A Carlos Enrique Almirante le atraen los personajes secundarios. Además, cuenta, le fascinaría trabajar algún día en una nueva versión de la obra Un tranvía llamado deseo, de Tennessee Williams.
Sentado cómodamente en su terraza en el Vedado habanero, el actor conversa sobre sus experiencias fuera de Cuba, y los desafíos de intentar sobresalir en un mundo tan competitivo como la televisión y el cine.
Para el joven actor, ha sido una gran suerte haber tenido la posibilidad de trabajar una vez más con Jorge Perugorría en la serie Cuatro estaciones, rodada en Cuba y disponible en más de 190 países a través de Netflix.
“Me sentí muy cómodo durante todo el tiempo que estuvimos rodando porque, a pesar de que fueron aproximadamente cinco meses de trabajo intenso, hubo una gran compenetración entre todos: cubanos, españoles, grandes actores que tienen una buena trayectoria profesional.
“La acogida ha sido muy buena por parte del público y eso siempre se agradece. Me gustaría que se hicieran nuevos capítulos, a pesar de que es una gran responsabilidad encarnar personajes de la literatura y cumplir con las expectativas que eso conlleva.
“En sentido general fue un trabajo que ha aportado mucho a mi carrera. Ha sido un gran paso, no solamente un plus en mi trayectoria profesional. Y me parece excelente que series cubanas puedan estar presentes en Netflix”, puntualiza.
Vale la pena destacar que Carlos Enrique Almirante fue el único cubano que formó parte este año del jurado del Havana Film Festival de Nueva York, aunque es la tercera ocasión que participa en el evento.
“Para mí fue un honor y una gran responsabilidad formar parte de ese equipo que tuvo la misión de valorar filmes muy interesantes. Creo que eso siempre es un compromiso importante”, asegura.
Almirante cree en la capacidad del público cubano para descubrir las sutilezas actorales y agradecer la buena puesta en escena. Ahora se le nota satisfecho por su presencia en las pantallas cubanas, en la novela Sinú, río de pasiones, de producción colombiana, la cual transmite el Canal Habana como parte de su programación de verano.
“En esa producción trabajamos varios cubanos, entre ellos Jacqueline Arenal, Abel Rodríguez y Jorge Cao. En fin, artistas que llevan tiempo trabajando fuera de Cuba. Creo que es muy bueno que el público cubano los pueda ver otra vez. Y en ese sentido, me siento tranquilo con aquellas personas que estaban preocupadas por mi ausencia en la televisión”, dijo el actor de 34 años.
El cine es el medio al cual Almirante le ha dedicado más tiempo. Luego de terminar la telenovela colombiana regresó a Cuba para participar en el filme El regreso, de Blanca Rosa Blanco, y grabar la película Los buenos demonios, de Gerardo Chijona.
“Los buenos demonios estará en el próximo Festival del Nuevo Cine Latinoamericano de La Habana. Está basada en un guion que dejó Daniel Díaz Torres antes de morir, por lo que constituye una deuda y un homenaje a su persona. Interpreto a un asesino en serie que se dedica a matar turistas en Cuba”, adelanta Almirante.
En la cinta de Chijona tiene un papel desafiante y nuevo para él, quien ha asumido diversos personajes. Uno de los más notables fue el de un travesti que lucha por ganarse un lugar en la sociedad cubana.
“Creo que mi papel en Fátima o el Parque de la Fraternidad ha sido uno de mis mayores éxitos como actor. Es un filme que ha marcado mi carrera. Ayudó a comprender un poco más el fenómeno de la homosexualidad en nuestro país, y los gays se sintieron identificados y defendidos a través del personaje. Aborda el tema con mucho respeto. Yo esperaba una mayor agresividad del público cubano y sucedió todo lo contrario.
“Tuve que prepararme arduamente para encarnar el personaje. Tenía que afeitarme todos los días y me pasaba el día entero practicando en tacones por toda la casa. También me entrevisté con varios travestis para conocer sus experiencias, sus historias de vida, y aprender de ellos. En sentido general fue un trabajo muy lindo”, afirma.
Las experiencias de Almirante frente a las cámaras no se circunscriben a países de Latinoamérica como Colombia o México, pues también ha intervenido en espacios de la televisión hispana de Estados Unidos.
“Hace aproximadamente dos años trabajé en el Canal 41, de Miami, como presentador del programa Minuto de Fama 2, junto a Yori Gómez, a quien conocía muy bien desde Cuba. Fue algo sencillo, que no exigía mucho esfuerzo y era pocos días a la semana.
“Al principio tenía mis temores por la reacción del público cubano de la Florida, pero se fueron disipando cuando noté que la acogida era favorable y la gente me aceptaba con mucho cariño. Lamenté que tuviera que irme del espacio, pues me habría gustado estar más tiempo.
“En Miami se hacen programas de todo tipo y por suerte no me mezclaron con temas políticos. Siento que la política y yo no tenemos nada que ver. Soy un artista y la política no es mi tema de conversación. Voy a allá para pasar un tiempo con mi familia, con mis amigos”, dice Almirante.
Carlos Enrique cree que los artistas y el cine cubanos necesitan más guiones y mejores propuestas para llevar a la pantalla. Piensa que hay escritores con buenas iniciativas que no se proyectan por temor a que no sean aprobadas sus ideas.
No niega tampoco que hacer buen cine exige financiamiento, aunque se han realizado obras interesantes con pocos recursos porque, “a pesar de todo, en Cuba hay buenos directores, artistas, técnicos.
“Yo he tenido bastante suerte para que me ofrezcan trabajo; pero siguen faltando oportunidades para los artistas. La actuación es una carrera muy complicada. Hoy puedes involucrarte en un gran proyecto y mañana, si no vuelven a llamarte, no cobras más.
“Tampoco nos pagan tanto como para aguantar demasiado tiempo sin hacer nada. Esta es una carrera ingrata e inestable. Y funciona así en el mundo entero, con la diferencia de que en otros países el dinero te rinde más y puedes estar más tiempo esperando.
“Por eso algunos se van a otros lugares. Pero sucede que, por ejemplo, en México, tenemos muchos problemas con el acento. Te exigen hablar como ellos o tener un acento neutro para que te contraten. ¡Eso a mí me costó mucho!”, dice.
Sobre la relación con su padre, el reconocido actor Enrique Almirante, Carlos dice que este nunca lo indujo a estudiar actuación. Él le alertó sobre la importancia de tomarse la profesión con seriedad para poder trascender.
“Lo que más aprendí de él fue la profesionalidad, cómo comportarme y ser disciplinado. Se sentaba a estudiar y lo hacía con mucha entrega. He tratado de seguir siempre ese ejemplo…”.
En Cuba no faltan los directores ni los guiones buenos, sino decisores, directivos inteligentes, del arte y la industria, que sepan calibrar las potencialidades de los proyectos cinematográficos sin cortapisas ni prejuicios ideológicos. Pero eso es pedirles peras al olmo. En cuanto a Carlos Enrique Almirante es un muy buen actor pero aún le falta camino. Pero no lo hace nada mal. Pagaría para verlo en Un tranvía llamado deseo. A ver que tal le sale.
buenos actores es lo que hace falta
Y actores. que estan todos en candela. En los ultimos tiempos ver una novela cubana, o serie, es una tortura.
¿Y qué papel haría este joven en Un tranvía…? El mejor rol es el de Blanche, no cabe duda… y ya que hizo Fátima… Las fotos de Alejandro García están fuera de foco.
El cine cubano le falta todavía mas riesgo, ser protagonista de su REALIDAD!
Muy bueno y rico es lo que esta él
Es una profesión de poco pago para los mediocres, que son creo el 90% de los actores cubanos, incluyendo este. Nunca he visto a una estrella de cine quejarse del pago. A los mediocres, si, claro.