En La Espiral hay algo básico: los niños son protagonistas. Ellos hacen el jurado, confeccionan los premios que se entregan y participan con sus propios audiovisuales. El festival, iniciado en 2012 en la Feria del Libro, cuenta ya su cuarta edición. Desde el pasado 11 de marzo y hasta el 18, en el Teatro del Arca, el Centro Hispanoamericano de Cultura y el Museo de Arte Colonial transcurre la semana de los “muñes” en Cuba.
Ivette Ávila, directora del proyecto y bióloga de formación, se acercó un día al departamento de stop motion de la televisión cubana y se quedó en el mundo de la animación. Este año el festival dedica un espacio a esa técnica con la muestra Animotion, que presenta marionetas vistas en el audiovisual cubano en animados como “Piófilo y Cascarón”, “El profesor”, “Despertar con Pelusín”, “Papobo” o los videoclips “El cocodrilo” y “Casanova, Cecilia Valdes y la Bella Durmiente”.
“No tenemos todos los muñecos de stop motion que queríamos, porque muchos se han deteriorado por los materiales con que se hacen, pero al menos con esto vamos concientizando a los niños acerca de la técnica. En Cuba hay muy poca historiografía sobre los animados, nosotros intentamos mediante el festival que la gente vea algunos audiovisuales que no se ponían hacía muchos años, porque pudimos rescatar algunos cortometrajes en muy buena calidad, dice Ivette a OnCuba sobre esta exposición que se mantendrá en El Arca hasta el mes de mayo.
La cuarta edición de La Espiral ha estado dedicada a los muñecos, en un intento por acercar más a los niños y los protagonistas con sus animados favoritos, según cuenta su directora, quien en el marco del evento nos habla de los objetivos del grupo, cómo asumen la animación en Cuba y las actividades del festival este año.
¿Quiénes conforman La Espiral y que hacen desde allí?
Somos un grupo creativo integrado por algunos amigos que, siendo muy pocos y sin apenas presupuesto, hacemos trabajo de autor en distintos espacios de la televisión. Allí aportamos la visualidad que nos interesa destacar, para que la gente descubra otras cosas como el stop motion que puede ser animación en arena, muñecos, plastilina, con marionetas de papel, objetos de personas…es una visualidad muy rica y que a veces necesita recursos muy sencillos.
Paralelo a ese trabajo hacemos talleres con niños en Cuba y otros países como Ecuador y Puerto Rico. El festival surgió justamente de esos talleres, porque los niños se embullan mucho cuando hacen una obra pero se quedan con ganas de que los demás aprecien su trabajo y no hay otro espacio para eso. Así que en el 2012 nos planteamos hacer el festival. Comenzamos en la Feria Internacional del Libro, pero ya después tratamos de separarnos porque la feria es un evento muy grande y de alguna manera absorbía el festival, así que encontramos otras sedes como el Centro Hispanoamericano de Cultura.
Pero sobre todo nos interesan mucho las comunidades y las escuelas, porque si nos dan los cines irán siempre los niños que salen con sus padres y del otro modo llegamos más lejos. Para los niños es algo muy diferente llegar un día a la escuela y encontrar que el cine ha ido hasta ellos. Muchos nunca han visto nada en una pantalla grande con todo oscuro y buen sonido.
Empezamos en 2012 como un festival anual pero como no tenemos presupuesto no pudimos mantenerlo de esa forma. No obstante, no dejamos que pase un año sin que la gente sienta La Espiral. Tratamos de hacer siempre muchas cosas y el año que no hay festival tenemos una semana de talleres o muestras. A eso le llamamos Ecos de La Espiral. En 2018 lo haremos también en el mes de marzo.
¿Qué ha tenido La Espiral 2017?
Tenemos muchos países participando, abundan mucho los latinoamericanos y también tenemos trabajos de Bélgica y República Checa. Este año compiten cerca de 120 obras de 10 países, entre documentales, ficción, animación y las obras animadas hechas por adultos para niños. En ese último caso ellos se someten a los jurados infantiles, que a veces premian lo que uno no quiere premiar, pero es interesante ver por qué ellos escogen determinada obra, si es porque tienen un gusto formado o aparecen claves que son comunes a los niños y adolescentes. Es algo interesante.
Tenemos el concurso de plástica “Los Chapuceros” con el apoyo de la embajada checa, que nos dio los derechos de un paquete de Chapuceros para estrenarlo en el festival. Ahí los niños más que dibujar deben interpretar a los chapuceros, apropiarse de ellos y ponerlos en diversas situaciones. Algunos los han dibuajdo haciendo chapucerías en Cuba. No queremos la caricatura vana, sino cosas graciosas. El sábado en la clausura se darán a conocer los mejores chapuceros, así como las obras ganadores del concurso audiovisual. Además mostraremos lo que se hizo en los talleres de animación en stop motion.
Una cosa muy importante para nosotros es un homenaje que hemos hecho a los animadores que se formaron durante los años 70 y 80 en el antiguo campo socialista y vinieron a hacer cosas aquí de un altísimo valor artístico. Fueron casi 100 obras en stop motion que no están reseñadas o recogidas en ningún lugar.
¿Porqué surge La Espiral? ¿ Y cómo intentan replantearse desde allí la animación en Cuba?
En primer lugar los talleres infantiles surgen porque yo siento que no vale con quejarse de lo que los niños consumen sin enseñarlos antes a mirar, a sentir, a escoger lo que ven, a saber si lo que están viendo les aporta algo. Los niños tienen que entender eso y la mejor forma de hacerlo es creando, por eso yo destino parte de mi tiempo a hacer obra con ellos. Ya hemos hecho cerca de 35 talleres en distintos lugares del país y todos tienen un resultado audiovisual.
Trabajamos de una forma muy democrática: todos escriben una historia y luego se vota por la historia que más gusta. Todos dibujan, diseñan, animan, ponen voces y la edición la hago yo porque es algo más complejo, pero las pautas creativas las ponen ellos y quedan al final cosas muy chéveres.
El festival empezó siendo de animación porque no se le presta demasiada atención ni se escriba nada sobre ese género y todo lo que pasa con el trabajo para niños. De alguna manera hemos contribuido a divulgar lo que ocurre en la animación en Cuba. Siempre mezclamos el cine con otras manifestaciones artísticas. Hemos tenido de todo: talleres de fotografía, de manipulación de títeres ante las cámaras, de animación stop motion y siempre participan niños que pertenecen a coros, grupos danzarios, grupos de teatro, de plástica.
¿Luego del festival qué otros proyectos involucran a La Espiral este año?
Ahora mismo estamos tratando de fundar un movimiento cubano de animación, donde aglutinaremos animadores del ICAIC, de la televisión e independientes. Haremos sesiones para debatir y polemizar sobre el género, porque en Cuba no se teoriza sobre el animado. No existe una universidad donde se salga graduado de animación, entonces es importante reparar en lo que se ha logrado y se está perdiendo.
Y lo más importante es que abriremos un espacio de referencia en el Centro Hispanoamericano de Cultura, donde habrá una base de datos por realizador y por obra, con fichas y computadoras para visionar las obras. Tendremos que inventariar todo lo que se hecho porque realmente eso hace mucha falta. No existe un lugar donde los interesados puedan acceder a esa obra. Pasito a pasito vamos logrando cosas y se va divulgando la esencia de ese arte que es muy estigmatizado, porque la gente piensa que el animado es algo menor, solo para niños, y en realidad sirve para decir cosas muy fuertes.
Mi abrazo a Ivette, por su perseverancia. Desde ya la estamos invitando a Sancti Spíritus al Evento de literatura infantil y juvenil, para intentar estrechar vínculos entre animadores y literatos.