Siempre al borde de los estereotipos que pueden perseguir a cuatro cantantes cubanas, cuyo trabajo vocal, calidad artística y rigor a la hora de escoger su repertorio, han sido más notables que sus esbeltas figuras y belleza tan sobria como natural; ahora las integrantes de Sexto Sentido conducen la carrera musical del grupo por terrenos más inciertos y movedizos.
Tras discos iniciales como Bossa cubana (2003) y Mi feeling (2006), han extendido sus intereses hacia otros géneros e, incluso, se lanzaron al ámbito de la composición con The way (2011). Aquel ensanchamiento de sus perspectivas continúa este año con la producción Brujas, que sorprende al público local después del regreso del cuarteto, provenientes de una gira por Europa donde se comenzaron a conocer los temas de este fonograma.
Inconfundibles, gracias a ese estilo tan propio a la hora de grabar o cantar en vivo agraciadas armonías a cuatro voces, el cual otorga calidez a la par que fuerza expresiva a composiciones que van desde el jazz hasta el R&B; y luego del éxito que significó el tema Guajiros, Arlety Valdés, Karla Vicens, Wendy Vizcaíno y Yudelkis Lafuente se sumergen en otra zona de la música popular con el fin de explorar nuevas posibilidades que consideran tan válidas como las anteriormente defendidas por ellas. Lafuente, directora del grupo musical cubano, conversa con OnCuba:
¿Por qué el disco viene acompañado de una nueva imagen y una nueva proyección escénica?
La nueva imagen se debe al tipo de género que estamos utilizando, que es una mezcla de pop con música electrónica; se puede llamar pop electrónico, aunque en nuestro caso fusionamos distintas canciones con el R&B, con géneros caribeños, con muchas otras cosas.
Creo que el mundo de la electrónica y el pop lleva una imagen muy diferente a lo que es el jazz y el tipo de música que nosotras hacíamos antes del disco Brujas. Es simplemente un cambio por este disco, para estar a tono con el trabajo que estamos haciendo ahora y que vamos a defender.
¿No les parece demasiado arriesgado?
Sí, siempre es un riesgo, todo cambio así siempre es un riesgo; pero en tantos años trabajando hemos aprendido que hay que arriesgarse a veces, y nosotros hemos sufrido cambios mucho más importantes que cambiar de género. Por ejemplo, hemos cambiado algunas chicas y creo que eso es súper importante. Al principio pensábamos que no iba a poder ser, que era casi imposible pero no, nos fue y fue muy bien. Creo que nos aportó mucho. Entonces, ¿por qué no cambiar?
Además, es una carrera larga y pensamos todavía seguir haciendo música. Esto es simplemente una etapa que queríamos desarrollar hace rato, teníamos pendiente hacer algo mucho más comercial.
Este riesgo supone, por supuesto, sacrificar algunas cosas en pos de alcanzar otras, ¿cuáles son las que sacrifican y cuáles las que quieren alcanzar?
Yo creo que la idea es sacrificar lo menos posible, en el sentido de que mientras estamos haciendo este disco, a la par vamos a estar haciendo la otra parte de Sexto Sentido. Por ejemplo, para el espectáculo Noche de brujas tenemos que trabajar muchísimo porque como no es lo que habitualmente hacemos; o sea, lleva un trabajo coreográfico y pensar en un espectáculo.
Sin embargo, en otros espacios nos presentamos con algo más parecido a lo que hacemos normalmente y así mismo vamos a estar presentando el disco The way, que es muy bonito también, del cual se conocen solamente Guajiro y Angry boy, pero que incluye muchas otras canciones lindísimas, que tienen más de jazz.
La idea es repartirnos y hacerlo todo. Probablemente uno de los dos trabajos siempre nos lleve más tiempo que el otro, pero eso lo vamos a ir determinando en el camino.
Entonces, ¿entre las cosas a sacrificar no está el prestigio y el sello de calidad que siempre ha significado Sexto Sentido?
No, para nada.
Sin embargo, ¿no temen un poco a perder esa autenticidad y llegar a parecerse demasiado a grupos que ya están más posicionados?
Realmente la competencia es muy grande, pero también en el otro trabajo que nosotras hacemos la competencia es durísima internacionalmente y al final, por ejemplo, hay gente que ha escuchado el disco –gente que escucha habitualmente este tipo de música– y se dan cuenta, nos dicen: “pero en las voces se nota que son ustedes”. Y eso para nosotras es un alivio y es algo que nos quita un poquito el miedo.
Si te pones a escucharnos bien en Brujas, somos nosotras; porque el trabajo vocal –aunque no es complejo– está presente. No tenemos miedo, ninguno… simplemente hay que divertirse y hay que tratar de hacer cosas un poco más comerciales también; porque, incluso, para nuestro desarrollo artístico a veces hay que hacer cosas que reporten económicamente mucho más y a la par poder hacer lo que más nos gusta.
Según dices, en los géneros que normalmente se mueve Sexto Sentido, hay una fuerte competencia a nivel internacional; en cambio, a nivel nacional ustedes eran casi exclusivamente las representantes del formato cuarteto vocal, el cual ya prácticamente no existe… ¿qué le queda al público nacional que gusta de esa música?
Yo creo que el público que conoce a Sexto Sentido, es muy abierto. Son gente culta, comprensiva, de alguna manera.
Nosotras tenemos una edad en la que podemos todavía darnos ese gusto, de cambiar un poquito e intentar cosas nuevas. No creo que el público de los discos anteriores va a sufrir tanto, porque pretendemos mantener los dos trabajos. Y tenemos que trabajar mucho más duro en Brujas porque, al final, cada vez que alguien nos llama es para hacer las cosas anteriores y en estos momentos somos nosotras las que tenemos que lograr que otro público también escuche nuestra música y nos conozca de otra manera.
Es abarcar un poco más, luchar para obtener un espacio entre este tipo de público que consume más el pop electrónico. Yo sé que va a ser una carrera difícil y va a ser complicado de lograr, pero tenemos que defender el disco que hicimos. En definitiva, esta música que estamos haciendo ahora es para las grandes masas. No es como el jazz, el R&B, que tienen un público más pequeño, incluso a nivel internacional.
Así que yo creo que el público no se va a poner bravo ni celoso por eso; porque además vamos a seguir haciendo lo que hacíamos, vamos a mantener las dos cosas.
Entonces, evidentemente ¿ustedes van a volver en próximas producciones a esos géneros y ese estilo que las identificaba y a los que el público habitual les tiene –digamos- más cariño?
Sí, claro. Es que llevamos muchos años haciendo un trabajo vocal más completo y ahora nos estamos elevando de otra manera. Pero claro que vamos a volver, y con sinceridad no sabemos en el próximo disco qué vamos a hacer exactamente; pero lo que no quisiéramos es quedarnos en una misma línea, queremos explorarlo todo y satisfacer también nuestros gustos.
El trabajo vocal tiene esa ventaja: que cabe muy bien con todo tipo de cosas. Tú lo puedes poner en el jazz, lo puedes poner en el R&B, y puedes ponerlo en la música yoruba. Ahora, por ejemplo, hicimos un tema, un Canto a Elegguá, y lo armonizamos, hicimos un arreglo vocal bonito, y tuvo tremendo éxito en Facebook, en Youtube… O sea, que ese es uno de los proyectos que nos falta por hacer. Nos falta por hacer un disco a capella. Todo el mundo a veces nos identifica con un grupo que canta a capella, y nosotras jamás lo hemos hecho… quizás una o dos cosas, casi siempre por encargo. Y a la gente le ha gustado, porque oír las voces solas es muy gratificante.
Tenemos que trabajar muchísimo porque no queremos quedarnos quietas.
¿Se puede decir que el trabajo que ustedes hicieron para el disco Revolution (2009) es el antecedente de este Brujas?
Yo creo que Revolution despertó dentro de nosotras el bichito de la electrónica y todo este mundo que realmente nosotras no conocíamos bien y que, de hecho, todavía estamos por conocer. A partir de Revolution nos dimos cuenta que la mezcla de las voces con un bit tiene mucho potencial para hacer un hit, algo que la gente siga. Por eso decidimos hacer este disco solamente con bit, sin músicos en vivo ni nada.
¿No se plantearon incluir instrumentos acústicos, trabajar un poco más la orquestación… elementos que en el disco Revolution se explotan un poco más?
Ese fue un disco que se grabó con muchos músicos cubanos y a nosotras nos llamaron e hicimos tres o cuatro canciones. Eso fue hace algunos años. Después de haber grabado, empezamos a buscar más información sobre quiénes eran los productores y nos dimos cuenta de que eran gente muy famosa, muy reconocida internacionalmente.
Hoy nosotras decimos: “trabajamos con Norman Cook” y todo el mundo, sobre todo en Europa, te mira con otros ojos. Nosotros en Cuba, quizás por un poco de falta de información sobre este tipo de música, no teníamos ni idea. Entonces, quizás gracias al azar, ese disco fue un paso relevante en nuestra carrera y nos aportó muchísimo.
En el disco Revolution el concepto era ese precisamente: mezclar los bits con músicos, incluso jazzistas –la mayoría de los que participaron–; pero en este caso, nosotras les dejamos el trabajo a los productores. Pusimos en manos de tres productores diferentes el disco completo y solamente escogimos los bits que más nos gustaron y sobre eso creamos canciones y arreglos vocales. Esa es también una forma de trabajar. En este mundo de la electrónica, la obra del productor incluye lo que para nosotros sería un arreglo instrumental con músicos y todo.
O sea, en este caso, dejamos el disco en sus manos y nosotras solamente pusimos los textos, las melodías y los arreglos vocales. Por eso quedó así.
The way y Brujas fueron producidos de manera independiente, ¿por qué?
Tuvimos la posibilidad. Una persona que nos apoya siempre dijo que nos iba a financiar el disco, lo cual es carísimo en estos días. Pensamos que era mucho mejor en el sentido de que, después con el disco, tú tienes libertad para comerciarlo, distribuirlo, venderlo, lo que sea… Tienes un poco más el control de tu propia música.
Eso está muy de moda entre los artistas últimamente; porque es verdad que es feo cómo a veces los artistas trabajan durísimo y después que graban el disco, reciben un dinero pero no tienen el control, no saben a dónde va su música. El artista se encariña con lo que hace y lo mejor que hay es tener el control, decidir cómo disponer de los discos y cómo promocionarlos.
Tener el control es algo bueno, pero producir un disco es carísimo. A nosotros se nos dio la oportunidad y la aprovechamos.
¿Cuáles son las ventajas y las desventajas en una industria tan competitiva como esta?
Si para las disqueras es difícil colocar un disco en el mercado y que se escuche, para una producción independiente es más difícil todavía; pero al menos sabes lo que estás haciendo y hasta dónde ha llegado, sabes el límite… y de esa manera a nosotras nos ha ido mejor.
A veces hemos grabado con disqueras, como es el caso de Bossa cubana, que lo hicimos con una disquera rusa y nunca supimos dónde estaba nuestra música, siempre nos teníamos que enterar por la gente dónde se vendía, quién lo tenía. A veces, incluso, tener el propio producto físico nos era casi imposible porque estaba en Rusia. Todas esas cosas las superamos de esta manera, con las producciones independientes.
Además del modo de producción, de la nueva imagen, el nuevo género, hay cambios a lo interno del grupo…
Bueno, Wendy Vizcaíno ya está con nosotras hace más de tres años. Ella no grabó el disco The way, pero participó de todo el proceso de lanzamiento, los conciertos que vinieron después, los dos videoclips. En el caso de Karla Vicens es una integrante que lleva casi un año con nosotras, entró por Eliene Castillo. No grabó el disco Brujas, pero ahora entonces le toca lo mismo que le tocó a Wendy en un momento: defender el disco, ha participado en los dos videos, y bueno… en eso estamos.
Hicimos un casting el año pasado porque Eliene Castillo se casó y va a tener su familia. Sintió que ya era su momento. A veces las mujeres tenemos un límite para este tipo de cosas. Entonces, apareció Karla. En un casting de más de cien cantantes la escogimos a ella porque tenía más o menos los mismos gustos, la misma preparación musical que nosotras. Incluso, conocía a Wendy de la escuela. Y, bueno, hasta ahora nos va muy bien. Ha aportado mucho al grupo.
Durante la pasada gira de Sexto Sentido hubo momentos significativos para el grupo. De la reciente interacción entre Sexto sentido y Take 6 ¿qué fue lo más relevante? ¿Vendrán a Cuba?
Ellos nos dijeron que estarían encantados de venir a Cuba si los invitaran. Uno de los planes que tenemos es ver cómo podemos hacer alguna gestión para que ellos puedan venir porque sería muy bonito que puedan impartir clases o dar conciertos aquí. Hay mucha gente en Cuba que conoce la discografía completa de Take 6.
¿Nosotras?, imagínate. Fue el grupo inspirador de Sexto Sentido.
En la gira que hicimos por Europa, donde estuvimos más de cuatro meses, el último día, antes de regresar a La Habana, había un concierto de Take 6. Carísima la entrada, pero fuimos. Vimos todo el concierto y había una empatía tan grande; sí porque nos pusimos delante, casi ahí mismo en el escenario. Era en un teatro muy bonito, el público estaba de pie, descargando. Ellos nos miraban porque percibieron que nosotras éramos fans y nos conocíamos los temas. Entonces, después, hablamos con ellos, les cantamos un poco. Se quedaron muy sorprendidos.
La manager de ellos sí nos conocía gracias a Chucho (Valdés). Enseguida nos hizo el contacto, y después que les cantamos, empezamos a conversar. Nos dijeron que les encantaría venir si reciben una invitación formal. Vamos a ver cómo hacemos eso.
¿Por qué se mantiene el interés de no abandonar formatos, géneros y estilos cercanos al jazz, el feeling, el R&B?
Eso es algo espontáneo, no es pensado ni nada. Nosotras empezamos en la escuela –en los inicios yo no estaba en el grupo– estudiábamos todas juntas, en la misma aula. Se empezó a llamar Sexto sentido, así, por casualidad, un amiguito nos puso el nombre. Cuando aquello, ya Arletys Valdés tenía los discos de Take 6, ya escuchaba los arreglos, ya trataba de cantar los arreglos y darle una voz a cada “amiguita”. Fue espontáneo, fue pura coincidencia en los gustos musicales; nos gustaba mucho el R&B en aquella época.
Y ya después nos quedamos cuatro –una se fue, entré yo– y a partir de que teníamos como 15 años empezamos a hacer presentaciones para el público. Fue después que ya estábamos cantando –seguíamos estudiando, por supuesto–, cuando la gente nos empezó a decir: “ustedes me recuerdan a…” y realmente no era por esa influencia que habíamos empezado a cantar. Entonces otras personas comenzaron: “Mira, las D’Aida, Gema 4…” Gema 4 era el que en ese momento estaba rescatando ese trabajo.
A partir de ahí nosotras comenzamos a investigar, después nos metimos en el jazz a hacer cosas, pero todo fue muy espontáneo, muy a lo que nos llevó el camino así, solo. Llegamos por otros caminos, pero todo siempre vuelve a las raíces de una misma.
*Fotos: Iroko Alejo