Ted Nash no necesita presentación entre los amantes del jazz. Multinstrumentista, compositor, director, arreglista, productor, pedagogo, el estadounidense es una prominente figura del panorama jazzístico contemporáneo. Ha sido ganador de dos premios Grammy, posee una vasta discografía y una aplaudida trayectoria sobre los escenarios.
Nacido en una familia eminentemente musical, Nash (Los Ángeles, 1960) fue uno de los fundadores del Jazz Composers Collective. Ha integrado diversas formaciones a lo largo de su carrera y en la actualidad es miembro de la Jazz at Lincoln Center Orchestra, que dirige el afamado trompetista Wynton Marsalis.
A la vez, lleva adelante varios proyectos personales. A uno de ellos se entrega por estos días en la capital cubana.
A la isla llegó para participar en el 38 Festival Internacional Jazz Plaza, que finaliza el próximo domingo y ha reunido un amplio cartel de músicos cubanos e internacionales, entre ellos un numeroso grupo de Estados Unidos.
“Jazz x Art” en Bellas Artes
Nash no viajó a La Habana solo para presentarse ante los cubanos como músico —toca los diferentes tipos de saxofón, el clarinete, la flauta— y compartir escena con otros artistas; su estancia tiene también un perfil educativo, en el cual une la creación musical, jazzística, con otra de sus manifestaciones favoritas: las artes plásticas.
“Jazz x Art” es el nombre del proyecto que el músico estadounidense lidera esta semana en un escenario de privilegio: el Museo Nacional de Bellas Artes, en La Habana. En su edificio de Arte Cubano, ha reunido a una veintena de jóvenes estudiantes de la Escuela Nacional de Arte (ENA), con la colaboración de profesores de este centro docente de la isla, bajo una singular premisa: inspirarse en obras expuestas en el museo, para improvisar a partir de ellas y componer una obra musical.
Desde el pasado martes hasta este sábado, los alumnos participantes crean sus propias piezas, lo mismo de manera individual que en equipo, en las salas de la institución. Además, participan en sesiones de trabajo colectivas —en una sala en la que se muestran pinturas del notable artista cubano Wifredo Lam, por quien Nash no esconde su admiración— en las que muestran sus avances y reciben orientación del artista y otros profesores. Todo el ejercicio, por demás, está siendo grabado con la idea de que quede “constancia documental sobre cómo se hizo el taller y cómo resulto el proceso pedagógico y creativo”, de acuerdo con el músico.
El cierre del taller, este 28 de enero, en coincidencia con el aniversario 170 del natalicio del héroe nacional cubano, José Martí, será un concierto en el patio del museo. En él se interpretarán las obras compuestas por los estudiantes, actuará el propio Ted Nash con músicos cubanos y, como valor agregado, la compañía de danza Malpaso presentará una coreografía inspirada en las piezas compuestas por los alumnos durante esta semana.
“Estamos trabajando en la composición, que es bien difícil, y lo estamos haciendo desde cero, teniendo como punto de partida obras de arte, a partir de las cuales se va creando con pasión, con creatividad”, explicó Nash en un intercambio con la prensa. El artista resaltó “el talento y la motivación” de sus jóvenes alumnos como clave del éxito del taller y dijo esperar que el resultado del proyecto sea “magnífico”, con composiciones “profundas”, y que contribuya al crecimiento artístico de los estudiantes.
El jazz, el proyecto, el festival
Para Nash, “una de las cosas más hermosas que tiene el jazz es que brinda a los músicos la oportunidad de conocerse mejor a sí mismos. Esa es una característica que lo hace muy especial. Es un viaje de autoconocimiento, a través del proceso de creación, de la improvisación como vía para hacer aflorar esa creatividad”.
“A través del jazz tomamos algo de nuestra alma y lo compartimos con la gente —afirma—. Mi mayor esperanza es que, gracias a este proyecto, los estudiantes tengan realmente la oportunidad de conocer algo más de sí mismos y puedan descubrir todo lo que tienen en su interior. Y que al final de la semana puedan, además, presentarse ante otras personas, frente al público, y que esas personas conozcan de ellos a través de su música, de sus creaciones, de su improvisación.”
“Jazz x Art” tiene como antecedente un proyecto similar realizado por Nash en China, cuyo resultado fue un CD que recién terminó de producirse, según explica el músico. “Acá quisimos hacer algo parecido —comenta a OnCuba—, con la particularidad de que, a diferencia de los chinos, que son más cerrados y creo que también más temerosos de mostrarse ante los demás, los cubanos son más parecidos a los estadounidenses, más abiertos, más expresivos, y eso se refleja en la forma en que han abrazado el proyecto.”
“Seleccionamos este museo porque nos parece uno de los más hermosos sitios del arte cubano, con una colección fantástica —añade—. Mientras camino por sus salas me siento altamente inspirado por sus obras. Es un arte con una conexión muy fuerte con el arte estadounidense e internacional, que hace fluir la inspiración, y es perfecto para este ejercicio, que pretende enseñarle a los estudiantes que pueden mostrar su propia expresividad y creatividad a través de la música, de la improvisación. Y también ayudarlos a desarrollar sus habilidades musicales y de composición, a comprender que la composición musical, jazzística, es una manera de desarrollar su talento.”
Ted Nash celebra que su proyecto pueda materializarse durante el Jazz Plaza, un festival que considera “increíble”. “Tuve la oportunidad de venir hace seis años, y ha sido una de las experiencias más gratificantes de mi carrera —afirma—. Es un honor tocar en este festival, porque es uno de los más importantes y famosos a nivel internacional. Y esa posibilidad de colaborar a través de la música, de sentir esa energía que tiene el jazz todo el tiempo durante el evento, en los distintos conciertos, y de compartir con los increíbles músicos cubanos, y también con artistas de distintos países, la manera en que todos se unen en el escenario, es algo muy especial”.
“Es fantástico que este proyecto sea parte del festival y que podamos actuar en el museo. Eso para mí es una satisfacción enorme, una experiencia muy importante que voy a compartir con mis colegas y amigos cuando esté de vuelta en Estados Unidos y de lo que sé que voy a hablar durante mucho tiempo, porque significa mucho para mí”, dice.
La música en la relación entre Cuba y Estados Unidos
Acerca del significado del jazz como puente entre Cuba y Estados Unidos, en momentos en que las relaciones bilaterales no atraviesan su mejor momento, el artista defiende a la música como “una manera especial de conectar culturas y pueblos”.
“La música y el arte son una vía para que las personas puedan estar juntas y superen cualquier obstáculo. Eso es algo que trasciende el escenario político —responde a OnCuba—. Las relaciones políticas entre ambos países han tenido altas y bajas, avances y retrocesos, y espero que puedan ir en una dirección en la que estemos más conectados.”
“En lo personal, mi motivación para estar en Cuba, en el festival, no es política, sino artística —agrega—. Y el hecho de que artistas de Estados Unidos, como yo, y también de otros países, vengan acá con toda su pasión a compartir con los artistas cubanos, es un claro ejemplo, de que el arte, la creatividad, es lo más importante para conectar a las personas. Para mí eso es lo principal.”
Jóvenes al escenario
Con 18 años, Nancy Estrada es una de las jóvenes participantes en el proyecto. Natural de la Isla de la Juventud, cursa el tercer año de Nivel Medio en la ENA, donde estudia saxofón, un instrumento que confiesa haber elegido “por embullo” cuando se iniciaba en la música y del que ahora, tras varios años de aprendizaje, dice estar “enamorada”.
“Para mí es un gran honor y una gran oportunidad estar en este taller con Ted Nash, que es un músico excelente, un instrumentista de los más grandes, y que también toca el saxofón, como yo, además de otros instrumentos de viento”, dice a OnCuba en un breve descanso en uno de los pasillos del museo, donde apenas unos minutos antes buscaba la inspiración con su saxo y plasmaba sus ideas en un pentagrama.
“Agradezco mucho a mi escuela y a mi profesor Janio Abreu poder participar en este tallar con Nash, alguien con un trabajo reconocido en todo el mundo, con premios Grammy. Es espectacular poder verlo en persona y recibir clases y consejo suyos, poder aprender cosas nuevas y retroalimentarme de su experiencia. Estoy muy feliz y agradecida por ello”, añade la joven, quien trabaja en la composición de una pieza musical en colaboración con una amiga, estudiante de clarinete, a partir de la obra “Pilluelos”, de la pintora y poetisa cubana del siglo XIX Juana Borrero.
“Escogimos esa obra porque nos llamó mucho la atención cuando empezamos a recorrer el museo. No la conocíamos, la descubrimos aquí, y nos impresionó la manera en que la artista refleja el mundo de esos niños, que a pesar de la pobreza están unidos y felices por eso, por estar juntos y poder compartir su amistad y sus juegos, sus travesuras. Creo que por eso se llama ‘Pilluelos’”, comenta Nancy sobre su elección.
Igualmente satisfecho por participar en el taller asegura estar Alejandro Sánchez, quien estudia clarinete en la ENA. Para este joven santaclareño residente en La Habana “es algo totalmente increíble poder aprender de un gran maestro como Ted Nash. Tener a nuestro alcance su gran experiencia, su sensibilidad, su conocimiento, todo lo que nos puede enseñar a mí y mis compañeros, es genial”.
Sánchez explica a OnCuba que esta es su primera “experiencia seria” en la composición. “Antes he tenido otras ideas, pero lo que hago es que las memorizo y luego las toco. Nunca las había escrito, así que esto es algo nuevo para mí —revela—. Con este ejercicio estamos experimentando un cambio de lo que hacemos tradicionalmente: buscar otro rumbo y otras fuentes de inspiración para componer, y aunque no es algo que haya hecho antes, me ha funcionado bastante bien”.
Cuando lo encontramos, tocaba su clarinete frente a “El rapto de las mulatas”, una de las pinturas más conocidas del gran artista cubano Carlos Enríquez. “No puedo explicar bien por qué la escogí; me llamó la atención por sus colores, por la historia que cuenta, y quise inspirarme en ella”, asevera.
“Es una obra que ya conocía, pero no vine con ella en mente para el taller. Sencillamente volví a conectar con ella cuando la vi en el museo. Me transmite mucha inquietud, una sensación de incomodidad con lo que está sucediendo en el cuadro, y eso es lo que intento plasmar en mi composición”, abunda el joven.
No obstante, cuando lo entrevistamos todavía no había decidido si esa sería la obra que mostraría como ejercicio final del taller.
“Ya he venido trabajando en ella, pero estoy viendo también otras pinturas y tal vez escriba sobre alguna—detalla—. Ahora mismo estoy experimentando varias sensaciones y tratando de transmitirlas a través de la composición. Estoy un poco nervioso por la idea de tocar algo mío frente al público, en el concierto del sábado, pero sé que eso es parte del proceso, y espero poder aprender todo lo posible de Ted Nash y que todo salga bien con su ayuda y la de mis profesores, porque al final la música es lo más grande para mí”.