“¿Quieres que la aguante?”, pregunta Cedric Leiba y todos ríen ante la posibilidad de que sostenga como si fuera un micrófono la grabadora de bolsillo que apunta hacia su boca en busca de confesiones.
La frase, que alude a la familiaridad del artefacto en manos de dos fogueados artistas, triunfa en el aire del acogedor y refrigerado restorán Fangio, del hotel boutique Claxon, en El Vedado, una exclusividad de la pujante iniciativa privada en Cuba.
A Cedric le sobra gracia. “Espérate ahí, que tengo que llamar a Biden y después te digo”, responde tomando el móvil cuando se le pregunta la fecha de nacimiento. “Hay razón para ocultarla”, agrega con carraspeos, muecas y palabras musitadas antecedentes de una estentórea carcajada.
Ancestros
Su humor está cifrado en su genética. Boricua, para más señas. Nació en 1981 en Santurce, un barrio/distrito del municipio de San Juan rebautizado así un siglo atrás (Cangrejos fue su nombre original por la profusión de los crustáceos) y cuya población entonces estaba integrada, en su mayoría, por negros, pardos y mulatos, todos libres.
“Mi papá es del Bronx y mi mamá nació en Puerto Rico, pero en su niñez se mudó a Brooklyn. Después [el matrimonio] se mudaron a Puerto Rico, porque tenían problemas financieros en Nueva York”, cuenta el actor.
Cedric es una identidad que reverbera detrás de su deslenguado discurso. Lo sazona con carantoñas, lucidez étnica y una mímica casi de electroshock, como un personaje salido de Pixar o un humorista del stand up comedy. Y aunque los gags puedan haber sido vistos en otros, su autenticidad los renueva. Hay talento.
Por ello, las garantías que otorga su desenfado permiten preguntar lo que quieras y a boca de jarro.
Nacer por segunda vez
¿Ahora mismo, es difícil salir del clóset en Estados Unidos?
No podríamos hablar por toda la comunidad. Nunca va a ser fácil, depende caso por caso, pero creo que es difícil cuando la gente es religiosa, o cuando vienen de comunidades que no son tan progresistas; pero tengo amigos que nacieron en sitios progresistas y todavía es una lucha. Yo siempre digo que es como nacer otra vez.
¡Una liberación!
El mundo cambia completamente cuando sales del clóset y no es fácil para nadie, porque tienes que navegar diferente el mundo.
Deltona y la conciencia de la puertorriqueñidad
¿Cuántos años viviste en Puerto Rico?
Doce años. En el 93 nos mudamos a Florida.
¿A qué ciudad?
A Deltona. El chiste es que ese lugar es como un Puerto Rico pequeño, porque todos los que viven, o la mayoría, son boricuas.
¿Extrañaste la isla?
Cuando vivía allí siempre quería ser americano y preguntaba por qué vivíamos ahí; yo quería estar en EE. UU; en Disney World; yo quiero salir en los shows de la televisión americana. No estaba feliz en la isla, porque en nuestra casa el ambiente era bien americano. Mi propio nombre de Cedric es anglosajón. (Del inglés antiguo Cerdic, nombre de un rey sajón; se cree que inventó el nombre el escritor Walter Scott en su novela de 1819, Ivanhoe).
Y tus padres, desde una perspectiva cultural eran…
Mis padres aprendieron el español cuando se mudaron a Puerto Rico. Las madres de ambos hablaban español con ellos, pero en Estados Unidos tienes que mejorar el inglés para poder superarte y sobrevivir. Y por esa razón no pudieron perfeccionar y mejorar su español. Mi ambiente siempre fue fuertemente americano.
Entonces, vivir en Deltona fue un regalo…
Fue curioso, porque cuando me mudé para Florida sentí por primera vez el orgullo de ser puertorriqueño, porque fue la primera vez que tuve una experiencia con el racismo y cómo los puertorriqueños nos unimos todos para apoyarnos unos a los otros para sobrevivir en América. Ahora me siento boricua-boricua, y mirando hacia la niñez, recuerdo que la escuela te enseña a tener un orgullo profundo por la isla y por los ancestros.
Es un orgullón tremendo. Recuerdo cuando Dayanara Torres ganó el Miss Universo. Fue tremendo. La isla cerró completamente. Yo vivía frente al aeropuerto y le di un gusto a mi abuela, porque fui a ver a Dayanara aterrizar y había un gran desfile, y era así con todo lo que fuera boricua.
“Pelo malo”
Cuéntame de tu padre.
Mi padre es jamaiquino, cubano y puertorriqueño; pero se crió con la mamá, que es puertorriqueña. Mi abuelo era cubano y jamaiquino. Papi es negro-negro, y yo recuerdo a veces, cuando era niño, que no quería que estuviera cerca de mí. Un día le dije: “Ay, papi, yo quisiera que tú tuvieras el pelo lacio”.
Me preguntaba por qué tenía un padre negro y decir todo eso ahora como adulto y en especial después de cómo me han recibido en Nueva York y las audiencias ante mi trabajo, cómo la industria me forzó a tener más orgullo de mi negritud, de hacer activismo para mi papá, para los ancestros, para mis amigos que sufren por ser negros, por tener, como dice la frase, “el pelo malo”… Todo eso me hace sentir súper orgulloso de mi negritud y me identifico como afroboricua, y no niego el español y el indígena que fluyen en mi sangre, pero es para darle más enfoque a esa comunidad negra que tanto sufre en toda América.
Curriculum vitae
Cedric Leiba Jr. nunca la ha tenido fácil. La construcción de una reputada carrera en la escena estadounidense ha sido ladrillo a ladrillo.
Actor de teatro, cine y televisión, cantante, poeta, bailarín, escritor, productor y defensor de los derechos civiles, Cedric fue nominado a los premios Tony 2024 al mejor musical por su trabajo como coproductor de Hell’s Kitchen, sobre la cantante, compositora, productora musical y actriz Alicia Keys.
La obra recibió la mayor cantidad de nominaciones a los premios Tony este año con 13, empatado con la obra Stereophonic.
Cedric ha recorrido Estados Unidos y Canadá con producciones teatrales de Rent y Miss Saigon, así como ha actuado en el prestigioso Théâtre du Châtelet de París en una producción de Carmen la Cubana, en la que la cantante antillana Luna Manzanares asume el rol protagónico.
La Organización Hispana de Actores Latinos reconoció a Cedric con el Premio HOLA a la excelencia en teatro como Actuación Sobresaliente de un Actor Masculino destacado en la producción de Caridad/Sweet Charity, del New Haarlem Arts Theatre.
Su compromiso teatral más reciente fue en The Muny en el papel de Chino en el clásico West Side Story.
También participó como entrenador de dialecto para la producción, asegurando la autenticidad de la interpretación de los personajes puertorriqueños.
Su relación con el icónico musical incluye su aparición en la banda sonora de la película West Side Story, de Steven Spielberg.
Cofundador de DominiRican Productions con su prometido, Pierre Jean González, Cedric intervino con dicha productora en la reposición de The Wiz en Broadway. La pareja, asimismo, fue inversionista en la reposición de Topdog/Underdog, ganadora del premio Tony.
Más recientemente, la Federación Hispana reconoció a Cedric y Pierre con su Premio Visibilidad para reconocer su trabajo como actores, productores, defensores y cofundadores de DominiRican Productions.
Good Morning America incluyó a Cedric y Pierre en su Lista de Inspiración de personas que hacen historia dentro de la comunidad LGBTQ+, nominado por el actor, bailarín y coreógrafo estadounidense Nicco Annan.
“Siguen siendo visionarios colaborativos que continúan creando para aquellos que a menudo no se ven en el escenario o en la pantalla grande. Sus proyectos iluminan una parte de nuestra comunidad que merece más luz. Dos pioneros prometedores que aportan sanación y conversaciones muy necesarias”, escribió Annan.
Por su parte, la gran prensa, representada en The New York Times, ha dispensado críticas muy positivas acerca de su desempeño actoral en La Cage Aux Folles, de Goodspeed, Sweet Charity, de New Haarlem Arts y Yellow Brick Road, de Lucille Lortel.
Veta artística
He leído que haces música, compones y cantas bajo el seudónimo de Ceddy y que eres un poeta destacado en la revista Latino Book Review… ¿De dónde te viene la veta artística?
Mi familia dice que primero canté y luego hablé. Mis padres se conocieron bailando salsa. Papi cogía el tren como una hora y media para ir a bailar salsa con mamá y yo me crié en una familia de salseros.
Mucha música…
Siempre había música, siempre bailando, cantando, viendo MTV en Puerto Rico; deseando ser artista.
¿Dónde diste los primeros pasos?
Mi primera experiencia en el canto como algo profesional fue en el coro de niños de San Juan. Estuve ahí dos años, pero estar en ese coro tiene que venir de un espacio de privilegio. Papi y mami tenían que pagar, y paré porque no había más dinero y siempre cantaba en la escuela, me decían: ¡Ay, Cedric, canta canta!
¿Era un coro religioso?
No, para nada. Cada ciudad puertorriqueña tiene su coro. Hay uno en Ponce, otro en Mayagüez, otro en Arecibo y así; pero el coro de niños de San Juan es conocido internacionalmente. También audicioné para el grupo Menudo, porque me vieron en un town show y me pidieron audicionar. Pero lo que cambió mi vida fue mudarme a Florida. Allí el arte era parte de mi currículo escolar y estoy aquí porque alguien vio mi talento y puso toda su energía en mi persona. Fue mi maestra Sharon K. Wade, de séptimo grado.
Me dejó hacer coreografías para el coro, me permitió ser solista, me enseñó a leer música en el pentagrama. Por todo eso, ella me cambió la vida. También me permitió cantar en la iglesia. Yo confeccionaba el programa musical de los domingos. Hasta aprendí a tocar el piano y luego empecé a tomar clases de canto con un profesor en una universidad que quedaba cerca de mi casa. Era un doctor, Robert Rich. Me dio las clases gratis. Por eso digo que estamos en Broadway por esas personas, porque no venimos de familias ricas.
Luego de obtener una Licenciatura en Música de la Universidad Stetson y una Maestría en Bellas Artes del Conservatorio de Boston, Cedric se consideró preparado para dar el salto más grande y atrevido de su vida: Nueva York y su vibrante escena teatral y musical.
Adiós a la abuela. Bienvenido el amor
Brincando, brincando y brincando, en 2016 me dieron el rol de Tato en la obra Carmen, la cubana, que era en París. Conocí a Luna Manzaneras. Todos los bailarines protagonistas eran cubanos y como diez o quince bailarines eran de Nueva York, porque la gira en Europa iba a ser en inglés y español.
Una de las chicas del elenco, mi amiga Nicely Vega —que ahora está en Broadway con la obra Hell’s Kitchen, de la que somos productores— me dijo: “Mira, yo tengo un amigo que se llama Pierre y quiero que lo conozcas, porque Uds. son bien similares, la energía, la historia, el background”. Pierre estaba en NY y yo en París y a través de WhatsApp y Facetime nos conocimos. Él me recogió del aeropuerto en mayo de 2016. Empezamos a estar juntos y formamos la compañía durante la pandemia, cuando todo paró y había necesidad de ser artísticos y creativos para sacarnos la depresión. De ahí nació DominiRican Productions, por nuestros orígenes —dominicano él y yo puertorriqueño— y desde ese momento nuestras vidas han cambiado muchísimo.
¿Y el mundo también?
También. Y el teatro también. Hubo gente con mucha sensibilidad que antes no estaba, que ahora está consciente de hacer espacios para la gente como nosotros, la gente negra, la gente gay.
¿Qué le debes a la suerte y qué le debes al trabajo, si es que la primera existe?
Yo soy bien espiritual; yo creo en Dios. Mi abuela rezaba todos los días dos horas para proteger a toda la familia y yo creo que estoy aquí por ella.
¿Aún vive?
No.
¿Y su nombre?
Su nombre era Herminia Ruiz, y tuvo cinco hijas. No podía escribir ni leer en español o inglés y se mudó a NY y con su fe y su trabajo de costurera apoyó a toda la familia. Siempre tuve su vida como ejemplo de que todo es posible, si crees y trabajas duro. Ella falleció en enero de 2016 y Pierre llegó a mi vida dos meses después. Por eso siempre digo que ella me trajo a Pierre.
Una receta para la resiliencia: 10 yes x 1 no
Cedric apenas puede seguir hablando. Los sollozos ahogan sus palabras. Apenas se repone de la emoción, elogia la cultura del trabajo trasmitida por sus mayores; un pacto con la resiliencia y con la convicción de que no existen callejones sin salida.
“Estoy tan orgulloso de mi espíritu de triunfar, de no parar; porque como me veo en la vida estoy obligado a tener éxito, porque soy chiquito, porque soy negro, porque soy boricua, porque soy gay. Todas son marcas, pero siempre con el espíritu de por cada no hay diez yes. Por cada cosa negativa, hay diez positivas.
Eres todo un guerrero.
Sí, soy un guerrero y hay momentos en que estoy débil, deprimido, pero ahora me doy como un día, dos días, no más y me digo que es lo próximo que vamos a hacer. Ese es el espíritu del guerrero.
Pierre
Siguen las preguntas a boca de jarro, esta vez a Pierre Jean González. Más reservado que su compañero; tal vez más analítico y conceptual, pero no menos apasionado y emprendedor.
¿Nacer en el Bronx es una maldición, un peligro, una oportunidad para la desgracia, o eso es un cliché como casi todo en la vida?
Nací en 1988 en Manhattan, pero me criaron en el Bronx, en una parte conocida como Los Proyectos, que es una especie de gueto, y mucha parte de mi experiencia creciendo allí fue darme cuenta de que era diferente y para encajar tenía que pretender ser muy macho, muy agresivo…
Como hacerte de un personaje, ¿no?
Para ser honesto, gran parte de mi vida ya estaba planificada de antemano para mí.
¿Estabas predestinado para una función específica?
De algún modo sí. Estaba predestinado para una función. Y estuve durante mucho tiempo convencido de que tenía que hacerlo, que tenía que regirme por eso que me habían organizado, porque proviniendo de una familia donde había predominantemente mujeres, tenía que ser el hombre de la casa. Entonces hasta que no llegué a la universidad no tuve la oportunidad de experimentar y comenzar a entender quién era.
Cuando estaba en el preuniversitario conocí a Nicco Annan. Él se convirtió en mi mentor en la música, y fue el momento en el cual pude, mientras pretendía ser algo que no era, ser realmente la persona que era, mi yo auténtico. Así que puedo decir que el arte y el teatro fueron lo que salvó mi vida, porque no creo que hubiera podido continuar de haber tenido que vivir esa mentira.
El sueño materno
¿Tenías antecedentes artísticos en tu familia?
No, aunque mi madre sí tuvo inclinaciones. La vida de mi madre fue muy dura, porque cuando ella era una niña su sueño era bailar y bailar, pero mi abuela en ese tiempo no podía complacerla y le dejó bien claro que eso no iba a ser posible para ella. Así que en el momento en que me convertí en artista, ella comenzó a vivir a través de mí y se convirtió en uno de mis principales apoyos. Hago todo en la vida para mi mamá, que me protegió todo el tiempo. Yo tenía todo lo que quería y ella vivió una vida con muchas restricciones, siempre mirada por encima del hombro.
¿Cómo manejas tu identidad, cómo te defines ante un concepto como racialidad?
Viviendo en NY mostrar mi identidad dominicana-puertorriqueña siempre fue lo primordial, siempre estuvo delante, ya sea desfilando con banderas, a través de la comida, de las expresiones artísticas…, mostrar mis raíces siempre era lo importante. Mientras eso estaba pasando, sabía que era muy peligroso y que podría revertirse en mi contra e incluso en los momentos en que me sabía diferente; aunque no usaba la palabra gay todavía —esa palabra ni siquiera había venido a mi mente en ese momento.
Éxito e identidad
El éxito en el arte ha sido un factor de validación de tu identidad en una sociedad que sabemos es muy competitiva y comete discriminación a diario.
Para ser honesto, también soy disléxico y toda mi vida ha sido una lucha constante para traducir mis sentimientos en palabras de una manera efectiva. Por eso considero que mi mentor de arte y teatro, Nicco Annan, a través de los papeles que me dio, a través de la actuación, me hizo posible desdoblarme y poder vivir mi vida y ser capaz de ser yo mismo.
Incluso en estos tiempos, viviendo del éxito de las metas cumplidas, siento que sigo luchando todo el tiempo contra mi percepción de si realmente estoy haciéndolo bien e incluso con el éxito de Hamilton, con todas las personas mirándome, me sigo preguntando: “¿Está bien esto que estoy haciendo, cuán bien lo estoy haciendo, me merezco tener este éxito?”.
Creo que en ese momento la presencia de Cedric me da todo el valor que me mantiene con los pies en la tierra. Siempre hago el chiste de que yo soy el globo y él es la mano que me tiene atado al mundo.
Siento que todo ese estrés y esa ira por la que pasé es lo que me hace ser bueno en mi trabajo.
Hamilton y papeles invertidos
Actor, cantante y productor de teatro, cine y televisión, Pierre Jean González tocó los cielos en la escena neoyorquina con el papel del presidente Alexander Hamilton (1757-1804).
Entre los llamados padres fundadores de Estados Unidos, Hamilton fue recreado en un musical escrito y actuado por el exitoso Lin-Manuel Miranda, compositor, letrista, actor, cantante, dramaturgo y productor estadounidense de origen puertorriqueño.
Según la página web BroadwayWorld, “Pierre Jean González como Alexander Hamilton aportó seguridad en sí mismo e intensidad al papel, a menudo una presencia sólida en el escenario mientras el caos controlado del conjunto giraba a su alrededor”.
Ganador en 2020 como Mejor Actor en el segundo monólogo anual Nosotros Ya Tu Sabes, de NBC, los créditos televisivos de Pierre incluyen las series NCIS: NOLA, FBI, Gotham, The Mysteries of Laura, The Detour y P.O.S.E. Por su parte, algunos de los créditos teatrales favoritos de Pierre contemplan el papel de Usnavi de la Vega en In The Heights y Mace en The Elaborate Entry of Chad Deity.
The Advocate seleccionó a Cedric y Pierre como Campeones del Orgullo 2021 en reconocimiento a su misión con DominiRican Productions de crear oportunidades para la representación de afrolatinxs e indígenas latinos en televisión y cine en los procesos de selección de casting, guiones y directores.
Igualmente, Pierre produjo y protagonizó el segundo cortometraje narrativo American Made, junto a su compañero de reparto en Hamilton, Jared Dixon.
Con Rhythm Is Gonna Get Who? el artista ganó el premio al Mejor Cortometraje LGBTQ+ en el Festival Internacional de Cine de Uruvatti.
Por su parte, Release, codirigida por González, ganó el premio a la Mejor Película de Nueva York en el Festival de Cine del Centro de Nueva York, el Premio de Oro en los Hollywood Gold Awards, el Mejor Cortometraje Experimental en el Festival de Cine LGBTQ+ de Fargo Moorhead y el Mejor Cortometraje Experimental en el Festival Internacional de Cine de Uruvatti.
Cómo asumir a un presidente de EE. UU, por demás, uno de los padres fundadores de la república y de algún modo responsable de lo que tenemos como vecino, para bien y para mal. O sea, ¿qué te otorga ponerte en los zapatos de quien en el pasado pudo ser tu amo…?
Una de las cosas más poderosas en el funcionamiento del espectáculo Hamilton es que tienes a personas negras y afrodescendientes interpretando a personajes blancos. Creo que es una manera de decirles: “Esto que hicieron Uds. no fue hecho para gente como nosotros”. Es una forma de poner en perspectiva que la Constitución que fue escrita por ellos; no fue escrita para nosotros, personas gay, afrodescendientes… y es una forma de subvertirlo al poner a todas estas personas afrodescendientes en un plano protagónico.
Es una obra muy disfrutada, una obra que la gente adora y es una manera de darle un bofetón sin manos a todos aquellos que han construido esta sociedad que no está hecha para nosotros.
¿Y el público? ¿Blancos, mestizos…, representa el melting pot?
El público muchas veces es blanco. Muchas veces, cuando voy a sitios como en el Medio Oeste o Saint Louis, Oklahoma, veo en el público a mucha gente blanca, pero noto más importante que eso: es mucha gente que tiene dinero y acceso. Generacionalmente tienes a personas que usualmente han mirado a los intérpretes en el teatro como gente pobre; y ahora los tienes en estos espacios, en esta obra. Suena como una sátira, literalmente.
Una de las principales razones por las cuales me siento tan bien en el papel es porque la música me habla, el ritmo me habla, me sale naturalmente.
Supongo que las puestas de Hamilton han sido toda una revelación para mucha gente, una suerte de justicia poética, al menos; pero no es ni con mucho la media en Broadway subir al stage este tipo de obras…
No hay muchas obras para la gente que se ve como nosotros. Es difícil la realidad, porque además mucha gente que tiene dinero, muchos blancos que están ahí en el teatro, ven la obra seis y siete veces… Después veo cómo un nene puertorriqueño ha estado esperando como cinco años para verte una vez en la vida. Y yo me pregunto qué estamos haciendo y me respondo que gracias a nuestra productora, que nació porque pusimos el dinero que ahorramos para la boda y se lo echamos a la compañía, podemos hacer estas cosas y poner gente como nosotros delante y detrás de las cámaras.
¿Es sostenible la empresa DominiRican Productions?
Cedric: Para nosotros sí, pero tampoco es fácil la vida del artista.
¿Corren riesgo de quiebre?
Cedric: A veces sí. Ahora tenemos como tres contratos con organizaciones de NY que nos están sosteniendo y somos actores tratando de estar en la televisión y en el teatro. La meta es tener una empresa de mass media, como Ryan Murphy, que hizo Glee, o como Shonda Rhimes, que tienen compañías grandísimas. El sueño es tener algo así y que siempre estemos apoyando a nuestros amigos y hacer negocios con organizaciones que quieran ser más inclusivas.
Broadway. Antes y ahora
¿Broadway sigue siendo un circuito cerrado para gente solvente y blanca o está abierto a otras experiencias escénicas y a otros bolsillos?
Cedric: Ha cambiado mucho, sobre todo después de la pandemia y gracias a Dios que Lin-Manuel Miranda existe. Él ha cambiado la vida de miles de actores, porque escribe personajes para la gente negra o latina o mujeres o personas marginalizadas.
Antes de la pandemia había mucha competencia para un papel, pero la pandemia forzó a todo el teatro y a sus empresas en NY a tener esa conversación sobre el cambio y ofrecer más oportunidades a más actores, directores, la gente que escribe las historias, dramaturgos. Ahora mismo estamos necesitando una compañía para producir audiovisuales que sean de gente gay o de gente latina.
¿Se nota más diversidad representativa en las obras?
Cedric: Ahora hay más conciencia de darle la oportunidad a más gente, los papeles para las audiciones son más diversos, ya no son estereotipos como antes. Ahora quieren ver gente latina que sean negros, indígenas, chinos, cubanos… lo que sea. Y hay conciencia de lo que hemos hecho mal durante muchos años.
Pierre: También creo que el caso George Floyd fue un punto de inflexión muy importante, porque a partir de Floyd y de los cientos de personas negras que han sido asesinadas por la policía en EE. UU, la sociedad comenzó a cuestionarse qué estamos haciendo mal y por qué, y empezaron a hacer un proceso de revisión.
¿Estados Unidos se ha vuelto más inclusivo?
Cedric: Bueno, solo 2 % de los productores en Broadway son latinos, y queremos ser parte del cambio, así que procuramos traer más de una docena de inversionistas generalmente negros, latinos y gays a Broadway.
Pierre: Estados Unidos está cambiando. Pero cada día es diferente. Un día estamos siendo buenos con la comunidad gay, pero un día los trans no y los negros sí, pero los latinos no y así. No es una tendencia coherente.
Cedric: Estamos en un momento en que es difícil contestar la pregunta, porque es complicado; pero tenemos que enfocarnos en la esperanza, enfocarnos en nuestras comunidades que siempre han luchado, que somos guerreros.
En nuestros viajes por EE. UU., Pierre y yo siempre encontramos un sitio gay, en cada ciudad, y eso es un ejemplo de que siempre vamos a superar el momento. Vamos a ver lo que pasa este año con las elecciones, pero sin importar lo que suceda vamos a seguir luchando y a apoyarnos unos a otros.
¿Cuál ha sido tu momento inolvidable como activista LGBTIQ+?
Para mí el mejor momento, siendo gay, fue cuando Obama ganó y me sentí visto, reconocido, no solo por la imagen de negro, sino porque estaba apoyando a mi comunidad. Ese momento lo guardo como mío y me da fuerzas ante los momentos difíciles. Y gracias a Dios vivimos en NY, que es bien progresista. Sabemos que no todo el mundo tiene ese privilegio.
Programa en la isla
Pierre y Cedric viajaron a La Habana del 24 al 29 de junio como parte del programa del Mes del Orgullo patrocinado por la Embajada de Estados Unidos en Cuba.
Para la ocasión trajeron un par de cortos producidos por ellos: Como eres, As you are, y The Odd Year.
Cada evento contó con la presencia de los creadores estadounidenses, quienes intercambiaron con el público, que disfrutó, además, de un espectáculo con bailarines de Vogue, una forma estilizada y moderna de house dance originada en la década de 1980 que evolucionó a partir de la cultura ball de Harlem.
El baile cobró popularidad en 1990 con la canción y el video Vogue, de Madonna.
Ahora la comunidad LGBTQ+ es tan inclusiva que no padece de prejuicios hacia el resto de las sexocomunidades disidentes o hacia los heteros…
Cedric: Cada comunidad tiene sus cosas. No somos perfectos, y sí existe discriminación propia. Especialmente contra mujeres trans, y contra los negros, en diferentes sitios. Lo notamos. Pero la juventud está cambiando todo eso. Me da esperanza que los jóvenes no ven color, orientación, y espero que va a haber un mundo en que estemos todos y no importe.
Pierre: Creo que como comunidad no estamos haciendo todo lo que deberíamos para nuestros hermanos y hermanas trans y puede ser quizá una información difícil de digerir. Pero las personas trans son las más afectadas ahora mismo. Nosotros, por ejemplo, tenemos el privilegio de no ser discriminados si nos acercamos a un comportamiento más masculino.
En la producción del arte, ¿hay una sensibilidad disociada de la heterosexual que permite ser distinguida o esto es otro de los embustes culturales del género?
Pierre: Yo no creo. Creo que mucha gente gay usa esa experiencia para sentirse autorreconocido, pero nada más.
Cedric: El arte nuestro por mucho tiempo fue basado en el trauma, pero está cambiando, tenemos otros temas de los que queremos hablar y debatir: de nuestro amor, de nuestro gozo, de nuestras ilusiones.
Pierre: Somos un poco loquitos, pero podemos ser muy inteligentes como abogados, como informáticos. Estoy harto de vernos en historias de personas muriendo de sida, de historias tristes, son cosas importantes, pero somos mucho más que eso.
La Habana, Nueva York y lo queer: aires de familia
¿Han visto algo de la escena queer en La Habana?
Cedric: Es muy similar a la de EE. UU. Tenemos mucha empatía como comunidad, son gente buena, siempre la familia acude a nosotros cuando hay problemas para ayudar, porque hemos tenido tantos momentos difíciles que eso te hace ser un humano diferente; podemos superar cualquier cosa. Lo sentimos cuando fuimos también a Colombia, a Santo Domingo, y me recomendaron: “Mira, quítate las uñas pintadas”, y yo en Santo Domingo me decía: “¿Pero qué está pasando?”. Vimos de todo: gay, trans, pansex, en los after party. Y lo mismo en Puerto Rico, donde era horrible ser gay. Cuando Pierre y yo fuimos como pareja a San Juan en 2022 yo estaba tan emocionado porque nunca vi a Puerto Rico tan abierto con la gente gay, con la gente LGBTQ+. Así que es mi superpower ser gay.
¿Qué les ha parecido la experiencia cubana?
Pierre: La gente aquí es de 100 % o nada. Y noto que tienen mucho amor y mucho orgullo. Pero son de cero o cien.
Se ven las ganas de vivir y la alegría, pero detrás de eso está la lucha diaria para sobrevivir.
Cedric: Tenemos tanto en común, no importa de dónde eres. Somos latinos y tenemos en común la música, la comida, el baile, la vibra, y estando aquí sentimos como si estuviéramos con la familia en Puerto Rico. Hay mucho amor.
Pierre: El olor dentro de los lugares es de Puerto Rico y la calle es como Santo Domingo. Y miro así y siento que este es mi país también. Es un privilegio.
Cedric: Y un placer también.
Post Scriptum
Horas después de esta entrevista, en la noche del jueves 27 de junio, tuvo lugar el primer debate presidencial entre Joe Biden y Donald Trump. El consenso estableció que el republicano no ganó por su brillantez política, sino por los achaques cognitivos de su oponente demócrata.
Muchos piden al presidente, entre ellos un editorial del NYT, que responsablemente se ponga de perfil y de paso a una candidatura con posibilidades ante el colosal peligro que supone la vuelta a la oficina oval del convicto Trump.
Justo hace un año, en ocasión del Mes del Orgullo, en el jardín de la Casa Blanca Biden anunció iniciativas diseñadas para proteger a las comunidades LGBTQ+ de los ataques, ayudar a los jóvenes con problemas de salud mental y personas sin hogar, y contrarrestar las prohibiciones de libros.
Para Cedric y Pierre y millones como ellos y no, el 5 de noviembre de 2024 será todo menos un martes cualquiera.