Getting your Trinity Audio player ready...
|
Félix Beatón (Holguín, 1955) ha demostrado una habilidad singular para conectar con el público a través de los personajes que ha interpretado en el teatro, el cine y la televisión. Referente del arte escénico y con una vocación que lo mantiene activo hasta hoy, sus interpretaciones lo han consolidado como uno de los creadores más valorados y admirados de Cuba.
A lo largo de casi cuatro décadas, Beatón ha dado vida a personajes de distintos registros en la aventura Los tres Villalobos (2008), las telenovelas Al compás del son (2005), Santa María del provenir (2012), Tierras de fuego (2013) y Regreso al corazón (2025), así como en las series Lucha contra Bandidos (2017) y Calendario (2022).
Su carrera en la gran pantalla incluye títulos como Kangamba (2008), Melaza (2012), Boccaccerías habaneras (2014), Habana selfies (2019) y Neurótica anónima (2025), entre otros. Reconocido por su libertad creativa, su nombre también se asocia a los escenarios teatrales, donde ha plasmado con pasión, sensibilidad y talento una carrera que refleja tanto sus sueños como sus desvelos.

¿Para ser actor basta con el talento natural?
El talento natural es la herramienta principal, pero no es suficiente. Requiere una dosis de suerte, empeño, perseverancia y de relaciones en el medio en el que te desarrolles. Son muchos pequeños factores que, sumados, hacen la diferencia.
¿Te definirías como un hombre de teatro o de televisión, aunque se te conozca más por los medios audiovisuales?
No me considero un hombre de teatro. Lo hice al principio y casi de inmediato me vinculé en mi provincia, Holguín, a la radio y a la televisión en el telecentro, donde realicé pequeños trabajos. Me fui inclinando hacia los medios audiovisuales, y después llegó el cine.
Estuve más de dos décadas sin hacer teatro; actualmente estoy vinculado a las tablas y pertenezco al grupo Vital Teatro. Me considero un hombre de televisión con una pequeña suerte para hacer algo de cine.
¿Cómo es la sinergia entre los miembros de Vital Teatro?
En Vital Teatro hemos conformado una familia. Es una agrupación donde convergen experiencia y juventud. Hemos incorporado a varios jóvenes que se han insertado muy bien junto a quienes llevamos más tiempo. Siempre buscamos el momento para compartir y nos apoyamos en todo lo que tenga que ver con el ámbito profesional y personal.
El primer proyecto que hiciste en televisión a tu llegada a La Habana fue la aventura Tres amigos. ¿Fue una buena elección?
Fue el primer trabajo que hice en la capital, dirigido por Germán Navarro, en 1987. Entré por la puerta ancha. Normalmente, cuando un actor comienza, lo hace con personajes pequeños, y tuve la suerte de iniciarme con uno que tenía mucha incidencia en la historia.
Me vinculé a este proyecto gracias a que un editor del entonces Canal 6 fue a Holguín a impartir un curso y, a su regreso a la capital, trajo varios archivos que contenían trabajos míos, los cuales mostró a distintos directores. Enseguida me llamaron para proponerme el personaje del Cabo Pérez. De ahí en adelante, todo es historia.

¿Cuando eliges un proyecto, pesa más las características del personaje o el tiempo que va a estar en pantalla?
He tenido oportunidades de elegir entre personajes de más tiempo en pantalla o de mayor importancia, con un conflicto interesante, y siempre elegí el que parecía más significativo. Puedes hacer un rol con mucha presencia y que, al final, no signifique nada; entonces la cosecha no es buena. Hay personajes que tienen mucho tiempo en pantalla y pasan desapercibidos.
¿Se necesita ser consistente para hacerle frente a esta profesión?
Totalmente. Es importante creer en ti; eso no significa ser pedante, sino valorarte, saber que puedes hacerlo y luchar para lograr tus objetivos. Esta es una carrera de resistencia: yo me jubilé y sigo trabajando. Siempre hay que prepararse y seguir estudiando. Quizás el entusiasmo merme un poco con los años, pero no del todo, o te acomodas con la experiencia; aun así, hay que seguir luchando.
¿Cuál es el personaje que más te ha acercado a la gente?
Hay varios. Todavía en la calle me asocian con el personaje El Verdugo, de la serie policíaca Día y noche. A pesar de no ser un protagónico, marcó mi carrera. El trovador de la telenovela Al compás del son también fue un gran personaje. En 40 años de carrera, he podido defender personajes bien concebidos en todos los medios de comunicación.

En la telenovela Al compás del son pudiste manifestar su pasión por la música. ¿Cómo es tu relación con esta manifestación artística?
Mis inicios en el arte fueron a través de la música, como aficionado. Tengo buen oído y aptitudes para esta disciplina. De adolescente canté en algunos grupos hasta que apareció el teatro, que se convirtió en mi pasión. En esta telenovela pude aprovechar lo que había aprendido en mi juventud, y me sirvió para conformar el personaje.
En el telefilme Anonimato te vimos en otro registro, defendiendo un personaje con pinceladas humorísticas. ¿Te interesa incursionar en espacios de este corte?
He trabajado como invitado en todos los programas humorísticos que se han producido recientemente en nuestro país. Nunca me han dejado fijo, pero siempre me invitan. Soy un actor que se mueve normalmente en el drama, pero parece que tengo ciertas dotes humorísticas, y los directores las han aprovechado en sus proyectos. Estoy orgulloso y me satisface que me hayan tenido en cuenta para estos espacios, que han gozado de buena acogida por parte de los televidentes.
Has dejado grandes actuaciones en dramatizados como Santa María del provenir, Tierras de fuego y Lucha contra Bandidos. ¿Estos personajes han aportado a tu identidad como actor?
He tenido la suerte que no muchos actores poseen de transitar por diferentes tipos de personajes. No he sido encasillado; hay colegas muy buenos que toda la vida interpretan el mismo personaje. En mi caso, he salido de mi zona de confort y he defendido los roles con todos los recursos que tengo, dando lo mejor de mí.
¿Es esencial la versatilidad para un actor?
Es fundamental. Siempre es bueno ver a un actor que se desdoble, que no se repita y que sorprenda al espectador. Eso es reconfortante tanto para el público como para el artista.
Te vimos en la primera temporada de la serie Calendario. ¿Tu personaje no continuó por guion o por elección personal?
No tuve ningún problema para continuar en Calendario. Mi salida fue por guion; estaba definida a raíz de la separación con Cecilia, la madre de Orestes. Me hubiera encantado seguir en este proyecto, que tuvo mucho éxito.

¿Desde el primer momento el personaje te interesó o te generó sensaciones encontradas?
Me interesó mucho. Valoro que una directora como Magda González me haya tenido en cuenta para un dramatizado dirigido por ella. Aunque el personaje sea pequeño, siempre se le puede sacar algo y ponerle tu sello. El actor no puede detenerse a esperar que le llegue el gran rol; a veces llega, a veces se demora. Si es pequeño, tratas de hacerlo grande. Lo importante es trabajar constantemente.
¿Por qué esta historia caló en el público?
El éxito de esta serie lo relaciono con la directora Magda González, que supo aunar al elenco con un buen equipo, que demostró sus potencialidades en todas las áreas que conformaron el audiovisual. Además, el excelente guion de Amílcar Salatti es una garantía.
¿Cómo asumes las rutinas productivas de los dramatizados cubanos? ¿Se valora menos al gremio artístico en la actualidad?
En honor a la verdad, se valora y se respeta menos. En muchas ocasiones me he planteado la idea de no trabajar más en una producción larga, porque demanda muchas horas de grabación durante un periodo extenso. Súmale los problemas del país, como transporte y alimentación.
Te recogen por la madrugada, se acaba la jornada, y en ocasiones ni grabas las escenas que te corresponden, o haces las primeras y después no hay transporte para regresar a casa; terminas quedándote todo el día en la locación. Es complicado. A veces los actores decimos “primera y última”, pero cuando llevas tiempo sin trabajar, tu mente y tu cuerpo necesitan actuar. Te enrolas en la historia y vuelve a pasar lo mismo. Es lo que nos toca; ¿qué le vamos a hacer?
Cuando el producto sale al aire y el público valora el esfuerzo, compensa un poco y se olvidan las vicisitudes. Dices: “Bueno, valió la pena”.
¿Si tuvieras el presupuesto, qué proyecto te darías el gusto de producir?
Me hubiera gustado protagonizar un personaje que tuviera que ver con mi físico, mi edad o mi forma. A veces me han llamado para interpretar personajes que logran eso parcialmente.
Aunque no está en mis planes ni me visualizo dirigiendo, en el set apoyo a los jóvenes, los vinculo a mi persona y les doy confianza para que todo fluya.
Después de varios años vuelves al espacio de la telenovela con Regreso al corazón. ¿La sensación ha sido la de volver a terreno conocido?
Sí, son varias las telenovelas en las que he participado. A veces cambia un poco la forma de producir, pero en esencia es lo mismo. Me llamó la directora, y es un honor para un actor ser convocado, porque significa que pensaron en ti. En los años recientes había hecho telefilmes, cine y teatro, y me motivé a formar parte del elenco, ya que desde hace un tiempo no incursionaba en un dramatizado de este corte.
Junto con Eduardo Eimil, que dirigió las escenas de mi casa y la locación del teatro, creamos el personaje. Ricardo no tiene un gran conflicto; es un director experimentado, de buen carácter y querido también por ser buena persona. Sus situaciones se generan en el espacio laboral y familiar.
En el dramatizado interactúas con nuevos valores de la actuación. ¿Qué es lo bueno de trabajar con gente joven?
Me gusta porque, en primer lugar, ellos te valoran y, de algún modo, te rinden cierta pleitesía, que para el ego de uno es muy importante. Con estos colegas jóvenes la pasamos bien, nos reímos mucho. Ellos hicieron que los rodajes fueran más llevaderos.
¿Consideras que todavía no te han ofrecido tu gran personaje en la gran pantalla?
He participado en varias películas; incluso, en Boccaccerías habaneras protagonicé uno de los tres cuentos que conforman el largometraje. En Kangamba hice un buen personaje, y en algunas coproducciones he tenido participaciones de cierta relevancia.
Siempre el actor aspira a hacer el personaje de su vida; ese creo que aún no ha llegado, no sé si llegará algún día. Puede aparecer a los 70 años o más adelante, siempre y cuando la mente y el cuerpo estén bien. Puede llegar o no, pero hasta ahora todo ha estado bien.
¿La experiencia te ha permitido entender mejor a los colegas con los que has interactuado?
Eso es muy importante: la interrelación entre los actores. Ahí es donde se ve la verdad, porque si te llevas mal con un colega durante la escena y no lo miras a los ojos, ¿cómo se transmitirán los sentimientos?
He tenido esa suerte también; gracias a mi carácter, me llevo bien con todo el mundo. Para mí, todos tienen la misma importancia, tanto el que ha trabajado en Hollywood como el que inicia en este oficio.
Cuando comencé, nunca sentí temor de trabajar con personas más consagradas; los valoraba y creo que eso me permitió trabajar bien con ellos. Hoy en día, cuando trabajo con jóvenes, todo fluye de la misma manera.
¿La experiencia de vida es importante para el actor?
Eso es lo que te nutre a la hora de concebir los personajes. Lo que he vivido ha sido fundamental, porque lo he utilizado en función de mi trabajo. Todo ha sido relevante y gratificante, lo máximo y lo mínimo. Todo ha sido necesario; si llegó a mí fue por algo, y por eso le doy valor a todo por igual.
¿El éxito profesional se trabaja o simplemente llega?
Pienso que se trabaja. Nada cae del cielo. Puede que trabajes mucho y llegues a la cúspide —que allí nunca se llega, en mi opinión— y no logres el éxito. Lo interesante es ir por escalones, poco a poco, obteniendo buenos dividendos. Todo lo que hagas medianamente bien y te reconforte es un éxito.