La poesía visual experimenta en diversos niveles las relaciones entre palabras e imágenes y funda sus resultados en un contexto único.
N. N. Argañaz
Hace algunos meses atrás leí una sugerente entrevista titulada “La poesía es un medio muy eficaz de conocimiento”, cuyos argumentos validaban excelentemente dicha opinión. Acogiéndonos a ese verídico presupuesto y sumándole el universo visual que hoy bombardea nuestra vida cotidiana y profesional, el resultado no será menos provocador y alentador, es decir, lo poético visual es igualmente un eficaz medio de comunicación. En la comunión de poesía e imagen (tan antigua como la propia existencia humana) se encuentra un poderoso vehículo de interlocución entre las personas. En Cuba esta obra experimental ha sido muy poco desarrollada. En la actualidad —y hasta el momento— solo encontramos al laureado escritor de Trilogía sucia de La Habana, Fabián y el caos y Diálogos con mi sombra, por sólo mencionar algunos de sus reconocidos libros de narrativa, como un sostenido practicante de dicha expresión.
Pedro Juan Gutiérrez (Matanzas, 1950) novelista, cuentista y poeta cubano, también nos regala su fascinación hacia las artes visuales, especialmente con la gestación de su personal poesía visual, a través de la técnica del collage. Al que haya leído sus novelas, cuentos o poemarios no le tomará por sorpresa que su talento también se despliegue hacia esta zona de la creación artística. Su literatura es reflexiva, dinámica, erótica y provocadora y la poesía visual también se trata de eso: de estimular, de seducir a la imaginación a través de imágenes, vocablos y frases que den cuerpo al universo interno que expone el artista. Entonces, tanto su escritura toda como su creación visual son vasos comunicantes de un mismo sistema expresivo.
Desde la infancia siempre le gustó leer cómics y tengo entendido que ese fue el embrión para de adulto, hacer poesía visual. Coménteme al respecto.
Yo creo que sí, que los cómics son la base de mi obra y hay unos vasos comunicantes entre los cómics, la poesía visual, la narrativa mía (ya sea novela o cuentos), en fin, es la forma mía de pensar, de expresar mis obsesiones, mis pesadillas, que se canalizan a través de los cómics. El cómic tiene diálogos rápidos y breves, tiene mucha acción y yo creo que eso está presente en toda mi obra narrativa e, incluso, en mi poética.
Mi poética más integral parte de esos principios: de un minimalismo, de unos diálogos rápidos, de acción y de dejar también que el lector ponga el cincuenta por ciento del trabajo, tiene que hacer un esfuerzo para comprender lo que hay entre líneas. Yo creo que el origen de todo eso está en el cómic, definitivamente. Después fue muy importante trabajar en una agencia de noticia, en una agencia cablegráfica (La Agencia de Información Nacional) que también me dio un entrenamiento tremendo para el manejo del idioma, en fin, fueron muchas cosas, pero yo creo que el cómic es la base de todo, es el arranque mío para la creatividad.
¿Qué significó para Pedro Juan Gutiérrez su primer libro de poesía visual, La Realidad Rugiendo?
La Realidad Rugiendo, fue muy simpático porque yo estaba haciendo la poesía para entretenerme y no tenía mayores pretensiones, era para difundir un poco mis poemas que yo escribía desde hacía años cuando era dificilísimo publicar. La poesía es muy difícil publicarla y empecé a escribir en hojas de papel normal y le ponía algunas figuritas y mi mujer los fotocopiaba en su trabajo y yo les regalaba esas hojitas a mis amigos, se las mandaba por correo a otros y así empezó todo, como un juego. Y, en definitiva, eso es la vida: don´t compete, play (no compitas, juega). Ese es el lema mío en la vida, no competir, no merece la pena desgastarse compitiendo, hay que jugar, jugar todos los días. Las 24 horas del día yo estoy jugando sin mayor anhelo de trascendencia, ni mucho menos.
La Realidad Rugiendo surgió después de que había hecho ya tres exposiciones personales de poesía visual en Pinar del Río, en La Habana y en Matanzas. En Cultura Provincial de Pinar del Río me dijeron que tenían un presupuesto con una imprenta para hacer un libro. Rápidamente diseñé el libro, aproveché la oportunidad y se hizo una edición de 500 ejemplares. A mí me quedan unos pocos y he visto en internet que los venden carísimos. Hay gente que los tiene en ofertas, de vez en cuando hay una oferta de La Realidad Rugiendo y no sé cuánto piden, es una exageración. Pero fue eso, fue un paso más en mi poesía visual. Y todo, te repito, ha sido inesperado. Soy miembro de la UNEAC (Unión de Escritores y Artistas de Cuba) gracias a la poesía visual porque a la comisión evaluadora, en el año 1982-83, lo que le gustó fue la poesía visual, no la poesía verbal mía, la normal no les interesaba.
Me enteré después que la poesía visual fue lo que me hizo ingresar en la UNEAC y luego me empezaron a invitar a Bienales de Poesías Visuales en México, donde he ido muchas veces, a Sao Paulo he ido varias veces también (a Bienales de Poesía Visual y Experimental), a España, a Italia, a Génova, bueno… no sé a cuántos lugares y ha sido muy reconfortante. Para mí es un juego, pero cuando llego a un lugar de eso y me dicen “el artista vanguardia”, es una cosa muy inesperada para mí, que me den esos tratamientos, cuando solo estoy jugando, nada serio, creo yo.
¿Es la poesía visual una extensión de su narrativa o viceversa?
Sí, hay vasos comunicantes como te decía antes, creo que hay vasos comunicantes definitivamente entre la poesía visual y todo lo demás que yo hago y creo que te lo expliqué antes en la primera respuesta. Hay vasos comunicantes pues, en definitiva, uno tiene sus obsesiones, sus propias pesadillas, sus propios miedos, temores, anhelos, deseos, todo eso forma mi personalidad y lo que hago es expresarlo de diferentes maneras: a través de la poesía, a través de un cuento, de un poema escrito normal, de lo que sea, expresar todo lo que tienes adentro.
¿En qué consiste su Manifiesto Infinitesimal o código universal infinito?
En realidad, eso fue un grupo español y muy circunstancial. Eso no tuvo mayor trascendencia, ni mayor importancia alguna y yo estuve con ese grupo un par de años, no sé, pero en realidad hoy me alejo de todos los clubes, logias y de los grupos y manifiestos, a mí eso no me interesa. No sé si seré un poco antisocial o es que así es mi carácter, prefiero la soledad y no estar con eso de grupos y boberías que, si hay que hacer esto, lo otro y ahí poniendo reglas y poniendo conceptos. Te repito, como te decía antes, de lo que se trata es de jugar.
La poesía visual es, sobre todo para mí, un juego tremendo y quizás, la narrativa no, porque para escribir una novela, un cuento es algo muy serio. Hay que pensar mucho y analizar mucho y darle muchas vueltas y tener paciencia y volver y dale que dale. Pero la poesía visual es muy espontánea, bueno, en general toda la poesía para mí es muy espontánea. También la poesía verbal, normal, es muy, muy espontánea. Sale o no sale, a veces me paso meses y meses y no escribo ni un poema, ni me acuerdo de que la poesía existe. Un día necesito soltar algo que tengo dentro y escribo un poema y, al otro día también, y cuando vienes a ver estoy haciendo poesía visual de nuevo, con todas las revistas viejas y pegamento y las tijeras y con todo alrededor mío. Me paso la vida buscando materiales para la poesía visual. A donde quiera que voy recojo materiales, revistas, imágenes, cosas para trabajar después en la casa.
¿Sus muestras de poesía visual han tenido repercusiones en la crítica?
En Cuba, prácticamente nada. Hace poco salió en el Caimán Barbudo algo. Rafael Grillo reprodujo como seis o siete poemas míos visuales y utilizó un texto sobre transgresión y no sé qué más. Pero, en general, hay muy poco publicado sobre mi poesía visual en Cuba.
Los primeros poetas visuales conscientes de lo que estaban haciendo, cubanos, fueron Samuel Feijóo y Fayad Jamís, yo creo, no sé, que soy el tercero que trabajo la poesía visual sabiendo lo que estoy haciendo. La poesía visual viene desde las culturas más antiguas, de los orígenes de la escritura y no es nada nuevo, pero hay que tener una teorización y saber lo que estás haciendo para poderte insertar en esa corriente. Yo a veces también trabajo la pintura mía, que es trabajo sobre todo en acrílico, no me gusta el óleo, y me gusta mucho la tela y el acrílico. A veces también escribo y mezclo las dos cosas, la imagen en sí y la escritura también. Tengo muchos cuadros hechos en acrílico sobre lienzo y funciona así de esa manera. Me siento muy cómodo mezclando las dos cosas. Es que escribir es un vicio, uno se pasa el día entero escribiendo como un loco, de todo. El día que no escribo poesía tengo un diario para escribir. Ahí voy escribiendo todas las conclusiones mías de cada día, las meditaciones, las reflexiones diarias.
¿Qué proyectos tiene en mente o están próximos a consolidarse sobre poesía visual?
Rafael Acosta y Omar Valiño llevan como más de un año pidiéndome para hacer una exposición personal de poesía visual ahí en la Biblioteca Nacional y yo, la verdad, soy un poco haragán, perezoso y nada, siempre estoy buscando pretexto para no hacerla, no por nada, sino porque tú sabes, soy muy haragán para esa cuestión de producción de una muestra, todo eso de tener que buscar los marcos, hacer el catálogo, todo eso me pone mal.
A mí lo que me gusta es trabajar la poesía, pero bueno, si encuentro a alguien, algún productor que se ocupe de toda esa parte material pues yo creo que sí, en la Biblioteca Nacional haremos una exposición personal. Hasta ahora, en Cuba, he hecho exposiciones, esa que te contaba en la galería de arte de Pinar del Río, Matanzas y en La Habana y hace unos años en la embajada de España y también en un hostal de La Habana Vieja y no recuerdo si algo más, creo que no.
Sin embargo, afuera si he tenido mucha más actividad y la última exposición fue a dos manos con Gerson Fogaça, un pintor brasileño, de Brasilia. Él pintó veinticuatro cuadros sobre mi obra, Trilogía sucia… y yo hice veinticuatro poemas visuales. Quedaron muy grandes, una cosa muy bien. La exposición se hizo en el Museo Nacional de la República, en Brasilia. Eso fue en julio de 2019 y quedó preciosa. Ellos hicieron un catálogo bellísimo, todo en colores, con todas las reproducciones de los poemas y los cuadros de Fogaça reproducidos también. La verdad es que el catálogo quedó de maravilla, con tapa dura, bellísimo. Eso fue lo último que hice, en 2019, después vino la pandemia y como que se paralizó todo. Pero estoy trabajando ahora mismo, estoy haciendo poemas visuales. Por las tardes, a veces me tiro en el piso y me pongo a hacer mis poemas visuales, tengo muchos. Tengo una colección de 134 poemas visuales, bastante antológica, porque ahí incluí poemas visuales de los 80´, cuando empecé, de los 90´, de los 2000. Esa colección está en la Biblioteca de la Universidad de Princeton. Yo creo que es la colección más completa, más amplia que tengo y está ahí y no se puede consultar por internet, hay que ir allí personalmente. Allí está la mitad de mis archivos, manuscritos, diarios, libretas con apuntes, hay muchas fotos, hay correspondencia, en fin, la mitad de mis archivos, la otra está aquí en La Habana. Por cierto, me acaba de llegar una invitación para participar en un Congreso sobre poesía visual que se realizará en octubre del presente año en São Paulo, Brasil.