Dos mujeres, un fantasma, una canción, una vieja herida y un problema actual, recuerdos. De esto se conforma “Como si fuera esta noche”, la puesta en escena que llevó a las tablas la actriz y directora Yailín Coppola con la compañía Argos Teatro, junto a Mariana Valdés, compañera en el grupo desde hace varios años y una actriz con una carrera peculiar, signada por cierta pauta que se repite en su trayectoria profesional.
En el trabajo de Valdés el esquema de trabajar en obras escritas, dirigidas e interpretadas solo por mujeres, se ha repetido casi como una constante en su carrera hace más de una década, un patrón que confiesa “ha sido pura casualidad porque no ha sido algo planificado, casi ni lo había notado”, me dice al resaltar la cantidad de obras de teatro donde ha actuado escritas y dirigidas por mujeres, “incluso sin considerarme siquiera feminista”, añade.
“Trabajar con textos escritos y dirigidos con mujeres ha sido casual, pero también algo bonito que agradezco muchísimo porque aunque no se hayan planteado estos trabajos bajo un concepto feminista, siempre es bueno este apoyo que demuestra la necesidad que tenemos de expresar muchas cosas”.
Precisa además que: “Nos han llegado textos de mujeres y por supuesto nos hemos sentido identificadas, nos hemos ido comunicando y así mi modesta obra se la debo prácticamente a mis amigas y a las dramaturgas que han confiado en mí”.
Valdés se mantiene trabajando en Argos Teatro, con Carlos Celdrán al frente, quien ha permitido en más de una ocasión dar espacio a que otras actrices y dramaturgas presenten sus obras en la compañía, en la cual Mariana atesora muchos recuerdos.
“Nosotros fuimos como su primer grupo de estudiantes, de ahí creamos un vínculo especial en el grupo donde también estaba Yailín Coppola, Rachel Pastor… Caleb Casas. Estuve un tiempo fuera del país por cuestiones familiares y al regresar me reincorporo de manera oficial con la pieza Sistema a Argos, aunque todo el que ha pasado por ahí se siente siempre parte del colectivo”.
A su regreso al país, poco antes de reincorporarse con la compañía, asume el reto de asumir los personajes de “El árbol de los gatos”, texto de Elaine Vilar Madruga, donde asume el rol de Gertrudis Gómez de Avellaneda y una joven poetisa cubana, un escrito “hermoso, muy poético e interesante que aborda el contexto actual de una muchacha y a su vez se relaciona con La Avellaneda, donde entran los temas de la emigración, el retorno y la vuelta a tus raíces con el conflicto que resulta entender que emigrar no tiene que ser para siempre, porque las personas tienen derecho a ir y regresar y eso no es malo”, un conflicto que vivió la actriz y que la ayudó a entender el guion con el cual trabajó en aquel entonces, en una puesta en escena bajo la dirección de Ismercy Salomón.
¿Resultó complejo asumir ambos roles, considerando la cercanía personal con la trama?
Uno lee el texto, trata de entenderlo y de cierta manera, buscar esa realidad en ti y muchas veces uno crea su propia realidad a partir del guion, para llevar a esa muchacha, su sensibilidad, con todos sus sueños y deseos a mí, que volvía a Cuba y tenía que replantearme un futuro.
También tenía que reflejar la sensibilidad de La Avellaneda, su soledad y el momento con su hija enferma, cuando quería que el padre la reconociera y como mujer, a una le resulta un poco más cómodo sensibilizarse más allá de la historia como tal, desde un punto de vista emocional donde de alguna manera, todas estamos presentes en un caso así, al igual que sucede en Como si fuera esta noche”.
En actuación, el texto es un resultado de lo que está pasando en el momento y fuimos a buscar eso. En aquel entonces tenía algo que decir desde mi realidad en relación con la obra y fue resultado de lo que quería expresar, pese a ser un texto muy poético y simbólico, fue un proceso muy interesante el hecho de aterrizar en escena un escrito cargado de simbologías.
Luego llegaron las experiencias de Desagüe, también dirigida por Yailín Coppola (con texto de Laura Liz Gil Echenique) y la puesta en escena de ¿Y tú que has hecho?, con texto y dirección de Rachel Pastor, una comedia con elenco por entero femenino, para regresar al drama nuevamente de la mano de Coppola.
En el caso de la reciente Como si fuera esta noche, en palabras de la actriz, “pudiera decirse que es un texto feminista: habla de mujeres, temáticas como el feminicidio… pero lo bonito que tiene es que no expone el tema como un discurso de protesta, de ahí lo interesante porque muestra una problemática de familia donde dos mujeres conectan en un punto con espacios y tiempos diferentes”.
“Mi personaje tiene que dar una noticia y a partir de que evoca a su madre ya fallecida víctima de un feminicidio y de ahí surge ese encuentro con el pasado donde se abordan dichas problemáticas, sin un discurso agresivo, sino que plantea el problema desde un punto de vista familiar”, explica.
¿Cómo recuerdas el proceso de una vez más, revivir de cierta manera una experiencia anterior?
A la hora de enfrentar un personaje uno siempre se está renovando y aparecen nuevas emociones. Por ejemplo, en este nuevo personaje la muchacha tenía que decirle a su novio que estaba embarazada, algo que ya viví con el padre de mi hija, un embarazo que no fue buscado, una situación que ya pasó, por lo tanto tenía que buscar nuevos estímulos para ese personaje.
Es increíble como en ocasiones cosas que ya viviste no te funcionan como recurso en escena, para reproducir emociones diferentes con algo que ya he vivido. Pero esto ayuda a trabajar en mis emociones con mi familia, como mujer, con mis anhelos y contradicciones.
También estuviste involucrada en un proyecto televisivo recientemente…
Valientes dirigida —una vez más— por una mujer, Heiking González. Tuve además la suerte de trabajar con mi hija de seis años que tiene un personaje en la serie. Trata sobre la COVID-19, en particular la etapa inicial cuando no sabíamos cómo afrontar la enfermedad.
La serie se desarrolla en un centro de aislamiento y soy una de los voluntarios que apoyan al personal médico en el lugar. Tuvimos que volver a actuar como en aquellos primeros momentos de incertidumbre, con las medidas extremadamente rigurosas de ese entonces, lo cual también fue complejo.
Al repasar todos estos años de experiencia, Mariana reconoce que “por una cuestión de la sociedad las dramaturgas son menos, pero realmente lo que se necesita es un mayor espacio para que se les escuche. Trabajando tanto con mujeres y viendo a mis amigas cuando han dirigido e incluso actuar a la vez que dirigen, he visto que todo el tiempo tienen que luchar muchísimo”.
Y precisa que, al menos en escena, “todos somos un poco todas. Ha sido un proceso canalizador que me ha ayudado muchísimo, el teatro ha sido un proceso sanador donde he podido expresarme, un proceso liberador”.