Casi 25 años después de su creación, allá por las calles empedradas de Sancti Spíritus, Teatro D´Dos enraizó en Caimito para terminar luego en La Habana, como una de las agrupaciones teatrales más importantes de la escena cubana contemporánea. Potenciando, entre otras búsquedas, priorizar el trabajo del actor y marcar cada puesta con un sello de cubanía.
Por estos días, el grupo repone en su sede del Complejo Cultural Raquel Revuelta el clásico La edad de la ciruela, del dramaturgo latinoamericano Arístides Vargas. Sobre la puesta y el próximo aniversario de Teatro D´Dos, OnCuba conversó con Julio César Ramírez, actor y director del grupo.
-¿En qué momento se encuentra Teatro D´Dos a casi 25 años de su creación?
-Teatro D´Dos es un grupo que surgió en una provincia. Tuvo sus orígenes en el año 85 en la Central Electronuclear de Cienfuegos, y después el grupo se funda oficialmente en el año 1990 en la ciudad de Sancti Spíritus, pero venía desde la Isla de la Juventud, donde éramos actores de Pinos Nuevos. Luego se radica en la antigua provincia de La Habana, en Caimito, y termina aquí en la ciudad de La Habana. Ese preliminar permitió, digamos, un enraizamiento (en el sentido y en la visión más popular), más cercano a la tierra, y eso para el teatro es esencial, esa cercanía a las raíces, a lo más profundo de la cultura y el pensamiento.
Realmente, casi cumplidos los 25 años, añoramos mucho nuestra presencia en Caimito, porque Caimito es un pueblo muy particular. Y creo que toda esa historia, las experiencias y ese ideal de encontrar las raíces, trabajar lo más cubano, entiéndase la dramaturgia cubana, eso es algo que nosotros mantenemos muy vivo.
El grupo trabaja todo el tiempo a partir de eso y una de las cosas verdaderamente hermosas que nos ha sucedido en estos 25 años es que conserva sus aspiraciones, sus deseos, su concepción originaria sobre el teatro. Para nosotros sigue siendo muy importante el cuidadoso trabajo con el actor.
Esencialmente es un grupo que todavía insiste y vamos a insistir hasta el final en la dramaturgia cubana, hemos pasado desde José Joaquín Lorenzo Luaces, uno de los más grandes dramaturgos cubanos del siglo XIX, a trabajar con Milián, Alberto Pedro, Estorino…
Ahora estamos en un proceso con dos dramaturgos muy jóvenes, Yerandy Fleites que está haciendo una reescritura de El Rey Lear, y con Agnieska Hernández que también ha hecho una reescritura del Macbeth de Shakespeare para nosotros, aterrizándolos en la actualidad cubana para Teatro D´Dos. El 25 aniversario se festejará con esos dos títulos.
-¿Ha definido Teatro D´Dos una poética propia dentro de la escena cubana?
-Creo que sí. A veces no se le reconoce lo suficiente porque desgraciadamente la investigación y el pensamiento de la crítica teatral se reduce a otras aristas del teatro cubano y muchas veces no se hace visible, no se publica el perfil, el estilo, la poética de las agrupaciones teatrales a fondo. Y creo que Teatro D´Dos es una de las agrupaciones teatrales que uno apenas la ve se da cuenta de que es Teatro D´Dos.
Creo que la poética del grupo está en ese trabajo con el actor, en cómo este construye sobre el escenario, cómo labora en un tejido, en una artesanía. Los personajes de Teatro D´Dos no solo se quedan en un trazado evidente o vulgar, en el mejor sentido. Van mucho más allá, hacia la búsqueda de todos los porqué se realiza una imagen, un movimiento, una acción. Ninguna acción es fortuita, toda acción en el teatro nuestro está cuidadosamente estudiada e investigada, aunque aparentemente cuando uno lo ve tiene total sencillez, pero el actor ha construido alrededor de eso toda una historia y ha investigado a fondo sobre ello.
Ahí está la poética de Teatro D´Dos, aparte del gusto por la dramaturgia cubana, por la actualidad más candente, más evidente.
-¿Por qué reponer La edad de la ciruela?
–La edad de la ciruela es un clásico del teatro latinoamericano. Arístides Vargas es uno de los grandes dramaturgos latinoamericanos, argentino radicado en Ecuador, pero con un lenguaje universal. Creo que es uno de los pocos dramaturgos de este continente que ha logrado hablar con la voz de toda la América.
Yo estoy convencido de que Arístides ha hecho una gran investigación sobre los personajes, los comportamientos sociales, políticos, culturales de Latinoamérica, y por supuesto La edad de la ciruela es el ejemplo más claro, porque no se remite al tema del exilio de manera explícita, ni al tema de las dictaduras, regular en la dramaturgia latinoamericana. Arístides va a profundizar en los problemas de la familia, de los seres humanos en situaciones límites. Eso es una de las cosas que la mantiene vigente.
Yo soy un director que cree en el texto, y el montaje de La edad de la ciruela defiende, valora el texto dramático todo el tiempo.
Es una puesta donde el espectador se siente atraído por cada imagen que se concibe y esa es una de las razones por las cuales la obra se mantiene viva, como si la acabáramos de estrenar, porque introduce un diálogo con el espectador, cosa fundamental para el teatro. El teatro tiene que dialogar con la gente.
-¿Nos habla algo entonces de sus próximas propuestas?
En los últimos meses se me ha convertido en una obsesión el trabajo con Héctor Quintero. Yo lo había hecho antes con Abelardo Estorino, del cual hicimos seis obras, pero me quedaba pendiente Héctor Quintero que para mí fue un dramaturgo excepcional, un gran comediógrafo.
Estrenamos a principios de 2014 Contigo pan y cebolla y muy pronto estrenaremos Sábado corto. Esperamos que para inicios de 2015 podamos presentar Te sigo esperando, o sea, armaremos también una trilogía a partir de la obra de Quintero.
(La edad de la ciruela se presentará el próximo fin de semana en el Complejo Cultural Raquel Revuelta en los horarios habituales de viernes 27 y sábado 28 a las 8:30 p.m. y domingo 29 a las 5:00 p.m.)