Heredera del mestizaje estilístico de la música cubana contemporánea, sobre todo del cruce de caminos entre los aportes del movimiento de hip hop y el amplio abanico de los ritmos populares, La Cruzada es una banda que ha buscado la actualización y expansión del rap desde una base sonora muy propia, definida por la imbricación rítmica y por el interés en poner a dialogar las formas de expresión de esta escena con los públicos más diversos.
La formación está liderada por el vocalista y compositor Gustavo González (G-Rhymes) –uno de sus fundadores junto a Rodney (Ro) García, un ingeniero industrial devenido músico que procede del mundo del hip hop cubano y armó La Cruzada para llevar al público canciones con un mensaje de crítica social, sin reñir con las pistas de baile.
Movido por este propósito, el grupo ha grabado de forma independiente cinco discos, entre ellos Hagan sus apuestas, Música que despierta y Pedazo de cielo. A su discografía acaba de sumarse el dvd El velorio de la bobería, un material que resume la forma con que interpreta el entorno sonoro doméstico y sus propuestas para retomar lo más valioso de la tradición histórica de la música cubana.
“Nosotros comenzamos desde la estética del hip hop underground. Siempre nos ha interesado un discurso sembrador de valores, que cale en las personas. Con nuestro trabajo siempre hemos querido llegar a más públicos, sin que ello implique hacer concesiones”, comenta G-Rhymes en entrevista con OnCuba.
“El velorio de la bobería es desde el punto de vista discursivo una continuidad de lo que hemos venido defendiendo. Este concepto trata de mover más a la gente, de hacerlos bailar, pensar. Hacer que la gente reflexione o baile con una canción es difícil de lograr. No creemos que lo hayamos alcanzado pero sí nos estamos lanzando a ese reto. El velorio… juega con esa vis cómica del cubano. La idea es que cuando muere la bobería todo vuelve a la normalidad y la vida toma su nivel”, agrega.
El compositor, acompañado de la musicóloga Neris González Bello, observa el concepto de la “bobería” como una metáfora de los tiempos que corren. En el concierto la banda tuvo como invitados a nombres consagrados de los territorios de la música popular como el cantante Abdel Rasalps (El Lele), uno de los frontman de Los Van Van, César “Pupy” Pedroso, Pancho Amat y Rumbata, entre otros.
“Combinamos varios elementos que transgreden lo meramente musical e incorporamos el audiovisual, el concepto de show en su sentido más completo. El concierto fue una especie de homenaje a la música cubana de la cual nosotros somos deudores. Siempre nos hemos cuestionado cómo una isla con tanta buena música termina siendo portavoz en gran medida de una música que es todo lo contrario a lo que nos ha identificado internacionalmente”, comenta el director de la alineación.
El vocalista mira con preocupación el horizonte más próximo de la música cubana y se pregunta continuamente qué le vamos a entregar a las nuevas generaciones. Dice que siempre ha sido una persona muy crítica, primero con el trabajo de su banda y con la sociedad que lo circunda. De esa preocupación nació también el concepto de la “bobería”, una ironía que encierra, no obstante, el caudal de inquietudes que le provocan la esfera cultural de la Isla.
“La bobería es un comodín –dice–. Puede ser en un momento determinado la enajenación extrema en el tema de la conectividad, de las redes sociales, de llegar a ese punto en que no se puede discernir un uso adecuado de las nuevas tecnologías de la enajenación que pueden provocar. De cómo el afán de querer ser moderno lleva a construir paradigmas que nos pueden fracturar como sociedad. Nosotros lo que hacemos es mostrar lo que pensamos de una manera muy respetuosa, pero discrepar con nuestra mirada es totalmente lícito, porque todos no podemos pensar de la misma forma.
“En estos tiempos en que todo es tan volátil remarcamos nuestra postura con relación a esa forma un poco fugaz de asumir la vida. La bobería es sobre todo un personaje con el que se ponen en juego muchos elementos teatrales, pero lo que realmente apunta a la construcción de un concepto real es la manera en que se han hilvanado las canciones”.
La banda ha pasado por una visible transformación desde sus inicios. ¿Crees que ya han definido completamente la sonoridad que persiguen con la agrupación?
Hemos tenido siempre la idea de hacer una música bastante parecida a la que defendemos en la actualidad, aun cuando nuestra estética en los comienzos era muy cercana al hip hop underground. Quisimos trabajar con músicos y fue complicado en un inicio sumar a tanta gente. Ni yo ni Rodney teníamos formación musical. Yo soy graduado de Ingeniera Industrial y él es diseñador de la rama industrial. Insertarnos en el gremio de los músicos fue complicado, pero poco a poco fuimos vinculando a instrumentistas y mezclando ritmos y sonidos urbanos. Ahora tenemos DJs, dos set de percusión, set de tumbadoras, piano, sintetizador, cuerdas de metales. Ese entramado nos permite hacer esta fusión, que bebe de las sonoridades de nuestra música y del Caribe.
¿Cómo se perciben en el amplio espectro de la música cubana contemporánea?
Abrirse un espacio en la música y que la gente pueda identificarte, es muy complicado. La marca de música alternativa es la que nos agrupa. No obstante, pienso que el trabajo bajo esta etiqueta debe ser un estadio transitorio. Uno puede ser la alternativa a algo hasta que esa alternativa tuya también se establezca y surjan entonces nuevos proyectos que ocupen el lugar en el que uno estuvo situado inicialmente.
Nos veo más cercanos a la escena que tiene el rap como hilo conductor. Defendemos una estética que comprende la sonoridad urbana, la world music y me he atrevido a catalogarnos como urban world music. Pero dejamos en las manos de la academia y los medios analizar nuestra propuesta y definir sus puntos de vista sobre el camino de nuestro trabajo.
Podríamos pensar que La Cruzada ha abandonado las esencias primigenias del discurso del hip hop del que procede con la asunción de otros estilos y sonoridades…
Comprendo el rap de forma diferente a cómo se interpreta desde la cultura hip hop. He optado por verlo como un modo de interpretación con diferentes soportes musicales. Nuestra verdadera esencia no radica completamente en la forma musical, sino en el contenido.
El problema del rap no es que los grupos hayan mutado la forma, sino el contenido. Con La Cruzada eso no sucede porque existe una continuidad evidente en el discurso que hemos defendido desde el inicio. Lo que pasa en nuestro caso es que la forma que usamos ahora se parece más a la sonoridad de estos tiempos. Siempre quiero que la gente coree algo y pueda hacer suyo el mensaje de las canciones. Desde el comienzo fuimos exponentes del hip hop, pero siempre buscamos otra forma. No digo que sea mejor, sino solo que es nuestra forma.
¿Crees que el público ha comprendido a La Cruzada?
Creo que sí. La prueba la hemos tenido en la respuesta de la gente que siempre ha asistido a nuestros conciertos. Las personas no se preguntan si somos raperos y muchos no asocian la palabra rap si no está en un contexto de hip hop. Eso no me molesta ni me agrada. Solo demuestra que se ha encasillado el rap en un modo de interpretar.
Como refirió el productor Sergio George en una entrevista, el público no sigue artistas, sino canciones que le gustan. En mi caso siempre trato de que las canciones conecten con la gente y eso lleva un proceso de crecimiento. Creo que debe existir la forma en nuestra música de que la gente pueda escuchar las canciones dos o tres veces para que luego vayan a lo más profundo del mensaje.
En una isla donde hay tantas agrupaciones y tan pocos espacios, es difícil insertarte. Y encontrarse en una escena que no está establecida, lo hace más difícil. Es un reto para todo el mundo lograr un espacio entre tantas sonoridades. Pero creo que con cada disco y canción que hemos presentado nos ha quedado la completa satisfacción de que hasta ese momento ha sido lo mejor que hemos hecho.
¿La Cruzada es un grupo que nació de una preocupación social?
Soy una persona muy crítica, primero con nosotros mismos y con lo que nos rodea. Quisiera que nuestras canciones propongan preguntas y sean a la vez nuestras respuestas a lo que vivimos socialmente. No sería sincero si no te dijera que me preocupa muchísimo hacia dónde apunta la cultura y el arte en sentido general, qué le está diciendo a la gente sobre lo que tiene valor y lo que no.
En la música pueden brotar las buenas semillas como las malas. Lamentablemente percibo que son pocas las buenas semillas que nos están llegando. Me pregunto qué sociedad le vamos a dejar a las generaciones venideras. La gente se escandalizaba cuando el reguetón empezó a hacer guiños específicos sobre las relaciones de pareja, el acto sexual y resulta ahora que lo citan de manera clara y tan textual y muchos lo ven normal. Pero tengo claro que las personas tienen el derecho a escoger. Lo que debe pasar desde La Cruzada es que debemos ser consecuentes con lo que decimos y con nuestra manera de vivir. Lograr esa consecuencia es uno de nuestros principales retos.