a ver cómo era un ensayo de categoría. Y en eso salió Amaury Pérez.
Después de saludarnos me preguntó:
— ¿Conoces al Nano?
— No personalmente, le respondí.
— Ven, que te lo presento.
Seguro que a Amaury lo animaba el hecho de que fue Carlos Puebla quien le presentó al catalán durante un ensayo en 1974. Fue una presentación formal, rápida, él de paisano subido a su plataforma, yo de 37 años frente a un emblemático tótem. Siempre he dicho que “técnicamente” he compartido escenario con Joan Manuel Serrat.
Llegué a tiempo y sin apuro al teatro con mi novia Gabriela Lamonega, de visita en Cuba después de 23 años y contentísima de ver a Serrat de tan cerca y gratis. Las entradas eran para las primeras filas de la platea alta, donde se sientan “los dirigentes”, pero había poco de ellos y sí mucha gente del gremio: actores, artistas plásticos, escritores y la trova en pleno.
Me senté al lado de Mónica y Santiago. Sabía que mi zurdo amigo era un serratiano empedernido y muchas veces animamos tertulias con “En tránsito“. Nos disputábamos siempre cantar “Una de piratas“, reconozco que en la parte que dice “…cuando los piratas son hombres enamorados de una piel que huele a jazmines” su voz alcanzaba tales niveles de calco, remedo y fusilamiento que desataba la hilaridad y el asombro.
Para pincharlo un poco le dije que me lo habían presentado y que él mismo me había dado las entradas. Mutis.
El concierto comenzó con “Cantares”, pero no me sonaba al Serrat clásico, se extrañaba a Ricard Miralles, con la alineación de Jordi Clua, Francesc Rabassa y Josep Maria Bardagí. Me sobraba aquel teclado envolvente y los malabares del percusionista. Lo comentaba con el Santi y concordábamos.
“Pequeñas Cosas”, “Lucía” con bongó, “Poema de Amor”, “La Paloma”, “Las Moscas”. Nos la sabíamos y las cantábamos.
Llegó el primer invitado, Amaury Pérez, para cantar “No hago otra cosa que pensar en ti”. Mientras yo tarareaba aquello de “…para alabarte y para que se sepa…” de reojo veía la faz grave y hermética de mi amigo, y sospechaba lo que pasaba.
Luego “Vencidos”, “Para la Libertad”, “Benito”, “Mediterráneo” y el Santi seguía absorto, colgado de un sueño, discurriendo melancólico que toda su vida se había preparado para un momento así. Se moría de ganas de subir al tablao, como Curro “El Palmo”, como el sacristán de Pueblo Blanco, como el Tío Alberto…, en un “levante otoñal”.
Joan Manuel invitó a Carlos Varela a cantar “Esos locos bajitos”. A mitad de la canción, espetó: “voy a fumar”. No regresó.
II
Me fui del Karl Marx ese día con invitaciones para el siguiente. Era un lujo catártico para compensar los años de ausencia, y porque siempre tengo la sensación de que algo me puedo perder, —Les Luthiers hizo 5 presentaciones en Cuba, dos en el Mella y tres en La Avellaneda; yo estuve en las 5—.
Un tremendo ambiente, nuevas caras del gremio, otras repetidas, el teatro de bote en bote, “la aristocracia del barrio” o como diría el poeta “lo mejor de cada casa”.
Aunque sentida, no me extrañó la ausencia de Santiago.
Jolgorio, confabulación, cantos corales, jaleo, juerga, bulla.
Entra la quinta canción e identifico el toque de congas del día anterior del venezolano Fermin Villaescusa, y el sutil obstinato1 del hi hat 2 del uruguayo Guillermo McGill a 6/8. Me lo confirma el añejo riff 3 que repite al piano el argentino Horacio Icasto. Se trata de “Mediterráneo“.
Serrat toma la guitarra de su atril y acompaña con el clásico Am Bm4.
Silvio Veloso, el eterno jefe de escena del Karl Marx, coloca un micrófono y justo detrás por la pata izquierda sale Santiago Feliú. El público aplaude y Serrat está evidentemente sorprendido. No entiende qué pasa. El Nano se acerca al Santi e intercambian unas palabras. Gabriela y yo vamos de la risa a la estupefacción. Hay cierta tirantez que se disipa con la entrada del Zurdo.
“Quizá porque mi niñez sigue jugando en tu playa…”, y la cara de Serrat es un poema que va desde el pasmo escéptico al alivio, luego a la alegría y a la complicidad, es más, el tempo le parece lento e insta a su banda internacional a que aceleren. Mientras tanto Santi hace de las suyas y remata su primera intervención improvisando sobre el texto original, mirando al catalán enfatiza: “…y amontonado en tu arena, trae amor, dudas, locuras y penas, él”.
Cuando entra Serrat ya se ha producido el milagro, hay risas y guiños y se miran y se tocan y son secuaces de lo imprevisto ante el abarrotado auditorio.
Gabriela y yo estamos al borde del delirio.
Hay voces al unísono y originales segundas por arriba y por abajo. Hay gestos del Santi que recuerdan al Serrat joven e impetuoso. El Nano le cede el último tramo y vuelve a personalizar la letra: “tu cuerpo será camino, le dará verde a los pinos y amarillo a las genistas”.
Por cierto, en la época de escasos diccionarios Larousse e inexistencia de Google, genista —usada en singular en Mediterráneo— fue para nosotros un misterio impronunciable que sustituíamos por “cenizas”, aunque estas no fueran amarillas. Otro tanto nos pasó con scalextric, pero eso es para otra historia, y volvamos al millor Serrat y al zurdo Santiago.
Al final del tema la alegría de Serrat es inocultable. Se abrazan, vuelven a intercambiar secretos, tal vez “paraules de amor“, agradecimientos, la dirección del ágape post concierto, pero sobre todo, hay mucho que celebrar.
Lo acompaña hacia la pata izquierda y el gentío los aclama. El teatro está de pie. Una ensordecedora voz femenina grita “¡Bravo Santi!”.
Gabriela y yo brincábamos porque habíamos padecido su angustia el día anterior. Celebrábamos su euforia, su éxito. Aunque también disfrutamos la participación de Amaury Pérez y Carlos Varela, lo de Santiago tuvo el extra de lo impredecible.
El resto de su vida El Santi siguió haciendo sus salidas oportunas, tocadas por la vara del talento y su ángel irrefrenable.
Pero sobre aquella varias preguntas me daban vueltas en la cabeza. ¿Cómo fue que llegó a Serrat? ¿Fue un complot aquella salida? ¿Y quiénes fueron los complotados? ¿O pidió licencia para hacerlo? ¿Qué secretos se soplaron al oído aquella noche?
Con el tiempo conseguí algunas respuestas, algunas coincidentes, algunas contrapuestas y otras verdaderas leyendas urbanas. Puedo llegar a un consenso y contárselas. ¿Pero valdrá la pena? ¿Es necesario un epílogo?
Notas:
1 El ostinato es una técnica de composición que consiste en una sucesión de compases con una secuencia de notas de las que una o varias se repiten en cada compás.
2 Instrumento musical que forma parte de la batería.
3 Un riff es, a grandes rasgos, una línea melódica de acompañamiento de uno o dos compases que acompaña a una canción, ejecutado principalmente por la guitarra.
4 Letras que identifican notas musicales: La Menor (Am) y Si Menor (Bm)
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Nota de la editora: Este artículo es el primero de una serie escrita por Frank Delgado para OnCuba como homenaje a los 60 años del trovador cubano Santiago Feliú (29 de marzo 1962-12 de febrero 2014).
A medida que leía me imaginé que SANTI cuando desapareció era para subir a cantar con Serrat, que inmenso SANTI!!!!
Frank:
Muchas gracias por compartir esta anécdota tan interesante, matizada por tu estilo que incluye siempre el humor, la profundidad intelectual y una manera muy particular de describir y narrar los sucesos.
Santi y tú para mí son paradigmas.Cada uno con su sello, son parte esencial de la banda sonora de mi vida.Recién he vuelto a escucharlos y es placentero reencontrar nuevos matices a “viejas canciones” que escucho hace muchos años.
Soy nacido a finales de los 80s.Evidente no asistí al concierto de Serrat y no pude estar allí para deleitarme con ese momento único que quedó plasmado en el video.Gracias sinceramente por traernos al presente aquellos instantes.
Me he emocionado mucho. Gracias por compartir este recuerdo. Un lindo homenaje a Santi
Me he emocionado mucho con este recuerdo. Gracias por compartirlo. Lindo homenaje al Santi
Sencillamente divino. Que pena su muerte.
Muchísimas Gracias Frank.por este maravilloso Documento .yo conservo sus discos y también fui a su recital que brindó en San Martín de los Andes.Neuqen Argentina.y que fue maravilloso escucharlo.Abrazo desde Argentina.