Posee un avión en el que puede viajar, por ejemplo, de Londres a España sin escala. Se llama G-Laci, el avión. También maneja una Harley Davidson y le encanta el Rock & Roll. Fue él quien proyectó las imágenes de la improvisación vocal de Freddie Mercury en la clausura de los Juegos Olímpicos Londres 2012 ante 750 millones de personas, la audiencia global estimada de esa noche. Trabajó nada menos que como director artístico de la gala.
Laci Endresz fue también quien ideó la presentación de Take That: The Circus on Tour, uno de los trabajos discográficos de Take That, popular banda inglesa. En el escenario, sencillamente hizo desaparecer una carpa de circo de más de 20 metros de altura y un elefante, ambos construidos con luces de fibra óptica; además puso a los cantantes a montar monociclos y hacer acrobacias, para lo cual los sometió a meses de entrenamiento.
Llegó a dirigir el Blackpool Tower Circus, de Inglaterra, justo cuando el director del complejo, Lord Delfont, vedó las presentaciones con animales en la carpa. Era el año 1992 y Laci Endresz, que es la sexta generación de su familia que entrega la vida al circo, ya había recorrido el mundo con sus trapecios y trampolines. En estos días se encuentra en La Habana, y no por primera vez, para figurar de jurado en el XII Festival Internacional de Circo en Verano: Circuba 2013.
“Aquí hay mucho interés por el circo. Ahora en Europa no sucede lo mismo. Pienso que la tradición circense ha decaído un poco. Antes Rusia y Hungría, por ejemplo, tenían muchos artistas jóvenes. Pero aquí todavía existe mucho interés y los chicos tienen una considerable energía. Además tienen muy buena técnica y presentación, en cuanto a la música cubana y la alegría que transmiten. Por eso tienen gran éxito en Europa, porque es diferente hasta en las personalidades y los caracteres de los artistas”, dijo a OnCuba el productor circense, reconocido entre los más importantes del Reino Unido.
Desde hace cuatro años Endresz tiene a artistas cubanos trabajando con él. Como además es productor de otros circos y espectáculos, ha abierto otros espacios para los cubanos. “Con ellos tengo un número de báscula y otro de trapecios volantes —explica—. Este último tiene una coreografía montada por mí para ocho personas y se llama los Diablos Blancos. También tenemos a unas chicas que hacen Poll Dance artístico [o baile del caño], que es en unos palos, pero para nada como en night club. Ellas hacen muchas piruetas y contorsiones en una especie de fuente. Es muy vistoso”.
“Tengo una relación bastante cercana con Germán Muñoz, el director de la Escuela Cubana de Circo, y le aconsejo mucho sobre lo que puede funcionar o no en determinados números. De ahí viene mi conexión con Cuba. Además, cada año me encuentro con cosas frescas aquí. Eso me resulta muy provechoso e interesante, porque implica también la posibilidad de establecer vínculos, con estudiantes y profesionales del circo en la Isla. Durante estos días del evento hay muchos directores de Latinoamérica por aquí, y eso te permite observar cómo se hace circo en otras regiones. Aquí se crean muchos proyectos y fructifican muchas ofertas de trabajo”, comentó.
Endresz es quien supervisa cada aspecto de sus espectáculos: luces, vestuarios, escenografía, música… y contrata los números que le parecen más completos. Y eso es ciertamente mucho trabajo, porque el Tower Circus se mantiene en cartelera casi todo el año, excepto los lunes, el día de descanso de la industria del entretenimiento. Sabe bien, aunque se empeña en ofrecer un producto de calidad artística reconocido mundialmente, que el circo también debe vender. “El punto es que tengo que hacer el circo que a la gente le gusta, porque para eso se llama show business. Si no hay business, se acaba el show”, afirma.
Ya no emplea animales en los actos de su compañía porque está prohibido. Pero antes había domesticado tigres, leones, chimpancés, etc. Por ese, entre otros motivos, tiene en gran estima a los payasos, trabajo que considera entre los más difíciles. “Con los demás números el espectador puede saber lo que se viene a hacer y los probables resultados; con los payasos no pueden saberlo”, afirma.
Para el reconocido empresario circense, hablar de payasos, en especial sobre Mooky, es como conversar sobre su familia. El popular clown es uno de los personajes emblemáticos de los Endresz: primero su padre, luego él, y ahora su hijo, Laci Jr., quien ha sido elegido dos veces el Mejor Payaso en Gran Bretaña por la asociación Británica de Amigos del Circo (British Circus Friends Association).
“Mis dos hijos son payasos y creo que son fantásticos —reconoce orgulloso—. Los padres en Inglaterra, cuando los niños se portan mal, los regañan con la posibilidad de no ir a ver a Mooky y Mr. Boooo. Son muy populares. Uno tiene cara de clown tradicional, y el otro es un poco más serio. No están concebidos de modo grotesco, incluso tiene rasgos más finos en cuanto a maquillaje.
“Mooky tiene un estilo muy simpático. Cuando está en la pista, la gente puede sentirse muy cerca de él. Se relaciona tanto con los niños muy pequeños como con los abuelos. Funciona para todo los públicos, incluyendo los jóvenes y adolescentes. Y eso es muy importante. Creo, y no es porque sea mi hijo, que es uno de los mejores payasos del mundo.
“Para que un clown funcione es fundamental establecer una atmósfera familiar, y la simpatía, por supuesto. Claro, tiene que tener talento y dominio de diversas habilidades. Mis dos hijos son campeones del mundo en malabarismo. Mooky lo fue dos veces, una vez con nueve años y la segunda con 17. Ellos hacen números de malabares en motocicleta, hacen dobles y triples saltos, tocan música. Aunque hagan el tonto, como clown, demuestran al público que no lo son tanto.
“Llevo viajando toda mi vida —señala—, y me considero un hombre de circo tradicional. Fui parte de una caravana ambulante, sobre todo en la década de los sesenta. Esa fue principalmente mi formación. El circo es eso, moverse de un lado para otro. Pero también es muy costoso de esa manera; es una operación sumamente cara y tiene que estar todo el mundo extremadamente cronometrado, porque se corren muchos riesgos. Si no haces tu trabajo cuando toca, del otro lado de la soga puede haber un accidente, puede implicar la muerte incluso. Por eso se dice que el circo es como una familia, y creo que es exactamente así”.
Escrito por: Eva Pizan
Fotos: Internet