Yaité Ruiz es el nombre de una mujer talentosa y sensible. Su vocación la llevó a no cejar en el empeño de ser actriz. Su estilo es diferente, también lo son su personalidad y su forma de interpretar personajes. Inesperadamente, encontró en esta disciplina un cauce para llevar su don a la máxima expresión.
La carrera de esta actriz, nacida en La Habana el 7 de diciembre de 1982, se ha movido en todos los ámbitos de la interpretación, siendo sus personajes televisivos los que más reconocimiento del público le han brindado. Al hacer un rápido repaso por su trayectoria hay que destacar su participación en las series Lucha contra Bandidos (LCB) y Calendario y en las telenovelas Tan lejos y tan cerca, Entrega y El derecho de soñar.
¿De dónde vino la idea de convertirte en actriz?
Desde pequeña siempre me atrajo la idea de vestir la piel de varios personajes, pero entonces no sabía que la actuación se podía estudiar. De niña asistí a diferentes talleres, como el de Raúl Eguren, y a otras actividades para niños de mi edad. Ya en el preuniversitario supe por un compañero de aula que existía la Escuela Nacional de Arte (ENA). Quise hacer las pruebas, pero en mi año no llegaron plazas para La Habana.
Entonces me fui al Instituto Preuniversitario Vocacional “Vladimir Ilich Lenin” y allí recibí clases del instructor de teatro de la escuela, Manuel, quien me informó sobre el Instituto Superior de Arte, hoy Universidad de las Artes (ISA). En ese momento supe que la actuación sería la carrera de mi vida.
¿Qué despierta en ti la actuación? ¿Qué hay en esta forma de arte que te cautivó?
La actuación me permite reunir a todas las formas de arte: tocar un instrumento, cantar, convertir en una coreografía cualquier circunstancia de la vida, inspirarte en la plástica y trabajar a partir de imágenes, esculturas, el performance, etc. Es, de las artes, en mi opinión, la más completa.
Tu relación con la danza es poco conocida. ¿Cómo complementa a la actuación?
La danza surgió en mi vida durante mi paso por el ISA. Llegó para quedarse. Creo que me ayuda a identificarme como actriz. El lenguaje del cuerpo es el primero que conocemos y la expresión corporal de un actor, sea cual fuere el medio en el que trabaja, es una herramienta muy valiosa que, junto a la voz, completa el trabajo psicológico, sensorial y emocional de nuestro vehículo físico.
Danzar para mí no es solo ejecutar movimientos que puedan cautivar desde la escena. Es también que un personaje con discapacidad intelectual como María Luisa en El derecho de soñar pueda combinar movimientos, aparentemente descoordinados, con una energía que la defina de un modo creíble.
Tras tu paso por el ISA te vinculas a la compañía teatral Rita Montaner ¿Es el teatro tu hábitat natural?
Adoro el teatro porque me hace sentir libre. El olor del escenario, la energía del público, el riesgo de estar expuesta, lo tremendamente difícil de repetir una misma historia cada noche como si fuera la primera vez. Ese salto al vacío me apasiona. Además, en el teatro los personajes se diferencian más físicamente por la posibilidad de explorar más la caracterización de estos.
¿Cómo escoges tus proyectos?
La historia de un personaje, su conflicto y el mensaje que quiero dar como artista a través de él son claves a la hora de escoger un trabajo. A veces he trabajado en proyectos que no me atrapan precisamente, pero siempre tengo claro lo que voy a dejarle al espectador; aunque el mensaje sea “hay cosas que tienes que hacer por dinero, pero si te comprometes, hazlo con amor”.
Hay mucho amor por el cine en tus palabras. ¿Qué representa para ti el séptimo arte?
El cine tiene una magia increíble. Hace ir hacia dentro de uno mismo y contar la historia de alguien más como si se contara un secreto. Las acciones físicas, la manera de decir, la psicología de los personajes; hacer cine es darlo todo con muy poco. “Menos es más”, dicen los maestros, y esto es realmente lo que más me asusta y me atrapa de este maravilloso medio.
Disfrutamos recientemente de tu participación en las telenovelas Entrega y Tan lejos y tan cerca. ¿Qué han supuesto estos espacios en tu vida?
La telenovela es un género muy seguido por nuestro público y la mayor ventaja que tiene es que te da más tiempo para desarrollar un personaje. Definitivamente haber hecho estas telenovelas ha sido mi entrada a la televisión y me ha abierto muchas puertas. Sobre todo, en el caso de Yohanka en Tan lejos y tan cerca, fue muy importante para mi carrera por los cambios físicos, los conflictos del personaje, que eran muchos y muy complicados, me hicieron crecer como actriz, hacer un trabajo más profundo, incluso en todo lo que tiene que ver con la psicología del personaje, pues rodamos escenas bien fuertes.
La crítica especializada te considera como una de las mejores actrices de tu generación. ¿Es mucha responsabilidad?
Agradezco mucho la confianza, pero no me gustan las etiquetas. Funcionan como límites, como paradigmas o títulos. Encuadrarme en una de ellas sería una carga muy difícil de sostener. Es como si tratara de llevar un vestido de oro todo el tiempo y hacer mi vida cotidiana con él puesto.
Prefiero que la gente se emocione con mis personajes, que los defiendan tanto como yo, no importa si son negativos o positivos. Prefiero dejarles un mensaje de vida, de aprendizaje, prefiero ver cómo mis alumnos crecen y maduran a mi lado y me enseñan también. Prefiero que mis hijos se enorgullezcan de cómo los hago reír y no de mi condición de actriz.
Formaste parte del elenco de las series Lucha contra Bandidos (LCB) y Calendario. ¿Cómo resumirías estas experiencias?
Fueron experiencias enriquecedoras para mi carrera. Tanto el personaje de Esther en Calendario como Gertrudis en LCB tenían pocas escenas, pero eran de gran carga emotiva. Así que, en cada una de las escenas debía dar la mayor cantidad de información sobre ellos. A veces, bastaba el silencio.
Está en transmisión la telenovela El derecho de soñar. ¿Tenías claro desde el principio por donde ibas a llevar el personaje o su trayectoria fue cambiando a lo largo de las grabaciones?
Desde el casting fui investigando diferentes trastornos neurológicos, con ayuda de referentes cinematográficos, de libros sobre educación especial o de investigaciones científicas. No fue hasta que conocía a Susel, una muchacha con discapacidad intelectual moderada, que mis ideas se fueron aclarando.
Una vez con el guión en mano y la ayuda del doctor Vera, neurólogo, director del Centro Internacional de Restauración Neurológica (Ciren), el personaje fue encontrando su propia voz, su dinámica, su energía y su relación. Pero, la grabación empezó antes de lo previsto, por lo que no tuvimos la sensación de familiaridad con ellos hasta bien avanzada la misma. Siempre nos preocupaba el hecho de estar caricaturizando algunos trastornos. Por eso el director, Alberto Luberta Martínez, mandaba frecuentemente algunos vídeos nuestros al doctor Vera, para que nos asesorara en la parte de la caracterización.
¿Cuáles fueron los retos a los que te enfrentaste para interpretar a este personaje?
El principal reto era encontrar una caracterización física y vocal que fuera orgánica, creíble. Pero, más que la construcción externa del personaje, su caracterización física, el reto estuvo en encontrar su ingenuidad.
La mente de personas como María Luisa se asemeja, cognitivamente, a la de un niño de 7 años. Entonces, su grado de análisis es más bien superficial, básico y puramente lógico. Es por eso que siempre digo que personajes de este tipo hablan y reaccionan por amor. No sólo por el amor con el que los construimos, sino por su nobleza, la simpatía que nos permiten hacer aflorar (sin llegar a la burla o a la caricatura) y su confianza en todos.
El mensaje que quiero dar al público con mi María Luisa es, obviamente, el de la inclusión social de estas personas; tienen derecho a una vida plena desde su limitación intelectual y física y no hay por qué victimizarlos.
Valorar sus talentos y lo que los distingue es la mejor manera de apoyarlos y ayudarlos a ser independientes. Si todos pudiéramos actuar desde el amor, como ellos hacen, viviríamos definitivamente en un mundo mejor.
En la actualidad es difícil vivir de lo que a uno le apasiona ¿cómo afecta eso a los actores?
Lo mejor que pudiera pasarme en esta vida es que la carrera que estudié con tanto esfuerzo y que es lo que más amo, además de mi familia, me sustentara económicamente.
La función social de un artista es crear y a veces ésta se ve amenazada por preocupaciones básicas de la cotidianidad que, en caso de estar cubiertas, el espacio de investigación, superación y perfeccionamiento del arte sería más que suficiente para vivir.
No es un secreto que las producciones en nuestro país son escasas. En mi caso, dedicarme a la producción teatral conlleva un esfuerzo de muchas horas de trabajo que no son para nada equivalentes al salario. Así que trabajo en varios proyectos a la vez, no sólo porque adoro mi trabajo, sino también por cuestiones económicas y, aun así, no es suficiente para una madre de dos hijos.
¿De qué te sientes más orgullosa en el área profesional?
De haberme graduado del ISA, de haber ganado confianza en mí, de haber formado parte del elenco de Rent sin siquiera ser cantante y de haber logrado ampliar mi registro vocal para ello. De ser madre de dos varones pequeños y de poder realizarme profesionalmente.
¿Cómo concilias tu vida personal con la profesional?
Ahora que soy madre tengo que planificar bien mi tiempo. Ya no tengo la libertad de dedicarme a hacer una investigación profunda durante varias horas y regodearme en esto. Debido al poco tiempo libre que tengo he tenido que enfocarme y priorizar lo que quiero; mis horarios de estudio son esencialmente en la madrugada. Esto conlleva un plus de concentración y de café.
Por otra parte, el tiempo de mis hijos es inviolable. Muchas veces los rodajes demandan largas horas y es un tiempo que me permito recuperar después con ellos. Y así voy lidiando con mis dos pasiones.
Si no te dedicaras a la actuación ¿qué estarías haciendo?
Hay varias profesiones que me atraen y que, de alguna manera, he incluido en mi vida. Por ejemplo, la docencia (soy profesora de la ENA), el trabajo con la expresión corporal o la preparación física; pudiera trabajar también como profesora o traductora de francés, pero sobre todo pudiera dirigir actores. Este es un camino de expresión que he descubierto a partir de la docencia y que me enamora tanto como actuar.
¿Se han cumplido los sueños con los que saliste del ISA?
Mis sueños eran muy ambiciosos. Soñaba con trabajar en Broadway, haciendo teatro musical, que es mi pasión. También soñaba con estar en la gran pantalla hollywoodense, pero hay cosas con las que nunca soñé y que me han traído grandes alegrías.
Por ejemplo, dar clases a jóvenes y a ancianos, trabajar con grandes de este país como Fernando Pérez, Mayra Mazorra, Irela Bravo, Osvaldo Doimeadiós, Corina Mestre, Laura de la Uz, Amarilys Núñez, Mario Guerra y otros tantos que fueron y serán inspiración y orgullo eterno para mí.